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martes, junio 30, 2009

Formas de despedirse

La Real Sociedad 2008-2009 pasa hoy a la Historia. Hoy se acaba oficialmente la temporada, hoy finaliza el contrato de muchos integrantes de la plantilla y hoy comienza el futuro, la Real 2009-2010, la que debe asumir el reto, por tercera temporada consecutiva, de volver a la Primera División. Y con el fin de la temporada, afrontamos una nueva remodelación inmensa de la plantilla. Desde que el equipo dio con sus huesos en la categoría de plata, los grandes cambios han estado a la orden del día, y este verano no va a ser una excepción. Con seguridad, dejan el equipo ocho jugadores y podría irse alguno más. Lo dije hace tiempo y lo repito ahora, a mí no me preocupa que a día de hoy la Real tenga sólo 16 jugadores. Cuando empiece la temporada, tendrá los 22 que ha puesto como mínimo Martín Lasarte, aunque haya que recurrir a más chavales del filial. Pero sí me llama la atención la forma en que algunos se van. Siempre ha habido clases.

Si alguien merece abrir esta entrada y ser el primero en recibir mis elogios, ese es Juanma Lillo. "Estoy muy orgulloso de haber pertenecido a la historia de la Real, pero me da mucha pena no haber pasado a la historia de la Real, desde la perspectiva del ascenso", dijo el técnico en su última rueda de prensa en Zubieta. Lo dijo y lo siente, a diferencia de otros técnicos que han pasado por la Real como, sin ir más lejos, Miguel Ángel Lotina, quien se despidió con lágrimas en los ojos pero con un contrato ya firmado con el Depor y sin echar nunca la mirada atrás a ver cómo nos iba. Por descontado, ser realista (de la Real) no te hace mejor entrenador ni garantiza resultados, pero sí es algo que gusta ver de vez en cuando en un club de honda tradición y sentimentalismo como el nuestro. Y más en tiempos oscuros, cuando parece que demasiada gente se mueve por interés propio y no por el bien del equipo que tendría que unirnos a todos. Lillo no quiere jugar contra la Real el año que viene. Yo tampoco quiero jugar contra él. Y la razón es la misma.

Sin haberse ido todavía (y quién sabe a estas alturas si se marchará), es también obligado hablar de Bravo. "Ojalá salga lo que sea lo mejor para la Real, porque también se lo merece. Espero que sea bueno para ambas partes. No quiero ser egoísta, que nos beneficie a los dos y, si no, me quedo tan bien como he estado siempre. Quiero ayudar porque las cosas no están bien en el plano económico", afirmó antes de que acabara la temporada y cuando su nombre se vinculó a equipos como el Real Madrid. Pocas veces veremos a alguien tan profesional (y a la vez tan buen futbolista) como Claudio Bravo. Encajó su suplencia en Segunda, siendo un portero internacional, como nunca habríamos imaginado. Y cuando tuvo que jugar nos demostró que tiene muchísimo nivel sin ponerse por encima de nadie. Por eso ha encajado tan bien en la Real siendo como es un portero extranjero. En ocasiones hace falta que alguien de fuera nos recuerde los valores de esta casa, lo importante que es la supervivencia de la Real sin que eso frene lo más mínimo las legítimas aspiraciones de los jugadores que visten en algún momento la camiseta txuri urdin.

Eso es lo que nos han enseñado, pero desde el lado más triste, Iñigo Díaz de Cerio y Xabi Castillo. Para el primero, la Real no era la mejor opción. Para el segundo, seguir vistiendo su camiseta en Segunda es inviable. El primero ya es jugador del Athletic de Bilbao y, aunque podía haberlo anunciado el 1 de enero, no lo ha hecho hasta ahora, él sabrá por qué. El segundo negocia con varios equipos, pero no tenía nada firmado cuando anunció su marcha porque hasta el paro debía ser mejor que la Real. Ni uno ni otro se han despedido de la afición txuri urdin. Y lo que es más triste, la afición de la Real no ha sentido necesidad alguna de despedirse de ellos. Es indudable que van a dar un paso adelante en sus carreras y, probablemente, ambos jueguen competición europea la próxima campaña. Pero los realistas no van a seguir a sus nuevos equipos ni se van a alegrar de sus éxitos. No han sabido salir de la Real y eso les perseguirá siempre, porque algún día volverán a Anoeta y no serán aplaudidos.

