Hace un año, cuando la Real subió a Primera, casi todo el mundo habría firmado una permanencia en la máxima categoría del fútbol español, aunque fuera en la última jornada. En general, no se le pedía más al equipo, seguramente porque muchos no confiaban en que tuviera mucho más que ofrecer (y seguro que muchos pensaron que ese equipo no podía permanecer en Primera). Eso es lo que se ha conseguido, la permanencia en la última jornada, aunque en realidad hubieran bastado los 44 puntos que se sumaban en la jornada 36. Sin embargo, la sensación que ha quedado es extraña. Durante buena parte de la temporada, la Real ha demostrado que podía aspirar a más. Quizá incluso que debía hacerlo, pues el fútbol es ilusión y cortarla de raíz es lo menos inteligente que uno puede hacer en este mundo. Pero es lo que hizo la Real. Quizá más eso que se denomina el entorno que el equipo, aunque desde el vestuario también salieron mensajes limitadores, pero lo cierto es que la ilusión se fue quebrando poco a poco para dejar paso al sufrimiento e incluso al miedo en alguno casos. Tendentes como somos al pesimismo, y si ya hace un año parecía que no se había valorado en su justa medida el ascenso, es casi seguro que sucederá lo mismo con esta permanencia.
No sería justo ese análisis, porque la permanencia se ha cimentado en mimbres muy nuestras. La Real es un equipo de cantera, y lo ha demostrado esta temporada una vez más, aunque haya sido la primera en más de cinco décadas en la que no se ha producido el debut de ningún potrillo del Sanse. La Real es un equipo económicamente modesto, y aunque el fichaje de Llorente fue una inversión importante la base del equipo ha sido la misma que logró el ascenso (eso tiene una lectura positiva y otra negativa, claro). De hecho, en muchísimas jornadas sólo el delantero centro variaba con respecto al equipo que jugó en Segunda. La Real, y ese es uno de los méritos poco reconocidos a Martín Lasarte, es un equipo fuerte en casa. Salvo las debacles ante Hércules y Málaga, no ha sido inferior a ningún rival y mereció sumar muchos más puntos frente a los equipos grandes. Esas han sido las constantes de este equipo, constantes que podrían haber firmado las mejores escuadras que vistieron la camiseta txuri urdin en el pasado. Eso es digno de aplauso. Eso es lo que mostró la Real en una primera vuelta maravillosa. Nadie que viera los dos primeros partidos en casa, ante Villarreal (1-0) y Real Madrid (1-2), y a pesar de sus dispares resultados, podía pensar que este equipo iba a sufrir para mantenerse.
Esa Real de la primera vuelta fue sobresaliente. Sumó 25 puntos, cinco victorias en casa y tres fuera. Y aunque perdió los partidos ante los rivales más notables de la clasificación, demostró que no era inferior a ninguno de ellos. No lo pasaron bien en Anoeta ni Real Madrid, ni Valencia, ni Atlético de Madrid, por mucho que se llevaran los tres puntos. Cayeron en el estadio donostiarra equipos que han acabado consiguiendo plaza para competición europea como el Villarreal o el Athletic de Bilbao. Y lejos de Anoeta, el equipo de Martín Lasarte sumó tres victorias sobresalientes y con mucho más fútbol del que muchos le llegaron a reconocer en su momento. Llorente estaba estelar en todas las facetas del juego, de Xabi Prieto se hablaba como futuro internacional, Griezmann y Zurutuza sorprendieron a toda la Liga española y Bravo, con paradas antológicas como aquella ante el Espanyol que salvó la victoria en Anoeta, podía presumir de codearse con los mejores porteros de la competición. Cierto es que había algunos lunares, que pasaban por la endeblez a balón parado, por la mala imagen ofrecida en algunos partidos lejos de Anoeta (Mallorca, Osasuna), por el enésimo fracaso copero (perdió los dos partidos ante el Almería, colista de la Liga y primer equipo descendido) y por los demasiados goles encajados.
