sábado, marzo 31, 2012

PREVIA Real Sociedad - Rayo Vallecano. ¿Noche de urgencias?

¿Afrontará la Real una noche de urgencias (domingo, 21.30 horas, Anoeta, Canal + Liga 2, PPV)? Jugará sabiendo lo que habrán hecho todos los equipos que están por debajo en la clasificación. Tendrá claro, por tanto, si una derrota colocaría al equipo más cerca de los puestos de descenso y ya sabemos que la presión no es el elemento que mejor ha sabido gestionar el equipo txuri urdin en los últimos años. Pero antes de jugar habrá que ver si hay otra presión añadida, la del público. Se comprobará si pasan factura las tres derrotas consecutivas, que de nuevo estemos viendo a un equipo que lo pierde todo lejos de casa y, sobre todo, la polémica originada por esos dos días de fiesta que concedió Montanier a sus jugadores y que algunos decidieron pasar en la noche madrileña. La afición realista, que es la que siempre aguanta los varapalos, juzgará si le convencieron las explicaciones que dieron el propio Montanier y Aranburu y, por qué no decirlo, su nivel de confianza en el futuro de este equipo.

Philippe Montanier ha introducido tres novedades en su lista con respecto a la expedición que regresó goleada de Madrid. Las entradas son las esperadas, las salidas algo menos. Dani Estrada regresa tras su sanción, Elustondo tras su expulsión en Granada y posterior lesión. Además, entra Zubikarai en la habitual rotación del portero suplente. En lugar de los mencionados salen dos ya previstos, Toño Ramírez como guardameta suplente y Mikel González por la lesión que sufrió en el Bernabéu. La sorpresa, o al menos la incógnita antes de conocer la lista, es que Ifrán se quedará en la grada, con lo que de nuevo Montanier recupera su costumbre de convocar cinco atacantes, lo que llama la atención siendo un partido en casa y con la urgencia de ganar. Carlos Martínez y Markel Bergara son las dos ausencias ya previstas, aunque el lateral ya se incorporó esta semana a la dinámica de grupo.
Con estos datos, se sabe que Bravo estará en la portería, que Dani Estrada estará en la banda derecha y que Iñigo Martínez será uno de los dos centrales. El otro, en teoría, tendría que ser Demidov, aunque eso dejaría a los dos titulares apercibidos de sanción. Eso da opciones al casi inédito Ansotegi. A partir del centro del campo, se abren serias incógnitas. Visto lo visto hasta ahora, el titular menos probable es Pardo, que al menos sí ha entrado en la convocatoria. Elustondo, Aranburu, Illarramendi y Zurutuza se juegan las tres plazas. En el ataque, también parece más sencillo saber quién será el descartado, Llorente, que los titulares. Ahí también son cuatro los que se juegan tres plazas. Griezmann, Xabi Prieto, Vela y Agirretxe optan a las tres plazas, recordando que fue el mexicano el que se quedó fuera en el Bernabéu. Si de nuevo Montanier opta por sentar al goleador, como ha hecho en ocasiones anteriores, Prieto sería quien ocupe plaza en el banquillo.

La Real comienza la jornada en la decimocuarta posición, con ocho puntos de ventaja con respecto a los puestos de descenso. El sábado será muy clarificador en cuanto a las necesidades del equipo txuri urdin gracias a los encuentros Racing - Granada y Sporting - Zaragoza. El caso es que ganar simplifica mucho más las cosas y para eso tendrá que superar al Rayo, que tiene cuatro puntos más que la Real y es el cuarto mejor equipo visitante de la categoría, que ha ganado nada menos que cinco encuentros a domicilio ya (Getafe, Betis, Granada, Zaragoza y Levante, además de empatar en Santander, Bilbao y Pamplona). Eso sí, viene de dos derrotas consecutivas. La Real, por su parte, sigue muy irregular en Anoeta (sólo los tres de abajo, el Betis y el propio Rayo suman menos en casa). donde ha ganado seis de los catorce partidos disputados. La derrota ante el Levante truncó una racha de cuatro victorias consecutivas. La respuesta de Anoeta es una incógnita, pero es evidente que hay malestar con el equipo. En el Rayo vendrán tres ex realistas, Labaka, Tamudo y Delibasic, siendo el regreso del primero especialmente emotivo por los muchos años que vistió la camiseta txuri urdin.

La historia dicta que el Rayo Vallecano es un rival propicio en los partidos entre ambos disputados en Donostia. Son quince los duelos, de los cuales diez acabaron con victoria de la Real y sólo uno con triunfo de los rayistas. En Primera se han jugado doce de esos partidos, con ocho triunfos locales, tres empates y el único resultado victorioso para el Rayo, el 1-2 de la temporada 1992-1993. El mayor triunfo txuri urdin fue el 5-0 de la temporada del subcampeonato, la 2002-2003, con goles de De Pedro y Karpin, ambos de penalti, dos de Nihat y el último de Tayfun. El 4-0 (dos de López Ufarte, uno de Amiano y Alonso) de la temporada de la imbatibilidad, la 1979-1980, es el triunfo más holgado en Atotxa. En Anoeta el Rayo ha empatado en dos ocasiones y ha perdido los cinco partidos restantes. En Segunda, son tres los partidos jugados y se da la curiosa circunstancia de que ganar al Rayo era sinónimo de ascenso. Así sucedió en las temporadas 1966-1967 y 2009-2010, y en ambas se venció por 1-0. El otro encuentro jugado, en la 2008-2009, acabó con 1-1.

Estos dos fueron, precisamente, los dos últimos partidos jugados entre ambos equipos. El más reciente, en la 2009-2010, la temporada del ascenso, se saldó con triunfo por la mínima, sufrido por lo corto del marcador pero más que justo a tenor de lo sucedido sobre el césped. Xabi Prieto anotó de cabeza, y a la salida de un corner botado por Griezmann, el único gol del encuentro, decisivo para encarar la recta final del campeonato en cabeza de la clasificación. El equipo de Lasarte tuvo que hacer frente a las bajas, sobre todo en el centro del campo. Sin hacer un juego primoroso, domino claramente durante los 90 minutos y consiguió que un Rayo que se presentó en Anoeta siendo el equipo más goleador de la categoría sólo fuera capaz de disparar una vez a portería. Esa misma temporada, Real y Rayo se vieron las caras en Anoeta en la Copa del Rey, y entonces, en los albores de la temporada, ganaron los vallecanos por 0-2. Al sinsabor copero hubo que añadir que el partido se jugó pocos días antes de que la Real cumpliera cien años de vida. El último duelo en Primera contra el Rayo hasta ahora fue el mencionado el 5-0 de la 2002-2003.

En la primera vuelta de la presente temporada, la 2011-2012, la Real salió goleada del estadio de Vallecas. En diez minutos, el equipo de Montanier perdió dos jugadores por lesión (Markel Bergara y De la Bella), otro por expulsión (Iñigo Martínez) y perdía por 1-0 como consecuencia del penalti cometido por el central realista. La misión parecía imposible, pero una Real colista bajó los brazos de foma incomprensible hasta permitir la goleada más sencilla que habrá conseguido el Rayo en toda su historia. Y eso que la Real, sin cambiar nada más que colocar a Mariga de central, llegó viva al descanso, con ese 1-0. En la segunda parte cayeron tres más. El último retrató el nulo espíritu de la Real y de su entrenador. Mikel González saltó al campo por Griezmann, para defender no se sabe qué, justo para ver desde el césped el cuarto gol del Rayo, de falta directa. El calamitoso arbitraje de Muñiz Fernández actuó de puntilla a las ilusiones realistas. Fue el séptimo partido sin ganar de aquella nefasta racha de la primera vuelta que llevó al equipo txuri urdin al final de la clasificación y a Montanier al borde de la destitución.

miércoles, marzo 28, 2012

Que acabe de una vez esta maldita campaña

Hace ya algunos meses escribí que estaba empezando a dar la temporada por perdida. Eso no tenía que ver tanto con los resultados, porque entonces estábamos todavía a tiempo de conseguir metas importantes, sino con las sensaciones. Eso es lo que marca para mí el éxito de una temporada, mucho más que una salvación holgada, un éxito en forma de ascenso o clasificación europea o incluso un título. El año del subcampeonato fue maravilloso, pero yo casi lo di por amortizado con un partido que muchos ni siquiera recordarán, el empate a tres en Anoeta ante el Betis de la tercera jornada de Liga. ¡Qué forma de jugar al fútbol, que torrente de ocasiones y jugadas ofensivas, qué delicia de encuentro! Y no ganamos, no. Lo merecimos, pero faltó esa pizca de suerte necesaria (¡y que entrara el cabezazo de Llorente que se fue al larguero en el último minuto!). Pero ahí ya estaba satisfecho con el equipo, porque me había devuelto la ilusión.

La Real de este año está siendo lo contrario de aquella. Casi todo lo que acontece, merma mi ilusión y aumenta las ganas de que acabe de una vez esta maldita campaña 2011-2012, en la que los sinsabores son ya incontables. La polémica de Griezmann y el Atlético de Madrid, el fichaje y el rendimiento de Mariga, la situación de Pardo, los cinco defensas en los dos partidos ante el Real Madrid, el contrato de televisión que tenemos que reclamar en los juzgados, la incomparable debacle copera en Mallorca, ocupar el farolillo rojo, las ocho jornadas sin ganar, los cambios en el minuto 70 de Montanier, tener sustituto para el entrenador sin llegar a cesarle, las dos derrotas en los derbis, los continuos y nunca reclamados perjuicios arbitrales, la agresión a aficionados realistas en San Mamés, la desproporcionada e inaudita sanción a Illarramendi... y, por supuesto, la polémica por lo que aconteció en estos dos días de fiesta que Montanier dio al equipo tras caer en el Bernabéu.

Con la rueda de prensa conjunta de Mikel Aranburu y Montanier se ha demostrado que el tema tiene mucha más importancia de lo que se ha querido admitir. ¿Cuándo ha sido la última vez que capitán y entrenador tenían que comparecer juntos para dar explicaciones? Ni siquiera sé si eso ha sucedido alguna vez. Si ahora han aparecido, insisto, es porque lo sucedido no es tan normal como se quiere aparentar, en contra de los cientos de comentarios que han hecho los realistas en las redes sociales. Es verdad, y en eso estoy de acuerdo con Montanier, que si los jugadores tienen dos días libres pueden hacer lo que les venga en gana, siempre y cuando eso no vaya en contra del régimen interno del club ni perjudique su posterior rendimiento en entrenamientos o partidos. Montanier dijo que el martes entrenaron todos bien y no voy a dudar de su palabra, así que por ese lado reconozco que me da igual que estuvieran en una discoteca, en el partido del Rayo, con la familia de picnic o encerrados en el hotel. Sí, dos días libres son dos días libres, por mucho que a los aficionados nos pueda parecer una insensibilidad por parte de los jugadores que tantas ganas de fiesta tienen tras una derrota que a nosotros nos duele.

