Hay que reconocer que estamos en el mejor momento de esta atípica temporada que está ofreciendo la Real en Segunda. El equipo recuperó la tercera posición, la que le da derecho a regresar a la Primera División. El juego es muy bueno y se generan suficientes ocasiones como para pensar que el triunfo siempre estará a tiro. Los fichajes funcionan mejor incluso de lo esperado (Nacho marcó en Albacete su primer gol, con dedicatoria incluida para su hijo recién nacido; Víctor dio otra asistencia y estuvo muy bien en tareas ofensivas; y Martí... lo de Martí es de otro mundo, juega otra Liga distinta a la de los demás). Tenemos al máximno goleador en jugada de Segunda (gran partido y gran gol de Díaz de Cerio) y al mejor portero. Todo parece que marcha bien y por eso la euforia y la alegría son constantes en el sentimiento realista.
Pero no todo es oro. La suficiencia tiene un peligro. Cuando no se mata un partido, se vive con problemas. Incluso cuando se tienen dos goles de ventaja. Elche fue un problema, porque el mejor partido de la temporada a todos los niveles no sirvió para que la Real sumara tres puntos. El encuentro en Anoeta ante el Xerez obligó a empezar de nuevo el partido cuando quedaban sólo quince minutos y había que volver a comandar el marcador. Y Albacete ofreció la cara más defensiva de este dilema. La Real aguantó el marcador. Pudo marcar el tercero en innumerables ocasiones de casi todos sus jugadores de ataque. Pero no lo marcó. Y sufrió atrás. Ya lo que creo que sufrió (y los muchísimos realistas que había en la grada con el equipo). Sobre todo cuando a pocos minutos del final la Real se quedó con diez. Técnico y jugadores niegan que sea relajo, que sea suficiencia, y ojalá tengan razón. Pero ojo. Algún día una de estas pájaras puede costar un disgusto y los puntos tienen muchísimo valor ya.
Lo que está claro es que el once mágico de Eizmendi se tiene que tomar un descanso y se va a quedar en cinco jornadas consecutivas sobre el campo. La expulsión de un Mikel González que pareció más dubitativo que de costumbre obligará a cambiar el centro de la defensa. Labaka fue quien ocupó su lugar en el descuento en Albacete y estuvo muy enchufado en el partido en unos minutos difíciles. Parece evidente que se ha ganado un puesto en el once titular de la semana que viene. Y la duda estará de nuevo en los laterales. Atrás no acaban de cerrar bien ni Gerardo ni Castillo, sobre todo el primero. De hecho, Gerardo fue el primer sustituido en el partido, aunque esto se pudo deber, sobre todo, a que ya tenía una tarjeta amarilla (recordemos que Eizmendi acostumbre a sacar del campo a jugadores amonestados). Estrada fue su recambio. Para mí Carlos Martínez sigue siendo un nombre imprescindible, aunque sea en la convocatoria.
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La brillante aparición de Labaka y de Garitano (fundamental en el tramo final del partido en la parcela defensiva) demuestra que la Real tiene plantilla y debe emplearla. La pájara de la segunda mitad debe ser, también, un toque de atención a los que juegan, que no se sientan con el puesto asegurado a pesar de la apuesta de Eizmendi por ese once. El centro del campo perdió el dominio del juego, tanto ofensivo como defensivo. Víctor se olvidó de la tarea de presionar la salida del rival y eso habría muchas posibilidades al Albacete en el centro del campo. Los laterales vivieron demasiado alegremente y los huecos, no especialmente bien aprovechados por el ataque manchego, fueron una constante. A esa pájara sobrevivieron los dos mejores hombres de la Real esta temporada. Díaz de Cerio siguió a lo suyo, siguió generando fútbol ofensivo y ocasiones. Acabó muerto. Y el segundo nombre es el de Riesgo. Apenas tuvo que intervenir pero cazó un balón fundamental cerca del final, de esos que te comes con facilidad cuando estás frío. También hay que destacar la labor de Nacho, el jugador que mejor retuvo el balón en ese final de nervios.
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La Real acumula seis jornadas ya sin perder. Pero ojo, que en cuatro de esas seis jornadas los rivales eran los cuatro equipos que ahora mismo ocupan las plazas de descenso a Segunda B. Sí, no hay rival pequeño en Segunda y cualquiera puede darte un disgusto, pero la diferencia futbolística entre la Real y esos cuatro equipos es abismal. El único rival más o menos directo al que se ha enfrentado el equipo txuri urdin en esta exitosa tanda es el Elche. Y no se pudo ganar. Este análisis cobra mayor importancia si cabe ante el calendario que le espera a la Real. La próxima semana, Anoeta recibe la visita del líder, un Numancia que parece sólido y que defiende, además, el 2-1 que consiguió frente a los blanquiazules en Soria. Y después será el equipo de Eizmendi el que rinda visita al Sporting, que parece el principal rival por el ascenso. Ganar estos dos partidos coloca a la Real casi en Primera División. Casi. No caigamos en la suficiencia.
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