lunes, junio 30, 2008

Gracias

Luis Arconada por fin ha recibido un reconocimiento digno de su leyenda futbolística. Lo que ayer hizo Andrés Palop tras ganar la Eurocopa con España frente a Alemania fue un momento absolutamente inolvidable para cualquier admirador del mítico 1 de la Real y de la selección. Hay quien sólo quiere recordarle por el gol de Michel Platini, ese en el que el balón se le escapó a Arconada cuando ya lo tenía agarrado. Ese que se produjo en el peor momento posible, en la final de una Eurocopa. Pero Luis Arconada era grande antes de aquel momento y continuó siéndolo muchos años después. Luis Arconada era mucho más que aquella desgraciada jugada. Quienes le hemos visto jugar lo sabemos. Pero faltaba un reconocimiento internacional acorde a su figura.

"Se merecía un homenaje importante, tuve la oportunidad de conseguir su camiseta, me la traje y tenía claro que si levantábamos la copa, iba a tener este detalle, porque históricamente se le recuerda por un fallo garrafal, pero es justo que había que recordar que también fue un enorme portero y que hizo grandes paradas, tanto con su equipo como con esta camiseta que llevo puesta", dijo Palop después del partido. Muchísimas gracias, Andrés, te lo digo de corazón. Además de la alegría por la selección, a muchos nos diste esta otra pequeña gran alegría, la de ver a Arconada (además de a Palop, por supuesto) recogiendo la Copa.

Son muchas las personas que han tenido parte en este homenaje. Andrés Palop, no cabe más que darte mi más sincera gratitud. Ayer, al verte con la camiseta verde y negra, casi me echo a llorar de emoción, daba saltos como loco y le explicaba a quienes estaban viendo el partido conmigo lo que significaba tu gesto. Andrés, ayer nos hiciste sentirnos un poquito más orgullosos de ese enorme portero que fue Arconada, quien con toda la humildad del mundo, la que siempre ha tenido, casi hubiera preferido que nadie se acordara de él. Pero es que muchos nos seguimos acordando de él porque no hemos visto a otro como él. El homenaje no hubiera sido posible sin la participación del periodista y amigo de Arconada José Miguel Muñoz. Él explica aquí y aquí cómo se gestó este hermosísimo instante.

Ese momento inolvidable también lo hizo posible Michel Platini. El ahora presidente de la UEFA sabe perfectamente de la categoría de Arconada. Y sabe perfectamente que aquel gol, aquel triste instante, marcó su carrera. Por eso le invitó personalmente a que estuviera en el palco de la final del domingo, la que trajo a España la Copa que debió haber llegado en 1984. "Arconada se merecía ganar la Eurocopa" entonces, adnitió ayer Platini. Y qué mejor forma de reconocérselo que con esta invitación. Y humilde como es, insisto, Arconada dudó en acudir. Pues su presencia nos hizo felices a muchos. A mí, desde luego, verle en la pantalla tras ver ganar a España me supuso una alegría inmensa. Gracias, don Luis.

Y un último agradecimiento tiene que ir para Xabi Alonso. En la Eurocopa no ha habido ningún jugador de la Real, consecuencia evidente de estar en Segunda División. Sólo ha habido dos ex realistas, el turco Nihat y Xabi Alonso. Xabi era el único jugador salido de Zubieta que se ha paseado por Austria y Suiza durante estas últimas semanas. Es el último reducto en el fútbol internacional que nos recuerda la inmensa grandeza de nuestra cantera, algo que nos devuelve a otras épocas, que nos puede llevar a recuperar la ilusión de pensar en el momento en el que volveremos a ser grandes. Xabi, has hecho una Eurocopa sencillamente impresionante, a pesar de no ser titular. Verte, aunque no sea de txuri urdin, también nos da ilusión. Muchas gracias, campeón.

sábado, junio 28, 2008

Realistas

Muchos van por ahí diciendo que son realistas. Me parece bien, la gente es libre de hacer lo que quiera. Pero realistas de verdad no parece que haya tantos, a tenor de lo que vivimos estos días. Dicen que la Real Sociedad vive el peor momento de su historia. Vive en Segunda, lo que demuestra la gravedad deportiva, y está a punto de acogerse a la Ley Concursal, lo que confirma la gravedad económica. Siempre había pensado que una de los aspectos más bonitos de ser realista es que las cosas nunca iban a ser fáciles para nosotros y que por eso los días felices serían más hermosos. Que nuestras crisis no son esas de no ganar un título en dos años o que unos jugadores se corran una juerga. Que nuestros éxitos son más bonitos por poco frecuentes. Que lo nuestro era un sentimiento más que una afición.

Y hay gente que sí está demostrando estos días ser realista. Lo está demostrando Lillo, al renovar como entrenador sobre todo para lograr el objetivo del que tan cerca se quedó, devolver a la Real a donde pertenece, a Primera División. Eso, al margen de las valoraciones que se puedan hacer sobre su renovación (para mí, un gran acierto) le honra y mucho. Sabe que tiene una deuda con la Real y con los realistas. Y la va a pagar, nos va a subir. También honra a un jugador como Iván Campo, al parecer pretendido por la Real sobre todo porque llegaría gratis, hacer las declaraciones que ha hecho. "Tras muchos años fuera, volvería allí para ayudar en todo lo que pueda a la Real". "Conseguir el ansiado ascenso con la Real es un reto que me atrae. Nunca debía haber descendido, ahora todo el mundo debe estar unido para que los jugadores hagamos nuestro trabajo y consigamos subirla de nuevo".

Me emociona escuchar frases así de alguien que está fuera de la Real, alguien que no tiene una responsabilidad directa en el descenso o en el no ascenso y que, aún así, sabe cuál es el sitio de la Real y que hay que hacer lo imposible para retornar a él. Tienen más valor estas palabras sobre todo en unos momentos en los otros realistas, los que escriben en los medios de comunicación, andan publicando que nadie va a querer venir a la Real con la que está cayendo, mermando las posibilidad de este club de reforzarse. Con Iván Campo ya se han equivocado. El año pasado escribieron cosas similares. ¿Quién iba a querer venir a la Real si no hay dinero, si está en Segunda, si es un desastre en todos los aspectos...? Delibasic vino. Se le criticó, se le infravaloró. Tuvo que recordar precisamente eso, que vino a la Real cuando pocos lo hubieran hecho. Y al final le alabaron sólo porque era un estilete perfecto para atacar a Iñaki Badiola.

Llegamos a Badiola. Sigo creyendo en su capacidad para sacar esto adelante (más que nada, como ya he dicho en ocasiones precedentes, porque no defenderé nunca los linchamientos), pero se está equivocando en algunos aspectos. El primero y fundamental, prometerle a los jugadores cosas que sabe que no va a poder cumplir. Presidente, hábleles claro. Déles datos. Hábleles de futuro. Quienes lo entiendan son los que tienen que devolver este equipo a Primera. Quienes no lo entiendan, no deberían vestir esta camiseta. Garitano ya ha decidido marcharse de la Real porque, al parecer, no confía en el futuro de la Real y no ve garantías de cobro. Pues que se vaya. Gracias por los servicios prestados y adiós. Tiene su parte en el descenso y en el no ascenso de este equipo. Si cree que eso es lo que tiene que hacer, que lo haga. Se va porque quiere sin saldar la deuda que tiene con el club y con los aficionados.

Lo de Garitano no es una sorpresa del todo. Dicen que puede haber desbandada de jugadores. Que están muy molestos con el presidente y angustiados por el futuro. Como ejemplo, Morten Skoubo, ese jugador que ha marcado cinco goles en tres temporadas, al que esperamos para no bajar, al que esperamos para subir, que apenas ha jugado unos pocos minutos en una decena de partidos en las dos últimas temporadas. Dice en Dinamarca (¿por qué todos serán tan valientes de hacer declaraciones así siempre cuando están fuera?) que "lo primero es cobrar y luego ya veremos qué pasa". Gracias, Morten. Antes o después, se te pagará lo que se te debe, no lo dudes, que para eso tenemos leyes. Pero para algunos de nosotros el fútbol es algo más. Te esperamos muchas veces y no has llegado. No te mereces un aplauso más. Pero, si te quedas, ten por seguro que los tendrás cuando vistas la camiseta txuri urdin. Porque eso, para nosotros, está por encima de cualquier otra cosa.

Y más realistas. Miguel Fuentes, María de la Peña y Juan Larzabal. Ellos tres fueron presidentes de la Real en las horas más oscuras de los últimos tiempos. Por mucho que se quiera atacar a Badiola, ésas no son las actuales, sino las que nos han llevado hasta aquí. Las del fracaso y las del silencio cuando todavía había solución posible. Fuentes dimitió antes de que se consumara la histórica tragedia de bajar a Segunda. No dio muchas explicaciones sobre sus motivos y, para este humilde servidor, fue una rendición y un acto de cobardía. Salir corriendo antes de que se hundiera el barco para no ser el presidente del descenso. Esa fue De la Peña. La del descenso y la de la complicación máxima para conseguir el ascenso. La que dejó unas cuentas imposibles y salió corriendo con un proyecto a medio hacer. Larzabal fue un presdiente de paso, pero era consejero tanto con Fuentes como con De la Peña, y eso le da parte de responsabilidad.

