Anoeta, vestido de txuri urdin. |
Anoeta estaba precioso. Prácticamente lleno, con su mosaico txuri urdin, como la caldera que su diseño arquitectónico le negaba ser pero que en los grandes días resuena como ninguna otra. Precioso. Tenía la carne de gallina, los pelos de punta, la lágrima a punto de brotar y el corazón en la garganta. Cualquier tópico vale. Anoeta, sobre todo la gente que estuvo allí (y los que no, los que sufrieron en la distancia, que tienen tanto mérito, incluso a veces más que los que tienen al equipo tan cerca), no se llevó la alegría que esperaba, la que sin duda se merecía por tantos motivos. La Real no ganó y el Valencia sí lo hizo. La clasificación para la Champions League estuvo cerca de convertirse en una quimera, pero el postrero gol de Xabi Prieto, uno de esos que se marcan con el alma de 30.000 personas empujando a la vez, aumentó un poco la esperanza que estuvo tan cerca de perderse durante un partido que permanecerá en la memoria por mucho tiempo.
Fueron tantas las razones para admirar el coraje de la Real, que me quedo también con las que no sentí yo. Johanna Garå, periodista sueca, estuvo en Anoeta por primera vez viendo este partido. Como yo, no daba crédito a lo que estaba viendo, a lo inverosímil que era que el Real Madrid, sobre todo en la primera parte, estuviera ganando el partido. Antes de que arrancara estuvimos hablando de la Real, de su equipo, de sus jugadores. Destacan siempre los jóvenes, claro. Y luego, ya con el balón en juego, me preguntó por la edad de Carlos Martínez, después de que éste hiciera un jugadón, uno de tantos en una deslumbrante actuación más. Al decirle que no es precisamente el último jugador en llegar al primer equipo, añadió una segunda pregunta: "¿Y siempre ha jugado así?". Probablemente no, claro, porque esta es de largo la mejor temporada de su vida, pero la esencia de Charly siempre ha estado ahí, desde aquel entusiasta debut en Segunda contra el Castellón.
#AupaReal, el mensaje antes y después del partido. |
Es ese entusiasmo el que obliga a mantener ese "Aúpa Real" que pidió el club durante una semana más. La ilusión no puede morir así. Con el 2-3 que campeaba en el marcador de Anoeta en el minuto 90, sólo había una posibilidad de las nueve que se pueden dar el próximo sábado que daba a la Real el premio, su victoria en La Coruña y la derrota del Valencia en Sevilla. El gol de Xabi Prieto, el segundo que marcó y el quinto que le hizo al Madrid esta temporada, dio otra posibilidad más: el empate del Valencia también vale siempre y cuando la Real sume los tres puntos. ¿El clavo ardiendo al que nos podemos agarrar? Que el equipo levantino sólo ha ganado 14 de los 67 partidos que ha jugado en terreno sevillista, que en los últimos ocho años no lo ha conseguido ni una sola vez, periodo en el que ha sumado seis derrotas y dos empates, marcando sólo tres goles. Bien es verdad que la Real sólo ha ganado en una de sus últimas nueve visitas a Riazor, pero este equipo ha roto ya tantas estadísticas esta temporada que hay que seguir confiando.
Griezmann, serio. Y ambicioso. |
Y yo confío en este equipo, en estos jugadores, en esta plantilla. Confío porque se lo han merecido. Y a lo que hacen en el terreno de juego añado un detalle más. Cuando salieron a la zona mixta de Anoeta para atender a los medios, las preguntas iban por los mismos derroteros. Que se había escapado la cuarta plaza, que la Real ya no dependía de sí misma, pero que no pasaba nada, que la Europa League era ya un premio extraordinario. Sí, lo es. Pero sus caras no decían eso. En sus ojos dolía la derrota, que ni es definitiva ni se produjo en el partido. Pero ellos saben que algo se perdió el domingo. Y por eso sus miradas, sus expresiones, transmitían ese dolor. Quieren la cuarta plaza. La ambición forma ya parte del vestuario de Anoeta. Y cuando eso es lo que se siente, sí que no pasa absolutamente nada por no ganar al Real Madrid o por no lograr la cuarta plaza. Lo que se le puede exigir al equipo es esa ambición que ahora ya tienen. Ganar o perder forma parte del deporte. El domingo pasado nos tocó perder. ¿Pero y si ganamos el sábado que viene? Sí, habrá una semana más de ilusión.
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