Montanier ha dispuesto un partido para jugar al contraataque. Una vez más, el entrenador de la Real desprecia la capacidad que tiene su propio equipo para ser mejor que su rival, mejor de lo que él mismo deja ser a los suyos. La evidencia de que el equipo txuri urdin tiene capacidad de sobra para ser mejor que el Athletic se vio, como en Anoeta, en la primera media hora de la segunda mitad, y eso hace lamentar con razones de peso la forma en que jugó la primera mitad. Pero, bien, aceptemos que vamos a jugar al contraataque. El mejor lanzador de balones de la plantilla es Rubén Pardo. Pero Rubén Pardo no cuenta para ser titular. Si sólo hay cuatro centrocampistas disponibles, es obvio que él será el que se quede fuera. Craso error de Montanier si cree que hacer jugar a chaval joven puede quemarle. Lo que tiene que quemarle es darle minutitos absurdos en los que ya poco le queda por hacer para resolver las situaciones que ha creado la cobardía de su técnico. Con él en concreto y en general. Así que salimos a jugar al contraataque renunciando a nuestras mejores armas para hacerlo con efectividad. Eso me parece grave.
Si la Real salió dispuesta a jugar al contrataque, es evidente que fracasó miserablemente en la primera mitad porque no hubo ni uno solo en esos 45 primeros minutos. Ni uno. Si éste es el avance en el fútbol de la Real que algunos defienden que se ha producido con la llegada de Montanier al club, que alguien me explique en qué se ha progresado, porque yo sigo sin saber en qué, más allá de los méritos personales de algunos jugadores. Presentarse en San Mamés y tener poco más de un 30 por ciento de la posesión de balón es un suicidio, por poco que quiera o pueda hacer el Athletic. Despreciar las jugadas a balón parado para hacer del gilicorner una obra de arte del despropósito ayuda mucho. Como también tener un centro del campo pensado únicamente para ayudar a los centrales a controlar a un Llorente desaparecido (el suyo, porque al nuestro nos lo han desaparecido), también por la espléndida labor de Mikel González e Iñigo Martínez, los mejores de este equipo sin lugar a dudas. Y para concluir, las pérdidas de Markel en el centro del campo que permitieron varias jugadas del Athletic.
Fue un derbi intenso, pero no vi a un Athletic arrollador. Aún así, tuvo algunas ocasiones en la primera mitad, hasta el punto de que Bravo llegó al descanso siendo el mejor jugador del equipo y que se marcahra al descanso con ventaja no pareció injusto. Los locales marcaron en el minuto 24. Susaeta fue el autor del gol, culminando una bonita combinación al borde del área. No creo que se pueda reprochar a nadie la responsabilidad del gol, más allá de haber dejado que el Athletic tuviera un dominio del partido que no se ganó con su fútbol. En el partido de la primera vuelta, aunque para mí la responsabilidad de Montanier era evidente, se podía esgrimir que fueron los jugadores los que no salíeron con la actitud adecuada, pero hoy todos los jugadores mostraron ardor, incluso con algunas entradas contundentes a las que no estamos acostumbrados y que facilitaron la labor tarjetera de Mateu Lahoz. El error fue táctico y venía ya de la caseta. Por eso, ni siquiera en los momentos más bajos del Athletic se vislumbraba un plan de la Real para marcar gol. Una falta que Xabi Prieto intentó colar con inteligencia por debajo de la barrera fue la ocasión más clara.
La primera parte dejó una pobrísima sensación. La de tantos otros partidos, tanto en Anoeta como fuera. Pero hay que seguir escuchando que con Montanier hemos progresado, que con Lasarte jugábamos al patadón. Yo es que no lo veo y nadie me ofrece datos o hechos que avalen lo contrario. Sólo palabras bonitas y rimbombantes. Y con eso, con palabras, no se ganan partidos. Con lo que puso la Real en la segunda parte, sí. Pero antes de hablar de la jugada más decisiva del partido es importante hacer notar la diferencia que hay entre salir con esa intensidad en el minuto 45 y hacerlo en el 1. Tras el descanso, el Athletic iba ya ganando. La apuesta ofensiva de la Real en la segunda mitad le ofrecía un terreno abonado para intentar, ellos sí, jugar al contraataque. Es verdad que el plan salió bien durante muchos minutos, que la presión arriba de la Real impidió que el Athletic tuviera llegadas claras al área de Bravo. Con el 0-0 y jugando en San Mamés, los locales no podrían haber jugado así ante una Real valiente. Pero la Real es cobarde, reflejo de su entrenador, y lo acaba pagando. Hoy, con otra derrota como visitante, la tercera consecutiva, todos los partidos jugados fuera de Anoeta en la segunda vuelta.
