La Real es un equipo que en demasiadas ocasiones muestra ideas equivocadas y siempre presenta recursos inexistentes cuando tiene los partidos a su favor. El Deportivo ha sacado un punto de Anoeta, siendo un equipo bastante limitado pero muy ordenado, ante una Real que vuelve a decepcionar, que no ha sabido jugar el partido en ningún momento y que agravó desde la pizarra los problemas que le provocó el Santiago Bernabéu en forma de sanciones. Había errores de concepto y la presión de los gallegos (pocos gallegos, la verdad) en el centro del campo bastó para ahondar en los graves problemas que tiene el equipo txuri urdin y que la calidad puntual de sus jugadores lleva escondiendo desde que Montanier en su entrenador. A esta Real le falta valentía. Se vio en el Bernabéu y se vio hoy. Y en esos dos partidos se han ido cinco puntos jugando contra sendos equipos que tenían diez jugadores en el campo. Con 75 minutos en Madrid y 30 hoy, la Real ha sido incapaz de ganar ni un solo punto más de los que tenía jugando once contra once. Y así vamos.
Montanier sorprendió al mantener a Pardo en el once (¿qué sucederá la próxima semana contra el Barcelona?) y dejando en el banquillo a Zurutuza, y cumplió el guión previsto cambiando al delantero, colocando a Agirretxe sobre el césped en el lugar de Ifrán. Tal y como estaba anunciado, Elustondo y Ansotegi fueron los centrales. Su forzada presencia cambió demasiadas cosas en la Real y eso provocó que el partido se convirtiera en un monumental atasco que el Depor supo aprovechar. Con dos centrales inéditos, la línea defensiva se posicionó algo más atrás de lo acostumbrado. Primera consecuencia. La segunda, más evidente y decisiva, los dos mediocentros trataban de evitar el juego con sus centrales. La tercera, los laterales guardaron unas precauciones excesivas para ayudar a sus centrales y apenas pasaron de la línea del centro del campo en la primera mitad. Y la cuarta, la presión de la línea atacante, con tanta distancia entre líneas, era inexistente, porque Agirretxe nunca tenía compañía en esa tarea.
Con Xabi Prieto muy volcado en la banda derecha, a saber si por iniciativa propia o por indicación del entrenador, el centro del campo era una trampa para Illarra y Pardo, sobrepasados por la poblada línea media deportivista gracias al ya tradicional inicio frío de la Real en Anoeta. El rival txuri urdin fue inteligente a la hora de ver dónde estaban los problemas de los locales. La Real, en esos minutos de aburrido tanteo, apenas dispuso de una ocasión, provocada por Aranzubía al dejar descubierta su portería despejando de forma muy deficiente un centro de Griezmann. De la Bella, estorbado por la defensa, no atinó con la portería. El Depor, en cambio, probó en varias ocasiones a Bravo. Ninguna demasiado clara, pero sí para demostrar que había rival. El partido era soso hasta que llegó el gol. ¿Y cómo llegó? Por un error de Illarra, que condujo el balón, por no ver nada delante y no querer cederlo atrás. Bergantiños se lo robó, lo cedió a Pizzi y éste levantó muy bien la pelota ante la salida desesperada de Bravo.
Viéndose en desventaja en el marcador, la Real hizo lo acostumbrado, estirarse. Y con esa sencilla decisión, que habrá que saber por qué nunca se produce desde el minuto 1, el Depor sufrió. Primero con un cabezazo de Agirretxe desde el segundo palo que escupió la madera. Después con un contragolpe que no pareció del todo bien llevado y que acabó con un centro desde la línea de fondo de Xabi Prieto que se le envenenó a Aranzubía pero que pudo mandar a córner. Después de una buena acción de Bravo, muy seguro toda la tarde, y ya en el último minuto de la primera mitad, Carlos Martínez metió un buen balón al hueco que Vela se guisó y se lo comió. Primero, en una acción de pillo, bloqueó con su cuerpo al defensor para encarar después el área. Lo hizo con decisión y colocó un magnífico zurdazo que se coló junto al palo derecho de Aranzubía. Fue uno de esos chispazos de calidad que ocultan que la Real no tiene un plan definido de ataque ni, desde luego, un plan B cuando las cosas no van bien. Gol, el octavo del mexicano, de esos que llaman psicológico. Pero la psicología no es el fuerte de este equipo.
El arranque de la segunda mitad pareció evidenciar una mejora en la Real. ¿Por qué? Porque comenzó a aprovechar las bandas. Pero eso no le acercó al gol ni con ocasiones claras ni con remates a portería. Sí, con algún que otro uy. Poco, muy poco. Ahí arrancó de verdad el show de un árbitro horrendo, Del Cerro Grande, que ya en la primera mitad había escamoteado a la Real alguna jugada por fueras de juego inexistentes. El colegiado, antes incluso de cortar una jugada de los realistas con su paupérrima colocación, sacó la metralleta tarjetera y ahí podría haber pasado cualquier cosa. Lo que pasó es que Evaldo, un jugador que demostró un nivel asombrosamente bajo (de lo que la Real no se aprovechó como debería haber hecho), vio dos tarjetas amarillas en un cuarto de hora, la segunda bastante injusta, y el Depor se quedó con diez. Estamos ya en el minuto 64 sin que el partido haya caído del lado de la Real y sin reacción desde el banquillo. El Depor, en cambio, ya había hecho dos cambios y tardó apenas 120 segundos en hacer el tercero para solventar los problemas de la expulsión. Montanier aún desperdició cuatro minutos más antes de mover ficha.