Ahora ellos van a demandar a Iñaki Badiola por lo que dijo en la última asamblea, por las acusaciones que lanzó el presidente contra su gestión basándose en los datos de la famosa due diligence. Un gran momento han elegido estos ex presidentes para lanzar más basura contra la Real. Están en su derecho de denunciar a quien quieran, faltaría más. Pero flaco favor le hacen a la Real, de eso no me cabe la menor duda. Y ya que forman parte de una oposición tremendamente organizada al actual presidente del club (con ramificaciones políticas y mediáticas), no me queda otra posibilidad que sumarme a lo que dice un tipo que algo sabrá de la Real, Jesús Mari Satrústegui: "La verdad es que no tengo motivos claros de crítica a Badiola porque es el hombre que entró cuando nadie quiso. Los que ahora critican tanto, ¿por qué no entraron entonces a apoyar al club?". Pues eso. Cuanto realista hay por ahí suelto...

jueves, junio 26, 2008

Resumen de la temporada (y 7). Detalles

· Tercer portero menos goleado, cuarto máximo goleador
No ha destacado mucho la Real en las estadísticas generales de esta temporada en Segunda, pero sí ha conseguido que su portero y su delantero estén arriba. Asier Riesgo fue el tercer portero menos goleado, con 39 goles encajados en 42 partidos. Jugar todos los minutos le quitó posibilidades de ganar el Zamora y sin los dos goles del descuento en Vitoria habría sido segundo. Los 16 goles de Iñigo Díaz de Cerio le colocaron cuarto en el Pichichi. Sin penaltis, el realista fue el segundo máximo goleador, un tanto menos que el tinerfeñista Nino. Éste marcó en la última jornada y le quitó al realista el título compartido de Pichichi sin penas máximas.

· Anoeta no fue un fortín
Todos pensamos que el comienzo de una Real que volviera a Primera debía ser Anoeta. Pero el equipo txuri urdin falló mucho en casa. Muchísimo. Como local perdió nada menos que 27 puntos, merced a los cinco partidos que perdió (incluyendo los dos primeros, lo que lastró toda la temporada) y los seis que empató en su propio estadio (entre ellos los dos últimos, lo que condenó definitivamente al equipo a seguir en Segunda). De los 21 partidos disputados en Anoeta, la Real sólo ganó diez. Como referencia del mal dato que supone, en la temporada del descenso la Real dejó escapar 35 puntos (nueve derrotas y cuatro empates) de su estadio, ocho más que esta temporada en la que, por contra, luchó con los de arriba.

· Los mismos puntos perdidos con ascendidos que con descendidos
Los tres equipos que subieron a Primera y los cuatro que acabaron en puestos de descenso a Segunda B le quitaron a la Real los mismos puntos: doce. Muchos, demasiados para ser un equipo que aspira a estar arriba. Numancia y Sporting le ganaron los dos partidos al equipo txuri urdin, que a su vez venció los dos al Málaga. Por abajo, el Rácing de Ferrol le quitó nada menos que cinco puntos a la Real, con su victoria en Anoeta y el empate en tierras gallegas. El Cádiz empató los dos partidos y el Poli Ejido venció en San Sebastián. El Granada 74 no le quitó ningún punto a la Real.

· La importancia de la estrategia
Aunque durante muchos tramos de la temporada la Real ha dado la sensación de no tener excesivamente cuidada la estrategia (saques de bandas, faltas y corners), lo cierto es que ha marcado 16 de sus 55 goles de esta forma. Dos de ellos (Gari en Málaga y Martí ante el Granada 74 en Anoeta) fueron de falta directa. En los partidos en los que se anotó un gol así se sumaron nada menos que 33 puntos, aunque no todos esos tantos fueron decisivos para sumar. Por el contrario, la Real encajó diez goles de estrategia que le costaron 14 puntos.

· Tres lanzadores de penaltis
Tres jugadores llegaron a lanzar algún penalti para la Real. Gerardo comenzó como sorprendente especialista anotando los tres primeros de la temporada. Después falló uno ante el Celta y otro, más de una vuelta después, ante el Granada 74. Ante el Xerez lanzaron y marcaron Xabi Prieto y Víctor, quien repitió precisamente ante el Granada 74, tras el fallo de Gerardo. Los granadinos lanzaron el único penalti en contra de la Real de los tres que le señalaron que acabó fuera de la portería. Salamanca y Rácing de Ferrol sí anotaron. Martí pudo ser el cuarto lanzador, ya que ensayó durante los entrenamientos, pero no llegó a ponerse en el punto de los once metros.

· Maldito descuento
Los dos goles que le marcó el Alavés a la Real en el descuento son ya parte de la historia más negra de la Real. Dos minutos que impidieron que el equipo txuri urdin esté ahora en Primera. Pero esos goles no fueron los únicos encajados en el tiempo de descuento. La Real sufrió cuatro tantos más después del minuto 90, que le costaron cuatro puntos más (en Soria y en Salamanca). A favor, anotó otros cuatro goles en el descuento, y los anotados ante Granada 74 y Alavés sirvieron para que la Real lograra los tres puntos de forma agónica.

· Seis puntos, cero puntos
La Real ganó sus dos partidos y sumó los seis puntos en juego frente a Las Palmas, Albacete, Málaga, Granada 74 y Tenerife. Tres equipos le devolvieron a la Real ese resultado doble y vencieron tanto en Anoeta como en sus estadios: Castellón, Numancia y Sporting. Además de a estos tres equipos, la Real no consiguió vencer en ninguno de los dos partidos frente a otros cinco equipos: Rácing de Ferrol (empate a domicilio, derrota en Anoeta), Celta (dos igualadas, ambas a un gol), Nastic (otros dos empates, a uno fuera, a cero en casa), Cádiz (empate a cero en Anoeta, a dos en el Carranza) y Salamanca (derrota en tierras charras, empate en San Sebastián).

· 1-1, el resultado más repetido
Hasta en ocho ocasiones registró el marcador un resultado de 1-1 en un partido de la Real, convirtiéndose en el registro más repetido de la temporada. La victoria que más veces se ha dado ha sido el 2-1 para la Real, en seis ocasiones. Cinco partidos acabaron como empezaron, 0-0. La derrota más repetida ha sido el 0-1, en cinco jornadas. La derrota realista más repetida ha sido el 1-2 y el 2-3, ya que ambas se dieron en dos ocasiones. El equipo txuri urdin ha ganado siete partidos por más de un gol (tres veces 2-0, una 4-0 y otra 4-2), y tan sólo ha perdido uno por esa diferencia, el primero de la Liga ante el Castellón.

· Paralelismos históricos
Esta campaña ha tenido paralelismos con las dos últimas veces que la Real se quedó con la miel en los labios. La temporada pasada, la Real fió sus opciones de salvarse al play off final de cinco partidos. Ganó los dos primeros (Nastic y Celta), perdió el tercero (Osasuna) y empató los dos últimos (Rácing y Valencia). Esta temporada cosechó los mismos resultados, salvo que la derrota llegó en la penúltima jornada, en Vitoria. El año del subcampeonato en esta miniliga final se siguió una trayectoria idéntica en resultados a la de esta campaña salvo en la última jornada. Aquel equipo ganó y despidió la temporada con una triste sonrisa, mientras que el actual empató y no pudo ni siquiera mitigar la decepción.

· Sólo tres jornadas en ascenso
El comienzo de temporada lastró las posibilidades de la Real de estar entre las tres primeras posiciones de la tabla. Sólo se mantuvo una plaza de privilegio en tres de las 42 jornadas, y todas ellas se encaramó a la tercera posición, nunca más arriba. La primera vez que la Real se colocó tercera fue después de vencer a Las Palmas por 4-0, en la jornada 25. El empate en Elche de la siguiente jornada privó al equipo txuri urdin de ese puesto de privilegio. Lo recuperó dos semanas más tarde, tras vencer en Albacete y lo aguantó una semana más, a pesar de perder en Anoeta ante el Numancia. La derrota en El Molinón de la jornada 30 sacó a la Real de unos puestos de ascenso que ya nunca pudo recuperar.

· El equipo que más gastó invierno
La Real fue el equipo de Segunda División que más invirtió en el mercado invernal. A pesar de que Martí, Fran Mérida, Víctor y Nacho llegaron como cedidos, el club desembolsó 2,3 millones de euros por ellos. La única compra fue para el Sanse, el lateral Morgado, procedente del Alavés. Y con todos los matices que se quieran poner al rendimiento general de los fichajes, lo cierto es que le dieron un gran resultado. De los 37 puntos que sumó la Real desde que Martí y Mérida debutaron (estuvieron disponibles en 22 partidos), 27 se sumaron con aportación de estos dos jugadores, de Víctor o de Nacho, ya fuera en forma de asistencia o de gol.

miércoles, junio 25, 2008

Resumen de la temporada (6). Crece la impagable deuda con la afición

Es uno de los tópicos más manidos del fútbol. Todos los equipos presumen de tener la mejor afición, todos los profesionales lanzan elogios a esa gente que, semana a semana, se deja el alma, el dinero, el tiempo y la vida para animar a un equipo. Pero no siempre es verdad. O, por lo menos, no siempre tiene tanto mérito. La afición de la Real está incluso por encima de todo eso. Cuatro años luchando por no bajar. Una temporada que acabó con descenso. Y ésta con el no ascenso. Su ejemplar comportamiento es un modelo, es un motivo más para sentir orgullo de estar junto a la Real Sociedad. El club, sus dirigentes, sus técnicos y sus jugadores tienen una deuda con los aficionados que nunca podrán pagar. Una deuda que crece con cada tarde triste que nos ofrecen, con cada decepción que resistimos. Pero que estén tranquilos. No hay nada que nos pueda llevar a abandonar a este equipo.

Cuando uno ve lo que sucede en otras ciudades cuando sus equipos bajan o no ascienden, cuando las cartas no son buenas o cuando las derrotas llegan incluso en buenos momentos de las temporadas, el sentimiento de orgullo crece todavía más. Porque para nosotros lo primordial será siempre la Real, apoyar al equipo, soñar con él. Por muy decepcionados que nos sintamos, por muy tristes que nos quedemos al finalizar de cada temporada. Siempre con el equipo. Así somos, ya nadie nos va a cambiar. La Real nunca ha dejado de sentir el calor de su gente, a pesar de la distancia que en Anoeta marca la pista de atletismo. Nunca ha escuchado más pitos que aplausos. A veces me pregunto si los jugadores de la Real son conscientes de la afición que tienen. Me consta que sí, y estoy seguro de que los que vienen de fuera podrán contarles muchas historias de signo totalmente contrario.

