En todas los temporadas hay un día, normalmente sólo un día, en el que mi vista se nubla y pienso que el objetivo no se va a conseguir. Suele ser sólo un día, aunque la pasada temporada rompió esa norma. Fueron muchos los días en los que pense que era posible el descenso (hasta cuatro, desde la derrota en Anoeta frente al Athletic al momento en que Savio falló el penalti ante el Racing). Una señal a la que, y fue un error por mi parte, no hice mucho caso, en mi absoluta confianza en las posibilidades de la Real, sean cuales sean sus circunstancias.
Pero en las temporadas anteriores sólo fue un día. De verdad. Por mal que estuviera la Real, sólo hubo un día en que la posibilidad del descenso cruzó mi mente con absoluta nitidez. En la temporada 2005-2006, por ejemplo, fue el día que se perdió en Getafe por 2-1. Era la jornada 30, la Real encadenaba una nefasta racha de tres puntos de 24 posibles y el equipo estaba en la 18ª posición, tenía 28 puntos y estaba a tres de la salvación. Aquel día pensé que era posible que la Real bajara. Muy posible. Pero después la Real consiguió tres victorias, tres empates y dos derrotas. Y se salvó.
Ayer fue el día de desánimo de esta temporada. Ayer pensé que no se puede subir encadenando tres derrotas consecutivas en el tramo decisivo de la competición, que no se puede entrar en el terceto de cabeza sin crear ocasiones de gol o marcando un solo gol en tres partidos, que es imposible lograr el objetivo de toda una temporada si un árbitro nos masacra y no mostramos carácter para hacer frente a su arbitrariedad e injusticia más que cuando el partido ha acabado, que no hay forma de ser al menos terceros si tantos puntos se escapan de ese imaginario fortín que debía ser Anoeta en Segunda.
Ayer, y lo digo con firmeza, pensé que la Real no va a subir al final de esta temporada. Pero eso fue ayer. Hoy ha salido el sol. Y la confianza ha vuelto. El partido contra el Hércules lo debe confirmar.
1 comentario:
Hola Juan, que no te preocupes... vamos a ascender!
Aupa Real desde Roma!
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