Es difícil encontrar una noticia que genere reacciones tan unánimes como la marcha de Mariga. El primer keniata de la historia de la Liga ya es pasado. Su fichaje es la historia de un fracaso a todos los niveles que tendría que provocar una reflexión que, lamentablemente, no va a llegar. Lo único que nos va a quedar de Mariga es el mal recuerdo de esos 18 partidos que ha jugado con la camiseta txuri urdin, trece de ellos como titular. Quedará el retrato de ese jugador lento, escasamente rocoso, que no robaba balones y que perdía unos cuantos, que tenía un disparo horrible, que estaba en la antítesis del box to box del que nos hablaron y que sólo encontró la confianza de un entrenador que le puso en el campo en un elevadísimo porcentaje de las ocasiones en las que le tuvo a su disposición.
Mariga personifica las sensaciones que está dejando esta extrañísima temporada llena de altibajos. Y la culpa es de casi todos los que forman parte de la Real. El propio Mariga fracasa a nivel personal. Yo no sé si vino a la Real con ganas de jugar o con ganas de cobrar, pero si lo que hemos visto es todo lo que puede hacer lo tiene muy crudo para sobrevivir en esto del fútbol. El club se equivocó al romper la máxima que tiene que regir el fichaje de todo jugador foráneo: la mejora de lo que ofrece Zubieta. Es evidente que Mariga no cumplía esa condición, aunque se tenga la disculpa de la procedencia del jugador. Cuando uno consigue un jugador del Inter, es fácil suponer, aunque sea equivocadamente como ha sido en este caso, que algo sabrá hacer. Ojalá esto sirva de aviso para el futuro.
Lo que no es tan aceptable es la facilidad con la que olvidamos. O con la que olvidan quienes rigen los destinos de la Real y quienes los comentan en la prensa. A Martín Lasarte se le cesó, entre otros motivos más o menos claros, por contar con Diego Rivas y no con Illarramendi. Esta temporada el canterano que ha perdido oportunidades por la presencia del keniata es Rubén Pardo. Pero hay diferencias entre un caso y otro. Rivas fue uno de los mejores de la Real la pasada campaña, como también lo fue en la temporada del ascenso. Era un jugador, además, que contaba con el favor de la grada. Mariga no puede decir ni una cosa ni la otra, pero dispuso del respaldo inquebrantable del entrenador durante tres meses largos. Recordemos que Mariga estuvo en la convocatoria ante el Atlético, aunque fue finalmente el descartado, cuando las negociaciones para que saliera de la Real estaban en teoría bastante avanzadas.
Ese detalle fue el último de los inexplicables acontecimientos que han rodeado la estancia de Mariga en Donostia, alabado hasta la saciedad en la prensa afín al club antes incluso de que comenzara a jugar de txuri urdin, y después de su llegada a pesar de la mirada atónita del aficionado que no era capaz de entender qué veían en este jugador. Aquel fue el penúltimo detalle, en realidad, porque estos últimos días hemos asistido al lamentable espectáculo de ver al entrenador y al presidente poco menos que renegar de su fichaje. El segundo se lo achacaba al primero y el primero, como quitándose el marrón de encima, que ya tiene unos cuantos por su cuenta, decía que era cosa de todos. ¿Y Loren? A ver qué dice. Aun siendo malo y celebrando su marcha, me da pena que un ex jugador de la Real reciba esas puñaladas por la espalda cuando no puede defenderse y, desde luego, resta valor y fiabilidad a todo lo que puedan decir los actuales responsables del club.
Mariga ya es historia, y lo celebro, pero no termino de quedarme tranquilo. Ni se han dado explicaciones, ni sabemos demasiadas cosas de lo que ha sucedido con él, ni tenemos del todo claro a quién pedirle cuentas por su fichaje. Dudar de todos es lícito cuando nadie cuenta las cosas.
1 comentario:
Creo que si no es el peor jugador que ha pasado por la Real estará muy cerca. Cada vez que pisaba el cesped la Real bajaba muchos enteros ya que no sólo no hacía su trabajo sino que descolocaba a todos. Acordaros de Vallecas. Poco más se puede decir.
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