Lo que no entiendo es la gestión del entrenador en torno a esos dos días libres. Lo más importante está en aquello de las sensaciones que decía al principio. No hay que ser muy inteligente para asumir que se iba a armar una buena si la gente se enteraba de que varios jugadores de la Real estaban de juerga tras perder 5-1 en el Bernabéu el tercer partido consecutivo. Ha trascendido y, efectivamente, el asunto ha mosqueado mucho a la afición realista, esa a la que todos los estamentos del club tendrían que cuidar con mimo porque sigue siendo su mejor activo. Un deportista de élite tiene muchos privilegios, pero también algunos inconvenientes. Uno de ellos es que, a pesar de ser jóvenes, ricos y famosos, sus noches de juerga están limitadas. Otro, que su comportamiento es un activo del club. Lo que hacen ellos perjudica o beneficia al equipo en el que juegan. Y que una decena de jugadores de la Real estén de juerga con permiso del entrenador tras perder 5-1 deja a la Real en un lugar bastante triste. No se habla de "los jugadores". Se habla de "los jugadores de la Real".

Dicen que el presidente Aperribay estaba muy molesto con el tema. Si es así, creo que hubiera sido aconsejable que él también hubiera explicado qué piensa el club de todo esto. Lo que es evidente es que demuestra una alarmante falta de comunicación, entre otras cosas porque Aperribay estuvo en Madrid con el equipo. Que sea responsabilidad del entrenador gestionar el programa de entrenamientos me parece bien. Que en un club como la Real eso parezca un secreto para con el club, no. No olvidemos que el club fletó un vuelo charter para regresar desde Madrid el mismo sábado por la noche. Eso cuesta dinero. Que sea mucho o poco dinero no importa. Si no se va a utilizar, se pueden plantear otras alternativas. Seguimos siendo un club con una economía de guerra y a mí me disgusta dilapidar el dinero en cuestiones inútiles, sea en un vuelo charter para diez personas o en el sueldo de un jugador como Mariga. Si el cuerpo técnico ya conocía antes del partido del Bernabéu ese plan, y hay que asumir que sí, ¿por qué no lo comunicó al club?

Con todo, y asumiendo que la celebración en estas circunstancias me molesta como al que más, lo que me parece inconcebible es la actitud de Montanier en la ya famosa rueda de prensa para explicar este asunto. Su enfrentamiento directo con un periodista que le hizo una pregunta de forma respetuosa me parece gravísimo, mucho más que todo este asunto de la juerga en una discoteca madrileña. Si tanto he criticado a entrenadores como Mourinho, que tratan a los profesionales de la información como despojos que tienen que estar a su servicio, no puedo más que censurar al técnico de la Real, que decide cuestionar con muy malas formas el trabajo de un informador sólo porque lo que le dice no le interesa, no le conviene o no quiere creerle. Eso es problema de Montanier, que dejó una imagen lamentable. Como decía antes, lo que Montanier hace lo hace ahora mismo en nombre de la Real. Y por ese motivo la Real tendría que exigirle mucho más. Que aprenda de Aranburu. Creo que la rueda de prensa era un marrón para él, pero mantuvo el tipo. Incluso tuvo que hablar por iniciativa propia después de la andadana de Montanier para tratar de rebajar los ánimos.

Ayer pensaba que con esto igual Montanier, al que no veo capaz de sacar el rendimiento que podría dar la plantilla que tiene, había perdido todo el crédito que le quedaba. Ni aún así me siento satisfecho con todo lo que está pasando en torno a la Real esta temporada, porque para mí este escudo y esta camiseta están por encima de todo. Y son ya demasiados momentos de desilusión como para que me puedan satisfacer las explicaciones que escucho. Ojalá ganemos tres partidos cuanto antes y podamos dar por cerrada esta temporada. Ojalá. Pero visto lo visto en el terreno de juego, añadido a polémicas como ésta, yo tampoco apuesto mucho por ello. Muchos dan por sentado que al Rayo se le gana sí o sí y yo no lo veo tan claro. Me acuerdo todavía de la primera vuelta y de aquellos ocho partidos sin vencer. Y nada de lo que me llega me invita a confiar en este entrenador o en que sepa cómo hacernos llegar a esa salvación tan tranquila que ya parece ser el único progreso posible para la Real esta campaña.

domingo, marzo 25, 2012

"Hoy no soy tu amigo"

Llamo a un amigo madridista horas antes del partido en el Santiago Bernabéu para ver si nos vemos antes de ocupar nuestros asientos en el estadio. "Hoy no soy tu amigo", me dice nada más descolgar. Por supuesto, como es un muy buen amigo, sé que es una broma. Cuando nos vemos en la Castellana, hablamos del partido. Me dice que va con miedo a lo que pueda hacer la Real, que después de los dos empates del Madrid no ve una victoria tan clara como le gustaría o como indica la diferencia en la clasificación entre ambos equipos. Cosas de esta descorazonadora temporada para la Real, soy yo quien le tranquiliza. Le digo cómo creo que va a ser el partido. Y resulta que a las diez, nada más finalizar el duelo, por llamarlo de alguna forma, y antes de irnos a pasar una maravillosa velada en un grupo con mayoría madridista, he acertado en todo. Tristemente, estaba convencido de que la Real no competiría, que no me iba a gustar el plan de Montanier y que el Real Madrid nos iba a pasar por encima.

Pero antes de ir con Montanier, volvamos a lo anterior. Adoro las charlas futbolísticas que tengo con mis amigos. Estos son madridistas. Y, asumo que por mí, le tienen cariño a la Real. Sé que no todo el mundo tuvo tanta suerte el sábado como yo. Sé que algunos realistas fueron insultados, en el estadio y lejos de él, sólo por mostrar públicamente su cariño a este equipo. Yo escuché en vivo cómo el Bernabéu gritaba "a Segunda, a Segunda" sin motivo alguno. Siempre he aplaudido a aquellas personas que llevan con orgullo su camiseta, y la afición de la Real lleva ya muchos años distinguiéndose por plagar de blanco y azul todo estadio en el que juega el equipo. Lejos de los estadios también hay gente que se pone la txuri urdin y sufre los insultos de los indocumentados. Si todo esto no se denuncia, corremos el riesgo de pasen cosas más graves. Y, como afición, no nos lo merecemos. Sobre esto habría que reflexionar mucho, porque al final pagamos los aficionados normales, los que sólo queremos animar a la Real y disfrutar de la vida. Somos nostoros los que sufrimos insultos y, en el peor de los casos, agresiones. Y todo queda en silencio.
También habría que reflexionar si esto forma parte de que, por mucho que nos duela reconocerlo, la Real hoy no sea nadie en el mundo del fútbol. No lo es. Y me duele escribirlo, sí. Llegamos al Bernabéu con la sensación de que eran los madridistas y no los realistas los que estaban siendo continuamente atracados por los árbitros, cuando tenemos mucho por lo que alzar la voz. Turienzo pudo pitar dos penaltis en contra del Madrid y expulsar a Xabi Alonso. ¿Lo hizo? Claro que no. Como Competición no dudó en sancionar a tres realistas e indultó a un madridista. La prensa no nos hace caso, los rivales pasan de nosotros, las aficiones de otros equipos se mofan de nosotros o directamente nos insultan. Y, como apuntaba Mikel Recalde, en el artículo que publicó el sábado en Noticias de Gipuzkoa, las causas no son deportivas sino políticas y sociales. Quizá va siendo hora de que abramos de una vez un debate más serio y analicemos las causas de este ninguneo. Porque yo miro al equipo. Miro su comportamiento. Y sólo veo una actitud ejemplar que no concuerda con la respuesta que recibe.
Volvamos aspectos más lúdicos, volvamos a Montanier. Hubo un momento del partido que conseguí fotografiar el aspecto más álgido de su planteamiento ultradefensivo. No todos los días se puede ver una línea de siete jugadores a 35 o 40 metros de la portería, habrá que reconocerle eso al francés, aunque sea muy dudoso que pueda calificarse de meritorio. Una línea de siete, insisto. Tres centrales, dos laterales y los dos extremos más cerca de la línea de banda que los laterales. Siete en línea. Y casi en el centro del campo ante un equipo tan vertiginoso y veloz como el Real Madrid. Ahí es nada. Claro, el partido acabó 5-1 y porque el Madrid no quiso que fueran más. Uno ya no sabe si Montanier es un loco o un valiente revolucionario. Lo que sí tengo claro es que no entiendo a la Real cuando la veo sobre el campo. Hay momentos de lucidez, en los que sí veo claro el objetivo, sí veo cómo estamos defendiendo los ataques rivales, sí entiendo la conexión entre los jugadores y sí sé cómo pretendemos llegar a la portería rival. Pero son tan pocas esas veces que no veo futuro a la Real por este camino.
Aquí es cuando entra en juego el entrenador que todos llevamos dentro. Yo puedo tener una opinión sobre el sistema, sobre los jugadores, sobre la actitud, sobre todo. Y puede ser completamente opuesta a la de Montanier. Es lícito e incluso saludable. Pero si después sale mi entrenador, el que sí ostenta el cargo, y me explica qué es lo que pretendía con sus decisiones, puedo llegar a entenderle por mal que haya salida la puesta en práctica de dichos planteamientos. Con Montanier eso no sucede. Escuchar una rueda de prensa del francés es sobrecargar de tópicos un mundo ya saturado de frases hechas y lugares comunes. No me satisfacen sus explicaciones ni antes ni después de los partidos. Y eso hace preguntarme cómo serán las que da en el interior del vestuario, esas que no se llegan nunca a saber a tiempo de poner el grito en el cielo cuando la situación lo requiere. ¿La situación actual lo requiere? Francamente, creo que sí. Demasiados días desilusionantes. Cuando el mensaje era que íbamos a crecer, estamos viviendo una temporada demasiado triste como para no pensar así.

