Cada día que pasa, la figura de Philippe Montanier y la huella que está dejando en la Real me parece un tema de conversación aún más apasionante. A estas alturas de la temporada, es evidente que no es un entrenador que goce de mi cariño. Parece, por los comentarios que se escuchan y se leen en redes sociales y demás altavoces del aficionado txuri urdin, que no gusta demasiado a la mayoría de seguidores realistas, quizá decepcionados con la ausencia de ese crecimiento que nos prometieron para justificar el cese de Martín Lasarte. Creo que estamos todos, por decirlo de forma suave, un poco desconcertados con él. Él se queja de las críticas. Decía Montanier en una entrevista a Eurosport de la semana pasada que le "critican sistemáticamente". Quizá debería mantener una charla, por ejemplo, con Lasarte, Lillo o Coleman para saber lo que es la crítica sistemática. Y es que no creo que haya pasado un entrenador por Donostia en mucho años que haya contado con la protección institucional de la que está gozando el francés.
Recapitulemos. Con la Real ocupando puestos de descenso, el presidente Aperribay llegó a decir que mientras él estuviera en el club su entrenador sería Montanier. Rozando todavía el descenso, aunque dentro de una buena racha de resultados, declaró que por supuesto que ve al francés sentado en el banquillo de Anoeta la temporada que viene. Sí es cierto que Aperribay le ha dado algún que otro toque de atención, como aquella frase sobre una mejor gestión de los partidos que pronunció tras la victoria in extremis en Sevilla ante el Betis, pero en público la defensa ha sido cerrada. Tanto, que la web oficial de la Real no incluyó en el vídeo que colgó de la rueda de prensa previa al partido en Granada la sentencia que fue titular del resto de periódicos, la de que los elogios a Pardo habían sido excesivos.
Es evidente que Montanier está siendo muy criticado por la afición y por parte de la prensa. Sólo parte, mayoritaria en número pero no sé si en alcance, porque El Diario Vasco, que es el periódico guipuzcoano más leído, ha realizado en numerosas ocasiones, y con la firma de la práctica totalidad de sus colaboradores deportivos, una muy encendida defensa del técnico francés. Eso le ha llevado a cometer algunos errores de bulto. El fundamental, culpar a la afición de la derrota ante el Atlético de Madrid. Tampoco ha sido plato de buen gusto leer textos revanchistas y hasta burlones, siempre cuando la Real ha ganado, hacia quienes sí hemos criticado, con toda la legitimidad y respeto del mundo, numerosos aspectos de la gestión del equipo este año. Argumentos que no le han valido a técnicos precedentes sí le sirven ahora al francés. En ese sector de la prensa, las derrotas se atenúan con los arbitrajes, el nivel del rival, la juventud del equipo, la incuestionable presencia mayoritaria de canteranos. Antes eso no tenía tanta fuerza.
Obviamente, los juicios se hacen a final de temporada, y el de Montanier llegará entonces. ¿Pero tenemos ahora mismo motivos reales para estar contentos con Montanier? Para mí la respuesta es evidente y no sé por qué no se puede o no se debe decir. Vino a crecer y no hemos crecido, mantenemos la permanencia como único objetivo a conseguir, algo dicho por el propio entrenador. Tenemos menos puntos que el año pasado a estas alturas, y más o menos los mismos ante los rivales contra los que ya hemos jugado. No se ha frenado la sangría de goles encajados que arrastramos de la temporada pasada. No hemos conseguido una delantera goleadora (seis goles entre los tres atacantes puros del equipo, por once del año pasado; ni contando a Vela sumamos más goles con un jugador más). Tenemos la irrupción en el equipo de valores como Illarramendi o Iñigo Martínez, pero hay jugadores que han bajado su nivel de forma alarmante, como Xabi Prieto, De la Bella o Carlos Martínez. Sus cambios son casi siempre discutibles y difíciles de entender en vivo y de explicar después.
No hemos mejorado en la estrategia, en absoluto, al contrario. No creo que los mejores partidos disputados esta campaña hayan sido mejores que los de la temporada pasada, lo que habla de un estancamiento en el nivel, por mucho cambio que haya habido en la forma de jugar. Salvo dos partidos jugados en inferioridad (Santander y Villarreal), pocas derrotas han sido injustas (Levante y Mallorca sí), y algún punto logrado no ha sido del todo merecido (Granada, Getafe, Espanyol...). La gestión de la plantilla está siendo deficiente, y compensa el riesgo con algunos jóvenes (además de los mencionados, Cadamuro) con la cobardía con otros (no hay una pauesta real con Pardo, se diga lo que se diga; la comparación con Muniaín, que alcanza 100 partidos en Primera con la misma edad, es sangrante) y el ostracismo absoluto y muy mal explicado de alguno más (Llorente e Ifrán, pero también De la Bella). Lo de Pardo le parece "normal" a nuestro técnico y, aunque eso lo recitificó después cuando vio a Griezmann dijo que "no era la perla" que le estaban contando. En cambio, hace jugar a Mariga pese a su nefasto rendimiento desde el primer día.
Eso es lo que se cuestiona de Montanier. Eso y no otras cosas. No hay ataques personales. No hay nada que no tenga una base crítica y razonada. Nadie juega a entrenador utilizando su gestión. Pero no hay más que mirar la progresión de la Real para entender muchas cosas. La confianza en un once provocó la mejor etapa de la temporada, los golpes de timón difíciles de entender desembocaron en la peor. No ha sabido aprovechar a jugadores en racha. Sentó a Agirretxe en su primera tanda de rotaciones cuando llevaba tres goles en dos partidos. Mandó al banquillo a los dos goleadores ante el Sevilla, más sangrante aún en el caso de Vela, cuya mejoría es indiscutible. Y nunca hay una explicación coherente para las decisiones que adopta. No es creíble que haya que ir poco a poco con un lesionado y no con otro. No es coherente la teoría de los cinco delanteros en la convocatoria y tres en el campo cuando esa regla se ha roto en tantas ocasiones. Ahí también falla Montanier. Y no sólo es que falle, es que no es capaz de explicarse. Sus ruedas de prensa aclaran muy poco lo que hace en el campo, y así el desconcierto es mayor.
Tiene Montanier un problema muy serio si cree de verdad que el nivel de crítica en la Real es tan irrespirable. Con el equipo como colista y siendo goleado en Vallecas, hubo algún que otro grito pidiendo su marcha, siempre de menos intensidad que los que se dirigieron a Loren. Tras la humillante e histórica eliminación en Copa, se escucharon tímidos silbidos de protesta en el partido ante el Atlético de Madrid. Eso es todo. Lo demás es, durante los partidos, apoyo incondocional al equipo. Siempre. La afición de la Real ha estado siempre ahí. No falla. Es lo mejor que tiene este club de largo. E incluso toda la prensa ha aplaudido, y para mí con más ilusión que realidades en algún caso, partidos como el del Sevilla en Anoeta o el del Camp Nou. ¿Y se queja de presión? ¿Ve excesivas las críticas? Entonces la Real es el techo de este entrenador, que indudablemente jamás podría entrenar a un Real Madrid o un Barcelona. Lo que yo no tengo tan claro es que realmente tenga el nivel para entrenar a la Real. Todavía le quedan jornadas para demostrarlo.
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