domingo, mayo 15, 2011

SEVILLA 3 - REAL SOCIEDAD 1 Traición

Traición en Sevilla. Traición. No hay otra palabra. No es la Real el equipo que ha perdido en Sevilla. Y hoy la responsabilidad sí es de Martín Lasarte, que ha plantado sobre el césped del Sánchez Pizjuán una alineación que rozó el absurdo. Con un sistema de juego inédito. Vendiendo por completo las posibilidades que podían tener Griezmann e Ifrán. Dando protagonismo a unos jugadores, algunos, que no lo merecen en esta categoría sin que hayamos sido capaces de abrir ese debate en toda la temporada. No, esa no era la Real. La Real era la que ha jugado la última media hora. No exactamente, pero al menos se ha parecido más a lo que tiene que ser, para bien o para mal, el equipo txuri urdin. Un equipo valiente, decidido, serio y honesto. Eso no lo fue en los primeros 60 minutos y perdía 2-0. Lo fue en los últimos treinta y logró, con todos sus defectos y problemas, un 1-1. Los cambios devolvieron la esencia a la Real y el empate no fue una quimera. Ni mucho menos. Pero hoy la Real ha perdido porque se lo ha buscado desde los vestuarios, a pesar de que no se materializara hasta la segunda mitad. Lo de hoy ha sido una traición que nos cuesta seguir pensando en la salvación en la última jornada. Increíble.

Lasarte siempre ha dicho que en los partidos importantes hay que apostar por la veteranía. Que los experimentos hay que hacerlos cuando se puede, no a toda prisa y en momentos de gran trascendencia. Y hoy Lasarte ha traicionado esos principios, se ha acobardado en un partido en el que todo estaba a punto de caramelo para buscar con firmeza una victoria que necesitaba, no ya solo para certificar la salvación sino para que esta Real diera el necesario paso adelante y rompiera la desastrosa estadística de perder todos (¡TODOS!) los partidos que ha jugado como visitante en la segunda vuelta. Y la apuesta fue que el lamentablemente bautizado como punto de la Federación bastaba para salvar la papeleta. Y no. No puede ser que la Real salga a un campo pensando en un 0-0 y mirando el marcador simultáneo, que hoy estaba tan desactivado como el juego ofensivo de la Real. Lasarte colocó a cinco defensas y a tres mediocentros. Ocho jugadores defendiendo. Ocho. Y arriba, enviados a pelear al mismo tiempo con molinos de viento y gigantes, quedaron Griezmann e Ifrán. "Un buen partido de control" en la primera mitad, dijo Lasarte. Y no, eso no puede ser para un equipo como la Real.

Porque la Real no sabe jugar en esa delgada línea que separa el control de la locura. Y hoy, una vez más, lo ha demostrado. La Real sabe hacer una serie de cosas y salir con ocho atrás no es una de ellas. Carlos Martínez no pudo jugar, y Estrada, su sustituto, ahondo esa línea de inacción que le ha caracterizado casi siempre. Markel y Elustondo controlaron, sí, junto a Diego Rivas, pero no son capaces de sacar el balón jugado. De hecho, es impresionante que Rivas fuera el mejor iniciador de jugadas en el primer tiempo. Él tenía más temple y mejor posicionamiento que sus dos compañeros de línea, siempre demasiado lejos. Lo único bueno que produjo el sistema escogido por la Real es que el Sevilla apenas tuvo ocasiones de gol. Sólo dos de Negredo. A cambio, la Real tuvo una, un mano a mano de Ifrán con Javi Varas. Pero ese mano a mano no nació del esquema de la Real o del planteamiento de Lasarte. No. Nació de un espectacular saque largo de Bravo. Es decir, que el fútbol no dio al equipo txuri urdin ni una sola posibilidad de marcar con el esquema inicial. Ni una. Y eso el día en el que, se supone, la Real se jugaba la vida.