REAL MADRID 5 - REAL SOCIEDAD 1 El enésimo hachazo a la ilusión

La Real salió goleada del Santiago Bernabéu. 5-1 fue el resultado final. Debieron de ser más, pero el Real Madrid se contentó con e festín revitalizador que ya tenía a los 55 minutos de partido y decidió no hacer más sangre. El equipo txuri urdin simplemente cumplió el expendiente. Viajó a Madrid, colocó once jugadores sobre el campo, firmó el acta, su entrenador dio la habitualmente anodina rueda de prensa basada en tópicos y se marchó para casa de vacío en cuanto a puntos pero con un nuevo saco de goles en el zurrón. Era el desenlace inevitable de una tragedia plasmada desde el inicio, cuando Montanier decidió colocar sobre el inmaculado verde del coliseo madridista un planteamiento tan defensivo como suicida. Como nadie del Madrid habló, no se les pudo preguntar qué les pareció el rival. La respuesta, en todo caso, es fácilmente imaginable. Por respeto seguro que no dirían la pura verdad, que la Real fue esta vez un equipo indigno de su historia, de su escudo, de su camiseta e incluso de la calidad de sus jugadores. Fue otro hachazo a la ilusión, que ya no aguantará muchos más si no hay un cambio real.
No creo que haya nadie en su sano juicio, ni siquiera los propensos a los accesos de fe inquebrantable, que no se imaginara el desenlace final de este partido en cuando se conoció la alineación y, minutos después, el planteamiento de Montanier. Durante las horas previas al partido se especuló con la posibilidad de que Demidov fuera de nuevo mediocentro, pero el técnico francés de la Real, rizando el rizo una vez más con una de esas sorpresas tan difíciles de argumentar, decidió que fuera central. El tercer central. El quinto defensa. Sí, efectivamente, el mismo sistema con el que ya naufragó Montanier en el partido de la primera vuelta ante el Real Madrid. Va a ser verdad que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, aunque nada dice el dicho popular de los franceses. Y si entonces los blancos tardaron ocho minutos en abrir su cuenta anotadora, aquí el partido murió incluso antes, en el minuto 5. Higuaín, como en Anoeta, fue el artillero de los blancos. Ya está. Partido finiquitado. La única pregunta que flotaba en el ambiente era cuántos goles iba a encajar la Real en el Bernabéu. Y eso es una sensación dura, triste y descorazonadora. Igual no para un entrenador que se contenta con jugar contra el Madrid, pero sí para quienes soñamos con algo más porque, además, lo hemos vivido ya en el pasado.
El ultradefensivo planteamiento de la Real, ese con el que este equipo jamás ha sido capaz de jugar (bien lo saben, por ejemplo, Lotina y Lasarte), no tuvo sentido de inicio, pero lo perdió por completo en el minuto 5. Ya estaba perdido todo lo que se podía perder, pero no pasó nada. No hubo reacción y un solo atisbo de volver al partido, cuando Agirretxe encaró a Casillas desde el flanco izquierdo después de un intencionado disparo de Griezmann que había repelido la defensa. El portero madridista sacó el disparo del máximo goleador realista y ahí se acabó la historia. Y deja en el relato del partido un compendio de ocasiones del Real Madrid, suficiente para que el carro de goles que encajó Bravo fuera todavía mayor. El chilenom de lo poquito que se vio a la altura que merece la camiseta de la Real, evitó una goleada aún más sonrojante y esclarecedora sobre lo que es hoy la Real. Algún detalle de bravura de Iñigo Martínez, algún toque de clase de Xabi Prieto, algún atisbo de mando en el centro del campo de Illarramendi o algún momento de lucidez en Zurutuza cuando entró al campo. No sé si ver estos detalles positivos me convierte en un optimista o un simple iluso porque, insisto, la goleada estaba servida ya desde los vestuarios.
Los primeros 55 minutos del partido fueron en realidad el partido. Cada diez minutos, como un reloj, caía un gol del Madrid. Primero, como ya está dicho, Higuaín. Después Cristiano. Luego Benzema.  Todos con una facilidad inusitada, porque no había presión ni buena colocación en el campo. Y cuando parecía que todos los jugadores del Real Madrid iban a querer cobrarse su gol ante tan paupérrimo rival, resulta que los goleadores quisieron repetir. Lo lograron Benzema y Cristiano. Que sí, que son muy buenos, que van a ganar la Liga y que si no hay nada raro jugarán la semifinal de la Champions y puede que la final. Pero la diferencia la marcó el abatimiento generalizado de la Real y la confusión con la que jugó en el Bernabéu. Una defensa de cinco a treinta o cuarenta metros de la portería de Bravo parece un claro suicidio ante un equipo como el Madrid. Abandonar a Agirretxe a su suerte sin apenas apoyos ofensivos, dado que eran los extremos los que se incrustaban atrás y no los laterales los que ayudaban arriba, era una bofetada a cualquier intento de hacer algo en un campo así (en una ocasión, Mikel González llegó a comandar, saliendo desde atrás, una jugada de ataque sólo con Agirretxe). No es que no saliera nada. Es que no se veía qué podía salir bien.
Ya con el 3-0 en el marcador, y habiendo anotado sólo aquel disparo de Agirretxe, Xabi Prieto hizo el 3-1. El 10 realista, junto con Griezmann, fue objeto de la segunda rareza de Montanier en el planteamiento del partido, cambiar de banda a sus extremos, colocando a Prieto en la izquierda sin que eso tuviera ningún efecto en particular sobre el juego. A saber qué se pretendía con ese movimiento de pizarra, porque ni Marcelo ni Arbeloa sufrieron lo más mínimo con esa disposición en el campo de los realistas. Sin embargo, Xabi se sacó un buen zapatazo, uno de los pocos detalles de interés que mostró la Real, que se convirtió en gol gracias a que el indultado Sergio Ramos peinó el balón y lo colocó en la escuadra. No es mal castigo para la negiglencia del Comité de Competición, ese que nunca encuentra irregularidades en las actas que se redactan contra la Real por muy despegadas de la realidad que estén. Pero fue un castigo tan leve que no tuvo incidencia de ningún tipo. Ni en el resultado final ni en el desarrollo entonces del partido. Igual algún iluso pensó que se abría alguna posibilidad de remontar o, siquiera, inquietar al Madrid, pero no la hubo nunca.
La lesión de Mikel González fue el reconocimiento del error táctico de Montanier. Puede que en condiciones normales el primer cambio del francés hubiera llegado en el minuto habitual, el 70, pero el tirón que sufrió el central realista le obligó a mover el banquillo antes del descanso, aunque ya con 3-1. Y Montanier escogió a Zurutuza, devolviendo al equipo a un dibujo más normal. No podía ya cambiar nada, pero lo cierto es que con el de Rochefort en el campo la Real se movió con más comodidad en el césped del Bernabéu. Decir eso es evidenciar algo superfluo, porque el partido estaba ganado y el Madrid estaba ya sesteando a la espera de más goles que engrosaran la paliza y destrozaran un poco más la ilusión del seguidor txuri urdin. En los diez primeros minutos de la segunda mitad hizo dos más y ahí se quedó todo. Comenzó el tiempo de los homenajes. Que si quito a Benzema para que se lleve la ovación del público, que si sacó al canterano para que ese sí disfrute, que si "hola gallinero", que si "Guardiola marción" y, sí, que si "a Segunda, a Segunda". La humillación adquirió tintes dramáticos y hay que decir claramente que la responsabilidad no estuvo en del todo en la galaxia madridista sino en lo que hizo la Real.
Tras el quinto gol, Montanier colocó a Vela por Agirretxe y después se autohomenajeó esperando hasta el minuto 73 para poner a Pardo en el campo, sustituyendo a Cadamuro y acabando el partido, por si faltaba algún detalle vergonzante más, con Xabi Prieto como lateral derecho. No sé de qué manera crece un jugador de 19 años disputando los 17 minutos de la basura en un encuentro decidido, en el que el Madrid ya no está haciendo nada más que aplaudir a los suyos y la Real esperar resignada a que acabe el suplicio, pero el chaval, que es muy bueno, lo intentó todo. No creo que nadie corriera y sufriera más que él en esos minutos finales. Por el camino, por supuesto, queda otra arbitraje calamitoso del que nadie hablará por culpa del contundente resultado, pero Arbeloa cometió penalti sobre Agirretxe, Marcelo pudo hacer lo mismo con Cadamuro (en una de sus escasísimas subidas por banda, destrozado como estaba en defensa por todo el ataque local) y Xabi Alonso tuvo que haber visto la segunda tarjeta amarilla. Turienzo pareció empezar su horrenda labor con el objetivo de molestar al Madrid, incluyendo un fuera de juego inexistente que llevaba camino de ser entonces el 2-0, hasta acabar mostrando poca misericordia con la Real. Lo de siempre.
Lo malo de perder 5-1 en el Bernabéu no es la derrota en sí misma, sino que se asuma que es algo normal. Para mí es otro hachazo más a la ilusión, otro más que sumar a los vividos en Zaragoza, en Granada, en Vallecas, en Mallorca, en Bilbao, en Anoeta ante Real Madrid, Athletic, Atlético de Madrid o Levante. Es el enésimo hachazo y no sé cuántos más hay que soportar antes de rendirnos a la evidencia de que la Real es un equipo insulso, sin plan A y sin plan B, que recorta considerablemente la capacidad de sus propios jugadores, responsabilidad de un entrenador que desconoce dónde están los límites de sus jugadores (los límites por arriba y por abajo) y que no es capaz de entender las dinámicas más elementales del fútbol. En una temporada en la que equipos como el Levante, el Rayo, el Osasuna o incluso ya el Getafe (ese que con tan poca cosa derrotó a los realistas hace una semana) están continuamente hablando de sus opciones de ir a Europa, un bicampeón histórico de la Liga como la Real, que presume de tener ahora mismo una de las mejores hornadas de canteranos de las tres últimas décadas, acumula naufragios que no encuentran explicaciones lógicas. Contra el Rayo, ahora, una final. Y si no se gana igual ese sufrimiento que pensábamos que no íbamos a tener se instala ya de forma irremediable en Anoeta y en sus gentes. Gracias a ridículos como el del Bernabéu, que nadie dude de eso.

viernes, marzo 23, 2012

PREVIA Real Madrid - Real Sociedad. La tormenta perfecta

Dicen que la tormenta perfecta es cuando se juntan en un mismo punto varias más pequeñas y forman otra de gran magnitud. Eso, la tormenta perfecta, es exactamente lo que afronta la Real esta jornada (sábado, 20.00 horas, Santiago Bernabéu, Canal + Liga, Gol TV). Dos empates consecutivos del Real Madrid, quejas de incalculable resonancia sobre el estamento arbitral desde Chamartín y los castigos del Comité de Competición hacia Mourinho y los suyos (a Ramos no, cosas de la incompetencia de los árbitros que no saben ni redactar actas) convierten este encuentro en el perfecto para que el rival pague los platos rotos. Y el rival, la Real, tampoco está exento de tormentas. Arbitrales, desde luego, continuadas y recientes. Pero también deportivas. Sigue sin palparse la mejora en el equipo que debía ser el objetivo de la temporada para Montanier. Hay bajas. Y mucho debate, sobre todo en torno a la figura de los centrocampistas canteranos del equipo txuri urdin. Podría ser una tormenta más perfecta aún si los de abajo estuvieran ganando, pero en eso tenemos suerte. Algo es algo.

