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La grada de Vallecas ocupada por la afición txuri urdin. |
Después de vivir experiencias futbolísticas en Vallecas con la Real, a veces es difícil encontrar palabras para describirlas. Y eso es así porque siempre es emocionante. No importa ganar o perder, que la Real responda a lo campeón como lo hizo el pasado domingo o con el partidazo que hizo allí la Real de Lasarte en Segunda, que haga el ridículo como lo hizo hace algo más de un año cuando salió del Estadio de Vallecas como colista o en aquel último partido de Clemente antes de ser cesado como técnico txuri urdin, o que seamos apenas decenas de aficionados vestidos de blanco y azul como lo hemos sido hace no tantos años o que se nos cuente a miles como ayer. Es Vallecas y es emocionante. Llevo años defendiendo este barrio madrileño como un paraíso para el aficionado realista, como todo un santuario, por modesto que sea, para ver fútbol en su esencia más hermosa, y como un imprescindible lugar de peregrinaje para todo aquel lleve el escudo de la Real sobre su corazón.
Las emociones duran dos días después. Y las primeras palabras de agradecimiento tienen que ser para el Rayo. El club, en un gesto que nunca tendríamos que cansarnos de agradecer, da siempre la bienvenida a los realistas por megafonía, y habla de lo que tiene que ser el fútbol, la cercanía entre los aficionados, el buen rollo entre diferentes, el respeto absoluto a una camiseta ajena. Pero sobre todo hay que alabar a las gentes del Rayo. Durante el partido, cada uno defiende lo suyo, pide las tarjetas que considera necesario, protesta los penaltis que le hacen y se deja la garganta animando a los suyos. Pero sabiendo que delante tiene un rival especial que se ha ganado la mutua admiración que se evidencia cuando el calendario nos regala una de estas jornadas. Emociona, desde luego que sí, que dos aficiones compartan sensaciones, que en la protesta local participe la afición visitante, que aquella se acuerde de Aitor Zabaleta, que una y otra coreen el nombre del equipo rival al margen del resultado. Pero que los clubes entiendan esa magia no suele ser tan fácil. El Rayo la entiende. Y la Real también. El
vídeo que ha hecho público el club (ejemplar su trabajo en las redes sociales) para agradecer el esfuerzo de tantos realistas es algo a tener muy en cuenta. Algo más que sumar a la experiencia de Vallecas.
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La llegada del autocar de la Real al Estadio de Vallecas. |
Miro una y otra vez la fotografía de la grada o las del recibimiento al equipo en la calle del Payaso Fofó y se me pone la piel de gallina. Pero, al mismo tiempo, siento una profunda tristeza. Me explico. Que algo tan hermoso en torno a un partido de Primera División como lo que se vio en el Rayo - Real Sociedad apenas encuentre eco mediático es una pena. El fútbol tendría que servir para unir, pero vende más una trifulca que tenga como protagonistas a jugadores, entrenadores o presidente del Fútbol Club Barcelona y el Real Madrid que el hermosísimo espectáculo que se vivió en Vallecas. Más de dos mil realistas tomaron Madrid. No es que no hubiera incidentes, que no los hubo. Es que hubo abrazos, apretones de manos, cánticos de alegría y camaradería, felicitaciones al ganador y ánimos al perdedor. Deporte en estado puro, de ese que tanto se clama por recuperar en este mundo dominado por el dinero y en el que tantas cosas se han perdido. Pero cuando suceden cosas como las de Vallecas... no se habla de ellas más que por quienes han tenido la suerte de vivirlas. Suspenso absoluto para los medios de comunicación, que con otros equipos sí prestan atención a estas cosas. Y las alaban. De los nuestros, ni palabra. Allá ellos.
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Con el 12, Atotxa. |
Y hay un detalle más que me apasiona de estos desembarcos masivos. Un amplísimo porcentaje de realistas viaja con su camiseta. Eso permite ver modelos de muchas temporadas atrás y, sobre todo, el reconocimiento que se otorga a jugadores de otras épocas. Me encanta leer esos nombres, sorprenderme con algunos (vi un chaval que llevaba el 14... de Sarpong), verlos en camisetas de temporadas en las que no llegaron a defenderlas pero que implican que el cariño permanece. Los nombres que todo el mundo puede tener en la cabeza, los de Karpin, Kovacevic, Nihat, Alonso... todo el equipo del sucampeoanto de 2003. Los de otros jugadores que no llegaron a tanto como Sa Pinto. Los de suplentes de la temporada actual que apenas han podido disfrutar sobre el verde como Ansotegi o José Ángel. Los del actual director deportivo, Loren, o del hombre txuri urdin mediático de moda, Gurrutxaga. Pero hay una que me emocionó profundamente. Con el 12 a la espalda de una camiseta suplente de la temporada 2010-2011, leo "Atotxa". ¿Cómo íbamos a perder si Atotxa estaba en Vallecas? Estaba, ya lo creo que estaba. Lo sentimos todos los que llegamos a verlo. Y eso, en el año en que nuestro viejo campo hubiera cumplido cien años de vida, no tiene precio.
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