Al planteamiento de la Real colaboró Turienzo Álvarez, con un injustificado concierto de silbato, siempre teniendo muy claro hacia qué lado había que pitar. En los últimos minutos de la primera mitad y en los primeros de la segunda, el público del Pizjuán se sumó a los silbidos. Tímidamente, pero comenzaron a pesar en el ánimo de la parroquia local las dos últimas derrotas del Sevilla y la posibilidad de que el equipo andaluz se quedara sin clasificación para la Europa League, y ese run-run era el mejor síntoma de que la Real lo iba a echar todo por la borda. Ya lo hemos visto demasiada veces. Y eso no es matemático, pero casi. El nerviosismo de la grada y por extensión del equipo local era la única baza del planteamiento de Lasarte. Jugamos a una carta. Y salió mal. Lógico, es cuestión de probabilidades. La endeblez perpetua de esta Real en defensa no podía tardar en aparecer. En los quince primeros minutos del segundo acto, el Sevilla lanzó primero al palo y marcó dos goles. Los dos de Kanoute en el día en el que, al parecer, se despedía del Pizjuán. Qué gente más maja esta de la Real que siempre se suma a los homenajes de los demás.

Analizar los dos primeros goles debería de bastar para que cualquier juvenil tuviera claras las ideas que debe tener para jugar en Primera División. Pero la Real, reincidente y mucho más que eso a lo largo de toda la temporada, no aprende. No aprende. Y eso es grave. Es demérito de los jugadores y de un cuerpo técnico que siempre he defendido y seguiré defendiendo por encima alguna críticas que veo injustificadas. Pero no por lo de hoy. No es posible que los rivales entren siempre tan fácil en el área de la Real, que centren con tanta comodidad, que rematen sin ninguna oposición. No me puedo creer que la mejor defensa de Segunda sea la peor de Primera. No me lo puedo creer. Pero es lo que están mostrando día tras día, y en días como hoy más que nunca. Estrada estuvo fatal, Mikel González también, Labaka siempre parecía llegar tarde. ¿Cinco defensas? ¿Para qué? ¿Nos compensa esto lo que perdemos arriba? Hoy hemos visto claro que no. Podemos mirar hacia otro lado pero esa es la única conclusión posible. La única. Es lícito pensar que las escasas ocasiones de gol del Sevilla en la primera mitad eran fruto de su nerviosismo y no de la efectividad defensiva realista. El partido no estaba controlado. Simplemente es que el Sevilla no daba más de sí en esos minutos.

Y quizá por eso Sevilla era la plaza para ser valiente. Tal y como estaba la jornada de abierta en esos minutos, aunque ya se iban configurando los resultados amañados que todo el mundo temía y que al final se produjeron indubitablemente, era el momento de arriesgar. Lasarte prefirió esperar. Cuando metió los cambios, el marcador ya señalaba un duro 2-0. Se marchó Rivas, aunque no estuvo peor que Elustondo y Markel, que una vez más desaprovecharon una oportunidad de dar un paso adelante y dejar claro que quieren formar parte del futuro de la Real. Se marchó también Ifrán, al que Lasarte condenó a no poder aportar más que presión... y el azar que estuvo a punto de convertirle en héroe. Entraron Xabi Prieto y Agirretxe. Y seis minutos después, Xabi Prieto asistió a Agirretxe para marcar el 2-1. Negar que Xabi Prieto es imprescindible para la Real roza ya la osadía, y recordemos que si no ha sido titular es porque, una jornada más, fue cazado en el anterior partido sin que mediara intervención arbitral. Y el ostracismo de Agirretxe esta temporada es inexplicable. Tres goles en 200 minutos. En sólo 200 minutos. Hagan la media y verán la injusticia de su situación.

