Ganar lo es todo en esto del fútbol, y la Real ha ganado. Y aunque el equipo sigue dejando sombras muy visibles, hoy el rival ha sido un Sevilla muy pobre que ha facilitado la victoria txui urdin e incluso ha propiciado alguna que otra gran noticia en el bando local. Como el debut goleador de Rubén Pardo, coronando una muy solvente actuación. Como la participación decisiva de Vela, a pesar de su habitual desconexión con respecto al juego. Como la recuperación de Xabi Prieto, que ha vuelto a ser el jugador más inteligente sobre el césped. Como Iñigo Martínez y su crecimiento imparable. ¿Las sombras? Los cambios, otra vez raros. El final, en el que ha dejado tocar al Sevilla, que afortunadamente no fue capaz de plantear ni la más mínima oposición a la Real. Hoy los de Montanier han ganado con todo merecimiento. En esta Liga de tan bajo nivel a partir de la cuarta posición, no hace falta tanto para ganar partidos. Y la Real, que había perdido de vista esa noción en buena parte de la primera vuelta, tiene más que eso. Ahí es donde surgen las dudas. Pero las dudas con puntos, menos dudas son. Granada tiene pinta de ser importante en el devenir de este equipo.
Curioso lo que sucedió antes del partido. Dos horas antes, Elustondo se caía de la convocatoria, dice el parte oficial que por una elongación en el muslo e Illarramendi ocupó su lugar entre los 18 escogidos. ¿Cuándo se ha producido esa lesión? ¿Incluyó Montanier a Elustondo ya lesionado? ¿Y quién hubiera sido el centrocampista que se hubiera quedado fuera del once titular de haber estado Elustondo? Las incógnitas siempre sobrevuelan. Pero con incógnitas o sin ellas, el caso es que el centro del campo lo formaron Markel, Pardo y Aranburu. Griezmann no fue titular, como parecía cantado tras sus molestías durante la semana, lo que permitió el regreso de Xabi Prieto al once y la inclusión de Vela por la izquierda, con Agirretxe en punta. Y atrás lo previsto, con Cadamuro como lateral izquierdo, posición que sigue siendo la más floja de este equipo (sobre todo en la primera mitad, el próximo internacional argelino sufrió con Navas, al que nunca supo si dar metros o si marcar de cerca). El caso es que el partido empezó tan frío como la noche. Los valientes no estaban sobre el césped sino en la grada. 18.000, un lunes por la noche y con temperaturas como las que tenemos en estos días. Tiene más mérito del que muchos reconocerán.
Los primeros diez minutos fueron aburridísimos, parecía que en línea con lo que estamos viendo durante toda la temporada. Y tuvo continuidad más adelante, aunque con pequeños destellos. Porque en la primera parte fueron destellos los que iluminaron a la Real. El primero, de Pardo, con un pase descomunal que superó a toda la defensa sevillista y que Vela envío a la cruceta después de un control un pelín largo. Otro palo más en una temporada en la que la madera se ha convertido en un enemigo más. Xabi Prieto estuvo a punto de adelantar a la Real peinando con la cabeza un córner a muy baja altura y en el primer palo. Agirretxe rondó el gol con un precioso disparo que se marchó rozando el poste. Y Palop evitó a bocajarro el gol de Vela cuando el mexicano estuvo a punto de culminar una espléndida jugada que inició Xabi Prieto desde la izquierda y en la que Carlos Martínez, incansable durante todo el partido y cada vez más cerca de su mejor nivel, puso un centro maravilloso. Juego lo que se dice juego no mostró demasiado la Real en esos minutos, al menos no en la faceta ofensiva. No se vislumbraba un plan claro de ataque, aunque la mínima presión hacía perder el balón al Sevilla con facilidad. Eso hizo que hubiera mucho peligro rondando el área de Palop y, lo dicho, unos cuantos destellos de calidad individual.
¿Y el Sevilla? Ni con entrenador nuevo. La línea descendente del equipo hispalense es evidente y en ningún momento inquietó a la Real. Negredo mandó un gran cabezazo a la parte superior del larguero, bien cerrado por Iñigo Martínez en el salto y con todo bajo control por parte de Bravo. Y absolutamente nada más. Tirando de tópico, Michel tiene un enorme trabajo por delante porque su equipo ni olió los momentos más bajos de la Real, esos momentos de frialdad que suele tener en casi todos los partidos y que especialmente se notan en los primeros minutos de las dos mitades de los encuentros. Porque la segunda mitad empezó más o menos igual que la primera. Tan fría como la noche. Lo primero a reseñar sucedió en el minuto 11 y hablaba muy mal de la Real. Un contraataque que Reyes lanzó desde su campo sin que nadie se atreviera a meter el pie obligó a Iñigo Martínez a zanjarlo con contundencia, ya en campo propio y con la consiguiente tarjeta amarilla. Justísima, por cierto. Ahí no olía tan bien el partido, y más cuando Iglesias Villanueva se desentendió en un claro agarrón dentro del área a Xabi Prieto. Ya se sabe, penaltis y rojas a favor se ven pocas por estos lares. El árbitro se retrató al permitir 60 minutos de pérdidas de tiempo de Palop y advertir a Bravo en la primera que tuvo con la Real ya en ventaja.
