jueves, noviembre 01, 2012

CÓRDOBA 2 - REAL SOCIEDAD 0 ¿Y esto solo le da vergüenza a la afición?

La Real perdió 2-0 en Córdoba y la única pregunta que se puede hacer ya para entender la paupérrima, patética e impresentable actuación de este equipo en la Copa es si solo le da vergüenza a la afición. Porque parece que al club, al técnico y a los jugadores no. Resultado justísimo para un partido mediocre, uno más de la Real de Montanier fuera de casa, uno más de la Real de cualquier entrenador en la Copa en las últimas dos décadas. Ifrán no aprovechó su oportunidad, Ros no encontró el sitio ni el empuje, Illarra mantuvo la línea deficiente de Valladolid, Prieto sigue sin aparecer y todo funcionó tan mal como temían los que estaban convencidos de que la Copa se nos volvería a atragantar. Y Montanier, a lo suyo. Sin ideas, sin soluciones, sin motivación y sin espíritu. Nada desde el banquillo que solucione lo del campo. Y este 2-0 entra, por méritos propios, en la historia negra de la Real en la Copa desde 1988. Es algo que se veía venir, que es consecuencia de la falta de motivación de este equipo para creer en algo grande y del grave, gravísimo, problema que tiene en el baqnuillo.

Las lesiones ya conocidas y las molestias de algunos de los realistas tras el partido de Valladolid hacían que no quedara demasiado claro si Montanier ha sacado su mejor once disponible o si la Copa deviene en algo molesto una temporada más.Pero no hace falta esperar a la vuelta para comprobarlo, porque la actitud y los despropóstios de su planteamiento confirman que no, que la Real no quiere jugar la Copa y la da por perdida. Presentó en Córdoba un buen once, no muy lejano de lo que, efectivamente, está más cerca de lo ideal en estas circunstancias. Lo más reseñable estuvo en que Estrada ha vuelto al lateral diestro, que Mikel González fue el acompañante de Ansotegi, como estaba previsto que José Ángel debutó como lateral, y el centro del campo formado por los tres canteranos más jóvenes: Ros e Illarramendi (que hoy confirmó las malas sensaciones que dejó en Valladolid) formando el doble pivote y Pardo por delante, una configuración bastante debatible. En ataque, Montanier apostó por Prieto, Chory e Ifrán. Más que debatible fue su decisión de dejar a Hervías en la grada.

El comienzo fue malo, la primera mitad insuficiente y, una vez más, la actuación de la Real fuera de casa bastante deficiente, no solo en ese primer acto sino en todo el partido. Sin atender a diferencias de categoría, que más parecen asustar al de Primera que al de Segunda, el Córdoba cumplió lo previsto, salir presionante para ejercer como local. Y de esa forma forzó algunas buenas ocasiones. Patiño forzó una primera gran intervención de Zubikarai en el minuto 4, en un uno contra uno que acabó en córner. El lanzamiento desde el saque de esquina obligó a Ansotegi a intervenir para evitar un gol. Vico llegó a pedir penalti en una jugada apenas cinco minutos después por empujón de Mikel González, y en el 18 de nuevo Vico lanzó fuera un buen lanzamiento tras un despeje corto de Ansotegi. ¿Y la Real? Pues no apareció hasta el minuto 25, otra vez demasiados minutos regalados, cuando Pardo tuvo la primera ocasión clara en una falta que obligó a Saizar a hacer una gran parada. Aún mejor fue su actuación en un uno contra uno que tuvo con Ifrán y que el guardameta del Córdoba envió a córner.

Aunque se llegó a la media hora de juego con igualdad de ocasiones, no fue más que un espejismo porque el Córdoba fue superior en la primera mitad. En posesión, en trato de balón y en sensación de peligro. El centro del campo realista, en el que fue Ros el encargado de asumir las funciones que hasta ahora ha desempeñado Markel, no carburó, y su composición sigue siendo uno de los graves problemas tácticos de Montanier. Y eso que el realista más inspirado (sin hacer nada del otro jueves) parecía Pardo, con algún buen cambio de juego, el pase a Ifrán en su ocasión y el disparo de la falta. No creo, no obstante, que jugara en su mejor posición, como le sucede a Illarramendi. Ni Xabi Prieto ni Chory Castro, especialmente el capitán, desconocido desde hace mucho tiempo, mostraron los galones que por experiencia y posición en el campo tendrían que haber asumido. Y es que si tenía que llegar un gol era evidente que sería en la portería de Zubikarai. Pase de Vico y gol de Patiño. La conexión de los dos hombres más peligrosos del Córdoba funcionó en el minuto 42 y la Real, otra vez, demostró una inacción preocupante en una primera parte, lejos de Anoeta y en la Copa del Rey. Tres grandes agujeros negros de este equipo.

