La demoledora pegada de la Real puede con todo. Con sus rivales y con sus propios defectos. Literalmente, con todo. Porque ya da igual que el equipo txuri urdin juegue contra un rival de arriba o de abajo, en Anoeta o como visitante, incluso bien o mal. Da igual. Esta Real tiene tantísimo talento que parece inevitable que en su casillero siempre se sumen varios tantos. Y así las victorias siempre son factibles. Hoy ha sido el Málaga el equipo que ha sufrido las cualidades de los realistas, el que se ha visto sobrepasado en diez minutos eléctricos y deslumbrantes, que han servido para tapar lo peor de un encuentro de ritmo cansino, de múltiples decisiones equivocadas antes y durante el encuentro y que deja la mala noticia de dos lesiones más, las de Vela, autor por cierto del gol 3.000 de la Real en Primera División, y Zurutuza. La victoria tiene un valor excepcional, por los tres puntos en juego, por meter ya cuatro de ventaja a un rival directo, por ganarle el average particular y porque se mantiene la cuarta plaza una semana más.
El partido se resolvió en los nueve minutos en los que se vio a la Real, a la mejor versión de este equipo, a la que es capaz de destrozar a sus rivales sin que sepan por dónde les sopla el viento, la que sabe explotar las cualidades de sus jugadores y la que tiene una altísima efectividad de cara a la portería contraria. Y eso arrancó en el minuto 20, cuando Griezmann lanzó un zambombazo al larguero, en un disparo que hubiera sido un maravilloso e histórico gol 3.000, y el balón acabó en córner. Ese saque de esquina lo puso el francés en el segundo palo de forma sensacional y encontró un remate maravilloso de Agirretxe, que Kameni sacó en su mejor acción del partido, pero el rechace cayó a los pies de Vela que ejerció de estrella y puso el 1-0. De esta forma, y por si le faltaba algo, se cuela ya para siempre en la historia de la Real, como autor del milenario tanto y junto a los nombres de Mendiluce y Larrañaga.
No era más que el comienzo del vendaval txuri urdin. Una jugada en la que se rondó el disparo en varias ocasiones continuó con el despeje de la defensa del Málaga. Allí llegó De la Bella, que enganchó un zapatazo descomunal, raso y potente, ante el que Kameni no pudo hacer nada. Un golazo maravilloso, el tercero que marca el lateral en esta temporada, que ponía el 2-0 en el marcador y que coronaba una actuación prodigiosa. Y el Málaga, cuatro minutos después de ponerse por debajo en el marcador, seguía sin saber por dónde le caían los golpes. Pero quedaba la guinda. Un extraordinario pase a la media vuelta de Agirretxe, que coronaba así una primera parte sensacional, encontró la carrera de Griezmann, esa que tan bien sabe aprovechar el francés, que corrió, encaró y disparó con la enorme cantidad de clase que atesora. 3-0. Casi sin despeinarse y como producto de una pegada increíble, que ya solventó por ejemplo el partido del Valladolid en muy pocos minutos.
Pero salvando esos diez minutos alocados y, por supuesto, el marcador y sus consecuencias, la Real sufrió. Y sufrió por deméritos propios. Que el Málaga se presentara en Anoeta prácticamente con el equipo suplente, pensando en su partido en Dortmund del martes, le hizo mucho bien al conjunto de Montanier, porque fue el equipo andaluz el que quiso dominar el partido desde su arranque. Los realistas salieron al campo con pesadez y sin fluidez. No ayudaba que Montanier mantuviera ese discutible triángulo inverso con Markel como pivote único (sólo un robo de balón en los primeros 45 minutos, cuando todavía había partido) e Illarramendi lejos de su zona de mayor influencia (aún así, soberbio, robando balones por todo el centro del campo y cubriendo una cantidad de terreno descomunal). Sin salida de balón, sin que el esférico llegara a las zonas de peligro, la Real sufrió. Y eso que el Málaga tampoco ahogó demasiado y, sobre todo, no era capaz de disparar a puerta. Eso es lo que salvó al equipo de Montanier en esos casi veinte minutos espesos, probablemente los peores en mucho tiempo.
Pero llegó ese latigazo de Griezmann (ante la cierta ausencia de Vela en el juego, mermado sin duda, como después se demostró), el primer disparo de la Real y, como ya ha sucedido en otras ocasiones, fue la chispa que abrió la caja de Pandora. Coincidió la lesión de Zurutuza con el final de esos diez minutos eléctricos y a Montanier no le quedó más opción, porque no tenía otra en el banquillo, que colocar a Pardo en el campo. También lejos de su mejor posición, quizá lastrado por su situación personal en el equipo o por la razón que sea, no fue el día del canterano. Aún con algún pequeño detalle, Pardo no tuvo la influencia en el juego que se hubiera podido esperar de él en un encuentro prácticamente decidido y, con 60 minutos por delante, ninguna obligación de demostrar enseguida que tiene sitio en el once. Pardo, que precisamente hoy era noticia por aparecer en la portada del diario Marca relacionado con el Real Madrid, hizo probablemente su peor partido con la camiseta de la Real, dejándose desquiciar además por las marrullerías de sus rivales.
