Si el objetivo de la temporada era la salvación, Martín Lasarte ha cumplido. Como cumplió con el de subir a la Real a Primera en la temporada anterior. Dos campañas, dos objetivos cumplidos. Pero no se terminó de valorar el ascenso como se merecía, cada vez lo tengo más claro, y tampoco se ha valorado adecuadamente esta permanencia (lo que conlleva y con qué mimbres se ha conseguido). Lasarte no es el entrenador perfecto (¿quién lo es?) y tiene errores que se han venido destacando cuando los ha cometido. Pero de los aciertos, por desgracia, se habla menos. Su valoración, como la del equipo, queda mediatizada por la forma en que se ha conseguido el objetivo, por el sufrimiento final y porque lo que tendrían que ser esperanzas e ilusiones se han convertido, para juzgarle, en obligaciones imprescindibles que la Real no puede tener nunca. Parece que esta segunda campaña en San Sebastián será la última para el entrenador del ascenso. Visto lo visto, se me hace difícil entender que se le rescinda el contrato que se le renovó a comienzos de la temporada.
Los grandes debes de la Real son los grandes debes de su entrenador. La debilidad defensiva es algo que no ha sido capaz de corregir en toda la temporada. No cambió con un fichaje en invierno, el de Demidov. Tampoco rotando entre los tres centrales canteranos de que disponía. Ni siquiera cambiando el sistema de juego con cinco defensas (sendas derrotas en Santander y Sevilla, dos partidos en los que sólo entró cuando se recuperó el esquema tradicional, el 4-2-3-1) o colocando un central en la banda. Tampoco ha sido capaz de frenar la sangría de goles encajados a balón parado, algo que tendría que prevenirse desde la pretemporada en Zubieta. Pero los grandes aciertos de la Real también son suyos. Y es innegable que con Lasarte la Real ha recuperado la fortaleza perdida en Anoeta. El equipo txuri urdin logró en casa 11 victorias y 35 puntos, un triunfo más y los mismos puntos que el Valencia, tercer clasificado. Su propio estadio fue lo que le llevó a Segunda en 2007 y lo que le privó de ascender en las dos primeras tentativas en Segunda. Lasarte cambió esa tendencia. En Primera, ante rivales de mucha más entidad, la ha mantenido. Eso es digno de aplauso y algo no tan sencillo de lograr como algunos creen. Las tendencias son tozudas y cambiarlas es complejo.
Lasarte destaca por una gran gestión del vestuario, donde los que no juegan (incluso los que no juegan aunque lo merezcan) son parte integrante, activa y solidaria del grupo. El entrenador realista tuvo desde el principio un grupo claro de titulares, en el que es difícil entrar si no estás desde el principio (que se lo digan a Agirretxe, que fue el máximo goleador de la pretemporada y, aunque fue el delantero que menos jugó en Liga, es el que mejor porcentaje anotador tiene). Lasarte falla, en cambio y con cierta frecuencia, a la hora de leer el desarrollo de los partidos. Sus cambios suelen llegar tarde y, en algunas ocaiones, le ha faltado cierta valentía en esas sustituciones. Mejorando eso, la Real habría conseguido algunos puntos más y la tranquilidad de la permanencia unas cuantas jornadas antes. Queda la duda de si el escasísimo número de empates es por una falta de aprendizaje en esto que ahora se llama competir o por una valentía inusitada, la que da más valor a una victoria que a dos empates y la que surge del deseo de conseguir tres puntos cada fin de semana. Creo que es una mezcla de las dos cosas, y el año de experiencia que han adquirido los jugadores (y el propio Lasarte) jugaría a su favor la próxima temporada.
No creo que se haya reconocido el mérito que tiene haber dejado en Primera a practicamente el mismo bloque que logró el ascenso. Eso mismo puede ser un fallo en la planificación de la plantilla, pero eso es más achacable al director deportivo, Lorenzo Juarros, que al entrenador. A éste último se le tiene que pedir que saque rendimiento de lo que le dan. ¿Lo ha conseguido? Con unos jugadores sí y con otros no, pero en general la respuesta ha sido notable y poco apreciada. Es mérito de Lasarte que sólo haya habido una ausencia que verdaderamente ha notado la Real a lo largo de la temporada, la de Joseba Llorente. Y es que uno de los pilares del juego txuri urdin era la presión arriba, la que ahogó, por ejemplo, a Villarreal y Real Madrid en los dos primeros partidos de la Liga en Anoeta. Con Llorente, es más que probable que la Real no hubiera sufrido tanto para mantener la categoría. Los cambios en la forma de jugar no le han sentado bien a Lasarte, y eso va por eliminar parte de esa presión para acomodar el sistema ofensivo a la entrada de Tamudo, pero también para los mencionados y limitados cambios de esquema con objetivos defensivos y ofensivos (fracasaron sus pocos intentos de jugar con dos arriba). La Real de Lasarte ha jugado mejor cuando se ha parecido a la Real de Lasarte.