El partido cambia, precisamente, gracias a Prieto. Es evidente que, siendo benévolos en la apreciación, no está siendo la mejor temporada del 10, pero su calidad es indudable. Ha sostenido al equipo en sus peores años y no sé si hemos sabido agradecérselo como se merecía. Su visión de juego en la ocasión de Vela en la primera mitad ya hacía pensar que hoy podía ser el día de su recuperación. Y lo fue. Volvió loca a la defensa sevillista, sobre todo en la segunda mitad, forzó la cuarta parte de las faltas que sufrió la Real, e inició la jugada del 1-0 con un centro precioso de rosca al interior del área. Aranburu, en una de las pocas ocasiones en que mostró su llegada al área, peleó el balón en la posición del 9 y el el cuero llegó al segundo palo, donde Vela enganchó una volea, que botó en el césped y se coló en el interior de la portería sin que Palop pudiera hacer nada. Con más o menos fútbol, y sigo pensando que menos aunque con muchos chispazos interesantes, lo cierto es que nadie podrá decir que el 1-0 era injusto. Por presencia, por colocación y por ocasiones. Cosa poco frecuente en la Real, el equipo se aprestó a cerrar el partido lo antes posible. Y lo consiguió casi en su siguiente jugada de peligro.
Sólo tres minutos después, otra vez Prieto lanzó el contraataque hacia Vela, que desde el pico izquierdo del área cedió al balón hacía atrás, donde llegó Pardo como una bala y enganchó un precioso zapatazo para hacer el 2-0. Creo que hay pocas cosas más emocionantes que ver el primer gol de un potrillo. Más si es en Anoeta. Y más si sirve para ganar. Sigo convencido de que hemos desperdiciado toda la primera mitad de la temporada con Pardo, dándole los minutos de la basura que hoy, por ejemplo, le han vuelto a tocar a Llorente, otro habitual de es tramo. Hoy Pardo ha demostrado que tiene hechuras más que suficientes para comandar a este equipo en Primera División. No hay nadie en la plantilla que tenga su cambio de juego. No hay nadie, salvo Illarramendi, que tenga su visión del juego y del partido. No creo que la edad que marque su DNI sea un factor a tener en cuenta. Aterra pensar que hace sólo dos semanas había en la Real un jugador que se llamaba Mariga y que, éste sí, taponaba la progresión de un canterano de la deslumbrante categoría de Pardo. Y no creo que hoy haya tocado techo o, siquiera, hecho un partido perfecto. Pero Pardo cojo ofrece más que Mariga, y eso se veía desde la pretemporada. Su gol es una noticia maravillosa. Y ver su cara de felicidad celebrándolo no tiene precio. Me disculpen los demás centrocampistas de la Real, pero me muero por ver un trivote formado por Illarramendi, Pardo y Zurutuza.
A diferencia de otras jornadas, en los que partidos aparentemente cerrados se complicaron sin motivo (o con un motivo bastante identificable, pese a quien pese), esta vez el Sevilla no andaba para muchos trotes y facilitó la labor de la Real. Ya con el 2-0, Michel movió su banquillo y colocó al temido Kanouté, que no olió apenas el balón. Montanier decidió que era el momento de arropar su defensa y hacer su centro del campo más defensivo para fiar las posibilidades del 3-0 a la velocidad. Griezmann entró por Agirretxe, peleón y agradecido como siempre pero reñido con el gol desde hace demasiadas semanas, e instantes después Montanier retiró del césped a Pardo para colocar a Demidov de pivote. Ahí es cuando la Real perdió por completo el dominio del centro del campo, desestimó la posibilidad de que su delantero bajara balones para lanzar contraataques y concedió alguna ilusión al Sevilla. Pero, como decía, el equipo visitante no estaba para nada y no lo aprovechó. Sí para rondar la frontal del área de Bravo, pero en ningún momento para exigir ninguna intervención seria del chileno. En eso tuvieron mucho que decir Mikel González (que además supo leer la necesidad de arrancar desde atrás con el balón en la primera mitad) y, sobre todo, un inconmensurable Iñigo Martínez, que no para de crecer. El final fue plácido.
La Liga se ha convertido en un absurdo galimatías muy difícil de descrifrar. Empezó el partido la Real temiendo el descenso, con sólo un punto de diferencia con respecto al antepenúltimo clasificado. Y lo acabó, ganando además el average particular al Sevilla, pensando que Europa está a cuatro y la Champions League, nada menos, a cinco. Es lo que tiene que haya prácticamente 17 equipos luchando por todo, con nueve puntos separando al cuarto del decimoctavo. A pesar de que todavía no me he sacudido ni la preocupación ni la desilusión que viene marcando esta temporada hasta ahora, insisto en lo que dije hace un par de jornadas: con todo, cualquier objetivo ilusionante sigue siendo posible todavía. Por eso parece que el de Granada puede ser un partido fundamental para decidir qué futuro le espera a la Real en lo que queda de temporada. Sumar de tres en tres en una Liga tan igualada es oro puro. Y sumarlo junto a las grandes noticias que ha dejado el partido de hoy mitiga incluso las dudas que se generan con la ausencia de Elustondo, la convocatoria fantasma de Illarramendi, la injustificada ausencia de Pardo en la primera parte de la temporada, los cambios de Montanier o la ausencia de un plan claro par aganar partidos. Porque todo eso se supera, como he dicho en las victorias o en las derrotas, sólo con sentido común.
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