No hay récord más impresionante en la historia de la Real que la grandiosa marca de imbatibilidad que logró en la temporada 1979-1980. El equipo txuri urdin entrenado por Alberto Ormaetxea estuvo 32 jornadas consecutivas sin conocer la derrota. 32 rivales que no pudieron vencer a los nuestros. Nada menos que 32. La Real no ganó aquella Liga, y eso hace que el partido más recordado de aquella temporada sea precisamente el que perdió, el de la jornada 33, el 2-1 que logró aquel Sevilla primado hasta las cejas que logró remontar el gol inicial de Zamora con dos tantos de Bertoni y a pesar de estar jugando con solo nueve jugadores. Aquel es, quizá, el día más dramático de la historia de la Real. El paso del tiempo, no obstante, ha hecho que el récord de imbatibilidad crezca en valor. Nadie ha sido capaz de estar tantas jornadas sin perder en un campeonato liguero. Absolutamente nadie. Es el récord de la Liga, no sólo de la Real. Y ya han pasado tres décadas desde que aquel modesto equipo, que en aquel momento no había conocido las mieles del triunfo, asombró al fútbol español de una forma que todavía nadie ha conseguido igualar.
Todo comenzó el 9 de septiembre de 1979. Las Palmas, que venía de ocupar la sexta posición en la temporada anterior y de quedarse a solo un punto de clasificarse para la Copa de la UEFA (sí lo hizo la Real, que había sido cuarta), visitó Atotxa y salió derrotado por un solitario gol de Idígoras, gol que llegó en el primer minuto de partido. Arconada paró un penalti, dejando los dos puntos del partido en San Sebastián Nadie podía suponer que aquella victoria por la mínima iba a suponer el inicio de la temporada más inolvidable hasta entonces de la historia txuri urdin, pero la leyenda había comenzado a fraguarse. Sólo una semana después, la Real ganó en San Mamés con idéntico resultado y gol, esta vez, de Satrústegui. Tras dos empates consecutivos, la Real logró tres victorias seguidas en casa, dos de ellas de auténtica leyenda. La primera fue el 4-3 ante el Barcelona de la quinta jornada, en un partido memorable. Los de Ormaetxea levantaron un 0-1 y un 2-3, empataron el partido cuando sólo quedaban nueve minutos y lograron el gol del triunfo en el último minuto del encuentro. Diego fue quien culminó la remontada.
Tras 22 años sin derrotar al Real Madrid, la Real se desquitó con una goleada histórica. Un 4-0, con goles de López Ufarte (de penalti), Satrústegui, Zamora y Heras, fue lo que se llevó de Atotxa el conjunto merengue. Entre estas dos victorias míticas, la Real tuvo lío. En su visita a Vallecas de la cuarta jornada se adelantó con un gol en claro fuera de juego. En la de Almería de la jornada sexta, el partido se suspendió en el minuto 87 tras el lanzamiento de objetos que siguió a una desastrosa actuación del árbitro, Díez Frías. Una botella alcanzó a uno de sus jueces de línea. Algunas crónicas de la época hablan de hasta cuatro penaltis no pitados en el área txuri urdin. A pesar del gran inicio de temporada, la Real no era el único equipo imbatido. El Sporting ganó los siete primeros partidos y no perdió hasta la jornada novena, siendo todavía líder, en casa y por un contundente 1-4 que le endosó el Zaragoza. También hubo incidentes en Salamanca, en la jornada décima, cuando la Real alcanzó de nuevo la primera posición, que había logrado por primera vez tras vencer en San Mamés, gracias a un gol de López Ufarte.
La Real siguió con paso firme. Venció en Sarriá 1-2, siendo despedida con aplausos por su juego, perdió el liderato empatando en casa ante el Hércules y lo recuperó de nuevo ganando 0-1 en Gijón. El equipo de Ormaetxea, en todo caso, se caracterizó por sus empates, nada menos que ocho en los 17 partidos de la primera vuelta (en la jornada 22, eran once las igualadas, la mitad de los partidos jugados). Eso sí, comenzó la segunda con dos grandes goleadas por el mismo resultado: 4-0. Eso es lo que se llevaron de Donostia tanto Athletic (que acumulaba doce años sin puntuar en el estadio realista) como Rayo Vallecano. Después de recuperar la primera posición de la tabla en la jornada 23 venciendo al Almería, de lograr un gran triunfo en Zaragoza por 0-2 y de un partidazo sin goles en Atotxa frente al Betis, la Real se plantó en el Santiago Bernabéu como líder gracias a su victoria en el partido de ida y tener el golaverage de su lado, y como serio aspirante al título.
