martes, mayo 14, 2013

REAL SOCIEDAD 2 - GRANADA 2 Montanier tira otros dos puntos a la basura

El once inicial de la Real.
Philippe Montanier es el culpable de que la Real no haya ganado su partido contra el Granada, a priori el más asequible de los cuatro que le restaban. Podremos poner todas las vendas que queramos, y hablar de que se mantiene el cuarto puesto. Pero lo de hoy es la evidencia de que Philippe Montanier no es un buen entrenador, que no sabe gestionar su plantilla, ya desde las convocatorias, ni entiende las dinámicas de los partidos. Hoy ha dilapidado un muy buen encuentro de la Real, con una alineación valiente y correcta, pensada para solventar el partido por la vía rápida. No ha sido así, y no ha sido capaz de entender las nuevas circunstancias del choque, frente a un Granada que sí lo hizo. Alcaraz tardó en incorporar a Buonanotte, pero cuando lo hizo el partido cambió de rumbo. Se pudo sentenciar, pero el planteamiento fue entonces un regalo del entrenador realista, que ni siquiera vio por donde le veían los golpes a su equipo. Es increíble que, con el fútbol desplegado y las ocasiones generadas, la Real no haya ganado este partido. Mala suerte, sí, pero algunas cosas más que hoy, sin la victoria, quedan más al descubierto.

La apuesta de Montanier fue clara. Había que sacar adelante este partido y además pronto. Para ello, el técnico innovó en su planteamiento. Dejó a Markel como pivote único, con Xabi Prieto y Griezmann por delante y toda la artillería en ataque, con Vela y Chory Castro por las bandas y Agirretxe en punta. Como planteamiento de salida, valiente y acertado. La colocación de sus hombres, correcta. Y la ejecución durante muchos minutos fue casi intachable. ¿Cuál fue el problema? Que el partido no se solucionó como se esperaba, y no por falta de méritos. Pero como el partido no se solventó, hacían falta decisiones y soluciones. Éstas no llegaron nunca y el partido se fue de esa forma. Montanier erró. De forma grave. Como en tantas otras ocasiones, incluso sin que el resultado le fuera tan adverso como hoy. Pero hoy el Granada se ha llevado un punto y ha dejado otro en el limbo y deja a la Real sumida en una depresión increíble sólo media hora antes del final del encuentro.

La Real es cuarta y depende de sí misma para conseguir esa plaza y clasificarse para la previa de la Champions. Todo lo que hay que hacer es sumar de aquí al final de la temporada los mismos puntos que el Valencia. Lo mismo que se ha hecho en estas 35 jornadas ya disputadas. Esos son los datos puros y simples. No es cuestión de ser pesimista u optimista, es cuestión de ver por qué se llega a estas situaciones. Y la de hoy tiene explicaciones sencillas. La Real ha jugado un muy buen partido. Ha terminado la primera mitad ganando porque el esquema de salida ha funcionado, porque tiene un delantero en una racha impresionante, porque los laterales han demostrado que están a un nivel de selección, y porque Griezmann, y en menor medida Xabi Prieto, han realizado un partidazo, entendiendo a la perfección su función en el engranaje del equipo. Vela siempre pareció algo más desconectado aunque sus apariciones fueron fundamentales y los centrales, especialmente Iñigo Martínez, anduvieron algo nerviosos. Pero la actuación general fue más que correcta.

Además, el partido se puso pronto de cara. A los nueve minutos, Chory Castro botó una falta desde la banda derecha, que Agirretxe, increíblemente libre de marca, empujó de cabeza al interior de la portería de Roberto. Ese fallo de marcaje no tuvo nada que ver, pero el delantero realista estaba en posición de fuera de juego, y fue la mala colocación del asistente lo que le impidió verlo. El Granada empató pronto, apenas seis minutos más tarde, pero la principal explicación a ese tanto hay que buscarla en el propio juego. Fue un accidente. Un rechace desde la frontal, eso sí provocado porque Markel se desentendió de la jugada de una forma inexplicable, le cayó perfecto a El Arabi para colocar el balón lejos del alcance de Bravo. La Real quería cerrar el partido con rapidez, y ese empate daba al traste con sus planes, así que , aún con este esquema diferente, optó por la paciencia habitual. Eso redundó, como casi siempre, en el control del partido, en una clara sensación de peligro cuando el balón llegaba a las inmediaciones del área rival, pero también en pocas ocasiones de gol reales.