Anoeta recibió al equipo aquel ya lejano 26 de agosto de 2007 con aplausos, a pesar de que la última vez que lo habían visto se consumó el descenso a Segunda. Anoeta despedió con aplausos a sus jugadores el 15 de junio de 2008, a pesar de que se había certificado la decepción de no subir a Primera habiéndolo tenido tan cerca. Siempre aplausos. Siempre una palabra de ánimo. Siempre una presencia reconfortante. La deuda crece, porque en los últimos años el equipo no ha podido o no ha sabido corresponder a ese apoyo. No ha ofrecido alegrías, no nos ha dado motivos para recuperar la sonrisa. Pero ahí estamos siempre, desde la cercanía o desde la distancia, desde Anoeta o en nuestras casas, por la tele o por la radio. Todos sentimos la Real y lo hacemos en la medida de nuestras posiblidades.

No deja de ser curioso que cuanto mayor ha sido la movilización de la afición realista peor ha sido el resultado deportivo. En todos los partidos en los que se han movilizado miles de seguidores, la Real ha acabado perdiendo. Sucedió en Soria, en Gijón y en Vitoria. Sobre todo en Vitoria. Un palo más para una afición incansable y muy baqueteada por los sinsabores de su equipo. Pero ni los duros viajes de vuelta a casa con una derrota a cuestas podrán con nosotros. En todos los campos se han visto realistas. En Cádiz, en Salamanca, en Tarragona, en Tenerife. Y en los desplazamientos másivos de miles y miles de realistas no hubo que lamentar el más mínimo incidente. Eso es grandeza y, con lo que vemos en otras ciudades, con otros equipos, es otro motivo más de orgullo. También lo fue recibir en Donosti a seguidores de otros equipos, miles como en el caso del Numancia o del Sporting, muchos como en el caso del Celta, o unos pocos como en el caso del Córdoba. Siempre bienvenidos.
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Anoeta padeció durante la primera vuelta el varapalo del descenso. La asistencia bajó considerablemente con respecto a los partidos de Primera que siempre había vivido este estadio. Badiola se marcó como un objetivo primordial que la gente volviera a Anoeta. Y lo consiguió. Ya lo creo que lo consiguió. Incluso logró que los niños se ilusionaran otra vez con este equipo, colocando 7.000 silas en la pista de atletismo para que vieran a la Real de forma gratuita. Les pidió que dejaran, siquiera por un momento, sus camisetas del Arsenal, del Manchester United o del Barça y se enfundaran la de la Real. Y consiguió que, para ver un Real Sociedad - Córdoba, Anoeta registrara la mayor asistencia de sus quince años de vida. Fuimos 32.564 las personas que fuimos a soñar con el ascenso y salimos con la decepción de seguir en Segunda. Pero volveremos.
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Hoy lloramos con nuestro equipo porque sigue en Segunda, pero eso no lo sacará nunca de nuestros corazones. Las lágrimas de hoy se convertirán mañana en sonrisas. Lo merecemos.

martes, junio 24, 2008

Resumen de la temporada (5). Castigados por arbitrajes y primas

La temporada pasada la Real bajó a Segunda División castigada por los árbitros y devorada por la polémicas de las primas. Y aunque parezca mentira, la cuestión arbitral y la motivadora por terceros también ha jugado en contra de la Real en esta primera temporada en Segunda. No son excusas, no son justificaciones ni tampoco ataques a otros equipos, que nadie lo vea así. Pero sí son realidades que algunos parecen no querer ver. Con las decisiones de los colegiados se han ido al limbo muchos puntos legítimamente ganados por la Real y, por qué no decirlo, también se han ido unos cuantos al casillero del Sporting. Con la polémica sobre las primas se ha ensuciado el nombre de este equipo, vinculándole en exclusiva a unas prácticas que conocen bien todos los implicados en el ascenso. Todos. No sólo la Real. Y para colmo todavía sigue viva la denuncia contra Lorenzo Sanz sin que mucha gente le preste atención.

En una imposible cuantificación de los errores arbitrales, la Real tendría derecho a reclamar hasta trece puntos, cantidad más que suficiente incluso para haber subido como campeón de la Segunda División. Todo empezó de forma más o menos sutil y aparentemente intrascendente en Soria, cuando una falta inexistente en el descuento permitió al Numancia colgar el balón al área y anotar el gol del triunfo. Un punto se fueron al limbo ante un rival directo. En Ferrol las cosas se torcieron más. Díaz de Cerio sufrió un penalti de libro a los ocho minutos y el árbitro pasó de la jugada. Otros dos puntos se quedan en el camino. En el último partido como visitante de la primera vuelta, un árbitro decidió dar al Salamanca el triunfo en un partido lícitamente empatado por la Real con un inexistente penalti en el descuento.

Con el comienzo del año, en un tramo decisivo para determinar qué equipos iban a luchar por la gloria, la Real siguió cosechando arbitrajes desfavorables y a pesar de todo se mantuvo arriba. La visita del Eibar a Anoeta concluyó con dos penaltis clarísimos no señalados a favor del equipo txuri urdin, lo que le habría dado los tres puntos. El mejor partido de la temporada, el de Elche, no supuso una victoria para la Real porque un linier se inventó un fuera de juego en el gol de Víctor. Y la cosa empeoró con la decisión más sangrante, el gol en fuera de juego con el que los de Eizmendi perdieron en Gijón. Aquel día, el Sporting superó a la Real en la tabla gracias a ese tanto ilegal y al árbitro que lo concedió.

El mayor escándalo de la temporada en Anoeta se vivió con la visita del Rácing de Ferrol, en el partido horrendo de la Real (eso sí) que, a la postre, provocó el cese de Eizmendi como entrenador realista. Los gallegos se adelantaron con un penalti inexistente y el árbitro truncó la remontada final de la Real anulando un gol en el descuento sin que nadie sepa todavía por qué. Igual de valiente estuvo otro árbitro en Cádiz, donde ni colegiado ni linier quisieron ver un claro derribo a Delibasic dentro del área que hubiera podido dar el triunfo a la Real en el descuento. El árbitro estaba mirando a otro lado. Pensaba en pitar el final del partido y salir de allí cuanto antes, como denunció después Lillo con toda la razón.
La Real, por contra, sólo ha podido salir claramente beneficiada beneficiada en tres partidos. En la segunda jornada, el Eibar reclamó tres penaltis, uno de ellos con mucha razón. La Real no debió ganar. El Celta se quedó en Anoeta con diez jugadores en el minuto 1, por la injusta expulsión de su portero en un penalti que no existió. Sin embargo, los gallegos empataron aquel partido. Y en Motril fue muy protestado el colegiado del Granada 74 – Real Sociedad, que dejó a los locales con un jugador menos. Sólo el primero de estos tres partidos (todos ellos, por cierto, en la primera vuelta) resta claramente dos puntos del casillero realista. Para quienes dicen que los árbitros dan tanto como quitan, lo que está claro es que la balanza de la Real no está en absoluto compensada.

Los comités tampoco han sido muy benévolos con la Real. Casos ha habido muchos durante la temporada. Quintas amarillas (Aranburu en Tenerife) o rojas directas (Díaz de Cerio en Sevilla) no retiradas a pesar de que era obvio que no se había producido la infracción sancionada por el árbitro ha habido unas cuantas. Los rivales de la Real en la lucha por el ascenso no sienten la misma impotencia que la el equipo txuri urdin en este sentido, y el Sporting sabe que su victoria en Tenerife se fraguó con un gol de un jugador que debió estar sancionado, por ejemplo. Ni siquiera hubo sanción de algún tipo cuando Lillo recibió un botellazo en Málaga. Y si pensamos en que el partido de Vitoria (que estaba en el minuto 94 más para un 4-2 que para un 3-3, todo hay que decirlo) se acabó porque la gente decidió acabarlo saltando al campo, la conclusión es clara: los órganos que tienen que velar por la limpieza de la competición no han sido justos con la Real.
Y eso puede quedar meridianamente claro con la injustificada demora en analizar la denuncia que un agente FIFA ha presentado contra Lorenzo Sanz por la presunta compra del partido que el equipo malacitano jugó contra el Sevilla Atlético. La grabación es clara. Lorenzo Sanz, el hombre que puso el dinero para comprar las acciones del Málaga y colocar a su hijo de presidente, habla abiertamente de una prima al Tenerife por ganarle a la Real y otra al filial sevillista por perder frente al Málaga (algo a lo que, al parecer, no habrían accedido los jugadores sevillistas). La sanción prevista en el reglamento (por comprar y también por intentar comprar) es de seis puntos. Visto lo visto, no parece probable que haya intención de sentar un precedente ejemplarizante que acabe con la Real en Primera, pero que no haya para Lorenzo Sanz una sanción, del tipo que sea, demostrará una vez más que el fútbol español es una selva sin ley ni orden.

Porque el tema de las primas ha vuelto a dañar a la Real. El año pasado quienes más dinero cobraron fueron precisamente los rivales de la Real, un equipo que tuvo que aguantar durante semanas ridículas declaraciones sobre el favor que le hizo en su día a Osasuna el equipo txuri urdin. Precisamente el Osasuna, por ganarle a la Real en el Reyno de Navarra, fue uno de los principales beneficiarios de las primas, como también lo fue el Racing por empatar en Anoeta. Este año, con la inestimable colaboración de algunos indecentes profesionales de la información (sobre todo de Gijón), se ha querido vender la idea de que sólo la Real (un equipo que, por cierto, está casi en quiebra técnica y casi abocado a la Ley Concursal) tenía dinero para repartir a diestro y siniestro a los rivales de Málaga y Sporting.

