No creo que sea posible mirar al futuro sin memoria de lo que ha sucedido en el pasado. Y soy un firme convencido de que el pasado nos ofrece muchas enseñanzas para caminar con paso firme por el futuro. La rueda de prensa que dieron ayer el presidente, Jokin Aperribay, y el director deportivo, Loren Juarros, me ha obligado a mirar al pasado para entender el presente y el futuro de la Real. Y la mirada tiene cierta tristeza. La misma que me acompaña desde hace ya demasiados años por el caminar deportivo e institucional que ha cogido este club y su entorno. Porque no acabo de entender que recetas que antes no servían ahora sean la panacea, decisiones criticadas hace tan poco tiempo ahora sean perfectamente normales, y que políticas por las que apostaba cierto ex presidente ya sean la mejor salida a la precaria situación económica de la Real. Si nos vanagloriamos de tener un club centenario, no puede ser que nuestra memoria quiera olvidar acontecimientos de hace apenas unos meses.
Entrar en el juego de cifras, deseos y juegos económicos no es mi terreno, puesto que la economía y yo somos bastante incompatibles, pero tengo el convencimiento, antes y después de la rueda de prensa de Aperribay, de que la Real no puede desaparecer por muy mal que se hagan las cosas. Eso sí, me molesta sobremanera y me parece un insulto a la inteligencia de los realistas que ahora se diga que la situación no es tan desesperada, comparada con la del resto de clubes de Primera y Segunda División, cuando hace pocos meses el mensaje era el contrario. Se llegó a decir por parte de quien ahora ocupa la Presidencia de la Real que el club corría el serio peligro de desaparecer en cuatro meses si no se desalojaba a Iñaki Badiola del poder. Y me acuerdo de Miguel Fuentes anunciando poco menos que el apocalipsis para defender la ampliación de capital que cambió el control del poder en el club. Qué fácil cambia la perspectiva. Y con qué facilidad se creen algunos que pueden engañar a la gente. ¿Lo consiguen? Ojalá se pudiera saber la respuesta a esa pregunta.
Badiola, precisamente, se pasó meses hablando de la necesidad un ERE para sanear las arcas del club, y el entorno mediático y unos administradores concursales de los que, qué casualidad, no hemos oído hablar en meses lo torpedearon. Desde ciertos sectores, se le dijo de todo. Ahora el Consejo que preside Aperribay habla abiertamente de un ERE. Y no pasa nada. ¿Por qué? Porque es necesario con el club en Segunda. Badiola quiso desprenderse de los médicos del club, y esos mismos médicos no van a estar en la Real la próxima temporada. Entonces era una barbaridad y hoy, aunque los motivos parezcan distintos, eso no suscita comentario alguno. Badiola tuvo que montar un equipo de cantera con tres o cuatro incorporaciones de fuera, y entonces se acusó al ex presidente de no hacer una plantilla competitiva para el asalto a Primera (y a pesar de todo, de considera la plantilla insuficiente, se ha considerado un fracaso no subir... Incongruente). Ahora, esa es la apuesta que hace el actual Consejo y es la misma que se cargó Denonerreala en su día cuando la adoptó el club con Astiazarán como presidente. Que conste que creo que esa es la política adecuada, la aplique quien la aplique, la única que ha funcionado en la Real. Pero no se puede defender una cosa y la contraria, y de eso se ha visto mucho en los últimos tiempos.
La parcela deportiva tiene ejemplos de sobra de este comportamiento cambiante, de esta asombrosa capacidad de decir una cosa y la contraria según convenga, y la situación de Juanma Lillo es el último gran ejemplo. Tenía contrato para Primera, pero por lo visto no nos valía para Segunda. Incomprensible, sobre todo cuando el técnico ya dejó claro con el cambio de Consejo que él no quería seguir sólo por ser el entrenador que ya estaba. Puso su cargo a disposición del club sin cobrar un euro de más. Y se marcha como un auténtico señor. Por eso, no creo que el trato que se la ha dado sea bueno. El Consejo no puede darle tan poca cobertura pública como le ha dado (sí se la ha dado, por ejemplo y con acierto, a Xabi Prieto ante los rumores que siempre llegan desde Bilbao), insinuando que si seguía en el banquillo txuri urdin era sólo por tener un contrato firmado. Y Loren no puede considerar hace pocos meses su continuidad como "innegociable" para él como director deportivo y después matizar esas palabras para anunciar la llegada de otro entrenador.
Como tampoco es posible que se esté abogando por la estabilidad y la primera decisión importante que se toma es cambiar de entrenador, además de remodelaciones de trascendencia en la plantilla deportiva, cuerpo médico y estructura de Zubieta. No es congruente. ¿Estabilidad en qué? ¿Sólo en la directiva? La estabilidad se puede conseguir con ciertos cambios, moderados y progresivos, pero cambios adecuados a una política, a una idea, a un modelo, a una dirección. Según se ha publicado en los últimos días, para suplir a Lillo la directiva ha barajado nombres de entrenadores tan dispares como Mendilibar, Gonzalo Arconada, Javi Gracia o el finalmente escogido Martín Lasarte. No parece haber un modelo claro, aunque eso no tiene nada que ver con el futuro éxito o fracaso del nuevo entrenador.
No seré yo quien caiga en el oportunismo de criticar a Martín Lasarte por su currículum o por habladurías, pero me acuerdo ahora de que algunos censuraron la llegada de Coleman por no tener conocimiento de la Segunda División española y ahora no parece haberse acogido de la misma manera al nuevo técnico. Más incongruencias que vienen del pasado y para las que parece no haber memoria. Y yo me sigo rebelando contra eso, porque es importante tener memoria. Tan importante como apoyar a la Real por encima de las personas. No comparto muchas de las cosas que hace este Consejo, y mi labor es criticar lo que no comparta, no torpedear su labor. No estoy de acuerdo con la salida de Lillo y la forma de actuar que se ha tenido con él, pero eso no me va a llevar a censurar sin motivo a su sustituto. No olvido lo que sucede en el pasado, pero no hipoteco con él el futuro de la Real. Porque la Real es siempre lo importante y la memoria a algunos parece no darles para recordar algo tan básico.
1 comentario:
Cuanta razón.
Desde la lejanía, mi sensación es que a Badiola lo torpedearon de forma brutal. Quizás ni él esperaba esa feroz oposición desde el primer minuto y perdió un poco los papeles.
Pero parece que todo se debe a política y eso en un club deportivo no es justificable.
En cuanto al entrenador, ya he dicho varias veces que ni con este ni con ningún otro. Mientras el club no se estabilice y exista tanta fractura social es casi imposible trabajar con tranquilidad y mantener un proyecto a largo plazo.
Vamos a por el record de presidentes y entrenadores en 5 años y eso no es bueno.
A Lillo agradecerle su esfuerzo (ha tenido errores como todos) y a Martín Lasarte (perdón por acortarle sus otros cuatro apellidos) desearle suerte de verdad. Ojalá él pueda durar 4 ó 5 años.
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