Tampoco supieron marcharse Necati y Abreu. El turco se borró del último partido, aduciendo que le reclamaba su equipo de origen, el Galatasaray. El uruguayo también se borró, con unas molestias y un viaje a Grecia para ser presentado por su nuevo equipo. Está claro que nada se jugaba la Real en Elche, pero los dos demostraron poco compañerismo hacia quienes han compartido vestuario con ellos en la última temporada. Gerardo, Marcos y Moha tampoco continúan en la Real (aunque los dos primeros todavía tienen posibilidades de vestir la camiseta del centenario), y sin embargo estuvieron en el Martínez Valero, jugando de txuri urdin. ¿Por qué? Porque sí, porque el simple hecho de llevar ese escudo tiene que significar algo. O, como poco, tendría que moverles la necesidad de cumplir los contratos, porque ni Necati ni Abreu tenían cláusulas que les liberasen en algún momento en caso de perder las opciones de subir.

Si hablamos de despedidas, es también obligado mencionar a Xabier Manzisidor. Que la Real tenga en la portería su mejor línea de los últimos años es en buena medida gracias a él. Es un pedazo de profesional que se va de la Real sin hablar mal del club y con una evidente mejora profesional en el horizonte: el Real Madrid. Llevo una semana augurando que Iker Casillas va a jugar la mejor temporada de su vida. Y en el Sanse también hay noticias sorprendentes. Deja el club Oskitz Estefanía. Algo hemos hecho mal si un chaval del que llevamos oyendo hablar desde que tenía quince años se va con 22, sin haber dado nunca el salto y habiendo jugado sólo nueve partidos con el primer equipo. Y también se va Giovanni Sio, al que Lillo sacó tres veces esta temporada. Me sorprendió que no jugara más entonces y ahora me sorprende su baja. Me dejan un sabor amargo estas dos despedidas. Y alguna que otra incógnita sobre lo que no sabemos.

miércoles, mayo 06, 2009

Trenes que pasan y trenes que descarrilan

La cosa va de trenes en las últimas semanas. Entre que si la Real ha perdido o no esta temporada el tren que le llevará antes o después a Primera y el tren que a Castillo le pasa sólo una vez en la vida para jugar en la máxima categoría, parece que no hay otra cosa. Y las hay, ya lo creo que las hay. Tendríamos que hablar largo y tendido de la actuación de este Consejo de Administración, del presente y el futuro de la cantera, del descenso del Sanse a Tercera, de la actuación de los jugadores y técnicos del primer equipo durante la temporada, del uso de Zubieta, de los actos del centenario. De muchas cosas. Pero, ingenuo de mí, yo soy de los que piensa, ahora y siempre, que lo esencial es devolver a la Real a Primera División. Yo de lo demás hablaré cuando ese ascenso sea del todo imposible. Hoy todavía no lo es. Está casi imposible, claro. Estoy a punto de arrojar la toalla, sí. Pero sigue habiendo opciones porque la Real aún puede llegar a 75 puntos y eso puede dar el ascenso. En eso pongo toda mi fe y mi esfuerzo.

Pero a pesar de que me gustaría aparcarlo todo hasta que la Real deje de tener vida en esta temporada 2008-2009, no puedo evitar hablar del tren de Castillo y compararlo con la actitud de Elustondo. Los dos hablaron ayer en rueda de prensa. El primero para decir que se quiere ir de la Real a toda costa, que si el club quiere cobrar dinero por él entonces se irá al extranjero (¿porque también el tren le para allí o simplemente por no dejar dinero alguno en el club...?; me cuesta no ser malpensado). El segundo, en cambio, dijo que "la ilusión de un jugador de aquí es jugar aquí, aunque sea en Segunda. Yo quiero seguir en la Real, en Segunda, Segunda B o donde sea. Mi único deseo es contribuir a que el equipo suba a Primera División". Y, claro, como tengo el corazón txuri urdin, me acuerdo de aquella pancarta que aparecía en las fotos de los realistas que nos fuimos hace dos años a Valencia para ver a nuestro equipo bajar a Segunda División: "En Primera o en Preferente, de la Real hasta la muerte".