La prensa asturiana publicaba las cifras sin utilizar un prudente condicional pero sin aportar una sola prueba. El presidente del Málaga, Fernando Sanz, llegó a amenazar con denunciar a la Real (¡qué ironía, una vez que hemos escuchado cómo negocia su padre!) pero no tuvo el valor de decirle nada a la cara a Iñaki Badiola cuando le tuvo frente a frente en la Federación Española de Fútbol. Desde Málaga y desde Gijón se han publicado noticias que han encontrado eco en medios nacionales, todas ellas perjudiciales para la imagen de la Real y que han generado bastante animadversión hacia este equipo en las ciudades de los equipos rivales. Las que se publicaban en Guipúzcoa nunca llegaban a esos mismos medios. ¿Por qué? No me atrevo a aventurar una respuesta, allá cada cual con su conciencia.

Todo eso le ha pasado factura a la Real. Algunos equipos se dejaron la vida frente a los nuestros sólo para demostrar que no estaban comprados, como reconoció abiertamente tras el partido en Anoeta el entrenador del Salamanca. O como demostró sobre el campo el Tenerife, equipo que se dejó la vida ante la Real aquel día y del que se llegó a decir, antes y después del partido que estaban comprados para dejarse perder ante el equipo txuri urdin. Barral, del Sporting, puso en el punto de mira a un compañero de profesión al que, afortunadamente, no tendrá que mirar a la cara el próximo año. Carpintero, del Málaga, llegó a recomendar al Tenerife que se fuera de vacaciones y no se esforzara mucho ante su equipo. Prácticas casi mafiosas que no debieran tener cabida en el fútbol pero que, por desgracia, lo dominan frente al deporte.

lunes, junio 23, 2008

Resumen de la temporada (4) Tres presidentes, dos consejos, unas elecciones y mucha polémica

Dos Consejos de Administración, tres presidentes. El plano institucional es el que más convulsiones ha vivido durante esta temporada, con incontables polémicas y unas elecciones de por medio. María de la Peña comenzó la temporada como presidenta, dimitió y su lugar lo ocupó de forma interina Juan Larzabal. Iñaki Badiola venció en unas elecciones en las que ningún rival se atrevió a dar el paso de presentarse. Demasiado lío para la Real. Y, aunque sea algo ajeno al equipo, lo que está claro es que le ha pesado. Es imposible vivir al margen de lo que sucede en las oficinas de Anoeta. Y hoy, le pese a quien le pese, las ocupa Iñaki Badiola.

Si procedemos a la siempre injusta operación de buscar un único (o principal) culpable de la actual situación de la Real, quizá el nombre que haya que apuntar sea el de María de la Peña. Cometió el error de querer continuar en el cargo cuando la situación era insostenible. El descenso de la Real a Segunda debió ser más que suficiente para dar por liquidado y fracasado el proyecto de Denonerreala. Pero cuando Fuentes dimitió, De la Peña paralizó el trabajo del club a expensas de saber en qué división jugaría en la temporada 2007-2008. Al final fue en Segunda y costó una enormidad recuperar el tiempo perdido en el terreno deportivo. En el económico los males venían de mucho más lejos, pero De la Peña los agravó al presentar unos presupuestos que no convencieron a nadie.

Positiva fue su apuesta por la cantera para el nuevo proyecto deportivo, pero a nadie se le escapa que no fue una decisión voluntaria, sino forzada por la muy precaria situación económica. Lo que resulta incomprensible es que, una vez hecha esta apuesta, una vez conformada una plantilla con jóvenes procedentes de Zubieta, una vez contratado un director deportivo y una vez confiado el proyecto a un entrenador extranjero, De la Peña decidiera dimitir ya iniciada la temporada. Fue un error de grandes proporciones. Fue una hipoteca más para el futuro de la Real. Fue una piedra en el camino de quien llegara tras ella.

Juan Larzabal asumió la presidencia de forma transitoria y puso fin a la nefasta etapa de Denonerreala en el club. Se metió en un charco con Iñaki Badiola y con los jugadores del primer equipo (a quienes reprochó no haber aceptado que se vinculara parte de su sueldo al ascenso) nada más aterrizar, pero al final cumplió con el papel de dirigente de transición que se le había encomendado. Dirigió la Junta en la que se eligió al nuevo presidente con mucha serenidad y pocos se acordaron en aquellos momentos que tenía vinculación directa con los (con todo merecimiento) denostados consejos que presidieron Miguel Fuentes y María de la Peña. Y eso tiene mérito.
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Así llegó Iñaki Badiola a la Real. Su proyecto, curiosamente, lo dio a conocer De la Peña en otro gran error de la ex presidenta. Entonces lo que sabíamos es que un grupo inversor chino quería hacerse con un importante paquete accionarial de la Real en una ampliación de capital cerrada. Al final, Badiola dio la cara por ese grupo, renunció a la compra de acciones y se postuló para presidir la Real simplemente como accionista que es. Su discurso era ambicioso y eso, a partes iguales, ilusionó a unos (sobre todo a los aficionados) y molestó a otros (sobre todo a quien controlaba la Real desde la sombra). Su no vinculación con grupos políticos o mediáticos auguraba enfrentamientos de todo tipo. El tiempo lo ha demostrado.

Badiola se convirtió en presidente sin rival. Nadie se atrevió a oponer su proyecto al ahora presidente de la Real. Durante semanas se habló de una candidatura alternativa, oficial si se quiere, con el respaldo de los paquetes de acciones que al parecer sigue controlando Denonerreala (y que podría ser la base opositora que tumbó todas las propuestas de Badiola en la última Junta). Se habló de Miguel Santos, quien finalmente declinó volver a ser candidato y ha mostrado una muy buena relación con Badiola en estos meses. Pero al final nadie dio el paso. Aún así, Badiola fue elegido con un enorme respaldo del 72 por ciento de las acciones.

Al presidente de la Real le han perdido las formas en muchos momentos de sus seis primeros meses en el club. Y lo más duro llegó al principio, cuando se le juntaron la dimisión de Coleman, el despido de Salva Iriarte, la polémica por la no contratación de Juan Carlos Oliva como entrenador y la consiguiente salida del club de Paco Aiestaran. Se equivocó también al enfrentarse a algunos jugadores de la primera plantilla, como Delibasic, al que incluso amenazó con quitarle la ficha en un último intento desesperado por traer a Zigic al equipo. El delantero del Valencia será para siempre la promesa incumplida de Badiola, a pesar de que lo más probable es que sea el club levantino el responsable de que no fuera traspasado.

En el otro lado de la moneda, el presidente tiene algunos motivos para ser alabado. Para empezar, consiguió que los realistas se ilusionaran de verdad con el ascenso. Dijo sin tapujos lo que nadie había dicho hasta entonces, que el objetivo era volver a Primera cuanto antes. No haberlo conseguido puede ser un duro golpe para su proyecto (como también el rechazo a su gestión en la última Junta, aunque eso merecería un análisis más sosegado sobre quién votó en su contra), pero es verdad que había que decirlo. Y para conseguirlo apostó fuerte por los fichajes. Trajo cuatro jugadores que, se diga lo que se diga, subieron el nivel del equipo. Con esa ilusión y con la innovadora idea de colocar sillas en la pista de atletismo para que las ocuparan niños, devolvió a Anoeta un aspecto de Primera, el que no tuvo en la primera vuelta.

La parcela deportiva le ha dado más de un dolor de cabeza a Badiola. Consiguió la compleja renovación de Xabi Prieto, y por ello hay que felicitarle. Demostró que tenía contactos para reforzar la plantilla con nivel (aunque el retraso en confeccionar el nuevo proyecto, tanto en fichajes como en renovaciones, está sembrando dudas en este aspecto). Pero poco a poco se fue debilitando la estructura técnica de Zubieta. Son muchos los entrenadores que se han marchado o que han sido despedidos, dos los directores deportivos de los que se ha prescindido (Aiestaran y Salva Iriarte) y el relevo no termina de llegar. Se ha hablado muchísimo de Francis Cagigao desde el mes de febrero, pero trabaje o no para la Real desde la sombra no termina de llegar. Y eso pesa.

Como pesa hoy en la Real el lastre que supone la crisis institucional. Lo único que está claro es que no todo el mundo rema en la misma dirección. Hay demasiados enfrentamientos, demasiadas historias que el aficionado no entiende ni comparte. Guste o no, es Badiola quien tiene que llevar adelante esta nave. ¿Le apoyaremos todos? Hoy dudo mucho que todos den ese valiente paso, por mucho peligro que aceche a la Real. Cuánta irresponsabilidad llevamos vivida en estos últimos tiempos...

sábado, junio 21, 2008

Resumen de la temporada (3). Tres entrenadores, demasiado cambio

La Real se está acostumbrando a que su banquillo sea uno de los más peligrosos de nuestro fútbol. Tres entrenadores pasaron por él en la campaña 2007-2008, y los tres tuvieron detalles para ser alabados y cuestiones algo menos positivas. Muchos ven en este frenético movimiento una de las causas por las que la Real no ha subido, aunque es difícil de decir, ya que los dos revulsivos funcionaron durante un tiempo y nadie puede decir qué hubiera pasado de continuar Coleman o Eizmendi.

Tanto cambio en el banquillo realista, por desgracia, no es nada nuevo. Desde que Bernd Krauss fuera destituido en la temporada 1999-2000, doce técnicos más han dirigido a la Real en apenas nueve temporadas. A la Real, insisto, le funcionaron de partida los dos ceses, pero no parece la mejor política a seguir en un club como el nuestro, acostumbrado hasta hace una década a los proyectos largos y estables. Si Lillo continúa, como parece que va a suceder, una de sus tareas será dar estabilidad al banquillo.

· Coleman
Pocos conocían a Chris Coleman cuando aterrizó en San Sebastián de la mano de Salva Iriarte y John Toshack y poco conocía él del fútbol español en general y de la Segunda División en particular. Eso se notó sobre todo al principio. De él se decía que conseguía armar equipos fuertes en casa y que le gustaba un fútbol de toque, poco británico a pesar de su procedencia. En la Real no consiguió plasmar ninguna de estas dos cualidades. Anoeta fue un calvario para él (tres derrotas y dos empates en diez partidos) y descubrió de la peor manera posible que esta Real no era capaz de jugar como él quería.

