Lo de ayer fue cruel. Hace unos meses, muy pocos apostaban por una Real con opciones de salvarse en la última jornada. Muchos pensaban que a estas alturas la Real ya estaría descendida. Y lo pensaban seguramente con motivo. Llevamos meses soñando con que el objetivo de seguir en Primera División era posible. Se cimentó en tardes como las victorias ante el Atlético de Madrid y, sobre todo, ante el Celta. Pero esta Real no ha ganado los partidos señalados. Son varios ya los días que todos hemos pensado que la Real daría el golpe definitivo sobre la mesa. Y ese golpe no llegó en ningún día.
Ayer, Anoeta se volcó en cantar los goles de Osasuna al Betis. Del Villarreal al Athletic. Y se quedó con las ganas de cantar el gol que más ansiaba. El de la Real. Porque un gol me habría llevado a escribir hoy que nos salvábamos seguro. Pero al no llegar ese gol, la sensación es la opuesta. Es ya casi seguro que la Real jugará el próximo año en Segunda División, una categoría que no hemos visto una gran parte de los aficionados en nuestras vidas y que el equipo no pisa desde hace 40 años. Sí, queda el milagro, quedan las matemáticas, pero ahora mismo lo que se ve es que la Real ha engordado para morir. Ha nadado, ha nadado mucho, pero no va a alcanzar la orilla.
Y digo que lo de ayer es cruel precisamente por eso. Si la Real ha llegado viva al final de la temporada ha sido por un par de jugadores. Sobre todo Savio. El brasileño se ha convertido en sólo unos meses en el ídolo de Anoeta, un ídolo como hace tiempo que no tenía. Y lo ha hecho porque ha dado la cara en todo momento. Ayer la dio. Cogió los galones en la segunda parte y se lanzó al ataque. Y cogió el balón para lanzar el penalti cuando quedaban sólo dos minutos. Lo cogió como el enorme jugador que es. Y falló. El fútbol fue cruel con el jugador al que más le debía.
No he visto nunca un segundo de silencio tan doloroso como ese en Anoeta. El penalti lo falla sólo quien lo tira. Y Savio decidió tirarlo. No importa lo bien que hablemos los aficionados o los periodistas de él. Era imposible consolar su llanto al final del partido. Ni siquiera con miles de personas en Anoeta coreando su nombre seguramente por última vez. Rekarte, tras uno de los mejores partidos de los últimos tiempos (salvedad hecha de un regate en el área propia), ejerció de capitán y se acercó a consolarle. Sólo él tuvo fuerzas para lanzar unos aplausos a la grada. Darko Kovacevic, seguramente después de jugar su último partido en Anoeta, no forzó la situación y se marchó el primero a los vestuarios. La gente está con él y él con la Real. Siempre.
Ya no importa si la Real jugó bien o mal, si Lotina acertó o se equivocó, si los jugadores han dado o no la cara. La Real no ganó el partido que tenía que ganar. Como tampoco ganó en Pamplona, en Getafe o en Montjuic. Oportunidades de oro que, en una temporada tan nefasta como ésta, no se pueden dejar pasar. Y la Real las ha dejado pasar. Una tras otra. Ayer la sensación sobre el campo fue otra. No hubo desidia, hubo compromiso. Los goles en los demás partidos espolearon a la grada, también a los jugadores que, esta vez sí, se dejaron la vida sobre el campo. Pero no bastó. Era casi imposible de creer que todo saliera bien en la jornada, menos la victoria de la Real. Pero así fue. Y ya sólo queda agarrarse al milagro.
Al milagro o al dinero, porque visto el nivel de los profesionales de esta sobrevalorada Liga, parece que un puñado de millones valen más que el escudo que llevan sobre su corazón. No tengo nada que objetar a que el Racing intente ganar el partido, como no lo tenía a que Osasuna hiciera lo propio. Es más, me parecería indignante que un deportista no saliera a un terreno de juego para ganar. Pero lo que es insultante es la forma en que actuaron algunos jugadores del Racing. Perdiendo tiempo ya desde la primera parte por un miserable punto, que sólo beneficiaba a nuestros rivales directos en esta carrera por la vida. Provocando a los jugadores de la Real. Demorando el lanzamiento de penalti e incluso pisoteando el punto en el que Savio colocó después el balón.
Mientras en otros campos se asaltan los palcos o el cesped, en Anoeta la gente se rindió al esfuerzo de sus jugadores. Demostró una categoría que muy pocos tienen. Insisto, sobre todo ante Savio, al que tribuó una inmensa ovación que podría ser de despedida. Los realistas dimos un espectáculo brillante y emocionante, de esos que hacen sentirse a un aficionado orgulloso de ser de su equipo. Nos iremos a Segunda, pero siempre con la cabeza muy alta. Porque siempre seremos un equipo de primera.
Sí, tuvo ocasiones la Real para ganar, sobre todo ese maldito penalti que no vamos a olvidar nunca si finalmente la Real baja y un cabezazo de Ansotegi al larguero. Pero no hubo gol. Y eso nos condena a una última jornada cruel, agónica y con un sueño casi imposible al final. Ver a los jugadores tirados en el suelo al final del partido me recordó a la sensación tras el partido del Valencia en la temporada del subcampeonato. Nada había acabado, pero los jugadores sabían que aquel día se les escapó el título. Ayer se les escapó el sueño de la salvación. Salvo que un milagro lo remedi.
1 comentario:
Es muy complicado explicar lo que uno siente en este momento. Desde ayer al terminar el partido esperaba que Juan escribiera su crónica. No me valía la de ningún otro medio de comunicación. Escuche los comentarios de Lotina y de Aitor, por la radio (lo de las radios online hay que hacerles una mención aparte,para los que desde la lejanía queremos enterarnos), y vi a un equipo que estab ya pensando en segunda. Aitor decía que creia que iba a ser su último partido en Anoeta y Lotina ya se le venía abajo lo de "LLamadme loco, pero nos vamos a salvar".
Ayer la Real hizo lo que tenía que hacer, jugar al fútbol, y lo hizo bien a mi forma de enterder. Pero en frente se encontró con un equipo algo rebuscado. Pérdidas de tiempo innecesarias, continuas faltas, buscando broncas, con 2 expulsados. Y a Svio, nada que objetarle. Si la Real siguen en primera a día de hoy, es entre otras cosas gracias a Savio. Desde que llegó lo ha dado todo. Y es de recibo agradecercelo. Pero ayer no pudo despedirse de la grada de Anoeta, como el hubiera querido. Esperemos que se replantee su futuro y podamos verlo algo más.
Ayer leí a Luis después de acabar el partido y vi que tenía intención de acudir a Mestalla. Y pensé, ¿ Porque no? .y manos a la obra estoy buscando billete y hospedaje para ser uno más de los que llevemos a la Real en volandas para seguir otro año más en primera.
Y si no pues no pasa nada, incluso hasta a lo mejor nos vendría bien, una limpieza y una curita de humildad en las segunda.
Pero bueno mejor curarse en primera, que las heridas de segunda pueden ser más dolorosas.
Amig@s blogur@s, gracias por dar todo por la Real y hacer sentir a uno todo lo bien que me he sentido con cada lectura de vuestros comentarios.
Aupa erreala ahoar más que nunca
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