Es un alivio saber que hay jugadores que piensan igual. En estos tiempos en que cualquiera (incido en lo de cualquiera) se cree con derecho a pisotear lo que significa para tanta gente un equipo centenario, con dos títulos de Liga, uno de Copa y uno de Supercopa en su historial, es muy bueno escuchar a quien sí valora lo que es la Real. Aranburu, Ansotegi y Elustondo son ejemplos de jugadores de casa que se merecen todos los cuidados. A veces no les saldrán las cosas bien sobre el césped, porque son humanos, pero quieren con locura a este equipo, lo sienten como propio y lo demuestran con sus actos (renovando en Segunda y en pleno proceso concursal) y con sus palabras (en contraposición a quienes se vanaglorian día sí y día también de querer irse de este equipo a toda costa).

Cada día que pasa, cada declaración nueva que les escucho, mi enfado con Iñigo Díaz de Cerio y Xabier Castillo va creciendo. ¿Queréis marcharos de la Real? Hacedlo, estáis en vuestro derecho. Pero no nos toméis el pelo. Ni Ley Concursal, ni inestabilidad, ni trenes que sólo pasan una vez en la vida. Idos. Pero hacedlo de cara. Las cuentas no me salen cuando Castillo dice que decidió que su camino estaba fuera de la Real hace tres o cuatro semanas. ¿Después del empate en Ipurúa? ¿Pensaba entonces que estaba ya muy difícil que la Real volviera a Primera o es que ese tren le venía mal? ¿Ese es el ánimo, independientemente de que jugara o no, con el que encaró el partido en casa ante el Tenerife, la visita a Huesca o el encuentro ante el Celta de hace cuatro días? La dolorosa conclusión que yo saco es que no sé por qué tendría que jugar un minuto más en la Real, ya que antepone su futuro personal a nuestro presente colectivo cuando quedaban tres meses de competición. Y si la escasez de efectivos era el problema, poder contar ya con los jugadores del Sanse, que no tienen nada en juego, es la mejor solución.

Con que se quede Elustondo y los jugadores que piensan como él, a mí me vale. Esos son los canteranos que hay que cuidar, los que valen la pena, los que justifican la inversión económica y humana que se hace para que lleguen a dar el salto al primer equipo. Lo triste es que es muy difícil saber quién va a respetar el legado de la Real y quien va a pasar olímpicamente del cariño de una afición. Ese es el dificilísimo trabajo que tienen los técnicos de Zubieta. Pero lo mismo algunos trenes descarrilan. Lo mismo cuando se vayan se dan cuenta de que en Sevilla menosprecian a sus jugadores por luchar por el descenso, que en Madrid les hacen un ambiente irrespirable en su propio campo por no llegar a la Champions. La afición de la Real siempre anteponía su cariño al equipo y los jugadores a todo lo demás. Fuera no siempre es así. Suerte con vuestros trenes.

miércoles, abril 29, 2009

La Real sí es la mejor opción

Iñigo Díaz de Cerio y Xabi Castillo han revolucionado la actualidad realista. El primero ha confirmado que se marcha de la Real porque el equipo txuri urdin "no es la mejor opción" para su futuro. El segundo ha dicho que no quiere seguir jugando como realista en Segunda y que el tren de Primera sólo pasa una vez en la vida. A mí no me preocupa que haya jugadores que se quieran ir de la Real, ni estoy especialmente molesto por el hecho de que quieran jugar en otros equipos y dirigir su carrera profesional hacia donde consideren más oportuno. Allá cada cual, que a eso tienen todo el derecho del mundo. Además, sé que este equipo siempre va a tener once jugadores en el campo, una veintena en la plantilla y un filial detrás para cubrir el futuro, sea éste más o menos brillante, por lo que el hecho de que se vayan uno, dos o diez jugadores cuando finalice esta temporada no me altera lo más mínimo.

