Final del partido en Vallecas. Un par de centenares de realistas en las gradas. Muchos, probablemente la mayoría, residentes en la Comunidad de Madrid. Algunos venidos desde ciudades cercanas, como Ávila o Guadalajara. Otros incluso llegaron a la capital desde tierras guipuzcoanas. Con 4-1 en el marcador y con otra temporada más en Segunda División en el horizonte, lo menos que podrían haber hecho los jugadores al final del partido es acercarse a saludar a los suyos. A esos que cantaban "Real, Real" incluso cuando el partido ya estaba total y absolutamente perdido. A esos que viven las 24 horas del día, los siete días de la semana, la tristeza de estar en Segunda. Algunos de los jugadores que saltaron al césped del Teresa Rivero no vestirán la camiseta txuri urdin la próxima temporada, pero nosotros la llevaremos puesta siempre. Y merecemos algo más.
En el hotel madrileño en el que se concentró la Real, tuve la oportunidad de conocer a un niño de ocho años. De la Real, claro. Le preguntamos si sus compañeros se metían con él en el colegio por ser de un equipo que está en Segunda. "Sí, pero me da igual", nos contestó. Es onevitable sonreír al escuchar algo así. Horas después, vi al mismo niño salir del campo vallecano con su padre, minutos antes de que acabara el partido y con el 4-1 en el marcador. Ese crío se merece algo más. En las gradas del Teresa Rivero me encontré con un viejo amigo, compañero de años de peñista de la Real en Madrid, un tiempo que, pese a lo mal que terminó, siempre recordaré con cariño. Me contó que llegaba del hospital, de estar con su padre que le había dado un infarto. Afortunadamente, estaba mejorando (de lo cual me alegro) y por eso se vino a ver a la Real, después de años sin pisar un estadio para ver a este equipo. También él se merecía algo más.
Y así, seguro que podríamos contar decenas de historias que tendrían que provocar reflexión entre quienes visten la camiseta de la Real. Quizá el club tendría que recordar a los jugadores que hay que cuidar mucho más a los aficionados, porque, tal y como están las cosas, la gente es el mejor patrimonio que tiene hoy la Real Sociedad. Quizá Anoeta parezca medio desierto, pero son 15.000 los valientes que siguen yendo cada quince días, mucho más que en el resto de estadios de Segunda. Quizá 200 o 300 realistas en Vallecas no parezcan demasiados, pero cada uno de nosotros significa algo y quiere a este equipo. Los jugadores se fueron tristes y decepcionados, pero esa tristeza y esa decepción es al menos igual, seguramente mayor en algunos casos, en la mayoría de los que estuvimos en las gradas del Teresa Rivero. Qué poco cuesta un saludo desde el campo, un saludo que sin duda habríamos devuelto con aplausos. Y no tuvieron ese gesto. La gente merece algo más. Y más después de estos años de decepciones.
2 comentarios:
Hay que acabar la temporada con dignidad por respeto al club y sobre todo a los aficionados que siguen acudiendo a los estadios a ver a la Real aunque no tenga opciones de subir, chapeau para ellos.
Espero que Lillo siga dando minutos a los del filial, no entiendo que ponga a Carlos Martínez de central cuando tenía alguno del filial para jugar allí.
Cityground, ya sabes lo que pienso, que la gente es el mejor patrimonio de la Real hoy en día. Yo también hubiera apostado por alguno del filial, pero tengo la sensación de que Lillo no quiere contaminar a los chavales en esta espiral de decepción con la que va a terminar la temporada.
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