Las bajas siguen haciendo que la lista de Montanier sea la esperada sin margen a movimientos sorpresivos. La expulsión de Elustondo y la quinta amarilla a Estrada hace que ambos se quedan en Donostia por sanción. Carlos Martínez y Markel Bergara siguen de baja. Los otros 17 jugadores de la primera plantilla, más Rubén Pardo, son los que componen la expedición que estará en el Santiago Bernabéu. Las novedades son Ansotegi y Griezmann, éste tras cumplir un partido de sanción. Con sólo dos laterales en la lista, cabía la posibilidad de que Philippe Montanier echara mano del Sanse, pero no era probable vistos los antecedentes. Esta temporada, además del ya mencionado Pardo, sólo un potrillo ha estado en el banquillo en un encuentro, Ros. La Real acumula ya varias semanas en las que su entrenador apenas tiene que hacer uno o ningún descarte, lo que también ayuda a adivinar las intenciones del técnico de cara al once inicial. No obstante, esta semana la cosa parece más complicada.

Visto el planteamiento de cinco defensas que Montanier usó en Anoeta ante el Real Madrid, cabe pensar si lo repetirá. Es seguro que Bravo estará bajo palos y que De la Bella y Cadamuro serán los laterales, con Iñigo Martínez y Mikel González por el centro. Ahí acaban las certezas en defensa. Demidov sería el quinto hombre, el tercer central, en caso de cambio de esquema. Illarramendi, que no jugó el miércoles, parece seguro en el centro del campo. Si son tres los que juegan ahí, los antecedentes invitan a pensar que Pardo será el suplente y Aranburu y Zurutuza los titulares. Con dos, elegir ahora un nombre es un riesgo para cualquiera que no sea Montanier Arriba, Agirretxe podría quedarse de nuevo en el banquillo como ya le sucedió en las dos últimas salidas. Lo más probable es que jueguen otra vez lejos de Anoeta Xabi Prieto, Griezmann y Vela. Ifrán y Llorente, por supuesto, apuntan a completar el banquillo junto a Toño Ramírez, aunque no olvidemos que a Montanier le gusta sorprender.

El partido en el Bernabéu será la última ocasión en que la Real pueda derrotar esta temporada a un líder de Primera, algo que ha hecho durante las últimas cuatro temporadas. El equipo txuri urdin es decimocuarto con 33 puntos, nueve por encima de los inamovibles puestos de descenso. El Madrid, obviamente, es primero con 72. 39 más que la Real. Los blancos han ganado todos sus partidos en el Bernabéu salvo dos, el triunfo del Barcelona y el último jugado, empate ante el Málaga. Los de Mourinho, tras encadenar once victorias, vienen de empatar dos partidos seguidos. Y la Real de perderlos, en Getafe y en Anoeta ante el Levante. Los de Montanier han ganado tres de sus 14 partidos como visitante y han perdido los cuatro que ha jugado en la segunda vuelta. Todos los ojos estarán puestos sobre Turienzo Álvarez. De las perjudiciales decisiones arbitrales contra la Real no se habla, pero son muchas y muy decisivas. Sin embargo, lo que afecta al Madrid ocupa portadas y es fácil pensar que eso condicionará el partido. Visto el paupérrimo nivel arbitral, digan lo que digan los estamentos federativos, cabe esperar cualquier esperpento.

Con la historia y la estadística en la mano, pocos campos hay menos propicios para la Real que el Santiago Bernabéu. Siempre en Primera, 65 han sido los duelos entre Real Madrid y Real Sociedad en tierras madrileñas y los locales han vencido nada menos que en 46, con 16 empates y sólo tres victorias para el equipo txuri urdin. La primera fue en la temporada 90-91 (2-3, goles de Carlos Martínez, Aldridge y Uría), la segunda en la 93-94 (0-2, Kodro e Imanol) y la tercera y última hasta la fecha en la 03-04 (Kovacevic, dos de Xabi Prieto, uno de penalti, y De Paula). No obstante, en las últimas seis visitas la Real consiguió puntuar en tres. La última, el 1-1 de la 05-06, con gol de Mark González. La victoria más abultada del Madrid fue el 9-1 de la temporada 67-68, el particular recibimiento de los blancos a los donostiarras en su primer partido como visitante en Primera tras los cinco años en Segunda que culminaron en el ascenso de Puertollano.

La pasada temporada, la 2010-2011, la Real salió goleada del Santiago Bernábeu por démeritos propios. Los de Lasarte saltaron al césped del estadio madrileño pero, en realidad, fue como si no lo hicieran. Todo fue muy fácil para el Real Madrid. Kaká adelantó a los blancos en el minuto 8, truncando de raíz la posibilidad de que la Real aguantara el tiempo suficiente con el marcador a cero como para inquietar a Casillas. Pudo empatar Tamudo, pero no lo hizo. Como tampoco hizo el 2-1, no fue su día, después de que el Madrid anotara el segundo en el minuto 20. Cristiano Ronaldo, que decían que estaba en sequía goleadora, desde fuera del área. Y en el minuto 41, el 3-0, de Cristiano otra vez, de cabeza. Recortó distancias una Real sin convicción, en un disparo de Tamudo que repelió Casillas, rebotó en Arbeloa y se coló en la portería. Pero rápidamente, sin que los de Lasarte mostraran la más mínima intención de hacer la machada, Adebayor hizo el 4-1 definitivo. Fue la segunda derrota como visitante de la segunda vuelta donde, como ya se sabe, todos los partidos acabaron con un 1 en la quiniela.

En el partido de la primera vuelta de la presente temporada, la 2011-2012, la Real perdió por la mínima en un partido que sorprendió por el planteamiento defensivo de Montanier. Siempre dio la impresión de que el equipo txuri urdin salió al campo derrotado, asumiendo su inferioridad y en nada se pareció este encuentro al de la temporada pasada, donde el Madrid sufrió como en pocos sitios lo hizo en toda la Liga. Aquí, a pesar de la fortificación que planteó el técnico txuri urdin, el Madrid anotó su único gol muy pronto y por el centro, culminando Higuaín un pase de Coentrao que nadie supo cerrar. La Real, con Vela en punta y todos sus defensas disponibles sobre el campo, no tiró a puerta en toda la primera mitad. En la segunda sólo lo hizo dos veces y desde muy lejos. Griezmann debió ver la roja por una entrada a Ramos de la que se asustó hasta él. Y poco más pasó en un partido infame, con un Madrid que no hizo nada para merecer la victoria pero aprovechó las facilidades iniciales de la Real. Y un equipo txuri urdin que se proclamó inferior y aceptó su derrota por tan poco como si eso significara algo.

jueves, marzo 22, 2012

REAL SOCIEDAD 1 - LEVANTE 3. La Real, abrumada por rutinas de todo tipo

La rutina nos ha alcanzado y nos ha pegado una bofetada fuerte y contundente. Todo lo que sucede en los partidos de la Real se ve venir. Es previsible. Es, efectivamente, rutinario. Es rutina que el equipo no juegue en realidad mal al fútbol. Toca y toca el balón, engancha de vez en cuando alguna combinación de mérito y eso le sirve para adelantarse en el marcador. Rutina, al menos en Anoeta. Pero tras unas semanas de oasis en forma de victorias, también es rutinario que el rival nos moje la oreja. Lo hicieron algunos de los que perdieron, como el Sporting. El Levante lo hizo con la también rutinaria colaboración del árbitro, campando a sus anchos en un campo en el que sabe que jamás va a encontrar una respuesta institucional a tanto despropósito continuado contra un mismo equipo. Rutina es, y de las que molestan ya mucho, que los cambios lleguen en el mismo minuto día tras día. Rutina es que lo que saca de nuevo este equipo obedezca a monentos de gracia de jugadores concretos y no a un plan de juego. Y rutina, más aún en este tramo de la temporada, es perder. Sólo cuatro equipos pierden más que el nuestro. Ambición, decía aquel. Qué cosas.

Esa misma rutina que presidió el partido, en realidad toda la triste y gris temporada que estamos viviendo, es la misma que guió a Montanier para hacer su once. Algún iluso decía en las horas previas del partido que hoy podía ser el día en el que coincidieran sobre el campo Pardo e Illarramendi. Pues ninguno de los dos. El primero, no sé por qué no se dice abiertamente, no tiene opciones de ser titular esta temporada salvo plaga de bajas en el centro del campo, como sucedió en el encuentro ante el Sevilla. El segundo comentan que tenía molestias en una rodilla pero se sentó igualmente en el banquillo. Así las cosas, el centro del campo sólo lo podían formar Elustondo, Aranburu y Zurutuza. Los tres anduvieron algo perdidos, y lo notó la Real. El primero no fue capaz de dar pases hacia adelante, el capitán perdió algunos balones bastante sencillos y el tercero no influyó en el juego ofensivo. La rutina también afectó al ataque. Como en el caso de Pardo, Ifrán y Llorente no cuentan para ser titulares, lo que es un excesivo desperdicio de cualidades futbolísticas. Vela, Xabi Prieto y Agirretxe formaron el trío ofensivo. Y De la Bella, la única novedad posible atrás, ocupó el lateral izquierdo.

La salida de la Real, buena. Bastante buena, en realidad, a pesar de todo lo dicho anteriormente. Aunque el primer protagonista fue el árbitro, pasemos por alto un instante ese detalle y avancemos hasta el 1-0, que llegó pronto, en el minuto 5. Xabi Prieto dirigió un precioso contragolpe (del mismo modo que intentó lanzar alguna jugada similar en Getafe) y su pase en profundidad a Vela acabó con un precioso disparo del mexicano, que anotó así su sexto gol de la temporada. La contra tuvo un mérito especial precisamente porque se salió de la rutina: la Real anotó cuando tenía un jugador menos sobre el terreno de juego. Zurutuza estaba siendo atendido en la banda por un corte en la ceja que sufrió en un salto con un compañero. Pintaba el partido tan bien como el del Zaragoza de hace dos semanas, pero ya estaba cobrando protagonismo Álvarez Izquierdo. Poco antes del gol anuló una jugada de peligro de la Real por un fuera de juego que sólo vieron él y su asistente. En todo caso, no tardó mucho en marcar el partido sin solución.