Lo que me choca es que quienes crecen dentro de la Real entiendan tan poco lo que significa este equipo. En varias ocasiones he escuchado a Lillo decir que cambiaría todos sus años como entrenador en el banquillo por un solo partido como jugador sobre un campo. Creo que esa es la sensación que compartimos todos los aficionados. Al menos yo sí daría cualquier cosa por un instante sobre el cesped de cualquier campo con la camiseta de la Real. Si ya la luzco con orgullo en la grada, en juego tiene que ser algo único. "Cada domingo que me toca jugar en la Real pienso que doy un paso en mi carrera. Muchas veces no lo valoramos lo suficiente". Esa frase no es mía. La dijo Ansotegi hace un par de semanas. Y esa frase no sólo hace que mi cariño por Ansotegi crezca, al margen de la valoración que tenga de él como jugador. Es que además es verdad. Díaz de Cerio y Castillo acaban de demostrar que es verdad, que no todos los que visten la camiseta de la Real lo valoran lo suficiente.

Si no ocurre algo inesperado, ninguno de los dos vestirá la camiseta del centenario. No hay camiseta que me haga más ilusión vestir que esa y, desde luego, jamás voy a tener la oportunidad de lucirla sobre un campo de juego. Pero estoy seguro de que no puede haber nada más grande que ser de la Real y tener esas dos estrellas sobre el pecho. Estoy hablando, claro está, desde el punto de vista más sentimental que puede tener el fútbol. Por eso mismo entiendo sobradamente a un jugador que quiere salir de la Real, porque asumo que eso es lo que menos les importa en muchos casos. Jugar en Primera, cobrar un gran sueldo, aspirar a ganar títulos... Eso es lo que busca cualquier profesional, sin duda, y los de la Real no son una excepción. Todos en nuestros trabajos aspiramos a mejorar y no dejamos que nadie nos juzgue por ello. Tampoco voy a juzgar yo con este baremo a estos dos jugadores. Los futbolistas, en ese sentido, no son diferentes. Pero por este mismo motivo, me siento estafado cada vez que un jugador apela a la Historia, a los sentimientos, a la afición. Porque casos como estos hacen que sienta que lo hacen sólo cuando les conviene, por su propio interés, y no porque lo piensen de verdad.

Díaz de Cerio y Castillo forman ya parte de la centenaria Historia de la Real. Su presencia en ella será mucho más breve de lo que seguramente a casi todos nos hubiera gustado. Pero los motivos que esgrimen para irse me parecen falsos. Eso sí se lo puedo reprochar y, de hecho, se lo reprocho. Siempre he respetado mucho a jugadores que de verdad se iban para progresar, como hicieron en su día Bakero, Txiki, López Rekarte, Lasa, Kodro, Darko, Xabi Alonso y tantos otros. Siempre he admirado a aquellos que se marcharon para hacer un favor a la Real y a sus siempre maltrechas arcas, como Periko Alonso. Pero lo que nunca podré entender es a aquellos que no saben valorar lo que supone este equipo y que no ponen de su parte para que el equipo logre algún tipo de beneficio cuando llega la hora de su salida. Bravo no tiene reparos en decir que quiere progresar, pero también añade que la salida tiene que ser beneficiosa para el club. Los de fuera a veces muestran más sensibilidad que los de casa. Y eso, cuando durante tanto tiempo se ha utilizado el viejo discurso de falta de apoyo a los de casa, duele.

Sin conocer demasiado la intrahistoria de la salida de Díaz de Cerio de la Real, porque no nos lo han contado todo, da la sensación de que le han asesorado mal. Pudo renovar hace un año por unas buenas cantidades económicas y dar rienda suelta a su proclamado realismo (que yo no soy nadie para dudar de él), pero no quiso hacerlo, esperando no se sabe muy bien qué. Quizá algunos de los que ahora lamentan su marcha se den cuenta del daño que hicieron a la Real con sus inisdias contra el ex presidente Badiola. El error que cometió su Consejo de Administración fue pensar que sería posible renovarle en todo caso. Debió buscar un traspaso al final de la temporada pasada. Porque duele invertir tanto dinero en la cantera para que precisamente quien ha crecido en Zubieta se marche sin dejar dinero ni excesivo rendimiento deportivo. El error que cometió el Consejo de Aperribay fue vendernos que era posible renovarle. Quizá se vio obligado a hacer para quitarse presión, pero parece un engaño más. La Real, en proceso concursal, no estaba en condiciones de ofrecer un contrato interesante a Díaz de Cerio. Así de claro.