De hecho, lo más destacable del tramo central de la primera mitad, además de un penalti reclamado por Iñigo Martínez y una posible agresión sobre De la Bella que acabó en una buena ocasión del Granada, fue otra demostración de que la Real sigue pecando de ingenuidad. Siqueira, quizá de lo más peligroso del Granada en la primera mitad con sus internadas por la banda izquierda, quedó tocado tras una jugada poco antes de la media hora, pero aguantó hasta el descanso. ¿Cuántas veces intentó la Real buscarle para sacarle bien la segunda tarjeta amarilla, bien una jugada de peligro? Ninguna. Y eso que en esos minutos Vela y Chory cambiaron de banda. El juego se volcó inexplicablemente por la banda izquierda del ataque txuri urdin en esos minutos y la picardía brilló por su ausencia. Pese a todo, y tras un par de intentos de Griezmann desde fuera del área, la Real llegó al gol. Chory inició la jugada por la banda derecha, abrió a Vela hacia la izquierda y su magnífico pase con rosca, quizá su primera acción de mérito en el partido pero tan decisiva como de costumbre, lo cazó Agirretxe con un inverosímil remate de pecho. Un auténtico golazo que llegaba, además, en el psicológico minuto 45.

Con el 2-1 en el marcador, la táctica de la Real volvió a ser la misma que en el arranque del partido, finiquitarlo cuanto antes con su gran pegada. Y así, su primer cuarto de hora tras la reanudación fue sensacional. Agirretxe estuvo muy cerca del hat trick en dos ocasiones, ambas buscando dos pases espléndidos de Chory Castro, que parecía ir ganando enteros con el paso de los minutos. En la primera, el colegiado Estrada Fernández escamoteó un claro córner; en la segunda, y después de un espléndido control, estrelló el balón en el palo. El partido de Agirretxe fue sencillamente maravilloso y el hat trick le habría coronado de forma justa, pero en la segunda mitad la suerte le fue esquiva. Acto seguido, hubo un penalti muy claro por mano de Diakhaté por mano, pero parece que en Anoeta los penaltis así pasan absolutamente desapercibidos. El partido fue claramente de la Real hasta el minuto 65. Hasta que duró la gasolina de todos sus hombres. Y a partir de ahí, se convirtió en un correcalles que Alcaraz buscó aprovechar y del que Montanier no tuvo noticias.

Las ocasiones se sucedieron en una y otra área sin respiro alguno. Bravo salvó el gol del Granada en una falta ensayada que la defensa realista no llegó a oler. La respuesta txuri urdin, un mal disparo de Vela en una jugada en la que tenía pase a dos compañeros dentro del área. Los andaluces replicaron con un disparo de Nolito tan precioso como la parada a mano cambiada con la que respondió un hoy muy acertado Bravo. La nueva respuesta de la Real fue un disparo magnífico de Vela, de primeras tras un muy buen pase de Ifrán desde la banda derecha, que se estrelló de nuevo contra el palo. El Granada replicó con dos nuevas intentonas de Brahimi, despejada por Bravo, y de Buenanotte, directamente fuera. Y la Real pudo hacer nuevamente el tercero con un extraño cabezazo de Estrada que sacó Roberto, cuando parecía que el jugador txuri urdin tenía todo el tiempo del mundo para controlar otro gran pase de Ifrán y disparar con mucha más comodidad. Era el minuto 86 y esa fue la última llegada de la Real. A partir de ahí, todo fue del Granada. Y hubo mucho por poco tiempo que faltara para el final.

