viernes, abril 26, 2013

Mal de altura, escasa memoria

El gol de Xabi Alonso en la 2002-2003.
Durante los diez años que han transcurrido desde entonces, y no creo que se borre nunca, he tenido grabado en la cabeza ese pase de Xabi Alonso en el último minuto de la jornada 36 de la temporada 2002-2003. Un pase que estaba llamado a ser el que nos permitiera ganar nuestra tercera Liga. Un pase al que Kovacevic no llegó por milímetros. Un pase que no se convirtió en la asistencia que dejara a la Real con tres puntos de ventaja sobre el Real Madrid con seis por jugar. Recuerdo las caras de los realistas al final del partido. Eran caras de decepción, que mostraban que la ocasión, de alguna manera, se había escapado, aunque quedaran dos partidos por jugarse. Fue en Vigo donde el sueño se rompió en mil añicos, pero fue en ese pase, culminación de 90 minutos frustrantes, cuando la ilusión se resquebrajó lo suficiente como para que finalmente no se consiguiera. Aquel día, la Real jugó media hora contra diez jugadores y no fue capaz de mover el 1-1 definitivo.

Puede que aquel día la Real sufriera mal de altura, por mucho que la historia no quiera recordar que el gol del Valencia llegó como resultado de una falta inexistente que señaló Turienzo Álvarez en respuesta al piscinazo de Vicente. Puede que pesara mucho la responsabilidad de saber que el Real Madrid empató un día antes, y lo mucho que lloraron algunos jugadores como Roberto Carlos o Michel Salgado, dejando la Liga en nuestras manos. Eso sólo sucedió aquel día, porque el equipo de Denoueix llegó a aquel partido después de cuatro victorias consecutivas que le permitieron conseguir el liderato y 18 de los 21 puntos que se pusieron en liza antes de recibir al Valencia. Vigo no fue mal de altura. Vigo fue un hermoso duelo futbolístico entre dos grandes equipos del que salimos llorando. Pero sí, el choque contra el Valencia estuvo marcado por mal de altura. Me acuerdo ahora de esto porque, al parecer, desde Valencia se cree que, este fin de semana y en las otras cinco jornadas de Liga que quedan, a la Real le va a suceder lo mismo. Y eso ha hecho que recuerde aquel partido... y otros que se han jugado entre Real y Valencia en los últimos años.

Karpin hizo el 5-2 final en la temporada 1995-1996.
Hablan ahora de remontar el average particular a la Real y el Valencia jamás ha conseguido un Donostia un resultado que le permita ganarlo. Lo igualaría con el 0-3 que consiguió... en la temporada 1941-1942, en la que el Valencia fue campeón y la Real colista. ¿Superarlo? No lo han hecho nunca. ¿0-4? Claro, puede ser, pero me van a permitir los valencianistas que lo dude. Pero golaverage al margen, me acuerdo de más cosas. Me acuerdo de la temporada 1995-1996, en la que el Valencia se presentó en Anoeta con cierta chulería, presumiendo del dinero que se podía gastar, y de hecho se gastó, en quitarnos a Karpin (¿nació en aquellos tiempos la millonaria deuda que ahora le da ventaja?) y queriendo ser campeón de Liga, y se llevó un 5-2 memorable, con cuatro goles en 23 minutos una primera mitad inolvidable. Me acuerdo de que en la temporada 2001-2002 llegó el Valencia a Anoeta en la jornada 14 también muy crecidito, sin haber perdido ningún partido. Y se llevó un contundente 2-0, los dos de Jankauskas, que Toshack recuerda con frecuencia por el hecho de que Xabi Alonso se merendara a los entonces internacionales Albelda y Marchena.

Pero me acuerdo también de otro partido que ha quedado algo sepultado en la memoria colectivo, del de la temporada 2004-2005. Entonces, la Real había sumado sólo un punto de los 15 que se habían jugado desde el inicio de 2005 y se había metido de lleno en la pelea por no bajar, teniendo todavía buena parte del equipo subcampeón de 2003. Llegaba el Valencia, campeón de Liga, pensando en sus últimos cartuchos para seguir luchando por el título aunque, ilusos de ellos, tenían 14 puntos de desventaja sobre el Barça en la jornada 21. Y el consejo realista que presidía ese lince de las decisiones estratégicas que es José Luis Astiazarán decidió que los socios tuvieran que pasar por taquilla. Claro, desconocíamos entonces el desaguisado económico que se estaba fraguando. En Anoeta aquel día estuvieron 15.587 personas, la peor entrada hasta entonces de su historia. Y, sin embargo, Anoeta rugió como nunca. Los que estuvieron, se hicieron notar. Animaron hasta la extenuación para que Nihat hiciera el 3-3 final en el minuto 91, después de que Baraja hubiera empatado en el 82 y Xisco hubiera hecho el 2-3 en el 89. Por todo, fue un día grande.

Nihat celebra el 3-3 de la 2004-2005.
No sé si la Real de esta temporada tendrá mal de altura en alguna de las seis jornadas que quedan para que se acabe la Liga. Pero si hay un rival al que hay ganas de demostrarle que no es así, ese es el Valencia. El que nos alejó de nuestra merecida tercera Liga, en una lucha además que le dejó sin el premio que estaba buscando (precisamente la cuarta plaza y la Champions que sí logró el Celta ganándonos en Balaídos). Y que desde Valencia vengan crecidos, no hace sino apuntalar el deseo de que el conjunto txuri urdin dé la cara como nunca este domingo. En Anoeta no habrá 15.587 personas para presenciarlo. Habrá muchas más. El ambiente será de los grandes. Tiene que serlo. El partido, de los bonitos de jugar. Y el rival, uno perfecto para que el equipo saque lo mejor de sí mismo y prolongue esa racha de tres victorias consecutivas en Liga contra el conjunto valenciano que acumula Montanier desde que es entrenador de la Real. Que el Valencia pague su escasa memoria sobre lo que ha vivido en San Sebastián con otra noche para recordar.

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