Desde el principio se mostró sorprendido por el pesimismo que rodeaba al equipo y lo denunció siempre. Y desde el principio defendió a sus jugadores por encima de todo, aunque eludiendo hablar del ascenso como objetivo. Protagonizó una inusual polémica, al comparecer con mucho retraso a una rueda de prensa. Adujo que se le había estropeado la lavadora, que le había inundado el piso. En realidad, fue víctima de una resaca tras una noche de fiesta. Se marchó por desavenencias con Badiola. No quiso aceptar fichajes impuestos y dimitió, renunciando al resto de su sueldo. Se fue como un caballero a pesar de que los medios anti-Badiola le utilizaron como estilite contra el presidente. Él nunca entró en la guerra. Habló siempre de fútbol y sólo de fútbol.

El gran mérito del técnico galés, además de hacer una fuerte y coherente apuesta por la juventud y la cantera (más allá incluso de la que le pidió el Consejo de María de la Peña y que tuvo como momento álgido la victoria en Anoeta frente al Málaga con un once casi exclusivamente de Zubieta), fue romper con la dinámica negativa en la que estaba inmersa la Real, después del descenso y de varias temporadas demasiado acostumbrada a perder la mayoría de los partidos. Con Coleman, el equipo perdió sólo cinco de sus veinte partidos. No son malos datos, aunque demasiado empate le condenó a no colocar nunca a la Real en puestos de ascenso. Cuando dejó el banquillo txuri urdin, el equipo era quinto a un solo punto del Sporting, que entonces era tercero y marcaba la frontera para subir.

· Eizmendi
Tras la dimisión de Coleman, Badiola envió a Córdoba al hasta entonces entrenador del Sanse, José Ramón Eizmendi. Todos, quizá incluso el mismo Badiola, pensaron que sería una solución temporal. Pero el magnífico encuentro de la Real en Córdoba y la polémica entre el presidente y Paco Aiestaran por la contratación del nuevo técnico le permitieron seguir en el banquillo realista. Tras dos tropiezos consecutivos ante Castellón y Eibar, el periodo de adaptación más o menos normal para cualquier entrenador, enlazó cuatro victorias y un empate. Esa racha coincidió con la llegada de los fichajes del mercado de invierno, a los que adaptó muy bien desde el principio.

Eizmendi tuvo claro que tenía un once tipo y lo repitió todo lo que pudo, hasta que lesiones y sanciones se lo impidieron. El resultado que sacó de esa alineación titular fue magnífico y provocó los momentos de mayor euforia de la temporada. Tras vencer en Albacete en la jornada 28, la Real se colocó en puestos de ascenso por segunda vez en la temporada (fue la última, aunque en aquel momento parecía que nadie podía quitar a la Real de ese privilegiado lugar) y los más optimistas, Badiola entre ellos, pensaban que incluso el Numancia podía estar a tiro si se le ganaba en Anoeta una semana después. Pero el once tipo de Eizmendi entró en barrena y el técnico no supo encontrar soluciones alternativas.

Ni los cambios durante el partido ni la estrategia fueron los fuertes de Eizmendi, que se quedó sin argumentos suficientes cuando sus elegidos fallaron. Se le metió, además, en una extraña polémica tras sumarse a unas declaraciones de Gonzalo Arconada en las que decía que en la Real se valoraba menos al producto de casa que al de fuera. Su cese llegó después de tres derrotas consecutivas, dos de ellas ante rivales directos en la lucha por el ascenso. La Real era cuarta a tres puntos del Sporting de Gijón, entonces tercero en la clasificación.

· Lillo
Es difícil evaluar positivamente a un técnico al que se trajo para ascender cuando el equipo no ha ascendido. Pero si uno mira los números de Juan Manuel Lillo, se dará cuenta de que no hay otra posibilidad. Las de Lillo en la Real son cifras de ascenso. 20 puntos en once partidos. Sólo una derrota, en la dolorosa tarde de Vitoria. Y al menos un gol txuri urdin en todos los partidos salvo en uno, el empate a cero ante el Nastic en Anoeta. Las cifras son muy buenas, el resultado también, pero no se logró el objetivo por el punto de partida que tuvo, siempre por detrás de Sporting y Málaga.

Lo que más se puede reprochar a Lillo es el bajón final del equipo. Sólo dos puntos de los últimos nueve en juego y dos minutos nefastos, dignos de entrar en la historia más negra de este club. A la larga es lo que muchos aficionados recordarán como la causa de que la Real no ascendiera, aunque eso sea injusto. Tampoco se comprendieron bien algunas decisiones del tercer técnico realista en la primera temporada en Segunda, como el conservadurismo con el que jugó el equipo en Vigo o la falta de ambición en algunos momentos en Anoeta.

Pero también está claro que Lillo le dio consistencia al juego de la Real. Apostó por un trivote formado por Garitano, Martí y Aranburu y los resultados fueron buenos. De Delibasic y Fran Mérida sacó muchas cosas buenas que sus antecesores en el banquillo no consiguieron. Supo combinar el resultadismo con el buen fútbol a ratos (y de ejemplo queda la lección táctica y futbolística que dio la Real en Málaga). Y habló claro, muy claro, algo que siempre es de agradecer en un club que se está acostumbrado a medias verdades y falsedades absolutas. Tuvo más fe que nadie en el ascenso, incluso cuando más difíciles estaban las cosas. Un optimista en la Real. Por fin.

viernes, junio 20, 2008

Resumen de la temporada (2). Los jugadores

1. Riesgo (8)
Espléndida temporada. Ha demostrado que tiene categoría de sobra para jugar en la Real, en Primera o en Segunda, aunque sigue sin ser contundente en salidas y despejes con el pie. En los peores momentos fue el sustento básico del equipo y salvó muchísimos puntos. Fue el único en jugar todos los minutos y optó al Zamora casi hasta el final.

2. Castillo (6)
Debutante en la Real, cuajó una solvente temporada. Empezó en el banquillo, pero desde la jornada 2 se adueñó de la banda izquierda. Buen defensa, muy buen atacante. Fijo para Eizmendi y Lillo, con Coleman tuvo algunos partidos en el banquillo. Un nombre propio del futuro de la Real.

3. Mikel González (7)
De largo, el mejor central de esta plantilla. No consiguió la confianza de Coleman hasta que Víctor López fue expulsado en Tarragona, en la jornada 13. Desde entonces, fue fijo para todos. A pesar de un bajón en el tramo final de la temporada, su nivel fue altísimo en toda la campaña.

4. Elustondo (4)
Se esperaba más de él en su segunda temporada en el equipo. Cuando jugó, no marcó la diferencia. Lo único nuevo que descubrió fue una potente llegada al área desde atrás que le permitió marcar dos goles que valieron seis puntos ante Tenerife y Alavés. Desaparecido de las alineaciones al final.

5. Markel Bergara (-)
¿Era necesario repescar a Markel para jugar sólo cuatro partidos en toda la temporada? Sufrió un par de lesiones en momentos importantes, pero ningún entrenador contó realmente con él. Su partidazo ante el Málaga, su momento dorado. El resto, para olvidar.

6. Labaka (5)
Es un central que cumple a la perfección cuando tiene a alguien solvente a su lado, pero que sufre si tiene que ejercer el mando. Con Mikel González gana, con el resto de centrales del equipo pierde. Empezó de titular, vivió desde el banquillo el final de la etapa de Coleman y toda la de Eizmendi y con Lillo fue indiscutible.

7. Gari Uranga (6)
Si tuviera gol, sería un jugador imprescindible. Su enorme garra y su indudable entrega no bastan para suplir su falta de puntería (sólo dos goles) y sus carencias técnicas. Pero sí para ganarse el corazón del aficionado. Un jugador de los que hay que tener en muchos partidos. Un ejemplo de lucha.

8. Garitano (5)
Indiscutible para Coleman y para Lillo. Con el galés no marcó diferencia alguna a pesar de ser de los pocos que ya conocían la Segunda. Con el guipuzcoano lo tuvo más fácil dentro de un esquema de tres pivotes. Su poderío por alto dio los frutos esperados, tres goles. Tiene sitio en esta plantilla.

9. Delibasic (5)
Su primera vuelta hizo que más de uno se cuestionara si era el delantero idóneo. No marcó su primer gol hasta la jornada 13. Perdió la titularidad con la llegada de los refuerzos de invierno, pero Lillo le devolvió al once y fue entonces cuando sí demostró un gran nivel. La Real echó de menos más goles suyos, pero acabó la Liga en una forma espléndida.

10. Novo (-)
Como en todas sus temporadas en la Real, nula aportación la suya. Comenzó la temporada como transferible pero no se le pudo colocar en otro equipo. Coleman sorprendió al darle minutos en algún encuentro, pero nunca contó hasta que llegó Lillo, quien llegó a darle la titularidad ante el Salamanca. Y notó la inactividad. Se va sin pena ni gloria.

11. Aranburu (5)
Su clase sólo se ha visto con cuentagotas desde su lesión hace dos temporadas. Indiscutible para todos los entrenadores, lo cierto es que cuando está en forma es vital y el equipo lo nota para bien. Como sus ausencias para mal. Anotó dos goles, pero tuvo ocasiones de sobra para meter más.

12. Skoubo (-)
Otra desesperante temporada la del danés. Lesión tras lesión, sólo jugó poco más de 100 minutos repartidos en siete encuentros. Lillo le recuperó para las convocatorias al final de la temporada, pero sólo le sacó en el desesperado final. Por descontado, no marcó ni un solo gol.

13. Bravo (-)
Ni un solo minuto. Después de haber sido el meta titular en el año del descenso, el retraso en incorporarse a la Real por la Copa América le pasó factura. ¿Merece la pena tener un internacional extracomunitario en el banquillo?

