domingo, enero 06, 2013

REAL MADRID 4 - REAL SOCIEDAD 3 El conformista nunca gana

Nunca lo tendrá más fácil la Real para sacar algo del Santiago Bernabéu. Nunca se van a repetir unas condiciones tan excepcionales en las que casi todo esté a favor. O puede que sí, que el fútbol es caprichoso, pero hoy la sensación es de derrota mucho más contundente de lo que refleja el 4-3 final. Un 4-3 en el Bernabéu es un resultado que va engañar a muchos, que pensarán que la Real ha estado cerca de sacar algo de allí. No lo ha estado porque se ha conformado desde el inicio y de forma escandalosa al arrancar la segunda mitad con 2-2. La única defensa que puede tener el equipo está en que, según dijo Montanier tras el encuentro, varios jugadores tenían gastroenteritis. Punto. No hay más. Porque el Real Madrid se quedó con diez en el minuto 5 y la Real jamás intentó aprovechar esa circunstancia. Ni la marejada que inundó las gradas del Bernabéu. Ni la defensa de circunstancias que puso en liza Mourinho. No aprovechó nada porque se conformó con estar ahí, con el casi, con ese punto que tenía en su zurrón en el descanso. Y así no se puede ganar. Se mire como se mire. La falta de actitud y el exceso de conformismo sentenció a la Real ante un Madrid que ni mucho menos estaba en condiciones de arrollar a nadie.
Montanier no contó finalmente con Illarramendi (¿supone eso que la convocatoria se quedó coja?) y dispuso el mismo centro del campo que arrasó en Mestalla, el formado por Pardo y Zurutuza por detrás con Xabi Prieto en la mediapunta. Lo demás, lo previsto. Sin embargo, no es posible saber qué partido quería jugar el francés, porque en apenas cinco minutos de juego el escenario cambió radicalmente. A los dos minutos, la Real confirmó que es un equipo temeroso en los arranques, en cualquier sitio pero sobre todo en los campos grandes. Como le sucedió el año pasado en este mismo escenario, como le sucedió en el Camp Nou al arrancar la actual Liga, encajó un gol saliendo del vestuario. Su autor fue Benzema, aprovechando un pase en profundidad de Khedira que la defensa realista ni vio venir por un grave desajuste. Un gol difícil de explicar. Era el segundo minuto de juego. Y cuando habían transcurrido prácticamente otros dos minutos, Vela se internó en el área y fue derribado por Adán. Por tirar de frase tópica, penalti y expulsión.
El balón lo cogió Xabi Prieto, y no Vela (el mexicano había tirado todas las penas máximas de que ha dispuesto la Real esta temporada), y transformó el penalti en el empate a uno con una seguridad aplastante, de jugador superlativo. El gol suponía que la Real afrontaba un partido en el Bernabéu contra un Real Madrid que iba a jugar con diez durante más de 80 minutos. Todo un caramelo, más aún si a eso le añadimos que el equipo que dirige Mourinho está absolutamente perdido en su fútbol y, sobre todo, el incendio que había provocado el entrenador portugués en el coliseo madridista con la suplencia de Casillas. La expulsión de Adán no le dejaba más opción que sacar al guardameta internacional y campeón del mundo. De hecho, marcar el penalti es el mayor rasgo de personalidad que ha demostrado la Real en mucho tiempo, porque el escenario estaba para un nuevo milagro del portero madridista que enardeciera a las masas blancas. Pero Xabi Prieto, ese al que tantas veces se acusa de falta de carácter, cogió el balón y lo colocó en la escuadra.

