Lo admito, yo estoy preocupado. Vivimos días de una aparente euforia por la actuación de la Real en el Camp Nou, por la insuperable presencia de canteranos en la primera plantilla txuri urdin de la que siempre tenemos que felicitarnos y no lo hacemos con la suficiente ilusión y hasta por la salida de Mariga por bien que ahora quiera jugar en el Parma según dicen las crónicas. Pero yo, optimista habitual cuando se trata de la Real, estoy preocupado. Preocupado, que no pesimista, no confundamos. Quien me lea con cierta frecuencia sabe lo que pienso de los jugadores que visten la camiseta realista y sabe que confío plenamente en su capacidad no sólo para seguir en Primera sino para pensar en cotas mucho más altas. En eso coincido con el presidente Aperribay, sí, tenemos equipo para mucho más que la permanencia. Pero, sin embargo, en ese empeño estamos y por cerca que esté cuesta pensar en algo más.
Como me temía, me he quedado solo pensando que en Barcelona nunca tuvimos opciones reales de puntuar. Cierto que no hicimos el ridículo, pero ¿nos conformamos con eso? No se trata de infravalorar lo bueno que hizo la Real en el Camp Nou, que alguna cosa sí hizo, pero miremos al Barcelona que teníamos enfrente. Guardiola tiene ocho campeones del mundo en su plantilla. Contra los de Montanier jugaron de inicio sólo tres, Víctor Valdés, Puyol y Cesc. Para mí eso es una oportunidad inmejorable de haber traído algo del Camp Nou, por muchas bajas que lleváramos nosotros. Aun estando en baja forma su Balón de Oro, Messi se bastó para poder solucionar el solo el partido. Tengo la convicción de que si el Barça pidió la hora fue por deméritos propios y no por los méritos de la Real, que en ataque limito a la garra de un Griezmann que pasa por su mejor momento. ¿Fuimos nosotros los que asustamos al Barcelona? ¿Nosotros? No, no lo creo. Dimos la cara, desde luego. Pero ante un Barcelona normal o con algún titular más lo más probable es que nos la hubieran partido.
Barcelona no me relajó, como tampoco la goleada al Sporting. En 85 minutos de partido, quitando los cinco primeros y el descuento, el resultado fue de empate a uno. Vi destellos, pero no vi planes. Vi calidad individual, pero no un equipo tan trabajado como para ganar partidos. Y vi la irregularidad de la que es presa este equipo desde que Montanier cogió las riendas. Esa irregularidad no la veo en los resultados, que también, sino en su juego. Porque, claro, parece imposible contestar a un equipo que lleva sumados quince de los últimos 27 puntos posibles. Pero es que mi contestación no es a los resultados. Se puede ganar jugando mal, como se le ganó en Anoeta al Granada, y se puede perder jugando muy bien, como nos sucedió en Mallorca o en Valencia ante el Levante. Ahora se dice que el pico más bajo de la temporada fue el 6-1 copero en Mallorca, pero ese pico llegó cuando el equipo llevaba seis jornadas sin perder en Liga, el que también decían que era el momento más álgido de la temporada. También en este tramo llegó el 0-4 del Atlético de Madrid, con siete partidos sin perder y tras ganar en Valencia. Irregularidad en estado puro.
Eso mismo se ve en el que, se dijo entonces, era un gran arranque liguero. ¿Jugó tan bien la Real en Gijón en el estreno de la temporada? No, pero se ganó con solvencia ante un rival inferior. ¿Fue tan brillante la remontada ante el Barcelona? Desde luego, pero hizo que muchos olvidaran una horrenda primera parte en la que el Barça pudo igualar si hubiera querido aquel 0-6 que nos endosó en la temporada 2000-2001 en sólo 45 minutos. Cada vez que llega una nueva jornada de Liga, no me aventuro con tanta facilidad a decir "hoy ganamos". Ya no tengo esa convicción porque no sé qué Real voy a encontrarme. Ese pensamiento de seguridad sí me vino en todos y cada uno de los partidos importantes de la era Lasarte. En Segunda ante los rivales por el ascenso, y todos cayeron en Anoeta. O en Cádiz, tarde gloriosa sin comparación. O el día del ascenso. En Primera cuando la permanencia estaba en juego. La Real ganó los tres partidos finales en casa en los que se fraguó el objetivo. Ante Sporting, Barcelona y Zaragoza. Y hubieran sido cuatro triunfos si ante el Getafe hubiera sido necesario ganar.
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