Lo de Castillo, sencillamente, es sorprendente. El tren de Primera sólo pasa una vez, dice. Si un futbolista que debiera conocer ya este mundo dice eso, mal vamos quienes vemos este deporte desde la barrera, como aficionados o como periodistas. Ese tren pasó en Vitoria para la Real. Ese tren todavía no se ha ido del todo esta temporada, aunque estas manifestaciones dejan claro que su ilusión por conseguir el ascenso ya no existe, por muchos aficionados ingenuos y creyentes, como yo, que pueda haber. Dos veces ha visto pasar Castillo ese tren, en las dos temporadas en que ha jugado en Segunda. Y, si no subimos esta temporada, en junio de 2010 ese tren volverá a pasar por San Sebastián. Osasuna, que parece el destino más probable de Castillo, está luchando por no bajar a Segunda. Ese es un peligro del que casi nadie está a salvo. Cambiar un equipo por otro sólo por tener una gloria que puede ser efímera en Primera me parece un error. Y más cuando estamos hablando de un jugador tan joven. Pero él sabrá.

Yo lo que tengo claro es que no quiero en la Real jugadores que no quieran estar. Ni de casa, ni de fuera. Ahora bien, creo que es un motivo de reflexión que gente que ha nacido, crecido y progresado dentro de este equipo no valore lo que significa jugar en la Real o la apuesta y el gasto que el club hace por y para ellos. El Celta, en una situación económica muy similar a la de la Real y con menos Historia sobre sus espaldas, fichó una decena de jugadores el pasado verano. Y me imagino que para todos ellos fichar por el Celta supuso un paso adelante. Como lo fue fichar por la Real para Sergio, Marcos o Moha. Como lo hubiera sido, y así lo dijo, para Iván Campo, un tipo que ha ganado una Champions. Yo no voy a dejar que nadie se permita el lujo de ningunear lo que supone jugar en la Real. Ni en Primera, ni en Segunda, ni en proceso concursal, ni de ninguna de las maneras. La Real sí es la mejor opción. Y quien no lo crea, ya sabe dónde está la puerta.

martes, marzo 24, 2009

Renovaciones, burlas y distracciones varias

Con las tres victorias consecutivas, hemos pasado a nuevo nivel para no hablar de lo que sucede sobre el césped. Ha nacido el vínculo entre las cuestiones extradeportivas que marcaban el debate sobre la Real en la primera mitad de la temporada y lo que acontece en los partidos. Y no me gusta, porque ahora sólo tenemos que pensar en una cosa, en subir a Primera. Ya no me importa cómo, ya no me importa con quién, ya no me importa cuándo, pero hay que subir a Primera. Todo lo demás, excepción hecha de un centenario que hay que celebrar tanto como se pueda, no debiera importar. Pero importa demasiado y obliga a que ciertas cosas reciban puntualizaciones. Y, como siempre, hay nombres propios que marcan esa agenda en realidad secundaria pero al final siempre protagonista.

En boca de todos están Díaz de Cerio y Castillo por esas ofertas de renovación que, según dicen, parece que no van a aceptar. En Primera o en Segunda, mi posición es inalterable. Siempre entenderé a un jugador que se vaya de la Real para jugar en un sitio importante. En el caso de Iñigo, no deja de rumorearse que el Athletic es su destino (hoy mismo, As publica que hay un precontrato firmado con los bilbaínos, algo que han negado siempre todas las partes implicadas; hoy lo ha hecho su representante, el ex realista Biurrun), y eso ya sabemos todos que significa, por poco que nos guste verle de rojibalnco, una ficha que la Real jamás podrá igualar. Si yo fuera él, mi realismo empujaría mucho. Muchísimo. Haría todo tipo de esfuerzos para quedarme. Pero no por eso voy a dejar de entenderle si se va. Entenderle, que no admirarle.

Con Xabi Castillo la cosa cobra nuevas dimensiones porque algunos vinculan su futuro a equipos como el Málaga o el Osasuna. Y yo nunca entenderé que alguien criado en Zubieta cambie la Real por un equipo así, con todos mis respetos a todos ellos. Sí, el Málaga podrá jugar en Europa la temporada que viene y el Osasuna está en Primera (veremos si lo está la próxima temporada). Pero ninguno de estos dos equipos es la Real. La Real es y tiene que seguir siendo algo diferente para quienes visten esta camiseta desde chavales. Tiene que provocar muchas más emociones que no les pueden ofrecer otros equipos. Si no, no tiene ningún sentido el trabajo de cantera que tanta ilusión nos hace a todos: a aficionados, a técnicos y, sí, también a los futbolistas de casa. Si Castillo ficha por un equipo así, será un fracaso de Zubieta como modelo, y eso sí que hay que estudiarlo detenidamente.