En el minuto 10, el colegiado catalán se inventó un penalti de esos que dan vergüenza ajena. Iñigo Martínez gana claramente la posición a El Zhar, que se deja caer. Siendo increíblemente rigurosos, lo que es norma cuando la Real es uno de los dos equipos que salta a un terreno de juego (por mucho que haya alguien que pueda pensar que son excusas), podría haber sido aceptable un libre indirecto por obstrucción. Pero como la deficiente preparación de los árbitros parece que les tiene vetado señalar esa infracción, la única con carácter extraordinario en el mundo del fútbol (junto con la retención del portero y sin duda menos habitual que ofra acción antirreglamentaria bastante peregrina, la falta de saque de banda), pues pitó lo que tenía que pitar, penalti. Inconcebibile que lo señale, más aún que alguien le pueda encontrar una explicación razonable. Barkero fue quien se encargó de lanzar el penalti y sobra decir que lo hizo con maestría, engañando a Bravo. Álvarez Izquierdo rompió un partido que no tenía los derroteros a los que él lo encaminó con su equivocada decisión. Una de muchas, porque durante 90 minutos castigó con exceso lo que sucedía en el ataque levantinista y perdonó muchas de las infracciones que se produjeron en jugadas realistas.

Mientras no se desate un incendio provocado por las negligentes y continuadas actuaciones arbitrales en contra de la Real, esto seguirá sucediendo. Al poco de dejar Atotxa, Toshack estalló y dijo una frase que tengo grabada a fuego: "ya está bien de decir que es muy bonito venir a pitar a Anoeta". Han pasado casi veinte años y las actuaciones arbitrales han sido parte fundamental de una Liga perdida, un descenso, dos no ascensos y noches como la hoy. Rutinario todo. Y tendrá su gracia, porque el 1-3 final impedirá que muchos calibren el expolio en puntos. Con Álvarez Izquierdo como su jugador más decisivo, el Levante protagonizó entonces sus mejores minutos. Nada más igualar el encuentro, Koné pudo hacer el segundo, pero Bravo respondió con una gran parada. La Real cayó en una fase de imprecisiones y pérdidas de balón injustificadas, Estrada y Aranburu a la cabeza, y eso le facilitó la tarea a un Levante que, en realidad, vino a Anoeta a encerrarse y lanzar contraataques. El gol de Vela rompió sus planes, pero Álvarez Izquierdo le devolvió el mando del partido.

La primera parte en general fue bastante anodina y no hubo grandes ocasiones por ninguno de los dos bandos. A la mencionada del Levante hay que sumar un autogol que estuvo a punto de marcarse Botelho al peinar una falta botada desde la banda izquierda por Elustondo. En el corner siguiente, Anoeta pidió penalti por mano de Ballesteros. No lo era, pero eso no frenó al colegiado para señalar la pena máxima en el área contraria. Poco más que relatar hasta el jarro de agua fría que llegó en el último minuto de la primera mitad. Culminando la rutinaria remontada, Farinós metió un balón en profundidad a Koné, que estaba ya en campo de la Real pero no en fuera de juego gracias a que los centrales también estaban un paso metidos en su mitad del terreno. Koné encaró a Bravo y disparó. El chileno llegó a tocar el balón y el tiro pareció parable, pero fue gol. 1-2 y cara de tontos para irnos al vestuario. Absurda la defensa de un saque de banda del rival, que fue donde empezó esta jugada. Eso sí, irse con desventaja al descanso fue tan cruel e injusto como la derrota de hace unos días en Getafe.

La rutina marcó también la segunda mitad. La Real monopolizó el balón, confirmando que el Levante quiere ganar los partidos como lo ganó hoy en Anoeta. Me perdonarán los seguidores del Levante, y espero que entiendan que no es una pataleta por haber perdido ni un intento de quitarles ningún mérito a su extraordinaria clasificación, pero a mí es un fútbol que no me atrae en absoluto. Más bien al contrario, lo desprecio y no querría verlo en mi equipo. Hoy ganaron en Anoeta aprovechando un error del árbitro y otro de la defensa realista. Punto. Que sí, que mucha solvencia, que mucha experiencia y todo lo que se quiera. A mí así no me gusta ganar. Si fuera levantinista, por supuesto que lo celebraría, pero mis líneas serían tan críticas como lo han sido cuando la Real ha ganado sin que fuera producto de su buen hacer. Rutinario fue también que Álvarez Izquierdo siguiera pitando sólo para un lado, y que cuando lo hacía a favor de la Real no tuviera la misma incidencia. Porque es muy difícil de entender que un equipo que hace nueve faltas se quede con diez por doble amonestación. Muy difícil de asimilar que a este equipo le traten tan mal los árbitros.

Una faltita de Elustondo se convirtió en tarjeta roja. Por injusta que sea la expulsión, hay que reconocer que parecemos los tontos del lugar. Es la segunda vez que Elustondo es expulsado así en esta temporada, por una falta normal en el centro del campo que le cuesta su segunda tarjeta amarilla. Y en ambos partidos el colegiado responsable de tomar las decisiones se veía claramente decantado. Eso también se entrena. Es una irresponsabilidad por parte del jugador realista, al margen de que sea, sobre todo, una tomadura de pelo más del estamento arbitral hacia la Real. Estábamos ya en el minuto 57. ¿A que es fácil adivinar cuál es el siguiente aspecto rutinario del que toca hablar? Efectivamente, los cambios de Montanier. Alguien en Twitter proponía una de esas apuestas aparentemente absurdas sobre cuándo llegaría el primer relevo del francés. Las opciones eran en el minuto 70, en el minuto 70 y 10 segundos o en el minuto 70 y 20 segundos. Acertó quien escogiera la segunda opción. Al margen del corazón que derrocharon los jugadores realistas para abrumar al Levante en posesión del balón a pesar de la inferioridad, es desesperante ver que el entrenador de tu equipo renuncia por completo a cambiar los partidos desde el banquillo más que con el toque de corneta o la desesperación por montera.

En ese instante fue cuando Pardo entre en el terreno de juego, sustituyendo a Zurutuza. Era el cambio lógico, aunque el Levante estaba frenado por sí solo. No termino de ver cómo va crecer un futbolista que sólo salta al césped en situaciones desesperadas como la de hoy o en los minutos de la basura como algún otro día. Hoy hizo de todo, muy buenos pases para iniciar el juego y algunas imprecisiones normales, producto de la coyuntura. El segundo cambio fue tan acertado como valiente. Y tardío, en realidad. Estrada dejó su puesto a Diego Ifrán. Xabi Prieto se quedó con toda la banda derecha y se sumó un atacante más a pesar de estar con diez. El milagro estuvo a punto de llegar un minuto después de este segundo cambio, en el minuto 74. Un pase maravilloso de Pardo dejó sólo a Ifrán, pero Munúa hizo el paradón que salvó los tres puntos para el Levante. Pardo e Ifrán, insisto. Fue, en realidad, la única ocasión de gol verdaderamente clara que tuvo la Real en el partido. A seis del final, a la desesperada, nunca por decisión llamadas a sumar en lo táctico, Llorente entró por un Agirretxe más desaparecido hoy que nunca. Lo único que pasó hasta el final fue el irrelevante tercer tanto del Levante, que ganó contra diez jugadores con una posesión del 30 por ciento. Espectáculo puro.

La Real perdió uno de esos partidos que da rabia dejar escapar. Por el rival, cuyo juego pasa exclusivamente por la desesperación del rival. Por el árbitro, que suma otra pica más en estos largos años de perjuicios hacia el equipo txuri urdin. Y, por qué no decirlo, porque el equipo no sabe dar un paso adelante. Y digo el equipo porque lo que sigo viendo es que a la Real le faltan planes y alternativas. Hace cosas bien cuando sus jugadores destacan en lo individual. Pero el objetivo de Montanier sólo pasa por tocar y tocar. Es un fútbol que me gusta sobre el papel, pero al que hay que reforzar con muchas más armas. Y esta Real no las tiene porque no las busca y no las entrena. Su entrenador está desperdiciando muchas cualidades que sí tienen sus jugadores, que hoy derrocharon corazón para intentar una remontada que no llegó, y a muchos de esos jugadores al mismo tiempo. Y así, ni Europa ni nada. La Real se salvará porque la mediocridad de la Primera División es alarmante. Pero que nadie piense que este equipo se escapa de esa consideración cuando juega tan limitado y tan previsible como lo ha hecho hoy. Sólo hace falta una manita arbitral para que la Real se desmorone como un castillo de naipes. Es la rutina.

martes, marzo 20, 2012

PREVIA Real Sociedad - Levante. Regreso al hogar

La Real regresa al hogar después, otra vez, de perder fuera de casa (miércoles, 20.00 horas, Anoeta, Canal + Liga 2, PPV). Como en las tres ocasiones precedentes, lo hace rememorando la segunda vuelta de derrotas de la pasada temporada, aunque en ésta ya es el único equipo que no ha puntuado como visitante tras haber pasado el ecuador del campetonato liguero. Y en esas circunstancias vuelve al lugar en el que, al contrario, sólo conoce la victoria desde que se cruzó esa mitad del torneo. Anoeta es ahora mismo un fortín, pero los fortines también pueden caer. En ese debate está la Real y lo está, afortunadamente, sin mucha premura porque los de abajo no aprietan. El colchón con respecto al descenso sigue intacto, pero el equipo no es capaz tampoco de acercarse a unas posiciones europeas con las que ni siquiera se permite el lujo de soñar. Las miradas están puestas sólo en la permanencia y ésta quedará más que encarrillada si sucumbe el Levante en Anoeta.

Con las bajas ya conocidas de antemano, esta semana Montanier tenía poco margen para hacer su convocatoria. Y no hay sorpresas, a pesar de que hay cuatro cambios con respecto a la expedición que se desplazó a Getafe. En realidad, el técnico francés coloca un cromo sobre otro. El regreso de Mikel González tras su partido de sanción deja a Ansotegi fuera, siendo el único jugador que no estará por decisión técnica. La quinta amarilla que vio Griezmann el pasado fin de semana, después de muchísimas jornadas jugando en el alambre, permite a Llorente estar entre los 18 elegidos. Y la lesión de Markel Bergara abre de nuevo las puertas del primer equipo a Rubén Pardo, que el pasado fin de semana compitió en Segunda B. Completa la lista el habitual relevo en la suplencia de la portería, entrando Toño Ramírez por Zubikarai. Además de Markel, Carlos Martínez continúa con su proceso de recuperación y se queda fuera de la convocatoria.