14. Martí (9)
Un lujo para la Real. Debutó con dos asistencias en Córdoba y después se convirtió en el dueño del centro del campo. Impagable labor la de un jugador que cambió jugar la Champions con el Sevilla por tener minutos en la Real. Su dominio del espacio y del tiempo en el campo es envidiable, y redondeó sus números con dos goles. La Segunda se le queda muy pequeña.

15. Ansotegi (4)
Jugó el tramo central de la temporada, pero nunca ha llegado a sentirse titular. Cumple, sin más, sin destacar por sus grandes actuaciones ni por fallos estrepitosos. A pesar de su altura, no consiguió ningún gol de estrategia.

16. Vaughan (5)
El mal comienzo de temporada de la Real le convirtió en un jugador que destacaba sobre los demás. Pero recayó de una vieja lesión y apenas volvió a entrar. Al principio, su ausencia, por la falta de zurdos, se notaba en exceso pero la Real aprendió a vivir sin él y le olvidó. Sigue en el equipo, pero la llegada de Nacho le relegó del todo.

17. Gerardo (5)
Tuvo más protagonismo del esperado en verano. La primera lesión de Carlos Martínez le devolvió al campo y le convirtió en héroe por accidente: marcó tres penaltis seguidos, aunque luego falló dos más a lo largo de la Liga. Siempre titular con Lillo (quien le colocó como lanzador de córners y faltas), alternó campo y banquillo con los otros dos técnicos.

18. Víctor López (3)
Prácticamente fijo para Coleman, su autoexpulsión en Tarragona dilapidó todo el crédito que tenía, no ya para esta temporada sino para su futuro como txuri urdin. Apenas volvió a jugar. Y tampoco se notó, la verdad. Uno de esos extranjeros que uno no sabe muy bien cómo y para qué llegaron a la Real.

19. Larrea (6)
A Larrea le ha pasado más o menos lo mismo que a Markel, aunque jugando más minutos. El overbooking de mediocentros le llevó al banquillo. Coleman le utilizó como mediapunta y no lo hizo nada mal, pero nunca llegó a tener continuidad.

20. Carlos Martínez (7)
La sorpresa más agradable que deparó Zubieta esta temporada. Un lateral de los de antes, un auténtico producto de la cantera. Alguna que otra lesión y el ostracismo al que le sometió Lillo frenaron su progresión. Pero tuvo una magnífica irrupción en el primer equipo. Dos goles en 15 partidos no están nada mal para un lateral.

21. Stevanovic (-)
Coleman dijo durante la pretemporada que el esloveno iba a ser uno de los líderes de la Real. Sólo tres partidos, uno de ellos de titular, le convencieron de que se había equivocado con él. Tiene una enorme falta de actitud y no ha enseñado nada que justifique su fichaje por la Real.

21. Nacho (6)
Su clase se combina con su ocasional desaparición de los partidos. Su llegada fue una inyección de calidad, velocidad y desborde por la banda izquierda. Se le ven detalles fantásticos, pero le falta consistencia. Aún así, su aparición tras el mercado invernal mejoró el fútbol de la Real.

22. Estrada (4)
Aunque ha jugado bastantes minutos (más de 700 en 18 partidos), el paso de Estrada por esta temporada ha sido testimonial. Ha jugado de extremo y de lateral, pero apenas ha dejado huella. Dicen que la segunda temporada (debutó la pasada, aunque con pocos minutos) es la más difícil. Ojalá sea eso.

23. Díaz de Cerio (8)
Sí, falla goles muy claros. Sí, encadena rachas demasiado largas sin marcar un gol. Sí, se desespera con facilidad si no entra la pelota. Pero ha marcado 16 goles en 36 partidos, convirtiéndose en el segundo máximo goleador sin penaltis de Segunda División. Y todos sus goles menos el de Soria dieron puntos a la Real. Eso vale mucho. Y quizá no se le ha valorado tanto como merecía.

24. Xabi Prieto (6)
Con todo lo que haya podido defraudar en el juego, los números de Prieto son bastante buenos. Cuatro goles y un puñado de asistencias valen su peso en oro en Segunda. No ha marcado las diferencias como se esperaba, pero tenerle en el campo es un lujo. Debe enchufarse más a los partidos, pero su compromiso con este equipo está ya para siempre fuera de toda duda.

25. Víctor (7)
Su estilo a veces apático desespera a más de uno, pero lo que es indudable es que Víctor trajo un salto de calidad a la Real. Sobre todo por sus goles. Anotó seis, los mismos que Delibasic, y se convirtió en el segundo máximo realizador del equipo habiendo llegado en diciembre. Un hombre importante.

26. Sarasola (-)
Sólo jugó en el debut liguero ante el Castellón y se convirtió en una de las víctimas del horrendo inicio de temporada. Volvió al Sanse.

28. Agirretxe (-)
Presencia testimonial, cinco minutos en dos partidos. Coleman no confiaba en él y se notó. Después no contó para Eizmendi o Lillo.

32. Viguera (-)
Tuvo más oportunidades que Agirretxe aunque éste a priori partía por delante. Pero sólo fueron 50 minutos en tres partidos, todos con Coleman.

42. Fran Mérida (6)
El fichaje de Badiola más discutido (por su juventud) supo ganarse su sitio. No ha sido vital, pero sí ha tenido peso en el juego del equipo. Tiene visión de juego, pero le falta gol. La ansiedad le pudo nada más llegar y desperdició alguna oportunidad. Lillo parece haber sacado más de él que Eizmendi.

jueves, junio 19, 2008

Resumen de la temporada (1). El camino más largo a Primera

No es fácil hacer un resumen de lo que ha supuesto para la Real la temporada 2007-2008. Hay quien hablará de fracaso, porque el sitio de un equipo como el txuri urdin debe ser siempre la Primera División y no se ha conseguido el ascenso. Hay quien pensará que ese objetivo era irrealizable con lo que había y que el cuarto puesto es incluso bueno. Supongo que lo justo está en el término medio. La Real ha buscado el ascenso con dignidad, pero se ha condenado a vagar un año más por las tinieblas del fútbol por todo lo que ha rodeado a este equipo desde el descenso. La Real ha tomado el camino más largo a Primera. Sin tenerlo durante buena parte de esta temporada y obligándose a buscarlo en la próxima.

El comienzo fue tortuoso. El Consejo que María de la Peña heredó de Miguel Fuentes encargó la elaboración de la plantilla a Salva Iriarte, con dos premisas: apenas había dinero para fichar y el recurso obligado era la cantera. Iriarte contrató a Chris Coleman como entrenador, un galés con experiencia en la Premier League que pretendía superar con una idea de fútbol de toque su total desconocimiento de la Segunda División española. Iriarte apenas pudo incorporar dos nombres nuevos de fuera de Zubieta, Delibasic (como cedido) y Vaughan. Eso, la base del año anterior y unos cuantos chavales de Zubieta (Carlos Martínez, Markel Bergara, Elustondo, Estrada, Castillo) debían devolver a la Real a Primera por la senda de la cantera. Pero todo el mundo se resistía a hablar del ascenso como objetivo.

La situación se agravó con el comienzo de la temporada en Anoeta. Dos partidos, dos derrotas, ante Castellón y Poli Ejido. Sí, el Poli Ejido ganó en Anoeta y clavó un puñal en el corazón realista. Y entre medias, excepción hecha de la victoria polémica en Eibar, llegó el colmo: la durísima eliminación copera en Las Palmas ante un rival que jugó 88 minutos con un jugador menos. Pero el equipo supo sobreponerse a estos mazazos con los que inició la temporada. No con fútbol, pero sí con fe y coraje. El fútbol desplegado ante el Elche en Anoeta sirvió para animar a los aficionados, a pesar del sufrimiento en el descuento que recordó a años anteriores. Pero las dos derrotas consecutivas ante Numancia y Sporting, ésta en San Sebastián, sembraron aún más dudas sobre el futuro del equipo.