Claro que faltaba el otro suceso que parece inevitable en San Mamés, y es la ayuda arbitral a los locales (¿o es el perjuicio del colegiado al visitante? Sería bueno saber eso, por absurda que pueda parecerle a algunos la diferencia). La Real acumula ocho partidos sin ganar en Bilbao y en cinco de ellos ha habido una decisiva colaboración del que toda la vida era el de negro. ¿Casualidad? Que cada cual piense lo que quiera. En pleno arreón inicial del equipo txuri urdin en la segunda mitad, en el minuto 2, Vela resolvió una embarullada jugada en el área local con un disparo flojo, que se aproximó a la línea de gol llorando. Javi Martínez intento detenerlo desde el suelo con la mano, pero no llegó. Iraizoz trató de pararlo, y tampoco lo logró. Lo sacó desde dentro. Lo que vio a ser un gol. En directo se vio con una claridad meridiana. Fue una de esas jugadas que ve un estadio entero, a excepción de dos personas: el árbitro y su asistente. Sencillamente una vergüenza, un claro robo, una de esas jugadas que en un partido del Madrid o del Barcelona generaría incendios mediáticos y futbolísticos pero aquí, que nadie lo dude, tendrá la misma nula resonancia que la injustísima sanción que impidió a Illarramendi jugar este encuentro.
No fue la única perla que dejó en su lamentable actuación un calamitoso Mateu Lahoz, ese que parece encontrar siempre el momento en el que pitar perjudica a la Real y dejar jugar también, ese que saca la metralleta de las tarjetas cuando quiere y ante quien quiere, con la valentía que le da la impunidad y la ausencia de castigo para su negligencia. Es un maestro que ha conseguido que algunos hablen bien de él. Al menos hay que agradecer que fueran once realistas los que acabaron el partido. Como el partido seguía incierto, Amorebieta golpeó en un salto a Xabi Prieto, eso que algunos árbitros sancionan siempre con amarilla (roja sólo si es Illarramendi, ya se sabe), pero que Mateu Lahoz, aquí sí dejó seguir, no señaló ni como falta. En el contraataque, Mikel González cortó el avance de Muniaín en falta. Y esa falta desembocó en el 2-0. Bravo suma otra falta directa más encajada, ya es imposible seguir la cuenta de este martirio a balón parado para el meta chileno. La de hoy, por su palo, parecía parable. Y ahí acabó el partido. Quedaban diez minutos, pero ya no sucedió absolutamente nada. Bueno, nada más que aguantar los "olé" de San Mamés. Poca cosa para la trtstemente decepcionante temporada que está protagonizando la Real.
El arranque de la segunda mitad y la innegable influencia arbitral en el resultado hará que muchos no carguen las tintas contra Montanier. Para mí, hoy ha protagonizado otra evidente muestra de que no sabe de fútbol y, lo que es más preocupante, no conoce lo que tiene en su propio vestuario. A los errores de planteamiento hay que sumar otro defecto habitual, la tardanza en hacer los cambios. Y eso que esta vez los intentó hacer un poco antes. Pero resulta tan absurdo, semana tras semana, renunciar a cambiar un partido con las sustituciones que no sé cómo quedan defensores del francés. Entre el minuto 69 y el 78 cayeron los tres relevos: Agirretxe por Aranburu, Pardo por Zurutuza y Llorente por Vela. El primero, aunque demasiado tardío, me gustó. El segundo y el tercero no me convencieron por el jugador sustituído. Evidentemente, los cambios no dieron resultado, porque nada más realizar el tercero llegó el segundo gol y, por tanto, el final real del partido. Fue en esos minutos entre los cambios cuando la Real tuvo la mejor ocasión, una doble, primero con un disparo de Agirretxe y después con otro de Griezmann tras el rechace de Iraizoz.
No sé si la gente que pueda leer estas líneas es consciente de cuánto me entristece ver a una Real con capacidad de hacer cosas grandes y renunciando a hacerlas. O cuánto me enfada que, año tras año, veamos en San Mamés un espectáculo arbitral esperpéntico sin que pase nada. Había llegado a pensar que no nos faltaba nada por ver, pero creo que un gol como el de Vela, fantasma dicen algunos que tan claro ven otras jugadas (vergonzosa, y hay que decirlo, la retransmisión del partido en Canal + Liga, tanto del comentarista como de Sarabia, que no ha dudado en usar el "ellos" para referirse a los realistas; ¿y por qué no, si a todo el mundo le da igual todo lo que rodea al fútbol español?) es algo que no habíamos visto todavía. Seguimos superándonos año a año. Y sobre Montanier, sigo creyendo que le está costando puntos a este equipo. Pero no sólo eso. También está frustrando la temporada de demasiados jugadores llamados a hacer cosas importantes en esta Real. Hoy el descenso no parece una amenaza, sigue a seis puntos, pero las cosas cambian con rapidez. Como el Racing gane tres partidos seguidos o como el casi desahuciado Zaragoza dé un susto en Anoeta, qué resto de temporada tan divertido vamos a tener. Y todo se veía venir.
2 comentarios:
Hola Juan! Espero todo bien. Vaya robo hoy en Bilbao...!!! Nima
Nima, ¡hola!, espero que a ti también te vaya todo bien. Lamentable lo sucedido en San Mamés, desde luego...
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