No parece que pueda haber muchas sorpresas ni en la defensa ni en la delantera, quedando todas las incógnitas en el centro del campo. Bravo, obviamente, estará en la portería, con Estrada por la banda derecha, Iñigo Martínez y Mikel González por el centro y la duda de Cadamuro o De la Bella en la izquierda. El entrenador parece haberse decantado definitivamente por el francés e internacional argelino para ese puesto, pero el catalán tiene sus opciones, y más teniendo en cuenta que se afronta el segundo de los tres partidos de esta semana. En ataque, con la ausencia de Griezmann y la poca confianza de Montanier en Ifrán y Llorente, parece cantado que los titulares serán Xabi Prieto, Vela y Agirretxe, que vuelve a Anoeta, donde ha marcado tres goles en los últimos dos partidos, y después de su suplencia en Getafe. En el centro del campo, es difícil prever a quién escogerá el técnico de entre los cinco disponibles. Pardo, Illarramendi, Elustondo, Zurutuza y Aranburu se juegan las tres plazas de la medular. Sólo el potrillo y el capitán no estuvieron en el césped del Alfonso Pérez.

La derrota en Getafe no supuso una merma en la ventaja de que dispone la Real con respecto a los puestos de descenso, ahora mismo de nueve puntos, aunque sí hizo descender a los realistas tres plazas en la clasificación, hasta el decimocuarto puesto. El Racing marca la línea del descenso con 24 y la Real tiene 33. Europa, ese lugar al que casi nadie tiene el valor de mirar, está a seis, con los 39 del Espanyol. El equipo txuri urdin acumula cuatro victorias consecutivas en Anoeta y está a una de igualar la marca de la temporada 2004-2005 con Amorrortu de entrenador y a dos del récord absoluto en el nuevo estadio, en la 95-96 con Irureta. Los de Montanier han logrado seis victorias y cuatro empates en los 13 partidos jugados en casa. El Levante ocupa la cuarta plaza, que da acceso a la Champions League, con 41 puntos. Sin embargo, no son tan temibles a domicilio, donde han perdido siete de los trece partidos disputados. A domicilio han ganado al Betis, Villarreal y Espanyol. En el rival estará Barkero, un fichaje de la Real que se frustró el pasado verano cuando parecía hecho sin que se haya aclarado muy bien el motivo.

Real Sociedad y Levante se han visto las caras en ocho ocasiones en Donostia, tres de ellas en Primera División y cinco en la categoría de plata, y el balance se puede interpretar de diversas maneras. En Primera los valencianos no han ganado nunca, pero la Real sólo se impuso en uno de los tres duelos, con el gol de Ansotegi que supuso el 1-0 de la temporada 2006-2007, temporada en la que el equipo txuri urin descendió a Segunda y el azulgrana se mantuvo. Los otros dos enfrentamientos, ambos en la última década, repitieron el marcador, 1-1. En Segunda, el dominio txuri urdin es más claro, con tres victorias, un empate y una derrota en los cinco partidos jugados. La goleada más contundente es el 6-2 con el que se abrió la temporada 1946-1947, con tres goles de Vázquez y uno de Castivia, Patri y Pérez. La única derrota fue la de la primera vez que ambos equipos se vieron las caras, el 2-3 de la última jornada de la fase de ascenso de la campaña 39-40, en la que ninguno de los dos consiguió el premio del billete a Primera.

La pasada temporada, la 2010-2011, la Real se encontró con el Levante más o menos a las mismas alturas del campeonato y, casi como ahora, el equipo entonces de Martín Lasarte acumulaba tres victorias consecutivas en Anoeta. Hace un año, no obstante, la Real bordeaba los puestos europeos. Por eso, en realidad, se esperaba la victoria ante el Levante. Y por eso se rodeó de un exagerado halo de decepción el empate final. El partido fue infumable, debido al bajo nivel mostrado por el equipo local y a la excesiva cantidad de faltas del visitante, que contó además con la complicidad de un Fernández Borbalán (sí, el mismo que el pasado sábado en Getafe que no vio falta en el plantillazo de Güiza a Bravo) que señaló la mitad de faltas y la mitad de tarjetas que mereció el Levante. Zurutuza consiguió adelantar a la Real al poco de iniciarse la segunda mitad, con lo que muchos dieron por hecha la victoria. Tras una falta a favor que no señaló el colegiado, Del Horno disparó, Ansotegi metió la cabeza y el empate a uno subió al marcador sin que nadie pudiera cambiarlo en los pocos minutos que restaban para el final.

En la primera vuelta de la presente campaña, la 2011-2012, la Real salió del Ciutat de Valencia con una inmerecida derrota. El Levante, entonces líder de Primera, se alió con la fortuna para llevarse un triunfo que obtuvo con muchas dosis de fortuna. La Real entró al partido con brillantez, generando ocasiones de gol y en el minuto 4 ya ganaba con gol de Estrada, extremo derecho aquel día en lugar de un suplente Xabi Prieto. Nada más iniciarse la segunda mitad, y en tan solo cinco minutos, el Levante le dio la vuelta al partido. Tras gozar de unas cuantas oportunidades de marcar en el primer acto, en el segundo la Real tiró de orgullo para ir encerrando al Levante y subsanar su injusta derrota parcial. Lo logró en el minuto 86, con un disparo de Iñigo Martínez. El equipo txuri urdin, sabedor de que el partido estaba para ganar, se fue a por él. Llorente, en el 90, forzó un paradón de Munúa. Pero la mala suerte de la Real no acabó ahí. En el descuento, en la última acción del partido, Rubén aprovechó una falta inexistente y una barrera de verbena para marcar el 3-2 definitivo de lejanísimo disparo. Esta derrota fue un misterio que sólo se explica en los fallos puntuales y en la mala suerte.

domingo, marzo 18, 2012

GETAFE 1 - REAL SOCIEDAD 0. La Real se conforma con la mala suerte

La Real se conforma con la mala suerte como explicación a una nueva derrota, la cuarta consecutiva a domicilio desde que comenzó la segunda vuelta. Es evidente que mala suerte hubo. El equipo txuri urdin fue mejor que su rival, tuvo más ocasiones de gol y estuvo mucho más cerca de merecer la victoria que la derrota que finalmente obtuvo. La mala suerte le ha bastado a la Real como explicación, no sólo en este partido, por cierto, pero ese conformismo va mucho más allá. Hay un conformismo con la edad de sus jugadores, con los resultados que ahora mismo puede ofrecer el equipo, con su presente y puede que incluso con su futuro. No importa que sea mejor que el rival, la Real no se lanza desaforadamente a por los partidos cuando los tiene en bandeja como en Getafe. Su entrenador no se cansa de ofrecer ventajas a sus rivales, ya desde sus convocatorias, en el once titular y sobre todo en los cambios. Conformados como estamos, es imposible ser ambiciosos. Son términos opuestos. Son sensaciones opuestas. Y así Europa seguirá encima de los Pirineos y lejos de las aspiraciones de este equipo.
Montanier ofreció una muestra más de que no es partidario de seguir algunas de esas dinámicas del fútbol no escritas pero al mismo tiempo infalibles. Agirretxe recuperó el olfato goleador ante el Mallorca después de tres meses sin marcar, y el técnico le premió con el banquillo en San Mamés, donde se tiraron 45 minutos a la basyura. La pasada semana hizo dos ante el Zaragoza, y de nuevo se quedó sin sitio para jugar en Getafe. No habría jugado ni un minuto de no mediar el autogol que condenó a la Real. En muchas de sus jugadas se echó de menos un nueve. El otro de la plantilla, Llorente, lo vio por la tele. Pero si de ausencias hay que hablar, es inevitable volver a mencionar a Rubén Pardo, otro que pagó una gran actuación, la que protagonizó ante el Sevilla, no ya con el banquillo sino con un ostracismo inexplicable. Ayer él estaba jugando un partido de Segunda B cuando el centro del campo de la Real fue infinitamente superior al del Getafe. A uno se le pone la piel de gallina pensando en lo que podría haber hecho Pardo de haber viajado con el equipo, bien para ser titular o bien para sustituir a Markel Bergara se marchó lesionado poco más allá de los diez minutos de encuentro.

Markel, de hecho, fue la sorpresa que se guardó Montanier para el once titular, dejando en el banquillo a Aranburu. Puestos a rotar, casi era más esperable que el capitán descansara el miércoles, en el partido como local, para tirar de galones y veteranía en Getafe, donde bien es verdad que el año pasado anotó dos goles saliendo desde el banquillo. El caso es que la apuesta no tuvo tiempo de cuajar por la lesión de Markel, y no hubo minutos suficientes para comprobar si el claro dominio realista en la zona central del juego había comenzado ya o tuvo mucho que ver con la entrada de un notable Elustondo en el campo. Con ciertas intermitencias y algún pequeño error que desembocó en robos de balón del Getafe, pero Illarramendi, Elustondo y Zurutuza, bien ayudados por Xabi Prieto, camparon a sus anchas por el verde del Alfonso Pérez, superando con mucho a la media local. Por eso, una vez visto el encuentro, no dejo de imaginarme a Pardo ahí. Y viendo que muchas de las ocasiones de la Real llegaron de pases largos de Iñigo Martínez, no puedo más que echar en falta los cambios de juego de ese canterano al que sí le miramos la edad y con el que no somos tan valientes.
A pesar de todas las concesiones, habituales ya por otra parte, la Real debió irse al descanso con ventaja. En la portería más alejada de los seguidores realistas, que acudieron por cientos a Getafe, Illarramendi debió marcar aprovechando un despeje de Moyá a los pies de Vela, que buscaba precisamente un envío largo de Iñigo Martínez. Después fue Zurutuza el que tuvo dos claras opciones, la primera de cabeza a centro de Griezmann y la segunda tras un buen robo de balón protagonizado por él mismo. Lo malo del de Rochefort sigue estando en su ausencia de instinto goleador. Cuando Moyá había rendido ya su palo, él busco un centro que cortó la defensa, frustrando así una clarísima ocasión. En la siguiente jugada, fue Griezmann quien estuvo cerca del gol, pero su disparo se fue a corner. Los corners, por cierto, merecen capítulo aparte. No sé qué clase de análisis se hace en Zubieta para pensar que los gilicorners funcionan, pero lo cierto es que la Real no es capaz de generar peligro casi nunca cuando los saca en corto. Uno que colgó al área encontró rematador y casi la única parada de Moyá en el partido. Por lo visto, seguiremos sufriendo en este aspecto del juego.

