El Consejo de la Real Sociedad ha sido ratificado en la Junta General Extraordinaria de Accionistas que se ha celebrado en el Kursaal donostiarra y queha finalizado hace pocos minutos. Y aunque eso traiga estabilidad institucional a la Real, también ha provocado una división, una fractura social como hacía mucho tiempo que no tenía este club, y que no se había visualizado todavía de una forma tan clara (sobre todo porque se entendió que lo esencial era apoyar al equipo), a pesar de intuirse detrás de los cánticos que se escuchaban domingo tras domingo en Anoeta en contra de la directiva. Han pasado muchas cosas en el Kursaal, pero sobre todo han pasado en un marco de tensión, de peticiones de dimisión y de una falta de unidad que es lo verdaderamente preocupante.
María de la Peña, ya presidenta ratificada de la Real, ha hecho un discurso muy suave, sin introducir novedades a lo que ya sabíamos de sus planes. Asumir los errores que nos han llevado a Segunda, hablar del futuro, de los nuevos director deportivo y entrenador, defender la cantera y pedir unidad. Nada que pueda generar nuevos adeptos a su proyecto. Pero la pregunta es: ¿Les creemos ahora? Porque esto es lo mismo que prometieron hace dos años, con los resultados que todos hemos visto. Su gestión les ha hecho perder credibilidad, pero ya no hay remedio, pues han sido ratificados. Y lo han sido, entre otras cosas, porque no había alternativa. APARS intervino en la Junta pero no reveló ni sus planes ni sus nombres. Si lo hubiera hecho, puede que hubiera convencido a más gente.
Todas las intervenciones de accionistas que se produjeron, sin excepción, fueron para hacer críticas al Consejo. La mayoría pidieron su dimisión. Hubo gritos con esa petición que interrumpieron constantemente el discurso de De la Peña. El resultado final de la votación fue anunciado entre una gran pitada. Y, para terminar de crispar el ambiente, la presidenta ratificada dio por concluida la Junta sin llevar a cabo el último punto del orden del día, el de ruegos y preguntas. Eso encendió las iras de muchos accionistas que fueron hasta el notario para hacer constar airadamente sus quejas por este hecho. La última imagen que queda de la Junta es de protesta, de rabia, de ira y de indignación. Muy negativa esa decisión de De la Peña, muy negativa.
La Junta no ha servido para aclarar el control sobre la Real que tiene realmente este Consejo. Según explicó su portavoz, llegó a la Junta con el respaldo delegado de algo más de 17.000 acciones de las más de 68.000 que estuvieron presentes o delegadas en el Kursaal. Es decir, el 25 por ciento de los votos emitidos hoy. Al final, recibió algo más del 46 por ciento de los votos. Y por ahora no sabemos si este 20 por ciento adicional procede de pequeños accionistas o de grandes grupos. ¿Habría continuado este Consejo de haber estado presente más que ese 51 por ciento de las acciones de la Real que estuvieron hoy en el Kursaal? ¿Habría continuado si esto hubieran sido unas elecciones y hubiera habido otras candidatos y alternativas? Preguntas sin respuesta pero que quedan en el aire y, para qué negarlo, añaden incertidumbre sobre la legitimidad social (que no legal, esa es absoluta) de este Consejo.
Porque si algo ha quedado claro en esta Junta es que el actual Consejo no puede lograr la unidad que solicita. Tiene a demasiada gente en contra, y no ayudan a la conciliación gestos como el de salir corriendo en cuanto conocieron que eran ratificados. La ratificación trae estabilidad, sí. Les da un margen para volver a ganarse la confianza de los accionistas, los socios y los aficionados, por difícil que parezca. Pero este Consejo debería ser consciente ya de que no tiene muchas más salidas que adelantar la convocatoria de elecciones y no agotar el largo mandato que todavía les queda. Si realmente cumple su promesa de contar con las ideas de ex presidentes, ex directivos y grandes nombres de la historia de la Real, se dará cuenta de ello.
Pero tampoco hay que volverse locos con las protestas al Consejo y la división social que pueda generar porque ahora mismo la Real es ya el primer equipo. Ya no es la directiva. Ya no es el miedo al vacío. Ya no es la falta de nombres que tomen decisiones para el bien de la Real. Ya no. Ahora lo importante es el primer equipo, porque de ello depende volver a Primera División cuanto antes. Salva Iriarte ya es el nuevo director deportivo. Chris Coleman es ya el nuevo entrenador. Ellos tienen la misión de devolvernos a donde merecemos estar. Y tienen que tener el apoyo de todos. Los foros para solicitar a este Consejo que se marche, algo que sin duda se seguirá haciendo, son otros. El equipo es lo primero.
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