Por si faltaba algo, el partido se puso tácticamente como, en teoría, lo quería la Real. El Madrid ya no iba a disputar la posesión. Su centro del campo tenía barra libre para tocar y tocar, buscando a los puñales de su ataque como producto de su fútbol. Y el Madrid solo buscaría balones largos hacia Cristiano Ronaldo y Benzema. Por supuesto, tienen su peligro. Pero eran diez del Madrid por once de la Real. ¿Se notó? Nunca. Solo en la colocación de las fichas en la pizarra, porque el partido se jugó al son del Madrid. La única ocasión que tuvo la Real de adelantarse fue nada más empatar el partido, cuando un mal despeje de un Casillas sin calentar cayó en los pies de Prieto y este disparó al lateral de la red. Vela sacó un disparo muy centrado y Griezmann también lo intentó desde lejos. En realidad, nada que inquietara a Casillas. ¿Y el Madrid? Como la Real no provocaba incendios, la grada esperaba con una paciencia inesperada, la misma que tuvo el equipo local, que apenas provocó una salida de Bravo a pies de Khedira.
Parecía evidente que el gol tendría que caer del lado madridista y cayó, de nuevo, a balón parado, una de las inmensas lagunas que tiene la Real de Montanier. Un remate de Carvalho lo desvió de tacón al fondo de la red Khedira. ¿Quién marcaba al alemán? Nadie. Estaba tan solo en la línea del área pequeña que es imposible de explicar. Pero la Real volvió a reaccionar de forma inmediata. Habían transcurrido solo cinco minutos desde el segundo gol del Madrid cuando un disparo de Vela rebotó en Xabi Alonso y dejó a Xabi Prieto en posición inmejorable para encarar a Casillas y hacer el empate con una seguridad aplastante. Quedaban solo cinco minutos para llegar al descanso y la Real estaba empatando a dos contra el Real Madrid en el Bernabéu. Antes del descanso, Bravo sacó una falta directa lanzada por Cristiano y Carvalho saltó en plancha para quitarle con la cabeza el gol que ya estaba casi marcando Vela a pase de Griezmann, en su mejor acción de la tarde. A continuación, Benzema tiró al palo y el rechazo lo lanzó fuera Khedira a puerta vacía, perdonándole la vida a la Real.
Las sensaciones del primer tiempo no fueron buenas. La Real jugó los primeros 45 minutos como si enfrente tuviera todavía once jugadores, con las mismas precauciones y con la misma, escasa, ambición. La segunda mitad agudizó los defectos del juego txuri urdin. Sus defensas hacían circular el balón ante la inexistente presión de los atacantes madridistas pero nunca fueron capaces de lanzar jugadas de ataque. Posesión sí, pero no servía para nada. La lentitud era una constante. Pardo se ofrecía, pero no conectaba ni con Zurutuza ni con las bandas. Solo De la Bella, y más en la primera parte que en la segunda, hizo un amago de entender que el partido necesitaba una marcha más (la de Carlos Martínez, no creo que haya que esconderlo). Y arriba no se ofrecían soluciones, con un partido inexcusable de Ifrán y muy poco protagonismo de quienes debían aprovechar la debilidad defensiva del Madrid, Vela y Griezmann. Xabi Prieto fue el único que sostuvo el juego de ataque de la Real. Incluso Montanier debió verlo claro porque adelantó su primer cambio al minuto 58, dando entrada a Chory Castro por Ifrán y dejando a Vela en punta. A partir de ahí, ni Chory ni Vela aparecieron mucho.
En esos minutos, el partido entró en una dinámica peligrosísima para la Real. No solo no conseguía llegar con la más mínima claridad a la portería de Casillas, sino que perdía un balón tras otro en el centro del campo, regalando los tan temidos contragolpes del Real Madrid y entrando en una dinámica desesperante que solo podía acabar en un nuevo gol del Madrid. Y por si hacía falta enchufar a Cristiano en el partido, no había mejor manera que ponerle una alfombra roja para sus carreras. En apenas dos minutos, el conjunto local sentenció el partido, precisamente con dos goles de Cristiano. Primero marcó en un contragolpe, a pase de Benzema y ante una defensa blandita y mal colocada, como en tantas ocasiones a lo largo de esta segunda mitad. Y después marcó de falta directa en un clamoroso error de Bravo. La única explicación posible a lo que hace el guardameta chileno es que se dejara contagiar de la apatía con la que la Real estaba jugando en la segunda mitad.
