martes, abril 23, 2013

'Mi abuela y diez más', de Ander Izagirre

Portada de 'Mi abuela y diez más'.
"No es por el fútbol. Es por la Real". Ander Izagirre dice que no le gusta el fútbol. Que su deporte es el ciclismo. Y sin embargo acaba de publicar Mi abuela y diez más, parte de la colección Hooligans ilustrados de Libros del K.O. Y es un libro sobre la Real. Sobre la Real, sí, pero también sobre su vida, su familia y sus vivencias. Sobre Atotxa, el chaval con síndrome de down que escupía a los rivales desde el córner, el paso a Anoeta, el gol de Zamora, Mitxel Loinaz, el partido de Vitoria y los tres años en Segunda, la carrera de Toshack al centro del campo para abrazar a Carlos Xabier tras su gol al Madrid. Pero también sobre la bandera que su abuela Pepi le hizo para ir a Atotxa a celebrar el segundo título de Liga, la tradición de lanzar cohetes en los goles en el viejo campo de Duque de Mandas creada por un miembro de familia, su tío Patxi Alcorta, aquel traje completo de la Real que los Reyes Magos dejaron en casa de sus abuelos después de que la Real ganara la Liga y venciera la maldición de Comet. No es por el fútbol, no, es por la Real.

Esa frase con la que arranca el párrafo anterior la pronunció ayer el autor en la presentación que hizo de su libro en la librearía Tipos infames de Madrid. Y es una idea que se repite en el propio libro. Y, claro, uno se pregunta cómo es posible que alguien que dice que no le gusta el fútbol puede escribir algo tan bonito sobre la Real. Algo tan sentido y tan personal. Y es que la Real es fútbol, pero es mucho más que eso. No hace falta una enciclopedia para que lo sepamos los que somos de la Real Basta, a veces, con un libro tan pequeño como éste. De hecho, la definición que Emilio Sánchez, el editor de Libros del K.O. presente en el acto, hizo de esta colección habla justo de eso. Son, dijo, "pequeños libros de fútbol, una mirada irónica, tierna, diferente, una visión del fútbol diferente a la tradicional guerra de trincheras de la prensa deportiva que a veces maneja unos registros muy previsibles y a veces un poco aburridos". Por eso es tan hermoso ver un libro como éste, centrado en un equipo que no llega a los titulares de los grandes medios.

Ander Izagirre dice que no entiende de fútbol y que le da "hasta cierto repelús la saturación de fútbol en todos lados". "Para mí, poner la tele y ver una etapa de la Vuelta a Castilla y León es casi un gesto de rebeldía espiritual", dijo, arrancando risas en el público que acudió a la presentación. Pero la Real es otra cosa. Eso es Mi abuela y diez más, un recuerdo por la memoria personal del autor que, en buena medida, se convierte en la memoria colectiva de la afición txuri urdin porque están los momentos que han marcado algo más de los últimos treinta años de vida de la Real. Pero eso podría escribirlo cualquiera acudiendo a Google o Wikipedia. El valor está en unir a lo que todos hemos vivido esos otros momentos que no todo el mundo recuerda. "Estar en Anoeta el día del estreno en Segunda era un deber evidente y autobiográfico para mí", dice en el libro. Para mí también lo era. Ambos estuvimos allí junto a otras 16.701 personas más.

Ander Izagirre y el editor Emilio Sánchez
"El partido más desolador que he visto nunca, lo vi entero en la tele, fue un Sevilla Atlético 1 - Real Sociedad 0. Estás jugando contra un filial, algo humillante, en un estadio, el Sánchez Pizjuán, vacío, sin gente se oían los gritos de los entrenadores, y encima el Sevilla Atlético esa temporada ganó dos partidos de 42", contó en la presentación. Yo no estuve en aquel, pero sí en el del año anterior. Y de aquel estadio vacío vi cómo se marchaba la mayor parte de la poca gente que había ido porque el Sevilla comenzaba a jugar como visitante, por la tele, veinte minutos antes de que finalizara el partido de su filial. Para los sevillistas éramos un pasatiempo, un aperitivo. Pero para los que somos de la Real aquel partido era historia. Aquella visita a Sevilla está en el libro porque Ander Izagirre escribió entonces en su blog que "si en el lecho de muerte echo en falta dos horas, van a ser éstas" y alguien le dejó un comentario diciéndole que acabaría recordándolas con cariño. El autor de ese comentario era Carlos Marañón, hijo de Rafael Marañón, "el odiado Marañón" que jugó en el Español cuando todavía se llamaba así.

