Es el fútbol un deporte de sensaciones, y la sensación que deja esta Real es que no tiene ni la más remota idea de lo que hace. Es un equipo que abunda cada vez más en lo más negativo y equivocado que tiene, que está profundizando en los errores que cometía la pasada temporada, que da la impresión de que no tiene recursos, que no tiene esquema, que no tiene revulsivos, que no tiene confianza. Que no tiene absolutamente nada. No sabe lo que hace, esa es la realidad y eso es lo que hay que decir. Porque no se puede decir otra cosa. La Real falló en su alineación, en una revolución equivocada en sus posiciones y en sus nombres. Y a partir de ahí falló en todo lo demás. En todo. ¿Los puntos débiles que mostraba el año pasado? La Romareda los vio acentuados, agravados, imposibles de corregir, sin que nadie asuma la responsabilidad del juego. Se decía que el derbi fue el peor partido de la temporada y eso siempre es una afirmación peligrosa cuando apenas se han jugado seis encuentros. Y el séptimo ha confirmado que era una afirmación equivocada. El de Zaragoza ha sido el partido más lamentable y decepcionante, no ya de la temporada, sino del regreso a Primera y, probablemente, de bastantes más años.
Hubo revolución en el once inicial. Lo más llamativo es que Montanier decidió quitar a Demidov y colocar a Mikel González en el centro de la defensa. Por delante, Markel jugó de 4 en un 4-1-4-1, con Aranburu, Zurutuza, Xabi Prieto y, sin duda la gran sorpresa, Sarpong en esa segunda línea de cuatro. Griezmann, en el banquillo. ¿Castigado? No se sabe. Nadie quiso darle a la ausencia de Illarramendi el valor que tenía, y el partido les devolvió una bofetada de realidad a quienes dijeron que no se iba a notar. Se notó, ya lo creo que se notó. Markel debutó esta temporada desaprovechando una nueva oportunidad. Montanier le quitó en el descanso, y eso es muy significativo. Si además apuntamos que robó sólo dos balones (perdió siete), queda todo dicho. A su alrededor, nadie fue capaz de echarle una mano, bien es cierto. Aranburu pasó de no disputar un solo minuto en el derbi a ser titular, y eso es un salto que no termino de entender. En el centro del campo nadie asumió las premisas básicas que se le suponen a esta Real de Montanier. Y eso se notó, sobre todo, en que la Real despreció la posesión y también la presión. Si no se tiene el balón, y no se presiona al rival cuando lo tiene, no hay nada que hacer.
Y nada se hizo. Así de claro. Pensemos en todo lo que se hacía mal el año pasado. La primera parte de la Real en La Romareda no sólo fue un compendio de todo aquello, sino incluso un claro empeoramiento de la situación. La Real defendió muy atrás. La Real no presionó al Zaragoza, ni en su defensa ni en la frontal de su propia área. La Real no sacó el balón jugado. La Real tiró 40 minutos a la basura. La Real sólo disparó una voz entre los tres palos. La Real no hace faltas. La Real no tiene ocasiones de gol. La Real no saca partido de una clara superioridad a balón parado. La Real tiene despistes defensivos severos. La Real devuelve la vida a equipos moribundos (dos goles hoy de un delantero que aún no había marcado en lo que llevábamos de Liga). La Real sigue encajando goles con una facilidad inusitada (sólo en el partido contra el Granada consiguió Bravo que su portería se quedara a cero). La Real no busca los rechaces. La Real salta al campo sin intensidad (como en Sevilla, como en el derbi, como contra el Barcelona). La Real no sabe colocar una barrera. Y así podríamos seguir hasta el infinito. Llegar al descanso sólo con un 1-0 en contra era una bendición. Pero ni siquiera eso supimos aprovechar.
El primer gol, de hecho, es un compendio de lo que hace mal la Real. Sarpong mira con parsimonia cómo un jugador zaragocista centra al área, demostrando con esto y con su pobrísima actuación que no es posible que tenga un sitio en la Real, y Helder Postiga hace una chilena casi desde la frontal del área y con el balón ya muy bajo sin que los centrales ni los centrocampostas le cierren de ninguna manera. Golazo, sí, pero todo muy fácil. Era el minuto diez y ya se veía que el partido tenía pinta de catástrofe. No lo fue porque el Zaragoza es un equipo muy limitado, o al menos eso demostró ante la Real. Ganó con suma facilidad un partido en el que hizo muy poquita cosa, y eso es algo que sólo se puede achacar al lamentable rendimiento txuri urdin. Lamentable en todos los sentidos y ahí, como dije hace dos semanas tras el derbi en Anoeta, el responsable es Montanier. Después de perder como se perdió ante el Athletic, después de las críticas que recibió el equipo, después de dos semanas de reflexión y, se supone, de trabajo, es absolutamente impresentable la imagen que dio la Real en Zaragoza. El resultado da absolutamente igual. Lo grave es la forma en que se ha perdido, en que el esquema ni parecía claro ni sirvió para nada.