El entrenador realista siempre deja momentos para el recuerdo en sus ruedas de prensa y en sus entrevistas. Siempre hace reflexiones interesantes. Y siempre demuestra un gran conocimiento sobre lo que es y sobre lo que debe de ser la Real, el que no mostraron otros técnicos en su paso por Anoeta como Lotina o Clemente. Eso tampoco se le ha valorado. Creo que sólo cometió un desliz en esa seguridad que le caracteriza y fueron sus palabras en Riazor, cuando tras la derrota allí de la Real descartó que el equipo estuviera listo para pelear por cotas que no fueran mayores que la permanencia. Creo que ahí cercenó una ilusión que este equipo se había ganado sobre el césped y su enfado dio la sensación contraria de la que seguramente buscó. El entorno (¿el Consejo de Administración?) lo aprovechó para multiplicar sus dudas sobre él, dudas que se acrecentaron con esa racha de siete jornadas sin conocer la victoria, con ese punto de 21 que condeó al equipo a olvidarse de sueños europeos y sufrir hasta el final. Pero la forma no resta méritos al fondo. El objetivo está conseguido, y se ha conseguido con momentos de brillantez. Fue formidable la batalla táctica que plantó a equipos como Real Madrid y Barcelona en Anoeta. O la fe que le inculcó al equipo para ganar partidos como los de Sporting y Zaragoza.
Destacando estos cuatro partidos, todos ellos en Anoeta, queda en evidencia otro de los puntos débiles de la Real de Lasarte: jugar a domicilio. Cierto es que ha habido buenos partidos (las goleadas en Getafe y Gijón, la victoria en Málaga) y notables actuaciones sin premio (en El Madrigal o en San Mamés, la segunda parte en Santander o la primera en Cornellá-El Prat), pero han sido demasiadas las actuaciones deficientes lejos de Anoeta. El problema no es de fútbol, sino mental y de motivación, y eso es una cuestión que debe resolver el técnico. Y no lo ha conseguido hacer en esta temporada. La pasada sí lo logró, de hecho se consiguió el ascenso gracias a la espectacular victoria en Cádiz después de una segunda vuelta como visitante casi tan errática como la de esta campaña. Pero en ésta ha fallado algo. Quizá sea sólo que en la segunda vuelta se concentraron las visitas a casi todos los estadios más complicados de la Liga (El Madrigal, Bernabéu, Calderón, San Mamés, Mestalla, Sánchez Pizjuán...), pero la Real siempre ha sido capaz de plantar cara a los mejores equipos incluso en sus terrenos de juego. Fortaleza en Anoeta y endeblez fuera. 35 puntos contra diez. Eso mató el espíritu que Lasarte proyectaba al exterior.
¿Suficiente para cesarlo? Yo diría que no. En absoluto. La Real no puede seguir cambiando de entrenador cada año o cada dos. Sobre todo cuando no hay motivos reales para prescindir de un técnico que tiene contrato en vigor y que ha realizado las tareas que se le han exigido. Ascenso y permanencia. Lo que tiene que tener la Real. No puede ser éste un club que pierda la confianza en un profesional tan elegante y fiable como Lasarte por los resultados negativos de dos meses de una competición. No puede ser que a Lasarte, o al que venga, se le exija ya el año que viene una clasificación europea o, siquiera, una salvación sin apuros sí o sí. Lasarte es un muy buen técnico. Si se va, tiene que hacerlo por la puerta grande. Pero me temo que se irá como otro entrenador poco valorado en la historia de la Real, a pesar de sus logros.
3 comentarios:
Lamentable, acabo de leer que han cesado a Martín Lasarte.
Realmente sorprendente que en Getafe se de por hecha la renovación de Michel (renovación, que ni siquiera tendrían que echarlo!!) y aquí nos cargamos al entrenador. Y eso que ellos no han cumplido su objetivo, que era entrar en Europa.
Lo mas grave es que Martín no era solo el entrenador, creo que era la persona que guiaría este proyecto A MEDIO Y LARGO PLAZO. Loren lo echa y deja cojo todo el proyecto, como hace unos años, cuando todo era indefinición.
Yo personalmente ahora no se el plan de la real, y hasta hace una semana estaba realmente identificado con el crecimiento de este equipo.
Ojala el siguiente en salir sea Loren.
Siento haberme adelantado a tu artículo, que supongo que lo habrá!! Espero con interes tu opinión! Puedes mover mi comentario si quieres
Soruz, no hay ningún problema en que te adelantes, yo encantado de ir conociendo ya tu opinión. Habrá artículo, por supuesto, en cuanto acabe el resumen de la temporada dentro de un par de días y en cuanto escuchemos las explicaciones de Aperribay o de Loren. En cualquier caso, ya puedes ver que no me ha gustado la decisión, no la entiendo en sí misma ni por las formas. Pero ya lo hablaremos...
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