Incluso la habitual tranquilidad que venía teniendo la Real en los últimos meses para manejar los tiempos de los partidos pareció desparecer. Y, sí, es inevitable pensar ahí en la ausencia de Xabi Prieto tanto como en la colocación del centro del campo. Pero, insisto, daba igual. Porque Griezmann mostraba chispa, Agirretxe daba salida de balón, Iñigo Martínez cortaba todo lo que llegaba a la frontal del área, De la Bella estaba en todas partes de su banda y Carlos Martínez dejaba en mal lugar en incontables ocasiones a quienes decían que no sabía defender. Pero la relajación era tan evidente que el gol del Málaga parecía inevitable. Un despeje, otro, de Carlos Martínez, cayó al agujero que tenía la Real en el centro del campo. La ausencia de Markel para recogerlo permitió que Morales enganchara un disparo fuerte pero muy centrado que Bravo se tragó de forma bastante inexplicable. Era el primer tiro entre los tres palos del Málaga y llegó en el minuto 43, dándole un toque de incertidumbre al resultado final que tras esos diez minutos salvaje no eran previsibles.
Esa incertidumbre se acabó en seis minutos, los que tardó Iñigo Martínez tras la reanudación en anotar el cuarto gol de la Real, con un potente testarazo en un saque de esquina fantásticamente botado por Pardo. La estrategia ha sido uno de los grandes lunares a lo largo de la temporada y hoy, curiosamente, dos de los goles llegaron en sendos córners. Cuando se sacan como se tienen que sacar, hay resultados. Y se puede decir sin miedo a resultar oportunista, porque el primero que se botó hoy ante el Málaga fue un gilicórner absurdo que no llegó a nada. La peor noticia del partido, aunque parece que no tendrá mayor importancia, llegó después, en el minuto 65. Vela estuvo a punto de hacer el quinto, con un disparo que, tras tocar un defensa, se estrelló en el palo. Al hacer el movimiento del disparo se resintió de la lesión que le impidió jugar en Barcelona y que le hizo ser duda para este partido. El mexicano forzó, eso es comprensible. Pero con 3-1 al descanso y con 4-1 en el minuto 51, debió ser sustituido. Las reacciones del banquillo siempre son tardías.
Con ese 4-1, la Real cayó de nuevo en el sopor que había dominado su actuación en la primera mitad, salvando de nuevo esos diez minutos que merecen elogiosos adjetivos de todo tipo. Y sin presión, dejó que el Málaga hiciera, adelantara sus líneas y se acercara al área de Bravo. Cierto es que apenas pudo generar ocasiones de peligro, lo que acentúa aún más la preocupación por los goles encajados, que sumaron cuatro en los dos últimos partidos cuando Roque Santa Cruz hizo el segundo del Málaga al rematar un magnífico centro de Pizón, aprovechando esa relajación realista. El triunfo no peligró. En realidad, no pasaron muchas más cosas a pesar de quedar veinte minutos por jugarse. Montanier hizo gala del poco banquillo que tenía en el partido al colocar a Estrada como extremo en lugar de Vela y, con Agirretxe y Griezmann muy cansados, dando a Ifrán apenas seis minutos, demasiado pocos una vez más para confirmar la escasa confianza que el técnico francés tiene en los jugadores que completan su grupo tipo de catorce jugadores.
La victoria es importantístima, que nada de lo negativo apuntado en las líneas anteriores distraiga de esa impresión. En el fútbol se puede ganar de muchas maneras, y si otras goleadas de la Real llegaron por un fútbol deslumbrante y continuado, hoy se debe a esos diez minutos eléctricos y a que ha tenido un buen rival pero despistado por los cantos de la Champions que está jugando. Y no es nada desdeñable el hecho de que se gane, con goles y solvencia, en partidos en los que hay muchas cosas que no salen bien, porque eso es lo que hace que los equipos lleguen a la zona noble de la clasificación. Es lo que tiene esta Real, que no está notando las bajas en sus resultados y que tiene a unos cuantos jugadores, muchos, en un estado de forma descomunal. Esa seguramente es la clave de que no se noten las ausencias. Chory y Xabi Prieto salieron del equipo en una forma espléndida, pero el relevo lo cogen Griezmann, Vela o los dos laterales. Porque Illarramendi no entiende de estados de forma y se mantiene a un nivel excepcional. Una semana más, la Real será cuarta en solitario. La Champions está cada vez más cerca.
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