Un auténtico baño es lo que se ha llevado Osasuna de Anoeta, pero al mismo tiempo ha sacado un inmerecido punto. La Real hizo un partido para golear y obtuvo el mismo premio que el equipo visitante. Cosas del fútbol. Hoy ha sido uno de esos días en los que sólo se puede considerar increíble que no entrara una triste y mísera ocasión, sólo una, para repetir el raquítico pero merecidísimo 1-0 con el que acabó este partido la temporada pasada. Porque la Real las ha tenido de todos los colores. En más de una ocasión Montanier ha insinuado que las críticas que recibió, y que sigue recibiendo, tenían su razón de ser en las derrotas. El de hoy es el partido que evidencia que esa afirmación no tiene ningún sentido. Hoy la Real podría haber perdido en una de las ocasiones aisladas de las que ha dispuesto Osasuna, y el juicio tendría que ser el mismo: de elogio constante a la actuación del equipo txuri urdin. Y eso que el técnico francés no acertó con los cambios, pero hoy hoy más lógica que en aquellos desafortunados meses de derrotas. Por eso, aunque no consiguiera ganar, la Real compitió a un altísimo nivel. Y no ganó porque no entró un gol.
Montanier apostó por un equipo muy similar al que jugó en la Copa ante el Mallorca, poniendo a Vela y Cadamuro por Xabi Prieto y De la Bella, dos titulares que no pasan por su mejor momento y que tendrían que ponerse ya las pilas. Eso tiene dos lecturas. Por un lado, que la Copa interesa, menos mal, y ojalá eso sea el camino del éxito. Desde luego es algo digno por fin de aplauso. Por otro, que el partido copero del pasado miércoles podía pasarle factura al equipo, sobre todo a su centro del campo, según transcurrieran los minutos. Pero a eso volveremos más adelante. Con esa apuesta, el partido comenzó abierto, como de hecho arrancó el duelo del miércoles contra el Mallorca. No tuvo Bravo que intervenir en la primera mitad, eso sí, y esta vez el inicio del recital txuri urdin, más intenso que el de Copa, no vino anunciado con un gol, pero el partido tuvo cierta similitud con el del pasado miércoles. O, más concretamente, con el mismo que disputó ante Osasuna el año pasado. Lo que ofreció la Real fue un carrusel de ocasiones sin premio durante toda la primera mitad.
Ese carrusel tiene varias razones de ser, y la fundamental es que Montanier ha encontrado, por fin, el centro del campo con el que este equipo es capaz de deslumbrar. Elustondo vive su segundo gran momento en la Real, después del inicio de la temporada de Lillo que le truncó aquella lesión de tobillo. Es la brújula del equipo, tanto en defensa como en ataque. Ha dado un recital, formidablemente acompañado por Aranburu y Zurutuza, espléndidos también los dos. Con ellos, el juego ofensivo txuri urdin funciona. Y, es noticia, también el defensivo. Osasuna no generó nada de peligro. Demidov subió enteros y Mikel González volvió a ofrecer un lección magistral en el corte. En ataque, Vela se mostraba muy incisivo, muy móvil, muy metido en el juego, pero le faltó carácter de líder como para sentenciar el partido. Nada que reprocharle, porque lo dejó todo en la cancha. Griezmann empezó gris, desconectado de Cadamuro (no es lateral izquierdo, aunque Loren siga sin ver que es una cojera perenne en este equipo). Y Agirretxe, menos acertado que el miércoles, pero igual de peleón.
Pudo marcar Zurutuza en un centro chut que estuvo a punto de comerse el portero osasunista. Pudo marcar Agirrexe con un disparo desde fuera del área. Pudo marcar Vela de falta directa. Pudo marcar Griezmann en un disparo a bocajarro que Andrés sacó con seguridad. Pudo marcar Cadamuro tras recibir en fuera de juego un centro desde la banda opuesta. Pudo marcar otra vez Vela tras un fantástico pase de Agirretxe. Pudo marcar Agirretxe de nuevo, en un córner en el que no llegó a encontrar el balón. Pudo marcar Griezmann dos veces más, una desde fuera y otra desde dentro del área. Y pudo marcar finalmente Vela que lanzó arriba un disparo cuando tenía posición para hacer algo más. Faltó la efectividad que sí tuvo el equipo ante el Mallorca, pero ese fue el resultado de los esfuerzos de la Real en la primera parte, 45 minutos en los que el marcador tuvo que ponerse del lado del equipo txuri urdin si esto del fútbol se rigiera por la justicia. A Osasuna se le apareció la virgen, porque nunca encontró la forma de parar a la Real.
