La Real descubrirá ante el Sevilla Atlético la importancia que tiene una victoria... o no conseguirla (domingo, 17.00 horas, Anoeta, sin televisión). Si la consigue, demostrará que todavía tiene vida, que este equipo tiene alma, que siente el escudo que lleva sobre el corazón, que sigue siendo posible el sueño del ascenso por lejano e incluso imposible que pueda parecer ahora mismo. Si no la consigue, sabrá lo importante que era haberla logrado porque verá volar el sueño del ascenso delante de sus ojos. Porque en fútbol tres puntos lo cambian todo. Hace un mes la Real estaba en condiciones de meterse en los puestos de ascenso y hoy no lo está. Pero tres puntos pueden empezar a cambiar esa perspectiva. No esta semana. Tampoco la que viene. Pero sólo de tres en tres se puede recuperar la ilusión. Ganar y ganar, como ha dicho Lillo. Pero Lillo no tiene el control que le gustaría tener porque está fuera del terreno de juego. Es hora de mirar al campo y de pensar en si los jugadores conocen la importancia de una victoria. Para empezar, la de mañana.
Después de semanas de críticas al juego del equipo, a algunos jugadores y al sistema, es casi imposible adelantar cuáles serán los planes de Lillo para este partido. Lo único seguro son las bajas con las que cuenta. Se puede empezar a pensar ya en que Elustondo, como Díaz de Cerio, no jugará ya esta temporada después de su nueva recaída. El técnico tampoco podrá contar con los sancionados Diego Rivas y Castillo. Esta segunda baja es la que más posibilidades abre para Lillo. Dramé es el sustituto natural, y ha entrado en la convocatoria después de bastante tiempo, pero es obvio que no se confía demasiado en él. Si no juega este fin de semana, habría que plantearse el fin de su cesión por absurda. Gerardo en la banda izquierda y Carlos Martínez (que vuelve a la convocatoria) en la derecha y una defensa de tres en la podrían jugar Mikel González, Labaja, Ansotegi y el propio Gerardo son las otras dos opciones más fiables.
Para suplir a Diego Rivas, parece claro que Lillo optará por colocar en el doble pivote a Markel Bergara y Aranburu, aunque tampoco se puede descartar que Gerardo ocupe un puesto en el centro del campo. Esa o retrasar a Sergio pueden ser las soluciones de emergencia ante cualquier eventualidad que pueda producirse durante el partido, puesto que no hay ningún mediocentro más en la convocatoria. Los valores del Sanse (sobre todo Illarramendi) tendrán que seguir esperando su oportunidad. La otra gran duda que se abre en el once titular es si Lillo optará por uno o dos delanteros. El atacante único sería en todo caso Abreu. Necati tiene más opciones que Agirretxe, que ha sido duda hasta última hora, pero lo cierto es que el turco cuenta menos para el técnico desde que llegó el uruguayo, y es que sigue pesando que a estas alturas de la temporada todavía no haya podido celebrar su primer gol. Viguera ha entrenado con el primer equipo esta semana y parece a las puertas de contar con una nueva oportunidad. Bravo, Prieto y Marcos parecen seguros en el once inicial.
Partiendo desde la undécima posición, ahora mismo se antoja algo absurdo detenerse a mirar lo que hacen los equipos que luchan por el ascenso. Lo único que importa ahora es ganar partidos. Quedan quince y hay que sacar tres puntos de una gran mayoría de ellos. Ir sumando de tres en tres, y no otra cosa, irá colocando a la Real en el lugar oportuno. Los tres puntos con los que se premia el partido ante el Sevilla Atlético podrían colocar a la Real, en función de los resultados de la jornada, en la séptima posición. Encabezaría así el grupo de equipos que persiguen a los que ahora mismo sí están en la pelea por el ascenso. Entre el sexto, el Castellón, y el séptimo, el Salamanca, hay un hueco de cinco puntos, que ahora mismo parece el límite entre la vida y la muerte. La primera misión de la Real debe ser colocarse como el primero de los perseguidores y, desde ahí, iniciar la caza. Quince jornadas de caza que deben empezar con tres puntos que destierren el discurso derrotista y eviten las miradas hacia la parte baja de la clasificación.
El Sevilla Atlético es el colista de Segunda, un equipo prácticamente ya descendido, y sólo ha ganado a un partido. Y fue a la Real, en la primera vuelta. Fue sin duda alguna el peor encuentro de los de Lillo en lo que llevamos de temporada. Ante un equipo con cierta calidad pero sin echuras de conjunto de Segunda, la Real no supo o no pudo hacer nada. Ni fútbol, ni ocasiones ni tampoco una gran defensa. Un solitario gol de Pukki, de disparo lejano y ante la pasividad de haste cinco jugadores realistas bastó para que el triunfo se quedara en Sevilla. Ni siquera un libre indirecto señalado en el interior del área sevillista le sirvió a la Real para crear peligro. No hubo acción ni reacción. Fue una de esas tardes horribles que es mejor olvidar.
Sólo existe un precedente de enfrentamientos entre Real Sociedad y Sevilla en San Sebastián, y fue la temporada pasada. La Real ganó con cierta comodidad, 2-0, un partido vital para las aspiraciones que tenía en la lucha por volver a Primera y ante un rival que ya tenía los deberes hechos, había certificado su permanencia en Segunda y no tenía objetivos por los que luchar. Costó más de lo que se presuponía derribar la defensa sevillista, aunque se ganó bien y merecidamente. Garitano abrió la lata a cinco minutos del final de la primera parte, con un gol de cabeza a la salida de un corner. El equipo de Lillo no pudo cerrar el encuentro hasta el minuto 88, cuando Díaz de Cerio culminó una bonita jugada realizada entre Fran Mérida y Víctor. Con aquel triunfo, logrado después de que la Real lograra vencer en Málaga, el equipo txuri urdin seguía a dos puntos de la tercera plaza, entonces ocupada por el Sporting, y recortaba distancias con respecto a los malagueños, cuando quedaban seis jornadas para el final.
1 comentario:
Solo hace falta leer la página de la Real, y el comentario. 1-0, hemos ganado.
Vamos que no podemos bajar los brazos, una y mil veces que tropecemos una y mil veces que debemos levantarnos.
Y ahora el próximo partido sin mirar atrás. Solo existe el próximo partido. Un paso y luego el otro.
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