Se abría así el periodo más oscuro de la temporada, con una racha de seis empates en siete partidos. Se tocó fondo tras la 13ª jornada, tras un triste empate en Tarragona ante el Nastic. El ascenso estaba a seis puntos del ascenso y el equipo en 14ª posición. Pero la luz llegó a Anoeta una semana después. Un equipo formado casi exclusivamente por canteranos destrozó al Málaga, entonces líder de la categoría. ¿Era posible subir? Sí, desde luego que sí, aunque casi nadie se atrevía a mencionar esa posibilidad. Si el líder podía caer así ante la Real, ¿cómo no iba a ser el equipo txuri urdin de luchar por cotas más altas? Fue entonces cuando se desató la tormenta institucional. De la Peña dejaba la Presidencia y convocaba elecciones. El terremoto llamado Iñaki Badiola entraba en juego.
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La Real comenzó a pensar de verdad en el ascenso en diciembre, cuando consiguió dos agónicas victorias ante Granada 74 y Tenerife. El fútbol mejoraba poco a poco, se iban puliendo detalles que costaron puntos a comienzos de la temporada y el equipo se hacía más competitivo. Poco a poco pero con paso firme, y hacía olvidar todas las polémicas extradeportivas que rodeaban al devenir del equipo. Pero entonces el terremoto institucional se trasladó al plano deportivo. Iñaki Badiola se convirtió en presidente y su intención de fichar un puñado de jugadores en el mercado de invierno chocó frontalmente con el proyecto de cantera que abanderó hasta el final Chris Coleman. El galés dimitió y dejó a la Real en el mejor momento hasta entonces de la temporada. El camino para subir estaba bien marcado, pero hasta entonces siempre desde fuera de las posiciones de ascenso.
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Badiola otorgó su confianza a José Ramón Eizmendi, el entrenador del Sanse. Y éste respondió acoplando a la perfección a los fichajes de invierno, sobre todo un Martí que comenzó a liderar el juego realista. Eizmendi vivió también sus problemas, ya que la derrota in extremis en Salamanca y el empate en Anoeta ante el Eibar (dos días de enorme protagonismo arbitral, por cierto) hicieron tambalearse todo lo conseguido hasta entonces. Pero el inmenso fútbol sin premio desplegado en Elche (0-0) y cuatro victorias en cinco jornadas devolvieron la ilusión a muchos. La Real había unido fe, fútbol y resultados como hasta entonces no se había visto.
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Tras la solvente victoria en Albacete, la Real vivió incluso un estado de euforia desconocido en este club desde hace muchos años. El Numancia visitaba Anoeta y una victoria de la Real, ya en puestos de ascenso, colocaba al equipo txuri urdin a sólo ocho puntos del líder destacado. Pero sucedió lo peor. Derrota ante el Numancia, derrota una semana después ante el Sporting y derrota después ante el Rácing de Ferrol en Anoeta. Badiola buscó un revulsivo para el banquillo y lo encontró en Juan Manuel Lillo. Por aquel entonces parecía que la lucha por el ascenso iba a ser cosa de dos, Sporting y Real, con el Numancia ya casi en Primera y el Málaga siguiendo sus pasos. Y por eso la derrota en El Molinón, árbitro mediante, fue más dura hasta ese momento. El average estaba perdido y eso obligaba a sumar un punto más que los gijoneses.
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La visita de la Real a La Rosaleda se convirtió en la primera final de la temporada. No ganar allí suponía enterrar buena parte de las opciones de ascenso, porque daba el ascenso virtual al Málaga y daba una nueva ocasión al Sporting de meter distancia con respecto al equipo txuri urdin. Pero se ganó. Con un gran fútbol y una enorme solvencia. La lucha por el ascenso ya era cosa de tres. Dos lograrían el objetivo y uno se quedaría por el camino. Pocos pensaban entonces que ese uno sería la Real, un equipo que estaba en alza y que, con los refuerzos de invierno, había dado un salto cualitativo en su fútbol, que había sabido sobrevivir a unas elecciones, muchas polémicas externas y dos cambios de entrenador y que tenía una base sólida para emprender el asalto a los puestos de ascenso.
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Pero el tramo final, con tener los mejores números de la temporada, ofreció un severo problema para las aspiraciones del equipo. La Real no era capaz de aprovechar los fallos de sus rivales para meterse en puestos de ascenso. Muchos enterraron a la Real tras dejarse dos puntos en Cádiz, pero ninguno de los tres aspirantes a subir estaba para tirar cohetes. El Málaga mantenía a duras penas la renta conseguida en las primeras jornadas de la Liga y el Sporting parecía sacar sus partidos con más o menos solvencia pero sin meter distancia a sus rivales. Los empates que se dejó la Real, no sólo en tierras gaditanas, sino también en Vigo y en casa ante el Nastic truncaban las buenas sensaciones que dejaba el equipo en partidos como los de Granada 74 o Sevilla Atlético. Muchos no daban un duro por este equipo en agosto, pero llegaba a junio con opciones de subir.
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Pero junio fue un mes durísimo y la Real enterró sus opciones sumando sólo dos puntos de los últimos nueve posibles. Todo acabó en Vitoria, en dos minutos del descuento en los que el Alavés remontó un claro y merecido 1-2. De haber ganado ese partido, la Real se habría colocado segunda en la clasificación. Fue la enésima oportunidad que tuvo el equipo para sentenciar el ascenso y acabó convertida en una de las tardes más negras de la historia del conjunto txuri urdin. El ascenso también se fue, quizá más, una semana antes, frente a un Salamanca sin nada en juego que se llevó un punto de Anoeta. A la Real le pudo la presión de subir. Y no subió. El final ante el Córdoba fue triste pero anecdóctico. El objetivo se había escapado antes.

miércoles, junio 18, 2008

¿Qué pasa en la Real?

Una simple pregunta, inocente en apariencia, es lo que me ronda desde hace demasiado tiempo. ¿Qué pasa en la Real? Esta vez no hablo de fútbol, no. No hablo de la confección de la plantilla, del descenso y no ascenso, de la calidad de los jugadores, del estado de la cantera o de cuántos jugadores de fuera debe tener este equipo. Hablo de la situación del club, de economía, de poderes fácticos, del entorno y de los presidentes que ha tenido esta institución casi centenaria. Porque, de un tiempo a esta parte, es prácticamente imposible tener nada claro. Lo que uno lee y escucha tiene tantas interpretaciones que de nada sirve formarse una opinión, ya que todo puede cambiar al día siguiente.

A día de hoy, no me siento capacitado para evaluar a Iñaki Badiola. No soy economista y no puedo decir si las cifras que ha presentado a los accionistas son reales, verídicas y honestas. No sé si es el salvador de la Real o alguien que ha venido a aprovecharse del club. No sé si ha hecho las cosas bien o mal. De verdad que no lo sé. Porque vivimos en el centro de una ceremonia de la confusión en la que todo el mundo parece tener intereses ocultos. A Badiola le recibí con escepticismo por el halo de misterio que le rodeaba. Le censuré cuando sentí que tenía que hacerlo, sobre todo por perder las formas en un par de ocasiones, y le aplaudí cuando pensé que era de justicia, por mucho que duela a algunos más de una vez en los 165 días que lleva siendo presidente de la Real.

Ahora, sin tener ni la más remota idea de si lo que estoy diciendo es una barbaridad o si me tendré que arrepentir en el futuro, cada vez me siento más badiolista. ¿Por qué? Muy sencillo. El presidente de la Real está sufriendo ataques salvajes, siempre desde los mismos sectores de prensa y accionistas. Todo lo que antes no se criticaba a otros presidentes de este club, con Badiola son traiciones, mentiras e incluso irregularidades. Se ha convertido en noticia de portada, sólo para criticar a Badiola, incluso la organización de un torneo de chavales. Deprimente y despreciable. No me gustan los ajusticiamientos, y creo que Badiola está siendo víctima de uno. No me gusta que se hayan permitido auténticas barbaridades a otros presidentes y a éste, sólo a éste, le examinemos con lupa incluso sus gestos en el palco (por cierto, de chapeau cómo se portó con todo el que se acercó a él tras el ascenso).

La Junta de Accionistas de ayer me reforzó en esta posición, desde el fondo hasta lo anecdóctico. Comienzo por esto último. La primera ovación de ayer se escuchó cuando Badiola afirmó que los resultados de la due diligence confirmaban que Luis Uranga no incurrió en irregularidad alguna y fue un gran presidente de la Real. Y me acuerdo de cómo se fue este presidente, al que siempre tuve mucho cariño: insultado y despreciado. Se le obligo a dimitir porque, al parecer, la situación de la Real era entonces insostenible. Cuánto se habrán arrepentido algunos de la campaña de acoso y derribo que protagonizaron entonces contra Uranga. Cuánto se habrán acordado de él cuando este equipo bajó a Segunda o de las saneadas cuentas que presentaba siempre ahora que hablamos de deudas millonarias. Y ahora se aplaude cuando le elogian. ¿Qué pensará hoy Uranga...?

Si vamos al fondo de la cuestión, la situación roza lo delirante. Badiola nos habla de irregularidades salvajes, de una doble contabilidad, de pagos oscuros, de situaciones verdaderamente preocupantes... y cuando uno ve el resultado de las votaciones y lee la prensa de hoy el malo parece que es Badiola. ¿Es Badiola quien ha llevado a la Real a una situación de quiebra técnica que ya veremos cómo se resuelve? ¿Es Badiola quien llevó a este equipo a la Segunda División? No, ya lo creo que no. Los culpables ya no están en la Real y, por lo que parece, a muchos les da igual que se vayan de rositas. Los que sí están son los que tienen que trabajar por devolver a este equipo a la élite y seguimos sin darnos cuenta de que en esa tarea tenemos que empujar todos en la misma dirección.

Cuando Luis Uranga era presidente de la Real, había unión. Pero llegaron algunos que decidieron que Uranga ya no les valía y pensaron que todo estaba permitido para estar en el poder. Desde el relevo presidencial, desde las primeras elecciones en las que hubo más de un candidato, el frentismo se ha apoderado de la Real. Todo vale para derribar al oponente. Incluso perjudicar a la Real. Sobre todo perjudicar a la Real, porque eso es lo que más daño puede hacer a su presidente. Eso pensaron casi todos durante los sucesivos mandatos de Astiazarán, Fuente, De la Peña y Larzabal. Y a nadie le importó que la Real y los realistas sufriéramos por el camino. La Junta de ayer confirma que nada de eso va a cambiar. Que hay una oposición organizada pero que no se atreve a dar la cara. Que el accionista de a pie está harto de esta situación. Que el control de este club es cada vez más complicado. Y que la tarea de Badiola es mucho más ingente de que lo seguramente imaginó.

A día de hoy sólo puedo proclamar una cosa, y lo hago sin ningún género de duda. Confío plenamente en Iñaki Badiola. A pesar de algunas medias verdades, a pesar de algunos incumplimientos, creo firmemente que está realizando un sincero intento de reflotar a la Real, una tarea que me parece de todo menos fácil y que muchos se están empeñando en torpedear. Y estoy convencido de que lo va a hacer. Si le dejan...

martes, junio 17, 2008

El ascenso será el 21 de junio de 2009

Pues sí no ha sido el 15 de junio de 2008, será el 21 de junio de 2009. La Real es de Primera y volverá a Primera. ¿Alguien lo duda? Si es así, que se baje del barco, porque necesitamos que todos remen en la misma dirección para hacer frente al oleaje de la adversidad, porque lo que necesitamos sumar es ilusión. Esta camiseta coloca el escudo sobre los corazones de los que creemos, de los que sufrimos, de los sentimos, de los que estamos siempre ahí. Porque la Real es mucho más que un equipo de fútbol, mucho más que un grupo de once jugadores que saltan a un campo cada semana a dar patadas a un balón. La Real está muy dentro de nosotros. Lleva años dándonos más sufrimientos que alegrías (muy pocas, muy efímeras), pero ahí seguimos. Y ahí seguiremos.