La cosa se agravó tras el descanso. Montanier optó por montar una segunda revolución, que casi pareció una improvisación, con cambio de nombres y de sistema. Entró Demidov por Markel y el técnico francés montó una línea de tres centrales, supuestamente con los dos laterales incrustados ya en el centro del campo, aunque poco papel tuvieron. Una especie de 3-4-2-1 que, visto el resultado, no hubo por donde coger. Montanier tuvo mala suerte en ese aspecto, desde luego, porque en el minuto 3 de la segunda mitad el Zaragoza marcó el 2-0. Claro, todo se va al traste. Y se va al traste, en este caso, por la apatía absoluta del equipo en defensa. Siete jugadores realistas estaban agrupados en la frontal del área y dos zaragocistas bastaron para chulearles por completo. De la Bella, además, rompió el fuera de juego y permitió un gol fácil. Con la imagen que estaba dando el equipo, la derrota estaba ya asegurada. Y en algún otro campo, la goleada habría sido de órdago, pero el Zaragoza estaba para pocas cosas más. Para ahondar en otra sensación negativa: la de que seguimos siendo el hazmerreír de eso que llaman otro fútbol y que todos los equipos practican con una soltura impresionante frente a la Real, que ni sabe, ni protesta, ni se hace notar.
Sólo Zurutuza era capaz de intentar algo, y él fue el único que estuvo cerca del gol. En la primera mitad, en el primer disparo a puerta de la Real, forzó un paradón de Roberto. Zurutuza, el mejor, insisto, era en Zaragoza el único superviviente de la revolución en el centro del campo de Montanier. Eso es significativo, porque habla mal de quienes entraron para acompañarle. Repasando nombres, el partido fue para llorar. Xabi Prieto es el jugador que está para el banquillo, y todavía no lo ha pisado. Sarpong no tiene sitio en la Real. No lo tiene, y darle más vueltas es tirar tiempo, partidos y hasta dinero. Agirretxe es un jugador desperdiciado cuando no se le acompaña en ataque. De la Bella es otro que pide a gritos un descanso, pero es que la Real no tiene lateral izquierdo de recambio. Y así con todo. Montanier, desde el banquillo, tampoco ofrece buenas sensaciones. Llamadme prehistórico, pero cuando uno va perdiendo espera que se pongan sobre el campo todos los atacantes posibles. Los dos primeros cambios fueron Demidov y Mariga. Griezmann salió al final. Llorente, de nuevo, se quedó sin jugar un solo minuto y me pregunto qué le pasará por la cabeza a un jugador con tanta raza viendo la pusilanimidad del equipo en tantos partidos de esta temporada.
Tercera derrota consecutiva, y con la peor de las sensaciones, alejadísima de aquello a lo que se quería jugar en la pretemporada. En Mallorca se jugó bastante mejor de lo que se dijo, pero se perdió. En Anoeta contra el Athletic se perdió por el mismo resultado, pero dando una imagen peor, por mucho que el árbitro influyera decisivamente en el resultado. En Zaragoza la derrota ha sido durísima, porque supuso un claro empeoramiento de las prestaciones del equipo. Al menos el Athletic sí hizo cosas para ganar a la Real. El Zaragoza, bien poquitas. Pero ganó. Y con claridad. También es la tercera derrota consecutiva como visitante, y ya sólo el colista Sporting ha perdido más partidos que la Real. Estos cero de nueve puntos han colocado ya a la Real no sólo en tierra de nadie sino mucho más cerca de los puestos de descenso que de los europeos. Como estaba previsto en caso de derrota, el equipo de Montanier cae cuatro posiciones en la clasificación (tres ya han caído hoy y la cuarta llegará mañana; pase lo que pase en el Athletic-Osasuna uno de los dos equipos pasará al txuri urdin en la tabla). Y, sobre todo, con la amarga sensación de impotencia de que este equipo no sabe lo que hace. Y como no empiece a saberlo, la temporada tendrá una pinta mucho más negativa de lo que jamás la tuvo la pasada. Ojo.
2 comentarios:
Muy decepcionante la actitud del equipo fuera de casa, es la misma historia de la 2ª vuelta de la temporada pasada, salimos derrotados al campo.
Zaragoza era un campo para puntuar como Mallorca y nada de nada, además ayer con un partido penoso.
La alineación no me gusto nada, Markel no esta para 1ª y Sarpong tampoco, ¿Ifrán?, ¿LLorente?, algunos minutos podrían haber tenido viendo el desastre. Xabi Prieto esta fatal esta temporada, y la Real lo necesita mucho.
Cityground, compartimos todas las incógnitas... Incluso te diría que el regreso de Xabi Prieto compensaría todo lo anterior, pero es que no está...
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