Segunda mitad. El escenario cambió levemente. Osasuna encontró más espacios en el centro del campo y tuvo alguna ocasión en la que pudo llegar a marcar. Pero la Real también. La intensidad del dominio realista fue más inconstante, pero todo estuvo del lado txuri urdin con mucha claridad. No tuvo tantísimas ocasiones como en la primera mitad, pero gozó de algunas llegadas que tendrían que haber dado la merecida ventaja en el marcador. Si no antes, con alguna intentona de Griezmann sobre todo, sí en el minuto 87 con un disparo de Ifrán que sacó de nuevo Andrés, indudablemente el mejor de Osasuna en el partido de hoy. El equipo rojillo encontró oxígeno gracias a errores de la Real, sobre todo nada más iniciarse la segunda mitad en una pérdida de balón de Elustondo, y algún disparo que ni siquiera forzó intervenciones de Bravo. El 0-0 era un premio inmenso para un equipo que claramente se conformó con ese resultado, en lo que colaboró un horrendo Teixeira Vitienes que, escamoteando unas cuantas tarjetas a jugadores de Osasuna y sin añadir un sólo segundo por las constantes pérdidas de tiempo, colaboró con la estrategia rojilla.
Montanier apostó por la continuidad y eso hay que aplaudirlo. A finales del año pasado, hace dos días como quien dice, al técnico francés le entró un ataque de sentido común que es lo que está provocando que el equipo txuri urdin muestre todas sus virtudes, comience a sumar puntos y esté en el camino de hacer algo muy bonito en la Copa. El problema es que lo combina con arrebatos inexplicables que ponen en peligro todo el crédito que se consigue, como sus cambios en Sevilla o el inexplicable ataque de histeria en Granada en la Copa. Hoy Montanier ha dejado algún síntoma preocupante más, a pesar, insisto, de que hay que aplaudirle que haya visto que la continuidad y la lógica funcionan. Hoy la Real ha insistido en botar en corto los numerosos córners de los que ha gozado. Vela y Zurutuza hacían siempre las jugadas y fue una insistencia extraña, que se perpetuó a pesar de la defensa permanente de dos defensores osasunistas y a veces incluso sin estar a la distancia reglamentaria. Crearon peligro en la decena de saques de esquina en corto, sí, pero también en los escasos dos que sacaron al corazón del área. Dio la impresión de que el plan era el plan y salirse de él era algo prohibido, y así seguramente se perdió alguna ocasión de generar peligro.
Los cambios tampoco ayudaron al equipo. Al contrario, le quitaron opciones. A los 66 minutos, Xabi Prieto entró Agirretxe y Vela se colocó de delantero centro. Las actuaciones del mexicano en punta coincidieron con los peores momentos de la Real en la temporada y, de hecho, con el cambio ya desapareció por completo. Xabi Prieto comenzó apocado, como toda la temporada, pero acabó interviniendo mucho y bien. Ojalá sea el comienzo de su despertar. Sin Agirretxe se perdió capacidad de pelea, se perdió la opción de bajar balones de espalda y que sus extremos cogieron la espalda de la defensa, como Griezmann había hecho en bastantes momentos de una gran segunda mitad. Montanier pareció darse cuenta del error y su segundo cambio fue colocar a Ifrán de delantero en lugar de Vela. ¿Y el tercer cambio? No llegó. ¿Por qué? Eso es digno de análisis. Llorente estaba en la grada. Mariga ya no parece contar, aunque se haya garantizado su continuidad y por Pardo no hay una apuesta clara, se diga lo que se diga. Hoy el centro del campo pedía a gritos un refresco y no entraron ninguno de los dos. Elustondo, Aranburu y Zurutuza se vaciaron. Y por momentos parecían fundidos aunque aguantaran hasta el final. Pero tuvieron que aguantar.
En cualquier caso, esos detalles cobran importancia porque son repetición de errores ya vividos. No tiene nada que ver con el resultado de hoy. Porque Osasuna debió salir goleado de Anoeta. Fue uno de esos días. A mí, desde luego, no me salen críticas a esta Real que ha hecho todo lo posible por ganar. Me preocupa la situación porque sólo ha sumado un punto para llegar a 18. Quedan dos partidos para el final de la primera vuelta (nada menos que la visita a Mestalla y la del Atlético de Madrid a Anoeta) y no hemos llegado a la mitad de los puntos necesarios para la permanencia. Eso se debe a la locura de aquellos dos meses de infausto recuerdo en los que la Real, comandada por las erráticas decisiones de su entrenador, tiró partidos y partidos sin que nadie entendiera muy bien por qué. Eso es lo preocupante, que lo sucedido en el primer tramo de la temporada sigue lastrando el futuro del equipo en la Liga. ¿Lo de hoy? Eso no es nada preocupante, al contrario. Hoy la Real ha hecho muchísimas cosas bien, ha merecido ganar con holgura y simplemente ha empatado a cero. Nada ver, con el mismo resultado, con la sensación que dejaron los partidos ante Getafe o Espanyol. Montanier, el camino es lo de hoy, no lo de entonces. Y ahora a rematar la eliminatoria de Copa.
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