El domingo por la mañana, unas horas antes del partido, una mujer mayor me paró en Sancho el Sabio, a unos pocos minutos de Anoeta, al verme la camiseta txuri urdin que quise lucir todo el día. La de la Champions, claro. "Hijo, cómo tengo el corazón con la Real", me dijo. Me contó que se hizo socia a los 17 años ("la he visto más en Segunda que en Primera, pero..."), que con lo de Vitoria se llevó un disgusto tremendo y que creía que no iba a ser capaz de ver el partido del Córdoba, que encendería y quitaría la televisión por los nervios. Le di ánimos. Le dijo que hoy nos tocaba la alegría, le di un poco de ilusión, aunque al final fuera una ilusión ficticia. "Me acordaré mucho de ti", me dijo al despedirse. Yo me acuerdo de ella. Y me acordaré de ella cuando subamos el año que viene.

Porque vamos a subir, que a nadie le quepa la más mínima duda. El sitio de un equipo que reúne a más de 32.000 en un estadio teniendo sólo alguna opción de ascender es la Primera División. Cualquier puede ir a una fiesta. A eso fueron los seguidores de Sporting y Málaga, a una fiesta por el ansiado ascenso. Pero pocos ofrecemos respaldo incondicional en un velatorio. Pocos animan a un equipo por si acaso. Cuando ganan, aparecen seguidores de debajo de las piedras, pero cuando pierden ya sabemos lo que pasa en otros sitios. Pero aquí no. Nosotros ahí estuvimos, en los buenos y en los malos momentos. Siempre con un aplauso que ofrecer. Con un "Real" con el que animar. Con un escudo sobre el corazón. Y por eso llegaremos a Primera, ya lo creo que llegaremos.
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Unos cuantos de esos miles que casi llenaron Anoeta, en un partido que no era precisamente contra el Real Madrid o el Barcelona, eran niños. Chavales que ya van aprendiendo lo que es la Real, lo hermoso y a la vez duro que es ser de la Real. Ellos son el futuro de este equipo, de lo que veremos en los próximos años en el campo pero también de lo que veremos en la grada. Eso es lo que debiera cuidar la Real, la ilusión de los niños. Esta temporada, con todo lo frustrante que ha sido, les ha dado mucho protagonismo. Ha sido una gozada, haya costado lo que haya costado, verles rodear la pista de atletismo de Anoeta. Han acudido incluso con lluvia. Han estado con su equipo, con la Real. Y, al final, fueron los primeros en acercarse a los jugadores para ofrececerles un consuelo imposible.

Una vez más, nos tocó ser testigos de la alegría de otros. Unos entusiastas seguidores del Córdoba se metieron unos cuantos cientos de kilómetros para ver a su equipo jugarse la vida. El final, para ellos, fue feliz. Como uno ya ha vivido durísimos viajes de regreso con una decepción deportiva en la maleta, acaba alegrándose por los demás. Sobre todo cuando se porta tan bien como estos aficionados. La gente de Córdoba disfrutó de San Sebastián, se solidarizó con las gentes de la Real y no tuvo reparos en decir que, si nos les hacía falta, ojalá ganáramos nosotros, porque entendían nuestra tristeza. Pero necesitaron el punto que se llevaron y que la Real no luchó por quitarles en la segunda parte. Felicidades a todos los cordobesistas. Yo acabé aplaudiendo a los que vi salir de Anoeta porque se lo habían merecido.
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Otro día llegará nuestro turno de sonreír. Algún día, el fútbol nos devolverá los días felices que nos merecemos. Algún día, viajaremos de nuevo a otra ciudad en masa y volveremos triunfantes a nuestras casas. Algún día, regresaremos tan felices como volvieron a su ciudad los cordobesistas que inundaron Donosti. Ahora nos acordamos de Vigo, de Valencia o de Vitoria, de todos los viajes amargos, de todas las tardes tristes. Pero algún día volveremos a recordar Puertollano, Gijón o Zaragoza. Algún día, la Real nos dará la alegría que todos nos merecemos tanto. Algún día. Yo ya he marcado en rojo en el calendario el 21 de junio de 2009. El día en que celebraremos, en Anoeta o lejos de San Sebastián, el próximo ascenso de la Real. Ya lo veréis.

REAL SOCIEDAD 1 - CÓRDOBA 1. El final más triste y lamentable

Se acabó. La temporada en Segunda División tuvo el final más triste y lamentable que podía tener. La Real necesitaba ganar antes de mirar a lo que sucedía en Gijón y Málaga. Y ni tan siquiera eso pudo ofrecer a una afición que no dejó de estar con el equipo en ningún momento. Hubo ovación al saltar al césped, olvidando lo sucedido una semana antes en Vitoria. Hubo ovación al marcar Labaka el gol de la Real, a pesar de que no significaba más que el empate y a pesar de que en ese momento ya iban ganando sus dos rivales. Hubo ovación al salir el equipo tras el descanso, a pesar de que ya empezaba a hacer falta una enorme carambola para subir. Y hubo ovación cuando los jugadores se retiraron del campo primero y del estadio después, a pesar de que ya se pensaba en la visita del Huesca de la próxima temporada. El final más triste y lamentable.

Porque, por un día, después de 41 jornadas en las que el equipo supo sobreponerse a todo lo que se le vino encima, la Real dejó de ser la Real. No tuvo la personalidad necesaria para dar el último arreón y, aunque ya no sirviera para subir, dejar a esa afición que se ha dejado la vida un motivo, un único y sencillo motivo, para ilusionarse de cara a la próxima temporada, un motivo para esbozar una sonrisa, siquiera una sonrisa con cierto aire de melancolía. Lo que el equipo txuri urdin ofreció ante el Córdoba, por mucho que sea imposible sustraer el partido de lo que estaba sucediendo en Gijón y Málaga, fue un ejercicio de no saber ganar, de bajar los brazos, de entristecer aún más a un público que ya no sabe si tiene más capacidad para soportar la tristeza pero que tendrá que afrontar otro año como el que ahora finaliza. La Real acabó la temporada sin ilusión, sin fuerzas, sin ganas y sin gloria.

A pesar de que la Real tuvo unos buenos minutos a raíz de encajar el gol del Córdoba, la sensación que dejó el partido es que era mucho más probable la victoria del equipo visitante que la del conjunto txuri urdin. Y eso es duro de decir cuando el Córdoba dejaba pasar los minutos esperando el final con el botín del empate. Por el camino, el conjunto andaluz le dio a la Real un curso acelerado a este equipo de cómo detener un encuentro. Exactamente lo que los realistas no supieron hacer en Vitoria.
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En este último partido, como en otros muchos a lo largo de la temporada (y ahí ha estado el verdadero talón de Aquiles de este equipo en los últimos meses), la Real no fue capaz de generar demasiado peligro contra la portería cordobesa, no supo aprovechar los ánimos de un Anoeta entregado tras el empate, sabiendo que ahí podía estar (aunque luego no fuera así) el último tren del ascenso. La Real, sin hacer nada del otro mundo, debió irse al descanso ganando, cumplir su parte de este desenlace. Por historia, por ilusión, por fútbol y por todo. Pero no lo hizo. Y la segunda parte fue una rendición en toda regla. Ni con cinco delanteros fue capaz el equipo de colgar un solo balón al área o poner en verdaderos aprietos la portería visitante.
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¿Qué queda de esta triste última jornada en el apartado futbolístico? Prácticamente nada. Obviamente, aquí no se perdió el ascenso, porque las claras victorias de Málaga y Sporting (desde aquí, mi más sincera enhorabuena a los aficionados de ambos equipos) anulaban cualquier opción de subir. Pero es que hubo poco que rascar, poco que ofrecer a la afición, poco con lo que ilusionarse de cara a la próxima temporada. El último paradón de Asier Riesgo. La noble entrega de Castillo. Algún detalle de Fran Mérida. Nada más. Y eso es poco, muy poco, por parte de un equipo que se encontró con una afición entregada desde el primer minuto. Una afición que merecía mucho más. Sí, el ascenso se puso imposible muy pronto. Pero la Real no pasó ni un solo minuto en puestos de privilegio, no llevó los nervios a La Rosaleda o El Molinón. La Real no hizo su parte. Y eso aumentó la tristeza.

Otra vez, como en Vitoria, la emotividad se comió a la Real. Hace dos semanas, ante el Salamanca, fue la presión. Siempre hay algo que acaba con la moral de este equipo. Y sorprende que haya llegado al final de la temporada cuando, precisamente, lo mejor de esta Real estaba siendo su fuerza de voluntad, su capacidad para seguir en la pelea a pesar de todo lo que le estaba sucediendo alrededor, a pesar de todos los palos que caían uno detrás de otro. Pero esa voluntad se perdió hace unos encuentros. Desapareció sin motivo alguno. La plantilla se pasó toda la temporada confiando cuando casi nadie lo hacía (yo siempre confié y lo sigo haciendo para el futuro). Y cuando la gente empezó a confiar, la plantilla se tambaleó. El ascenso se nos ha ido. No nos lo han ganado. Se nos ha ido. Lo hemos tenido y lo hemos dejado escapar.
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Lo del Córdoba, al final, será una anécdota en el devenir histórico de un equipo ya casi centenario. Como la Real se ha quedado a cuatro puntos del ascenso, quedará para todos aquellos que no estuvieron en Anoeta el 15 de junio de 2008 como un partido intrascendente, marcado más por la alegría de los cordobeses por su permanencia en Segunda (felicidades también para ellos, su comportamiento en San Sebastián fue para quitarse el sombrero) que por lo que perdió la Real. Porque eso se quedó atrás un par de semanas antes. La Real no ofreció en su última jornada las sensaciones necesarias para que el fútbol le devolviera lo que le había quitado hace cinco años en Vigo y hace hoy exactamente uno en Valencia. Eso es lo más triste de la última jornada.