jueves, abril 10, 2008

Un entrenador de destino

"Una vez leí a Antonio Gala una frase con la que yo me identificaba: 'Yo no soy escritor de vocación, sino de destino'. Yo no soy entrenador de vocación, pero sí de destino. Ahora seguro que también harán chistes de esto...". La frase es de Juan Manuel Lillo, en una de las tres entrevistas que publican hoy medios guipuzcoanos (El Diario Vasco, Mundo Deportivo y Noticias de Gipuzkoa), entrevistas de las que se puede sacar mucho para conocer al nuevo entrenador de la Real. A mí, desde luego, me han servido para conocer un poco más al hombre que tiene la responsabilidad de devolvernos a Primera y a romper con tópicos que arrastra desde hace años. Me ha convencido con sus palabras, ahora debe convencerme sobre el campo. Casi nada.

Pero el comienzo es prometedor. No sólo por los tres agónicos puntos del pasado domingo, sino por el ideario que va a implantar en la Real el nuevo entrenador, por poco tiempo que tenga para hacerlo. En lo esencial, Lillo tiene claro que el objetivo es irrenunciable y que el máximo responsable de lograrle es él. "Sólo pienso en el ascenso", dice, convencido de que la Real tiene equipo para subir (da un "sí" rotundo a esa pregunta) y de que hay muchas opciones de conseguir que en junio el equipo vuelva a estar en Primera. No se escudará en la trayectoria anterior a su llegada en caso de que no se consiga. "Si me escondo detrás de eso, miento. ¿Cómo no va a ser posible con este equipo? Entonces los demás qué dirán", apunta.

Sabe que para ello es necesario ganar antes que jugar bien ("No voy buscando ni el estilo ni la personalidad. Si hay un largo plazo, llegará. Iremos encontrando el estilo porque sí, por la elección de jugadores y porque mi obligación es buscar lo mejor para que la Real gane cada semana"), y me gustan los caminos que ha escogido para llegar a ese destino ("Los jugadores intentan parecerse a lo que el entrenador les pide pero yo no les exigiré nada de lo que no son"; "Mi meta no es llegar aquí como un erudito, a demostrar todo lo que sé. Al contrario. Debo intentar escónderselo, pero que les vaya sirviendo"). Y sólo con eso, sumado a lo que ya apuntó en días previos de respetar lo que ya venía funcionando y de valorar un vestuario magnífico ("Estoy orgullosísimo de mis jugadores, que son lo mejor que tiene la Real"), Lillo tiene mucho terreno ganado.

Me gusta la claridad con la que habla. "Aquí, si el equipo asciende lo hará conmigo, no gracias a mí", dice con total convencimiento. Se siente entrenador, cree que ese es el lugar donde más servicio puede hacer a la Real, y no desde un despacho. En este sentido, deja claro que quiere seguir en el banquillo realista en la máxima categoría. "Entrenar a la Real en Primera sería maravilloso y ya lo tengo hablado con el presidente pero no hay nada firmado. Sería incapaz de agarrarme a un contrato para hipotecar a la Real", afirma. Ojo, que aquí se está gestando una nueva parte del proyecto de Badiola, un tipo al que Lillo defiende con naturalidad y sin sectarismo. "Otros han tenido todo el tiempo del mundo y más para trabajar, ¿por qué a éste no se lo concede eso? Por lo poco que he compartido con él, Iñaki me parece una persona que, por encima de todo, ha venido a servir a la Real y no a servirse de ella. Tiene el afán de devolver a la Real a Primera", añade.

Lillo se rebela contra la imagen que se ha ofrecido de él, y eso entronca con las quejas que tiene el técnico del trato que le han dado los medios de comunicación. "Somos lo que hacemos, no lo que decimos. ¡Si se espera más de mí en la sala de prensa que en un entrenamiento!", afirma. "Tienes que volverte tonto. No leas. Tienes que volverte abrupto. Borra la palabra abrupto porque es pedante. Pon burro. Hay que ser burro y entonces ya está. Si leo y se me incorporan las palabras, ¿qué hago? ¿Tengo que hacer esfuerzos por parecer un animal? ¿Cómo irán así las sociedades? Estaríamos en la edad de piedra", añade. Comparto al cien por cien con el técnico este planteamiento. Las ideas no debieran asustar, debiera aterrorizarnos el inmovilismo y la dejadez que ha acabado con la Real en Segunda. Y eso lo digo tanto por la parcela técnica como por la directiva. Pero no acaba de ser así. ¿Por qué? Quizá nunca lo sepamos.

"Nadie quiere que la realidad conspire contra sus prejuicios y si hace falta, se cambian las cifras", "sorprende un poco que la gente no haga nada por conocerte y sí haga todo por alimentar el prejuicio que ya tenía anteriormente, sin dejar que la realidad les lleve la contraria" y "a nadie le ha preocupado saber quién soy, quieren que sea eso" son tres frases de Lillo que evidencian su malestar con el trato recibido por los medios. Y puede que tenga razón, aunque no vaya a conseguir la necesaria autocrítica periodística. Lillo destaca en sus argumentaciones que "todos los equipos que me han cesado han empeorado mis cifras y todos los que me han contratado durante la Liga han mejorado sus números", algo que no se ha destacado, y que "nadie dice, en cambio, que a Tenerife llegué a falta de trece jornadas, con el equipo a un punto del descenso y nos salvamos con veinte puntos en 13 partidos".

Lanza Lillo una pregunta preocupante: "¿Tan mala persona soy yo para que me vilipendien al punto de tergiversar las cifras con tal de tener razón?". Preocupante, porque, en realidad, lo que hace es desnudar cómo bajan las aguas en el entorno de la Real desde hace mucho tiempo. Hay demasiadas voces que tienen claro qué van a decir antes de que sucedan los hechos. Demasiados intereses en juego. ¿Y la Real? ¿No es la Real lo que debiéramos preocuparnos a todos? Lillo me parece sinceramente preocupado por este equipo, capacitado para emprender el reto de subir a Primera dentro de diez semanas y serio, muy serio, en su análisis de todo lo que rodea al club. Pedir tiempo para él es una utopía porque no lo tiene. Él lo sabe. En diez semanas se le juzgará para siempre en la Real. Tiene los medios para que le recordemos como el técnico del ascenso. Ojalá sea así. Suerte, maestro.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Bueno, pues yo también soy optimista respecto a Lillo. Me ha gustado leer las entrevistas.

La verdad es que soy fácil de convencer, pero es que lo que de verdad creo es que si se tiene un entrenador es para estar al 100% con él. Yo lo estaba con Coleman y con Eizmendi. Ambos tenían virtudes y defectos (¿quién no?) igual que los tendrá Lillo, pero mientras sea el entrenador de la Real, a muerte con Lillo.

Nos hace falta estabilidad en el cuerpo técnico. Yo creo que es fundamental para volver a ser grandes.

ibai dijo...

Gracias juan por tu trabajo.vivo en salamanca y no he oido hablar mas que maravillas de lillo.este es de los nuestros pero ademas es muy inteligente y nos devolvera esa real que tanto añoramos.y yo insisto . QUIERO VER A LA REAL EN TV