Algunos de los protagonistas de estas jugadas ya dan idea de cómo habían reaccionado los entrenadores. Alcaraz metió fútbol y pólvora para dominar el despoblado centro del campo y aprovechar el cansancio de la Real con Buonanotte y Aranda, éste en el minuto 73. Para entonces, Montanier sólo había hecho un cambio, y francamente difícil de entender. Chory parecía el jugador más entonado, ayudando además en el centro el campo, y sin embargo fue el primero en salir del partido para dar entrada a Ifrán por la banda. El centro del campo se mantuvo intacto, a pesar de que eran evidentes los signos alarmantes. Markel ya no llegaba a los balones, Griezmann y Xabi Prieto llevaban muchos minutos en sus piernas, y más lo notó el capitán que, recordemos, salía de una lesión. En el banquillo estaba Zurutuza, del que después dijo el técnico realista que no se encontraba bien, y Pardo. Ninguno de los dos tuvo un solo minuto. Ros, en la grada. Pero no acabaron ahí las decisiones irresponsables de Montanier, que no introdujo su segundo cambio hasta el 80.

Ese cambio fue lo que determinó el signo del encuentro porque no resolvió nada y permitió que el Granada mantuviera el mando. Montanier metió a Estrada por Vela, y colocó al primero en la banda izquierda. El centro del campo seguía hundiéndose sin remedio. El tercer cambio llegó en el minuto 89. Insisto, en un partido de ritmo altísimo, y el último relevo fue consecuencia de eso mismo. De la Bella no pudo más tras sentir molestias en una jugada anterior, una salida desde atrás precisamente motivada por la ausencia de control en el centro del campo, y Montanier dio entrada a Cadamuro. La zozobra en la medular, con un balón perdido por Markel, se cobró la tarjeta de Mikel González, que no jugará en Sevilla por acumulación de amonestaciones. Pero lo peor estaba por llegar, y pudo llegar antes si Bravo no saca un córner que le remataron a bocajarro. En el minuto 93, un balón largo del portero con los dos equipos dentro del área de Bravo devino en una serie de rechaces y el gol de Recio. Hay un jugador del Granada en fuera de juego, justo delante de Bravo, que incluso se aparta de la trayectoria del balón. Pero ni de eso se dieron cuenta los realistas, sabedores de lo que había sucedido.

El marcador final.
El que no lo supo fue Montanier, que encontró una forma de jugar sin el imprescindible Illarramendi pero no fue capaz de asimilar lo que demandaba el partido según avanzaba. El equipo se vació buscando la victoria rápida que necesitaba, pero se encontró un Granada peleón y con hombres de calidad arriba, y, una vez más, moleste a quien moleste, el técnico realista recibió una lección desde el banquillo rival, que encontró premio en el descuento a su impecable lectura de la segunda mitad y de las debilidades que Montanier prácticamente señaló con sus errores. Falló en lo táctico y falló en los cambios. Pudo haber movido la pizarra y desde luego que tuvo que haber movido el banquillo de otra forma. Y no es casualidad que se escaparan así los dos puntos. No es tampoco oportunismo. Es la lógica consecuencia de una forma de ser y de proceder. Los buenos resultados ocultaron muchos debates y hoy pagamos ese error. Se puede disfrutar y debatir al mismo tiempo y la Real no lo hizo. Y el banquillo con el que acabó Montanier es una clara evidencia de los fallos de otros días. Dos puntos más a la basura que hacen que la celebración por el regreso a las competiciones europeas, matemáticamente certificado en esta jornada, sea de lo más agridulce.

1 comentario:

Juan Rodríguez Millán dijo...

Javi, hasta Xabi Prieto ha dicho que el empate se veía venir desde el césped. Lo del centro del campo fue escandaloso, lo podía ver cualquiera, y por eso duele más. No hacía falta una genialidad para solucionarlo. Ese miedo que nos hace retroceder lo hemos visto muchas veces, pero es verdad que este año no demasiado hasta ahora.