Tras la reanudación, la Real salió algo más combativa, pero duró muy poco tiempo. Sólo dio para un disparo de Pardo que blocó la defensa local tras una buena jugada de José Ángel. Antes de los diez minutos de la segunda mitad, el partido volvía a estar del lado del Córdoba, que buscaba el segundo pero que no llegó a generar ninguna buena ocasión de peligro. Lo único reseñable fue un golpe que recibió Zubikarai y que le dejó conmocionado durante algunos instantes, aunque pudo seguir jugando sin problemas. Tardó 22 minutos en mover el banquillo Montanier. Sin prisas, para variar, a pesar del desaguisado. El primero en entrar fue Markel Bergara por Illarra, un cambio más destinado a frenar la sangría en el centro del campo ante un Segunda División que a buscar la victoria. Eso llegó cinco minutos después, cuando Vela entró en el campo y devolvió al banquillo a Pardo. Un disparo de Javi Ros, fuera, en el minuto 28 fue la primera ocasión seria en el segundo tiempo. Perdiendo y en el campo de un equipo de inferior categoría, eso ya dice mucho del rendimiento de la Real también tras el descanso.

Que esta Real de Montanier no aprende de sus errores es algo que ya sabemos todos, pero llega ya a extremos insospechados. A la media hora, Ansotegi cometió un penalti por un agarrón continuado a Vico (qué manera de volver loca a la defensa realista, la suya y la de Dubarbier), que comenzó fuera del área y acabó dentro. Casi un calco de la jugada de Illarramendi que acabó en gol del Atlético de Madrid sin necesidad de llegar a provocar un disparo desde los once metros que aquel día le costó dos puntos al equipo realista. Por supuesto, esa jugada puso el 2-0 en el marcador, obra de Renella. 2-0. Sí, 2-0. En el campo del Córdoba. Y lo peor es que no hay atenuantes, excusas, dimes ni diretes. 2-0, puro y duro, sin paliativos. ¿La reacción de Montanier? Quitar a un delantero desafortunado, Ifrán, por otro en sequía goleadora, Agirretxe. Y El Arcángel, con nada menos que 16.000 espectadores presentes (no sé si en Anoeta se llegará a esa cifra viendo el afán de hacer el ridículo en esta competición del equipo txuri urdin), era una fiesta indescriptible.

El 2-0 revolucionó a la Real. En su actitud, que no en su fútbol. En las prisas, que no en su acierto. Al menos empujó algo más al Córdoba hacia su área, pero sin mucho éxito. Chory Castro provocó la intervención de Saizar en una falta directa, cogió un flojo cabezazo picado de Agirretxe y a continuación tuvo que salir de su área el guardameta local para despejar un buen envío en profundidad que buscaba Vela. Pero la notas predominantes en esos minutos fueron la impotencia y la incapacidad, rasgos que han quedado enmascarados por el buen arranque liguero en Anoeta pero que son señas de identidad de la Real de Montanier, con unos jugadores o con otros. El síntoma más claro de desesperación fue que a un córner en el descuento subió prácticamente todo el equipo menos Zubikarai. ¿Lo remató la Real? Desde luego que no, no olvidemos el habitual desbarajuste táctico en las jugadas de estrategia. En un segundo córner, José Ángel acabó disparando arriba. Y así se acabó el partido. 2-0. Lo que obliga a meter tres en Anoeta y que el Córdoba no haga ninguno. Casi nada para este equipo. Por cierto, el mismo resultado que se llevó la Real a Mallorca hace un año, donde recibió seis.

Otro año, la Copa se convierte en un calvario para la Real. Y más que eso. Es la demostración, una más por si hacía falta, de la absoluta incapacidad que tiene Montanier para sacar rendimiento de una plantilla más que interesante. Es sabido, pero no está de más recordar que el Córdoba es un equipo de Segunda División. Y, como tal, de inferior categoría a la Real. Obvio, sí. Pero la Real ni quiso ni supo demostrar esa diferencia. Asumió de nuevo el papel de equipo inferior con el que se viste lejos de Anoeta y, ante un equipo entusiasta, hizo una vez más el ridículo. Por segundo año consecutivo, la Real de Montanier tira la toalla (lo ha hecho, a pesar de que quede la vuelta y la remontada sea posible para cualquier equipo que se precie) antes de una eliminatoria ilusionante, desprecia el valor de la Copa y evidencia que cualquier equipo, del nivel que sea, puede ganar a la Real con un poco de orden y mucho entusiasmo. Montanier, por mucho que los jugadores tengan una alta cuota de responsabilidad sigue sin respuestas para resolver este desastre técnico y táctico. Y, aunque haya aun quien no quiera verlo, es obvio que es porque no las tiene.

1 comentario:

Arnau Roura dijo...

Hola!
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Gracias y Gora Erreala!