Semana de derbi y los comentarios suelen ser más o menos los mismos todos los años. Que si somos mejores que los bilbaínos, que si vamos a ganarles, que si la cantera es la nuestra y no la de ellos, que si habrá más guipuzcoanos que bilbaínos, que si no hay tanta diferencia entre uno y otro equipo aunque por San Mamés se pronuncie la palabra Champions con una frecuencia inusitada y a nosotros nos dé pavor hacerlo. Y este año, no sé por qué, me da por ser crítico. ¿Somos mejores que ellos? Demostrémoslo de una maldita vez para que tantos comentarios se vean refrendados por una realidad intocable. Ganémosles en su propio estadio para demostrarles que para nosotros no hay una prueba imposible. Y de una vez por todas acabemos la Liga por encima de ellos, que ya va siendo hora de hacerlo, y que así muchos seguidores de la Real ganen apuestas que llevan años sin ganar a sus vecinos del Athletic.
Porque hoy la realidad, esa que es tan tozuda como para desmentir tantas cosas y por mucho que nos duela, dice todo lo contrario. Sí, hoy el Athletic tiene muchos más motivos para sentirse más que nosotros. Y con razón. Jamás renegaré de lo que es la Real y quien me lee habitualmente sabe de sobra que me peleo con fuerza para resaltar todo lo bueno que hay en el entorno txuri urdin, que es muchísimo. Pero dejémonos de tonterías. ¿Que no estamos tan lejos? Hoy, 1 de marzo, el Athletic nos saca cuatro puntos, y eso que no ganó su primer partido precisamente hasta que fue a Anoeta. Salvo esos dos primeros meses de competición, quizá sólo el segundo porque sus expectativas eran elevadas, de lo que se hablaba en Bilbao era de luchar por la Champions. Hoy, 1 de marzo, el Athletic discute dónde jugar la final de Copa, competición que nosotros tiramos en una noche bochornosamente histórica. Hoy, 1 de marzo, los seguidores del Athletic luchan por conseguir entradas para su partido europeo en Old Tradford contra el Manchester United. Hoy, 1 de marzo, ellos tienen cuatro internacionales españoles y cuatro que serán olímpicos y de nosotros no se acuerdan ni para llamar a Iñigo Martínez, Illarramendi o Pardo.
¿Qué podemos contraponer nosotros a eso a día de hoy? Nosotros no nos permitimos hablar de Europa, porque, se dice, cuando pensamos en objetivos más elevados llega una contundente bofetada. Nosotros sólo hemos querido hablar de la permanencia, hemos despreciado la ambición y el deseo de volver a sentirnos grandes a corto plazo. Y, sí, hablamos mucho de futuro. Que si Zubieta produce, que si Pardo está llamado a dar grandes tardes a la Real, que si las renovaciones construyen la Real del futuro. Y todo eso está muy bien, es evidente que el nuestro no es un equipo corriente y tiene que construirse así, pensando en el mañana. Pero el derbi se juega el domingo. Este domingo. No dentro de tres años, no dentro de diez. Se juega ahora. Y, como hemos hecho otras tantas veces y en condiciones probablemente más difíciles que las actuales, quiero ganarlo. Aún me acuerdo cómo tituló El Diario Vasco la crónica de la victoria en San Mamés de la temporada 1996-1997. "La Real es mucho más", decía. Más ancho que largo estaba yo aquel día con mi felicidad. Y llevamos demasiado tiempo siendo menos que ellos.
Desde 1990, sólo tres veces hemos acabado delante de ellos en la Liga. Tres, que se dice pronto. Llevamos sin ganar en San Mamés once años, media vida de muchos de los que han comprado una de las escasas entradas que tenía la Real para ir a Bilbao. Siete partidos. Supongo que es una obviedad decir que eso duele. Y duele porque, además, es la evidencia de que hoy por hoy somos menos que ellos. Y no me refiero a la capacidad deportiva o futbolística. Es que en cuatro de esos siete partidos el árbitro tuvo una incidencia decisiva. ¿Eso nos pasa en Anoeta? Sí, pero curiosamente también barriendo para el mismo lado. ¿Le darán la cautelar a Illarramendi como sí se la dieron el año pasado a Muniaín para jugar un derbi en el que, por cierto, marcó un gol? ¿Nos hemos olvidado ya que los hermanos vascos aprovecharon nuestro paso por Segunda para saquear, como siempre han hecho pero con la ayuda de nuestra precariedad? Todo eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de saltar al césped de San Mamés el domingo pocos minutos antes de las cuatro de la tarde. Todo. Las apuestas, lo que hace latir el corazón de los aficionados, el tiempo que llevamos sin ganar, que Zubieta es más que Lezama hoy en día, que ni los árbitros nos pueden detener.
En el partido de la primera vuelta, la Real de Montanier evidenció que no tenía ni la más remota idea de lo que supone un derbi. Al perder, Xabi Prieto dijo que ojalá el partido de vuelta se jugara al día siguiente para sacarnos esa espina. Pues bien, ese día ha llgado. Demostremos de una maldita vez que podemos ser mejores que ellos. Que somos mejores que ellos. Sin excusas. Ganemos y punto.
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