Carlos Marañón estuvo ayer en la presentación., y recordó que aquel Pukki que hizo el 1-0 del Sevilla Atlético en aquella tarde infame que recuerda Ander Izagirre en el libro, es el mismo que marcó el gol con el que Finlandia empató ante España hace nada en la clasificación para el próximo Mundial de Brasil. Es uno de esos pequeños guiños que dejan la vida y el fútbol. Como que el autor del libro pueda presumir de que la idea de lanzar esos hermosos cohetes que de nuevo anuncian los goles en los partidos de Anoeta nacieran en Atotxa por iniciativa de su tío Patxi. Sólo eso ya te da una legitimidad moral y personal para escribir un libro sobre la Real. O que la abuela del título le hiciera a Ander aquella bandera con un trapo de cuadros blancos y azules. "Mi abuela Pepi murió en agosto del año pasado. Era una persona muy cercana para mí, yo hablaba con ella casi a diario. La última vez que recuerdo a mi abuela en la calle era hace diez años, cuando la Real fue subcampeona y el autobús de los jugadores paseó por la ciudad", explicó en la presentación.

Otra de las cosas que dijo Ander es que se siente un privilegiado. "Hablo con gente que es dos o tres años más joven que yo y no se acuerda del gol de Zamora. Viví Atocha hasta los 18 años, tengo recuerdos bastante fuertes de Atocha", explicó. Es cierto. Por eso, este libro, incluso siendo tan modesto, tan reducido, tan pequeño, tiene un valor incalculable. Pero tiene además un valor añadido del que probablemente no es consciente ni el autor ni la editorial que lo lanza. Es un libro maravilloso para el aficionado realista en general, sí, pero sobre todo para el realista no guipuzcoano. Para el que no ha convivido, incluso que no llegado a conocer, el olor de Atotxa. Para aquel que no ha escuchado los cohetes más que desde dentro de Anoeta. Para el que nunca tuvo una camiseta de la Real siendo crío. Porque estas poco más de cien páginas de este libro tan pequeño recogen aromas y sensaciones que son la Real pero que no forman parte de la experiencia personal de mucha gente que siente a la Real como algo propio.

La sombra del autor, viendo el gol de Zamora.
Ander Izagirre no quería escribir este libro porque, al no gustarle en realidad el fútbol ("es raro que vea un partido entero si no juega la Real"), no sentía que tuviera las historias necesarias para escribirlo. Emilio, el editor, fue quien le acabó convenciendo con lo que calificó de "escrache digital" vía Twitter. Pero, confesó el autor, es asiduo de Anoeta. "Sufro y me alegro con una intensidad que yo no quería reconocer", dijo. Todo acaba con la remontada al Barcelona de este año, esa por la que los medios han pasado de puntillas pero que para nosotros tuvo trazas de hazaña histórica. Pero todo empieza con Gijón. Con Zamora. "El primer recuerdo sólido de mi vida es un gol", explicó. Vimos aquel gol en la presentación de la única forma en que debe ser visto ese instante inolvidable incluso para quienes no lo tenemos en nuestros recuerdos, con la voz de Josean Alkorta. "Al año siguiente, recuerdo preguntar en casa qué pasa este año que no vamos al cole con banderas y vestidos de la Real. Yo me había hecho la idea de que había tradición anual que llega abril, la Real gana la Liga y salimos a celebrarlo". Eso es Mi abuela y diez más, el cariño por la Real.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Yo ya he comprado el libro en la web de la editorial, barato me ha parecido. Estoy deseando leerlo :)
Me encanta leer todo lo que sea de la Real, aunque no hay muchos libros, que digamos... seremos un club modesto, pero siempre con dignidad y orgullo, que es más de lo que pueden decir muchos otros...

Juan Rodríguez Millán dijo...

Desconocido, ya somos dos los que disfrutamos de leer todo lo que se publica. Bueno, somos muchos, y siempre es una buena noticia que haya libros así.