El cuarto gol sentenció el partido, porque si la Real no creyó en sacar algo del Bernabéu cuando las circunstancias eran propicias, mucho menos lo iba a hacer con dos goles de desventaja. No lo olvidemos, el Madrid marcó tres goles en inferioridad numérica. Digo que no lo olvidemos, porque cuando la Real juegue con diez la próxima vez será la excusa para la más que probable derrota. Ya con el 4-2, Montanier hizo su segundo cambio sin más ánimo que el de poner a un jugador por otro, en este caso a un muy fallón Elustondo por un demasiado ausente Zurutuza. Griezmann tuvo un tímido cabezazo para recortar distancias y que Casillas detuvo sin problemas, Higuaín disparó al larguero en el enésimo contraataque madridista y acto seguido Xabi Prieto hizo historia de la forma más triste e injusta para él, anotando su tercer gol en el Bernabéu en un partido en el que la Real no iba a puntuar. Se me quedan cortos todos los elogios que pueda dedicarle al capitán realista, que destapó el tarro de las esencias goleadoras y se convirtió en el mejor jugador de la Real.
Quedaban trece minutos por jugar, pero Estrada vio la roja en la segunda innecesaria entrada sobre Cristiano. Decir que las fuerzas se igualaron sería inexacto para lo que se vio en el césped del coliseo madridista. Se igualó el número de jugadores por bando, pero el partido siempre estuvo del lado del Madrid. De hecho, en la siguiente jugada, Varane estuvo a punto de marcar a puerta vacía y unos instantes después Bravo envió a córner un gran disparo de Cristiano. De ahí al final, el único equipo que pudo marcar fue el Madrid, con dos intentonas más de Cristiano Ronaldo. La Real dispuso de un par de córners, tan horriblemente botados como es habitual y sin siquiera plantearse la posibilidad de que Bravo diera superioridad dentro del área, a pesar de estar ya el tiempo cumplido y no tener absolutamente nada que perder. Ambición cero, incluso en un partido loco como este. Montanier terminó el choque con Elustondo como central, Mikel González como lateral derecha y José Ángel en la izquierda, sustituyendo a De la Bella en un relevo que careció de intención alguna.
La Real perdió en el Bernabéu. Lógico, se puede decir. Perdió después de meter tres goles y por solo uno de diferencia. Notable, pensarán algunos. Y, sin embargo, el sabor de boca que deja este partido es muy malo. No sé cuánto habrá afectado esa gastroenteritis al rendimiento del equipo, pero lo que está claro es que pocas veces se va a encontrar la Real un Madrid que juegue tan poco al fútbol, con inferioridad numérica, con empate en el marcador y con el público deseando darle en los morros a su entrenador. El partido estaba, no ya para empatarlo, sino para buscar una victoria que habría consolidado el presente y el futuro de este equipo. Pero no ha sido así. Xabi Prieto mantuvo con vida al equipo txuri urdin con una tarde memorable, pero la actitud de la Real le impidió soñar con algo que estaba al alcance de la mano. Ni Real Madrid, ni Bernabéu, ni nada. Hoy ha sido la Real quien ha decidido que no era el día más que de ser un bonito regalo de Reyes para el Madrid. Con el mensaje del "casi imposible" del entrenador que casi todos los jugadores se han creído, hasta el punto de no darse cuenta de que delante solo tenían diez rivales. Qué lástima.

1 comentario:

Juan Rodríguez Millán dijo...

Javi, nunca, no creyó nunca. Ni los jugadores acertaron ni tuvieron guía desde el banquillo. No puedo estar más de acuerdo con tu frase: "una vez más, nos conformamos con poco para quedarnos en nada". Con el empate a uno tan pronto y contra diez, dije que si no ganábamos así no ganaríamos nunca. Habrá que plantearse el partido del Bernabéu de aquí en adelante...