Y pudo haber sentenciado la Liga de haber logrado la victoria. La tenía en el minuto 88, por 1-2, con goles de Zamora y Periko Alonso. Pero en el último suspiro, el colegiado García Carrión se inventó un penalti y regaló el empate al Madrid. La leyenda dice que Arconada, al que las crónicas tildan de "mitológico" por su enorme actuación ante el Madrid, reventó de una patada la puerta del vestuario del Bernabéu por el enfado. La Real no acusó el golpe y ganó cinco de los seis siguientes partidos. Sólo se dejó un empate en Alicante, tierra maldita, ante el Hércules. El Madrid se dejó un punto más, pero estaba sólo uno por debajo de la Real. Suficiente para aprovechar la derrota del equipo txuri urdin en Sevilla, con la sensible baja de López Ufarte por un grave problema de riñón, para adelantarle en la clasificación. Una vez batida, la Real acabó la temporada ganando en Atotxa al Atlético de Madrid, pero no sirvió para lograr el merecido título de Liga, que fue a parar a manos de un Real Madrid que no dudó en primar a los rivales realistas, probándose en la prensa de la época el dinero que cobraron los jugadores del Betis por aquel empate en Atotxa y los del Sevilla por su victoria.
De esos 32 partidos que estuvo la Real sin perder, 18 fueron victorias (ganó los dos encuentros a Athletic, Zaragoza, Salamanca, Español y Sporting) y 14 empates (los dos contra el Valencia, Betis y Hércules). Esa racha le permitió estar en cabeza de la clasificación durante 20 jornadas, marca que igualó en la temporada 2002-2003, en la que también se quedó sin el merecido título. Durante la gestación de ese récord, marcó 51 goles, 1,59 por partido. Satrústegui hizo 16, seguido de López Ufarte (diez), Alonso (nueve), Diego, Idígoras, Zamora (tres cada uno), Amiano (dos), Gajate, Gaztelu, Kortabarria, Heras y Olaizola (uno cada uno). A Arconada le marcaron apenas 18 goles en la racha de imbatibilidad, 0,62 por encuentro. Athletic, Valencia, Almería y Salamanca no lograron batirle. El Barça y el Salamanca, los que más, le hicieron tres cada uno. Ni los dos goles encajados en Sevilla, para un total de 20, le impidieron ganar por primera vez el Trofeo Zamora. Su 0,58 total de la temporada era entonces el segundo mejor promedio de la historia para un portero (sólo superado por el 0,56 del madridista Betancort en la temporada 64-65) y es todavía la quinta mejor marca.
Los de Ormaetxea lograron su mejor racha de victorias consecutivas en dos ocasiones, cuando encadenaron con triunfo los tres partidos ante Real Madrid (4-0), Salamanca (0-1) y Español (1-2), y después ante Sporting (4-1), Burgos (1-3) y Málaga (3-1). Tras los 32 partidos de la Real, el mejor registro de imbatibilidad lo tiene el Real Madrid de la temporada 1988-1989, el de los 107 goles, que estuvo 28 partidos sin perder. Sin fijar el inicio del récord en el comienzo de una temporada, el récord absoluto de la Liga española también lo tiene la Real Sociedad. Son 38 jornadas, contando las 32 de la temporada 79-80 y las seis últimas de la 78-79 (cuatro victorias ante Valencia, Salamanca, Barcelona y Las Palmas, y dos empates contra Real Madrid y Athletic). El Madrid se quedó en 31 con los tres partidos finales de la 87-88 y los mencionados 28 de la 88-89, y el Barcelona llegó a la misma cifra entre las jornadas 2 y 33 de la temporada pasada. Fue la Real el equipo que impidió que llegara a los 32 encuentros sin perder, venciendo 2-1 en Anoeta.
1 comentario:
No me importa siendo yo cule' que este récord lo tenga la Real
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