La Real tuvo entonces el partido en sus manos. Para remontarlo, con lo difícil que es eso, pero en sus manos. Y luchó por empatarlo. Luchó mucho. Esa Real sí es la Real. Si esa Real se va a Segunda, lo hará con la cabeza bien alta. Si lo hace la Real de la primera hora, es para morirse de vergüenza, como lo fue irse a Segunda con Lotina de entrenador y apostando por Germán Herrera en lugar de por Darko Kovacevic. Por fichajes mediocres en lugar de por los mejores canteranos. Por defender en lugar de atacar y por no saber arriesgar cuando la vida estaba en juego. Antes de que el Sevilla rematara el partido con el tercer gol, otra sonrojante actuación concreta de la defensa txuri urdin, sucedieron dos hechos importantes. En primer lugar, una jugada polémica que, obviamente, Turienzo ignoró. Obviamente porque beneficiaba a la Real, un posible penalti por mano que las repeticiones, con las cámaras colocadas en el ángulo contrario, no permiten discernir con claridad. Hubo otra jugada después que, vista por televisión, se prestaba a engaño, pero que bien pudiera ser mano y penalti también.

El segundo hecho fue el tercer cambio, Zurutuza por Mikel González. Valiente. ¿Por qué no hubo tanta valentía de inicio? El partido se acabó en el minuto 85 con el tercer gol del Sevilla, obra de Negredo tras conseguir Bravo que no entrara un primer fusilamiento que se produjo con toda la colaboración de la defensa realista. Y, pese a todo, ahí el equipo sí demostró el orgullo que le había faltado de inicio. Labaka tuvo una nueva ocasión de marcar, pero su disparo lo sacó Javi Varas con el cuerpo. Para cerrar el partido, un nuevo paradón de Bravo, a quien sólo se puede achacar la salida en falso que permite el primer gol de cabeza de Kanouté. La Real demostró hoy que falla en muchas ocasiones en la lectura emocional de los partidos. Hoy el Sevilla salió sin confianza, pensando más en sus derrotas previas que en la posibilidad de certificar su pase europeo, mirando más incluso a lo que hacía el Espanyol en Zaragoza que al propio partido del Pizjuán. Y la Real dejó pasar todo eso. Lo dejó pasar. No se fue a por el partido y le entró un ataque de "control" inapropiado para los momentos en los que un equipo se juega la vida.

¿Y ahora qué? Pues muy sencillo. A pesar de la enorme sensación de decepción que ya deja la temporada (con o sin objetivo logrado, siento que me han cortado la ilusión) y a pesar de que la Liga sigue oliendo a podrido por aquello de los resultados pactados, la Real sigue dependiendo de sí misma. Si gana o empata en la última jornada ante el Getafe, seguirá en Primera División. No hay más cuentas que hacer. Ni una sola. Incluso perdiendo podría lograr la permanencia, siempre y cuando Zaragoza o Deportivo no ganen sus partidos. Los triples y cuádruples empates, en un primer vistazo, no perjudican a la Real. Los dobles (que sólo podrían ser a 44) con Osasuna o Mallorca, sí. Y esos se producirían si pierden tanto los de Lasarte como uno de esos dos equipos y, además, ganan el Deportivo al Valencia en Riazor y el Zaragoza al Levante en La Romareda. Los dos equipos valencianos, que hoy casualmente han empatado ya no se juegan nada. La conclusión es que la Real sigue teniendo muchas opciones d seguir en Primera, pero me parece grotesco que todavía no haya certificado su permanencia. Grotesco. Hala, a seguir sufriendo. ¿No era lo que queríamos? Pues eso.

1 comentario:

Campanilla dijo...

Increíble? Increíble es que viendo como iba la temporada con la primera vuelta que hicimos, nos estemos jugando el no descender en la ultima jornada, eso si es increíble, que ahora parece que el partido que jugaron ayer es el que tiene la culpa, no señor, a estas alturas no tendríamos que estar pensando en que tenemos que hacer el domingo que viene para seguir en primera, ya deberíamos de haberlo echo, pero no nos toca seguir sufriendo una temporada más. Y que queréis que os diga no quiero pensarlo pero me vienen a la cabeza los años previos al descenso, ojala la temporada que viene no estemos igual.

Ayer fue la primera noche que me costo dormir, dándole vueltas a toda la temporada, ni el año del descenso, me costaba tanto. Y me duele, porque creo que estamos jugando donde nos merecemos y es en PRIMERA