Con las tres victorias consecutivas, hemos pasado a nuevo nivel para no hablar de lo que sucede sobre el césped. Ha nacido el vínculo entre las cuestiones extradeportivas que marcaban el debate sobre la Real en la primera mitad de la temporada y lo que acontece en los partidos. Y no me gusta, porque ahora sólo tenemos que pensar en una cosa, en subir a Primera. Ya no me importa cómo, ya no me importa con quién, ya no me importa cuándo, pero hay que subir a Primera. Todo lo demás, excepción hecha de un centenario que hay que celebrar tanto como se pueda, no debiera importar. Pero importa demasiado y obliga a que ciertas cosas reciban puntualizaciones. Y, como siempre, hay nombres propios que marcan esa agenda en realidad secundaria pero al final siempre protagonista.
En boca de todos están Díaz de Cerio y Castillo por esas ofertas de renovación que, según dicen, parece que no van a aceptar. En Primera o en Segunda, mi posición es inalterable. Siempre entenderé a un jugador que se vaya de la Real para jugar en un sitio importante. En el caso de Iñigo, no deja de rumorearse que el Athletic es su destino (hoy mismo, As publica que hay un precontrato firmado con los bilbaínos, algo que han negado siempre todas las partes implicadas; hoy lo ha hecho su representante, el ex realista Biurrun), y eso ya sabemos todos que significa, por poco que nos guste verle de rojibalnco, una ficha que la Real jamás podrá igualar. Si yo fuera él, mi realismo empujaría mucho. Muchísimo. Haría todo tipo de esfuerzos para quedarme. Pero no por eso voy a dejar de entenderle si se va. Entenderle, que no admirarle.
Con Xabi Castillo la cosa cobra nuevas dimensiones porque algunos vinculan su futuro a equipos como el Málaga o el Osasuna. Y yo nunca entenderé que alguien criado en Zubieta cambie la Real por un equipo así, con todos mis respetos a todos ellos. Sí, el Málaga podrá jugar en Europa la temporada que viene y el Osasuna está en Primera (veremos si lo está la próxima temporada). Pero ninguno de estos dos equipos es la Real. La Real es y tiene que seguir siendo algo diferente para quienes visten esta camiseta desde chavales. Tiene que provocar muchas más emociones que no les pueden ofrecer otros equipos. Si no, no tiene ningún sentido el trabajo de cantera que tanta ilusión nos hace a todos: a aficionados, a técnicos y, sí, también a los futbolistas de casa. Si Castillo ficha por un equipo así, será un fracaso de Zubieta como modelo, y eso sí que hay que estudiarlo detenidamente.
¿Quién puede criticar que Xabi Alonso se vaya al Liverpool o que Kodro se vaya al Barcelona? ¿Fichar por el Málaga queriendo la Real que siga? Una pena. Eso sí, hay quien entiende que la decisión de Castillo de dejar la Real por un equipo de este nivel es lógica por un detalle, porque es vizcaíno, y en eso sí que no puedo estar de acuerdo. La Real es Guipúzcoa, sí, pero fuera de Guipúzcoa somos muchos los que también somos la Real. Y a veces eso se minusvalora demasiado. Mirad las gradas cuando la Real juega en la costa levantina. O en Andalucía. Eso también es la Real. Darko no era donostiarra precisamente, y pocos como él personifican lo que es la Real. Porque a Real es mucho más que Guipúzcoa y eso, además de apreciarlo como una gran riqueza, hay que respetarlo y cuidarlo.
Otro debate con Castillo. Resulta que ahora mismo no está jugando en la Real. Lillo ha apostado por un central, Mikel González, para suplirle, incluso por delante de Dramé. Y ya han salido las voces oportunistas que, si Castillo tiene decidido jugar el próximo año en otro equipo, han lanzado un rotundo "que se vaya". Creo que hay que estar agradecidos siempre a lo que un jugador se deja en el campo con la camiseta txuri urdin. Hace un mes Castillo parecía insustituible y ahora resulta que nos sobra. Ni tanto ni tan poco. Indispensables en la Real no ha habido tantos en su centenaria Historia, pero no creo que estemos como para despreciar jugadores. Si Castillo se va, eso no impedirá reconocerle que ha hecho dos buenos años en el primer equipo. ¿Es suplente porque no renueva? A veces me sorprende la ligereza con la que abrimos debates. Eso sólo lo sabe Lillo y, que yo sepa, nadie le ha preguntado.
Más nombres propios. Necati. El domingo recibió una ovación descomunal en Anoeta. ¿Es una sincera muestra de apoyo al jugador turco o un motivo de burla, reflejo de las casi cómicas situaciones que ha vivido la Real en los últimos años? Lillo dijo tras el partido que él no lo sabe. He hablado con gente que estuvo en Anoeta y no es capaz de pronunciarse con claridad. Si esa fuera la intención, creo que es un error hacer de un jugador de la Real objeto de burlas y chascarrillos varios. Al menos durante los partidos, que luego las opiniones son libres. Necati tiene pinta de buen jugador, pero le trajeron para meter goles y no los hace. Hasta ahí, todos de acuerdo. Si sigue así, está claro que formará parte del paquete de jugadores que componen nombres como Bonilla o Herrera. Pero si está en el campo, tiene todavía mucho que dar a la Real. Mira que si al final le tenemos que agradecer a él el gol del ascenso...
Y el último nombre propio es el de Lillo. Creo que a algunos no les está gustando demasiado la ironía de la que está haciendo gala el técnico realista cuando se le pregunta por las posibilidades de ascenso. Yo lo que entiendo es que a Lillo le molestó muchísimo que se sentenciaran las posibilidades de ascenso de la Real tras las tres derrotas consecutivas. Y yo estoy con el técnico, porque a mí también me molestó que se diera por muerta a la Real. Estoy cansado del derrotismo que rodea a este equipo a poco que las cosas vengan mal dadas. Dije entonces, cuando se perdieron tres partidos, que había tiempo y ahora que se han ganado otros tantos lo sigo manteniendo. Y, ojo, lo diré incluso si no se gana en Castellón. Vencer allí sería un paso importantísimo, pero no hacerlo no es definitivo. Si la Real suma tres puntos en los dos próximos partidos, tendrá los mismos que la pasada temporada a estas alturas. Y si entonces no se subió fue única y exclusivamente porque se sumaron dos de los últimos nueve puntos. Así de claro. Tiempo hay de sobra. Yo, como Lillo, apuesto por ir a Castellón y a ver qué pasa. Y así hasta el 21 de junio.
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