Antes de la expulsión, la Real estaba dominando territorialmente, pero sin peligro. El Depor asustaba a la contra y quedarse con diez no minó su determinación. El equipo txuri urdin se olvidó entonces de las bandas, jugó de una forma atropellada y con nula claridad de ideas. Montanier tampoco aportó mucho. Su primer cambio provocó un movimiento en la pizarra. El ya habitualmente sacrificado Pardo salió del partido para que entrara un Chory Castro que está muy lejos de aportar lo que se esperaba de él. La Real pasó a jugar con un 4-1-4-1 que tenía su riesgo, porque el pivote único era un Illarramendi con tarjeta amarilla y con un pistolero arbitrando, aunque no hubo que lamentar consecuencias fatales en ese sentido. El segundo cambio fue quitar a un Agirretxe desacertado pero peleón para meter a Ifrán. Lo curioso de ese cambio, además de quitar al delantero sin ir ganado, es que justo a partir de ahí la Real se volvió loca a bombear balones desde cualquier posición del campo, balones que Agirretxe siempre tendrá más opciones de cazar que Ifrán. ¿Y el tercer cambio? En un partido duro, atascado, con lluvia durante los 90 minutos y con una evidente escasez de ideas por el centro, Montanier decidió no hacerlo. Curioso. Zurutuza y Ros se quedaron sin jugar.
La Real se perdió en toques y más toques, en pases imposibles y en balones bombeados. Ocasiones, muy poquitas. Griezmann provocó una fácil palomita de Aranzubía, el francés repitió en un tiro que envió fuera tras pedírsela a Xabi Prieto, Vela tuvo un disparo en buena posición que se fue arriba y casi en la última acción del partido Prieto metió un espléndido balón al que Ifrán, en plancha, no pudo llegar. Poco trabajo para el guardameta deportivista, estando Bravo más activo en las escasos incursiones visitantes. Fue increíble que ni Griezmann ni Chory Castro buscaran la segunda tarjeta amarilla de un Manuel Pablo que, con todo lo veterano que es, les ha dado hoy una lección. La Real falló colectiva e individualmente, falló desde la pizarra y falló desde el banquillo. Y realmente el único jugador que merece un reconocimiento después del partido de hoy es Ansotegi. Apenas tiene oportunidades, lógico porque ahora mismo la Real tiene dos centrales de categoría en buena forma, pero cuando juega, cumple. Sabe qué tipo de jugador es y no hace cosas que no sabe. Hoy ha dado una lección en el corte, ha estado serio y ha hecho que, consecuencias tácticas al margen, nadie pensara que a su lado estaba un mediocentro fuera de sitio.
Y así vuelan otros dos puntos de Anoeta, ese estadio que empezó como fortín pero que desde hace tiempo no lo es. De los últimos siete partidos, sólo dos victorias, dos derrotas y tres empates. Con los cinco últimos clasificados de la primera vuelta, apenas tres puntos sumados y un solo gol, el de hoy. Será que a la Real se le atragantan los de abajo, pensará alguno. Pero, claro, es que hoy veíamos de dejar pasar la oportunidad de puntuar en el Santiago Bernabéu contra un Real Madrid que jugó 85 minutos con diez jugadores. La Real es un equipo con muchas posibilidades pero que no va a terminar de explotar con esta dirección, porque está acomodada en las excusas de siempre y no cambia los guiones de los partidos cuando puede hacerlo. Es evidente que no va a pasar problemas para mantener la categoría, pero a día de hoy somos un equipo de mitad de la tabla porque no sentimos en el corazón la imperiosa necesidad de ser algo más. Eso se llama conformismo. No porque los jugadores no corran ni luchen, que lo hacen y no merecen reproches por ello. Sino porque no ganamos y no pasa nada. Y tendría que pasar. Media hora contra diez jugadores del penúltimo, 0-0. Sólo eso ya es para pensarlo detenidamente en Zubieta. Hay muchas cosas más que pensar y trabajar, pero en muchas ya hace tiempo que ha tirado la toalla.
1 comentario:
Javi, efectivamente, el partido se nos fue en el centro del campo y tenía soluciones desde el banquillo. Esa fórmula en el centro del campo sigue siendo para mí una debilidad. Como ver a Carlos Martínez y Xabi Prieto en la banda derecha, pero Montanier no ve las oportunidades. Se ha dicho que Zurutuza no se había recuperado bien de la gastroenteritis, lo que agrava aún más los defectos de la convocatoria y aumenta el ninguneo al Sanse. Y lo del delantera da para mucho debate. Es obvio que no contamos ni con Kodro ni con Kovacevic, pero yo creo que mejor gestionados Agirretxe e Ifrán llevarían más goles.
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