Tras el comienzo de la segunda vuelta, la Real ofreció su peor cara. Las tres victorias seguidas en Anoeta ante Almería, Osasuna y Mallorca colocaron al conjunto txuri urdin en disposición de luchar por Europa. Estaba ya en los puestos que daban acceso a esas competiciones, los equipos calificados como más grandes que la Real pasaban por momentos difíciles (Sevilla y Atlético de Madrid no han tenido temporadas fáciles) y el juego y la solvencia del conjunto txuri urdin estaban en auge. Pero entonces llegó la fase más inexplicable de la temporada. Los de Lasarte acumularon siete jornadas sin ganar, en las que sólo sumaron un punto. Perdieron ante rivales europeos como el Espanyol (goleados por 4-1), mostraron una cara amarga y descibujada en desplazamientos como los de Riazor o Vicente Calderón y, para colmo, el fortín de Anoeta dejó de serlo. Tres equipos que han pasado en descenso tramos muy importantes de la temporada, aunque al final sólo bajó uno de ellos, sacaron puntos de Anoeta consecutivamente. Primero empató el Levante. Después ganaron Málaga y Hércules. Ambos llegaron a San Sebastián como colistas de la categoría. Como fuera de Anoeta la Real sólo encajaba derrotas, su colchón sobre el descenso se iba reduciendo paulatinamente.
La respuesta del equipo, en todo caso, fue sobresaliente. Sin mucho fútbol ya, sin demasiada gasolina en las piernas, con algunos puntos que volaron a causa de los árbitros y con contratiempos importantes como la grave lesión de Llorente (se perdió toda la segunda vuelta), el equipo sacó fuerzas de flaqueza, gracias también al incansable apoyo de la afición. La Real no había remontado más que un partido en toda la temporada, en El Molinón, pero de forma consecutiva levantó en Anoeta para acabar ganando los empates que lograron en la segunda mitad Sporting y Zaragoza, y le dio la vuelta al marcador contra el Fútbol Club Barcelona. Cierto que llegó con algunos suplentes, pensando en ese cuádruple duelo que vivió el equipo de Guardiola contra el Real Madrid en apenas tres semanas, pero en Anoeta estuvieron Messi, Piqué, Dani Alves o Xabi. Y perdieron. Fue el momento grande de la temporada y tres puntos vitales para certificar la ansiada permanencia. No llegó antes porque como visitante la trayectoria de la Real seguía siendo nefasta. Al final fueron diez derrotas consecutivas, un dato inaudito, coronado por dos flojas actuaciones en Valencia y Sevilla que condenaron a la Real a sufrir hasta la última jornada. Y es que, por primera vez, un equipo con 43 puntos se marchó a Segunda.
El gol de la permanencia lo marcó Aranburu ante el Zaragoza en la jornada 36. Con ese gol se alcanzaron los 44 puntos. Pero las matemáticas quisieron que el sufrimiento durara hasta el minuto 65 de la jornada 38. En ese instante, Sutil empató el partido ante el Getafe. La X en la quiniela bastaba a ambos equipos, por lo que el marcador no se iba a mover más. La Real hizo méritos para que la salvación quedara certificada mucho antes, pero adoleció de varios problemas que se lo impidieron. No supo empatar los partidos que no pudo ganar (sólo tres igualadas en todo el campeonato), y se le fueron por el camino muchos puntos que le habrían colocado en terrenos más plácidos. La trayectoria fue, claramente, de más a menos, y eso es lo que deja una sensación extraña al final de esta temporada. Pero la Real ha cumplido con lo que tiene que ser: es un equipo de mitad de la tabla que, si hacia los tres cuartos de la temporada gana cuatro partidos seguidos acabará luchando por Europa y que, por el contrario, si los pierde vivirá pendiente de los puestos de descenso. Esta vez no perdió cuatro, sino que fueron seis y por eso la angustia fue mayor. Pero es la Real el equipo que se ha salvado. Con lo bueno y con lo malo, ésta es la Real. Valorémoslo. Disfrutémoslo.
2 comentarios:
Bueno, ni que decir tiene que te doy mi enhorabuena por que la Real se haya mantenido en primera. ¡Hubo sufrimiento, eh!.
Lo que son las cosas, al final el que ha descendido ha sido el Deportivo, y encima jugando contra el Valencia. Siento mucho que hayan sido ellos, pero muchas veces el destino tiene formas muy caprichosas de mostrarse.
Un abrazo
José Vicente, te lo agradezco mucho. Hubo, hubo sufrimiento, pero sólo hasta el empate del último día. Ahí ya estaba claro que el empate nos convenía a Real y Getafe. Sí, algo sé de los caprichos del fútbol. Lo siento por el Depor, pero no le tengo gran aprecio a Lotina que, como recordarás, es el entrenador que bajó a la Real.
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