¿Quién puede criticar que Xabi Alonso se vaya al Liverpool o que Kodro se vaya al Barcelona? ¿Fichar por el Málaga queriendo la Real que siga? Una pena. Eso sí, hay quien entiende que la decisión de Castillo de dejar la Real por un equipo de este nivel es lógica por un detalle, porque es vizcaíno, y en eso sí que no puedo estar de acuerdo. La Real es Guipúzcoa, sí, pero fuera de Guipúzcoa somos muchos los que también somos la Real. Y a veces eso se minusvalora demasiado. Mirad las gradas cuando la Real juega en la costa levantina. O en Andalucía. Eso también es la Real. Darko no era donostiarra precisamente, y pocos como él personifican lo que es la Real. Porque a Real es mucho más que Guipúzcoa y eso, además de apreciarlo como una gran riqueza, hay que respetarlo y cuidarlo.

Otro debate con Castillo. Resulta que ahora mismo no está jugando en la Real. Lillo ha apostado por un central, Mikel González, para suplirle, incluso por delante de Dramé. Y ya han salido las voces oportunistas que, si Castillo tiene decidido jugar el próximo año en otro equipo, han lanzado un rotundo "que se vaya". Creo que hay que estar agradecidos siempre a lo que un jugador se deja en el campo con la camiseta txuri urdin. Hace un mes Castillo parecía insustituible y ahora resulta que nos sobra. Ni tanto ni tan poco. Indispensables en la Real no ha habido tantos en su centenaria Historia, pero no creo que estemos como para despreciar jugadores. Si Castillo se va, eso no impedirá reconocerle que ha hecho dos buenos años en el primer equipo. ¿Es suplente porque no renueva? A veces me sorprende la ligereza con la que abrimos debates. Eso sólo lo sabe Lillo y, que yo sepa, nadie le ha preguntado.

Más nombres propios. Necati. El domingo recibió una ovación descomunal en Anoeta. ¿Es una sincera muestra de apoyo al jugador turco o un motivo de burla, reflejo de las casi cómicas situaciones que ha vivido la Real en los últimos años? Lillo dijo tras el partido que él no lo sabe. He hablado con gente que estuvo en Anoeta y no es capaz de pronunciarse con claridad. Si esa fuera la intención, creo que es un error hacer de un jugador de la Real objeto de burlas y chascarrillos varios. Al menos durante los partidos, que luego las opiniones son libres. Necati tiene pinta de buen jugador, pero le trajeron para meter goles y no los hace. Hasta ahí, todos de acuerdo. Si sigue así, está claro que formará parte del paquete de jugadores que componen nombres como Bonilla o Herrera. Pero si está en el campo, tiene todavía mucho que dar a la Real. Mira que si al final le tenemos que agradecer a él el gol del ascenso...

Y el último nombre propio es el de Lillo. Creo que a algunos no les está gustando demasiado la ironía de la que está haciendo gala el técnico realista cuando se le pregunta por las posibilidades de ascenso. Yo lo que entiendo es que a Lillo le molestó muchísimo que se sentenciaran las posibilidades de ascenso de la Real tras las tres derrotas consecutivas. Y yo estoy con el técnico, porque a mí también me molestó que se diera por muerta a la Real. Estoy cansado del derrotismo que rodea a este equipo a poco que las cosas vengan mal dadas. Dije entonces, cuando se perdieron tres partidos, que había tiempo y ahora que se han ganado otros tantos lo sigo manteniendo. Y, ojo, lo diré incluso si no se gana en Castellón. Vencer allí sería un paso importantísimo, pero no hacerlo no es definitivo. Si la Real suma tres puntos en los dos próximos partidos, tendrá los mismos que la pasada temporada a estas alturas. Y si entonces no se subió fue única y exclusivamente porque se sumaron dos de los últimos nueve puntos. Así de claro. Tiempo hay de sobra. Yo, como Lillo, apuesto por ir a Castellón y a ver qué pasa. Y así hasta el 21 de junio.