El Getafe, sobrepasado sin necesidad de que la Real bordara el fútbol, sólo uvo una ocasión de gol digna de mención. La más clara de los primeros 45 minutos, todo hay que decirlo, porque Miku se quedó solo delante de Bravo, pero hizo un disparo horrible, elevadísimo, con todo a favor y, aunque en directo pareció fuera de juego, en posición correcta. El 0-0 al descanso no hizo justicia a los méritos de la Real, pero lo cierto es que el equipo de Montanier tampoco probó en exceso a Moyá. Y eso, en fútbol, es vital, aunque este equipo se haya olvidado de que lo que hay que hacer siempre es probar al portero rival. La segunda parte comenzó con un ligero cambio de escenario. El Getafe, probablemente por aquello de jugar en casa, estiró líneas y buscó la victoria, sin un ánimo arrolador y con menos fútbol, pero la buscó con más decisión que en la primera mitad. La gasolina le duró diez minutos, que fue lo que tardó el centro del campo de la Real en tomar de nuevo el mando y encontrar, ahora sí y a diferencia del primer acto, más apoyo de los laterales. Cadamuro tuvo un pequeño agujero atrás en la primera mitad y Estrada estuvo muy fallón en los centros, pero la presencia de los laterales es siempre agradecida en el juego de este equipo.
Cuando la Real cogió de nuevo el timón es cuando Montanier tendría que haber hecho los cambios, mostrar la ambición que requería un partido que, como dijo Luis García del duelo entre estos dos equipos en Anoeta, estaba para ganar. En esos minutos fue Vela quien más cerca estuvo del gol. El mexicano estuvo bastante impreciso, pero eso parece ser de nuevo consecuencia de que fue quien durante más tiempo ocupó la posición del nueve, esa en la que ya corrió el riesgo de perderse durante la primera vuelta y en especial durante la nefasta racha de ocho jornadas sin ganar. Casi como si fuera una fórmula matemática, Montanier no introdujo su primer cambio hasta el minuto 71. Vela fue, precisamente, el jugador sustituido e Ifrán fue el que ingresó en el terreno de juego. El uruguayo roza ya una temporada perdida porque su entrenador no confía en él y cuando lo hace le introduce en el campo sin tiempo material para ser tan decisivo como quisiera. Si uno tarda un poco entrar en el partido, por pocos minutos que hayan transcurrido, el duelo está acabado sin que haya podido oler la pelota.

Eso se acentuó por el momento en el que llegó el gol del Getafe, el minuto 81. Güiza intentó rematar un centro desde la banda izquierda sin conseguirlo, pero molestó a Bravo (¿en el centro del campo y con dos jugadores cualesquiera no se habría pitado juego peligroso?), cuyo despeje rebotó en Iñigo Martínez y se introdujo mansamente en la portería de la Real sin que el delantero getafense celebrara la carambola. La forma en que perdió acentuó la mala suerte del equipo txuri urdin, pues Iñigo Martínez (acompañado por un Demidov notable al que, dicen, queremos vender) fue el mejor de sus jugadores en el campo madrileño. De largo. Su categoría es inmensa y la falta de ambición de este equipo, ojalá no lo sea, puede ser un empujón a que busque horizontes lejanos. Esa falta de ambición, junto a un toque de desesperación que sólo puede salir bien una vez en la vida (y que a Montanier ya le salió en Anoeta contra el Málaga, en aquel ultimátum que salvó todavía no se sabe muy bien cómo), es lo que evidenció el tercer y último cambio de la Real. Aranburu estaba preparado para saltar al campo, supongo que buscando mantener el 0-0. No llegó ni a sacar de centro la Real cuando era Agirretxe el que ya estaba sobre el campo. Qué rápido es a veces el entrenador francés. El Getafe tuvo una ocasión para hacer el 2-0, pero Bravo salió con decisión para desbaratarla.
A la desesperada sólo tuvo una opción la Real, una en la que Griezmann no llegó a cabecear con comodidad un corner peinado desde el centro del área por Agirretxe al segundo palo. Ocasión, para variar, sin remate entre los tres palos. Ifrán y Agirretxe se marcharon de Getafe casi inéditos y el equipo con cero puntos y una derrota difícil de asimilar. Habrá que esperar al cierre de la jornada para saber si la renta con los puestos de descenso se reduce de nueve a seis o siete puntos. Lo que ya se puede decir es que la Real no ambiciona nada más que lo que tiene, un lugar en mitad de la tabla en el que la mediocridad de esta Liga le permitirá terminar la temporada sin tantos sobresaltos como la pasada, en la que los equipos de abajo apretaron hasta hacer exigente la última jornada. ¿Europa? Concediendo tantas ventajas a los rivales, asumiendo que la juventud o la inexperiencia son lacras y no un empuje impagable, y con un conformismo tan evidente, ese objetivo es imposible. La Real perdió por mala suerte, sí, pero habría ganado de haberlo deseado con la misma fuerza con la que prestamos atención a estos detalles que reducen el alcance de un equipo mucho mejor de lo que muchos creen. Ahora toca Anoeta. Igual ganamos y reaparece el revanchismo hacia quienes vemos derrotas como esta de Getafe como algo asumido de antemano por el conformismo imperante.

viernes, marzo 16, 2012

PREVIA Getafe - Real Sociedad. La hora de crecer

No por ser un argumento manido deja de tener su validez. En Getafe (sábado, 18.00 horas, Coliseum Alfonso Pérez, Canal + Liga 2, PPV) la Real afronta la hora de crecer, de saber si puede aspirar a algo más que la permanencia en Primera División, objetivo que parece más que encarrilado con la actual renta de nueve puntos sobre los tres últimos equipos de la clasificación. A pesar de los mensajes que salen del club, especialmente del entrenador, no puede bastarnos con hablar del futuro que nos espera con los jóvenes jugadores del equipo. Con todo lo esperanzador que sea eso, que lo es, se compite aquí y ahora. Y Europa no está tan lejos como para que no podamos soñar con el regreso al viejo continente. Para dar el salto que este equipo tiene capacidad de sobra para dar es necesario volver a puntuar fuera de Anoeta, ya que el equipo txuri urdin no ha sumado como visitante en toda la segunda vuelta. Eso supondría dar un valor añadido a la buena marcha de la que, ahora sí, puede presumir el conjunto como local. Toca dar la cara, una vez más, sobre el césped.

Llevaba tiempo sin sorprender tanto antes de un encuentro, pero ya se conoce sobradamente la capacidad de Montanier de hacer lo imprevisible en sus convocatorias. En la rueda de prensa previa al último entrenamiento ya anunció, para disgusto de muchos, que Rubén Pardo, casi inédito desde su titularidad y su gran partido ante el Sevilla, tendrá que esperar otra jornada más su oportunidad. Este fin de semana jugará con el Sanse ante el filial del Athletic. Su puesto entre los que viajan a Madrid lo ocupará Elustondo, que vuelve a la lista tras su lesión. Pero no es el único cambio en la convocatoria. Mikel González, como ya era sabido, se queda fuera por sanción, al ver ante el Zaragoza su quinta tarjeta amarilla, y Ansotegi será su relevo entre los 18 escogidos. La gran sorpresa, no obstante, está en la ausencia de Llorente. Es difícil separar esta decisión de Montanier de las dos ocasiones que falló hace una semana ante el colista. El que entra en la lista es Cadamuro, con lo que el técnico francés regresa a su discurso de cinco atacantes en la lista y tres sobre el campo.

Bravo, una semana más, será el portero titular. La ausencia de Carlos Martínez, todavía lesionado, hace que Estrada sea el indiscutible titular derecho. Cadamuro y De la Bella, titular en Anoeta hace seis días y autor de una asistencia de gol, se jugarán el izquierdo. Demidov regresará al once en el centro de la zaga junto a Iñigo Martínez. La ausencia de Pardo hace que todos los centrocampistas convocados partan con las mismas opciones de jugar. Jugarán tres del grupo formado por Illarramendi, Elustondo, Markel, Aranburu y Zurutuza. Habrá que ver qué decide Montanier, que pocas veces ha tenido que escoger como hombre más retrasado entre Illarra y Elus. Por delante, lo normal sería que la duda fuera la misma de siempre, cuatro hombres para tres puestos: Xabi Prieto, Vela, Griezmann y Agirretxe. El 9 viene de anotar dos goles, el 10 de salir del campo cuando mejor estaba ante el Zaragoza, el mexicano de marcar otro tanto y confirmar una gran segunda vuelta y el francés de ser suplente hace una semana. Ifrán, salvo sorpresa mayúscula, estará en el banquillo junto a Zubikarai y Ansotegi.
La Real inicia la jornada en la undécima posición, casi el mejor momento de la temporada excepción hecha del arranque, las tres primeras jornadas, en puestos europeos. Sus 33 puntos le sitúan con un comodísimo colchón de nueve con respecto a las posiciones de descenso, frontera que ahora marcan los 24 del Racing, y se encuentra a cinco puntos de la zona europea. El Getafe se encuentra dos posiciones y un punto por debajo del equipo txuri urdin. La buena racha de los realistas como locales (cuatro victorias consecutivas) contrasta con el rendimiento lejos de Anoeta en la segunda vuelta, donde cuenta sus tres salidas por derrotas. Los de Montanier han sumado, por tanto, 12 de los 21 últimos puntos en juego. En toda la Liga ha puntuado en cinco de sus tece salidas, con tres victorias y dos empates. El Getafe ha ganado cuatro de sus doce partidos en su estadio, donde el Rayo, el Real Madrid y el Málaga lograron los tres puntos pero donde cayó el Barcelona. Los madrileños rompieron la pasada semana en Villarreal una racha de cinco jornadas sin conocer la victoria.

Getafe no fue una plaza propicia para la Real hasta la pasada temporada, más bien al contrario durante la breve historia de estos partidos la localidad del sur de Madrid se había ganado la aureola de maldita. Todos los duelos entre estos dos equipos, los cuatro que se han producido hasta la fecha, han tenido lugar en partido de Primera División. Los tres primeros se saldaron con victoria de los locales, y el último con goleada visitante. El primero de los enfrentamientos, el de la temporada 2004-2005 supuso la mayor victoria del Getafe, 2-0. En los dos siguientes, la Real cayó por la mínima. En el 2-1 de la campaña 2005-2006 Mark González anotó el primer gol txuri urdin (aunque con camiseta blanca) en el feudo getafense. Aquel fue el partido en el que Jose Mari Bakero debutó como técnico realista, sustituyendo a Gonzalo Arconada. El 1-0 de la siguiente temporada, la 2006-2007, concluyó con cánticos de "a Segunda, a Segunda" desde la grada, algo que acabó convirtiéndose en una realidad.

En la pasada temporada, la 2010-2011, la Real regresó a Primera y rompió el malefio de Getafe con una contundente goleada, la segunda más abultada como visitante en toda la historia de los realistas. Venía el equipo de Martín Lasarte de cosechar cuatro derrotas consecutivas y el entrenador uruguayo mantuvo la confianza en su equipo tipo para cerrar la primera vuelta. Y la Real dominó el juego a su antojo en todo momento, sin necesidad de hacer un fútbol brillante durante 90 minutos aunque sí en algunos pasajes del encuentro. Se adelantó la Real de penalti, claro penalti por mano, demostrando una vez más Xabi Prieto que es infalible desde los once metros. Griezmann anotó un precioso gol de volea antes del descanso y se besó la ikurriña de la managa, lo que generó hostilidad en la grada y le intimidó. El partido lo cerró con dos goles Aranburu, suplente aquel día, culminando dos preciosas contras en las postrimerías del encuentro. Llorente fue, de largo, el mejor realista sobre el césped del Alfonso Pérez, pero no anotó. Sus desmarques y sus asistencias hablaron por él en el último partido completo que jugó antes de su lesión.

La primera vuelta de la presente temporada, la 2011-2012, deparó un aburrido encuentro en Anoeta que acabó con el 0-0 inicial. Fue el cuarto partido sin ganar de la nefasta racha de los ocho que estuvieron los de Montanier sin lograr los tres puntos que ensombreció la primera vuelta y, paradójicamente, el único en el que al menos se consiguió sumar un punto. El técnico francés apostó aquel día por una especie de 4-2-4 que no cuajó. Agirretxe fue de lo mejor en una primera mitad sin calidad pero con mucha batalla. Lo poco que tenía la Real desapareció tras el descanso. El Getafe tuvo sus mejores ocasiones al final del partido, sobre todo con un lanzamiento al larguero de Pedro León ya en el descuento. Luis García dijo que el partido estaba para ganarlo, y vista la inoperancia txuri urdin no le faltaba razón, pero nadie pudo mover el marcador. Como en la primera vuelta, el Getafe fue el primero de los tres rivales a los que se enfrentó la Real en la misma semana. Aquella vez, la Real perdió los tres partidos. El resultado debe ser distinto en esta segunda vuelta.

jueves, marzo 15, 2012

LOS RÉCORDS DE LA REAL. Cinco goles en un partido

Ahora que Messi se ha convertido en el primer jugador en marcar cinco goles en solo un partido de Champions League, en este formato heredero de la Copa de Europa, es bueno recordar que hay jugadores que también anotaron en cinco ocasiones en los mismos 90 minutos que vistieron la camiseta txuri urdin. No fue, evidentemente, en un partido de la máxima competición continental, ¿pero quién dijo que sumar cinco tantos es fácil, sea cual sea la categoría del partido? No debe de serlo, puesto que es tan raro: en la más que centenaria historia de la Real, han sido precisamente cinco las ocasiones en las que se han cantado tantos goles anotados por un mismo jugador, fueron cinco futbolistas diferentes y cuatro de ellos consiguieron la hazaña en Atotxa.

El primero en hacerlo, y por tanto quien tiene el honor de ser el pionero en estas históricas lides, fue Mariano Prado Polo, más conocido como Chivero. El 15 de mayo de 1932 el Castellón visitó Atotxa en partido de vuelta de los octavos de final de la Copa. La Real, entonces con el nombre de Donostia, ya había vencido 2-3 en tierras alicantinas, pero decidió darse un festín para cerrar la eliminatoria a lo grande. 8-1 fue el resultado de aquel encuentro. Chivero anotó los dos primeros, dejó que Bienzobas hiciera el tercero, y luego anotó tres más, para que de nuevo Bienzobas y Cholín cerraran la histórica cuenta. Chivero, que hizo sus cinco goles de aquel día con el pie, jugó 76 partidos con la Real entre las temporadas 1930-1931 y 1934-1935 y consiguió 33 tantos. El Barcelona, subcampeón de aquella Copa, eliminó al equipo txuri urdin en la siguiente ronda.

No hubo que esperar mucho para ver repetida la hazaña de que un jugador anotara cinco goles en un solo encuentro. El 19 de marzo de 1933, en la decimoséptima y penúltima jornada de la Liga 32-33, y todavía con la denominación de Donostia, la Real goleó por por 8-0 al Racing de Santander. El autor de los cinco tantos fue Santiago Urtizberea. Hizo el segundo, el cuarto, el quinto, el sexto y el octavo y último, todos ellos con el pie. Tolete había abierto la cuenta, hizo el tercero el ya mencionado Chivero (que en esta temporada, la siguiente a su proeza, sólo consiguió anotar siete goles en Liga y, cosas del fútbol, nunca más de uno en cada encuentro) y el séptimo fue obra de Aldazábal. Urtizberea sólo jugó dos temporadas en la Real, aquella y la siguiente. Y marcó nada menos que 23 goles en 24 partidos. El conjunto txuri urdin terminó esta Liga en sexta posición y el cántabro en la octava.

 En Segunda División hay tres jugadores que han logrado esos cinco goles en un solo encuentro. Tomás Aguirre Echeveste, Chipia, fue autor de cinco goles en el resultado más abultado de la historia de la Real, el 14-2 que se llevó el Valladolid de Atotxa en la campaña 40-41. El cuarto jugador en lograr esta marca fue Sebas Ontoria, y suyo es el honor de ser el único que lo hizo fuera de casa. Fue en el partido jugado en Jerez en la temporada 45-46, que acabó con un marcador de 0-7 (aunque parezca mentira, no es la mayor goleada de la Real como visitante, esa fue el 0-8 de la 42-43 en Ferrol). Finalmente, José Miguel Olano hizo el repóker en el 7-2 con el que la Real derrotó al Baskonia en la campaña 62-63, en la que este jugador anotó nada menos que 31 goles, lo que le convierte en el txuri urdin que más veces anotó en una sola temporada, independientemente de la división.

En Anoeta ningún jugador realista ha marcado cinco goles en un encuentro y sólo dos han sido capaces de llegar hasta los cuatro. Curiosamente, ambos lo hicieron en la misma temporada, la 94-95. Meho Kodro los hizo en el 5-2 al Tenerife y Luis Pérez en el 6-0 al Logroñés. Demasiado tiempo ha transcurrdio ya desde aquello. ¿Volveremos a ver algún día la proeza de que un futbolista txuri urdin anote cinco goles de una tacada?

martes, marzo 13, 2012

Más respeto y menos revanchismo

No le falta razón a Montanier cuando habla de la presión mediática que hay sobre un club como la Real en comparación de la que vivió en su etapa en el Valenciennes. Que la sufra el entrenador, y siempre que sea en unos cauces de respeto y argumentación (que son los que ha vivido el actual técnico realista a pesar de la incomprensión que han generado muchas de sus decisiones y la amargura que han dejado momentos de esta temporada como el farolillo rojo liguero y la vergonzosa eliminación copera), es algo hasta cierto punto lógico, pues es el jefe de la nave que todos queremos ver navegando hacia los triunfos. Es el máximo responsable de los éxitos y de los fracasos deportivos que acumule la Real en esta temporada y en todas las que esté en Donostia. ¿Que son diez años, como manifestó que es su deseo? Por mí sería maravilloso, porque eso quiere decir que las cosas van de fábula, que la Real consigue objetivos importantes y que no hay ningún motivo para pensar en su despido. Si gana la Real, ganamos todos, incluso los que no ven satisfechas sus legítimas ansias personales.

En todo caso, esa presión mediática creo que está expandiéndose hacia derroteros que no le competen y que me resultan ciertamente preocupantes porque dividen a los realistas. ¿Os acordáis de lo que dijo Lasarte en la fiesta del ascenso? "No se desunan". Pues algo de eso creo que se está viendo, y es difícil de asimilar que sea justo ahora que la Real está recuperando la vida. El signo más alarmante llegó hace algunas semanas, cuando varios cronistas culparon directamente a la afición de la derrota ante el Atlético de Madrid. Creo que pocas cosas hay más sagradas en la Real que su gente, esa que siempre ha demostrado su fidelidad, especialmente en los malos momentos. Son incontables los desplazamientos masivos de la afición txuri urdin a estadios a los que jamás sospechamos que tendríamos que rendir visita. No ha existido la protesta masiva cuando parecía que el club se iba a pique, cuando iba a Segunda, cuando todo se hacía mal, porque era más importante salvarlo que mostrar desacuerdos. Y aún así llovieron palos en la dirección equivocada en la resaca de aquella derrota.

Ahora surge otra variante de esa demagógica postura revanchista. Cada vez que la Real sale victoriosa de un encuentro, se destata una tormenta revanchista contra los críticos, preguntándonos, percibo que hasta con cierta chulería y sin darnos la posibilidad real de responder, qué motivos tenemos para la crítica ahora que ganamos; diciéndonos qué listos éramos en nuestras críticas cuando ahora vamos bien. Da la impresión de que algunos quieren hacer que parezca que nos alegramos de que la Real pierda para así poder dar rienda suelta a las críticas. Esa impresión se me creó cuando leí aquel artículo de Mikel Recalde en Noticias de Gipuzkoa en el que contaba cómo el segundo entrenador de la Real, Michel Troin, dijo en una conversación con los periodistas que se desplazaron a Mallorca a cubrir la debacle copera que así tenían más cosas que contar. Eso, ni en broma. Y esa impresión crece con muchos artículos de prensa que se publican los días posteriores a cada una de las más recientes victorias del equipo txuri urdin. A mí me provoca recelo abrir ciertas páginas porque sé que me voy a encontrar algo así. No alegría por el triunfo de la Real, sino revanchismo contra quien en alguna ocasión vio un defecto a corregir.

Flaco favor hace a la Real, y a Montanier menos que nadie, que exista ese revanchismo hacia quienes detectamos aspectos preocupantes en torno a nuestro equipo y los manifestamos públicamente. Como he dicho muchas veces, no se trata de jugar a ser entrenador y decir quién tiene que jugar y cómo tiene que hacerlo, porque cada uno sacaríamos un once y un esquema diferentes. Se trata de entender las decisiones que toma el técnico que se sienta en el banquillo. Si no las entiendo, lo digo. Y si perdemos partidos por ello, con más motivo. ¿Tan preocupante resulta eso? ¿Tanto molesta a los defensores del entrenador que haya un sector crítico con su labor, independientemente del tamaño que éste pueda tener en el seno de la afición? Para mí es muy preocupante que la Real reciba aplausos sin crítica cuando el marcador le da la razón, porque algún día el resultado nos la negará y no sabremos cómo responder. Yo, desde luego, respetaré que haya gente que quiera limitarse a eso, a cantar las excelencias del equipo cuando sea ganador y ocultar sus carencias, sus errores o sus irresponsabilidades. Pero del mismo modo y con la misma fuerza pido respeto hacia las posiciones críticas y proclamo que no acepto el revanchismo, porque una victoria de la Real es una victoria de todos.