Esta Real de Philippe Montanier es absolutamente desconcertante y ya parece que lo es sin remedio. Porque, claro, uno mira el marcador y cómo el Barcelona ha terminado pidiendo la hora y da la impresión de que el equipo txuri urdin ha hecho un gran partido en el Camp Nou, a pesar de salir sin premio. Ha marcado, cosa que sólo había hecho el Betis, y ha estado en el partido hasta el final, cosa que directamente no había hecho nadie. ¿Pero realmente ha podido ganar la Real? Igual me quedo solo diciendo ésto, pero yo nunca he tenido esa sensación. No veía el plan para marcar, aunque efectivamente marcamos. No veía cómo podíamos parar a Messi y compañía, a pesar de que les paramos durante muchos minutos. No entendí una vez más los cambios, ahondando la brecha que hay entre lo que veo y lo que piensa el técnico. Muchos minutos pasaron sin que la Real creyera en la victoria ante un Barça a ritmo menor y aún así pudo rascar algo del Camp Nou. Y Bravo evitó una goleada a pesar de haber propiciado la derrota con dos salidas equivocadas. ¿Es posible encontrar más contradicciones en un solo partido? Así es la Real de Montanier.
Para el partido imposible que siempre es el del Camp Nou, el técnico francés planteó un once coherente. Colocó a Pardo en el centro del campo junto a Aranburu y Markel, a Cadamuro de lateral izquierdo en lugar de Estrada y a Xabi Prieto en la línea de tres atacantes en lugar de Vela. El encuentroo fue toda una trampa para Pardo, porque tenía que enfrentarse a un imposible, parar la maquinaria culé e iniciar el juego txuri urdin. Imposible, y no sólo por la entidad del rival, por mucho que Guardiola viera más claras las opciones en Copa que en Liga y presentara un once con tres chavales del filial. Imposible porque la Real no quería el balón, y así Pardo no puede explotar sus cualidades. No lo quiere habitualmente, con lo que no hay que echarle mucha imaginación para saber lo que iba a hacer en el Camp Nou. Pardo se pasó muchos minutos del partido persiguiendo sombras, y eso no es responsabilidad suya. Y, paradójicamente, cuando la Real empezó a soñar con sacar algo de Barcelona tras el gol de Vela, y justo después de que el canterano pudiera hacer su primera apertura a banda del partido, Montanier decidió sacrificarle. Qué cosas.
La receta del entrenador realista estaba más que clara: apelotonar hombres por el centro, dejar que los laterales se midieran con los jóvenes Tello y Cuenca y buscar algún balón largo que pudieran cazar Griezmann o Ifrán. Suena escaso para una empresa de la envergadura de puntuar en el Camp Nou. El primer síntoma fue negativo. Mano a mano de Messi con Bravo, que el chileno cierra con una mano antológica. El segundo síntoma, positivo. Ifrán devuelve el mano a mano y, resolviendo un poco peor y más al bulto que el argentino del Barça, propicia la parada de Valdés. El tercer síntoma cobraba visos de ser definitivo. Messi asiste a Tello y Bravo equivoca la salida para permitir un gol fácil al barcelonista. En ese pase no había un gol, sí una jugada de peligro, pero nunca un 1-0 terminado. Con su salida, el chileno le regaló a Tello esa posibilidad. Tengo la impresión de que era una de las lecciones que traía desde la caseta, salir a taponar los balones que cayeran a la banda y ayudar así a unos laterales a los que se iba a dejar algo desprotegidos adrede. En esa jugada salió mal. Era el minuto 9. El mismo en el que el Barça comenzó el 5-0 de la temporada pasada.
Con el 1-0 no se alteraron lo más mínimo los planes de la Real. Ya sabemos que Montanier es un hombre de ideas fijas y que los cambios radicales en sus planteamientos sólo pueden llegar, si llegan, en los últimos minutos de partido. Eso dejaba el partido en manos de lo que el Barça quisiera hacer. Siempre he pesando que ese, al margen de tener una plantilla corta (lo que se acentúa con las lesiones, como hoy la de Busquets; muy mala suerte en su encontronazo con Carlos Martínez, su rodilla se quedó incrustada bajo los tacos de la puntera del lateral realista), es el único punto débil de este Barça. La suficiencia de sentir que tiene el partido ganado le provoca a veces perder puntos, como sucedió sin ir más lejos en Anoeta, donde su control fue aún más claro que aquí. Hoy no ha sido el caso, pero si el partido ha estado abierto hasta el final ha sido por ese motivo. Los de Guardiola apabullaron a la Real en todo (toque, posesión, zona de influencia) sin necesidad de generar mucho fútbol u ocasiones de gol. Messi tuvo un par, a las que Bravo respondió de maravilla, como también atajó un disparo de Thiago. Cesc lanzó arriba otra buena ocasión aún en la primera mitad. La resistencia de la Real estaba resultando mínima, apoyada en un buen trabajo de su defensa, eso sí.
Segunda mitad y, como era de esperar, sin cambios. A los siete minutos de la reanudación, Griezmann tuvo el empate tras pelear con furia un balón a Mascherano, pero Valdés respondió bien. Hasta ese momento, el empuje del francés fue el único argumento que tuvo la Real en ataque. El único. No sé hasta qué punto se puede considerar una oportunidad para Ifrán (sólo unos minutos después de esa ocasión tuvo que retirarse lesionado, lo que dejó con la incógnita de cuál habría sido el cambio que hubiera hecho Montanier... y cuándo lo hubiera hecho) el colocarle como una isla a cuarenta metros de la portería de Valdés. Aranburu apenas podía descolgarse en ataque, temeroso de dejar en inferioridad a Pardo y Markel, Xabi Prieto casi no llegó a contactar con el balón en todo el encuentro y los laterales estuvieron una hora sin pisar la línea del centro del campo. Pero esa ocasión de Griezmann, como la de Ifrán en la primera mitad, pudieron cambiar el rumbo del encuentro. Si Messi no hubiera llegado a este partido sin tres jornadas sin marcar y con alguna que otra crítica de la prensa no afín en el ambiente, lo más probable habría sido más de un gol suyo, porque ocasiones y llegadas hasta las inmediaciones de Bravo tuvo de sobra. Hasta que marcó.
Minuto 72, 2-0. Alves a Messi, otra mala salida de Bravo y partido resuelto. Resuelto sin ofrecer nada del otro mundo. Sí se vio el cuaderno táctico del Barça durante el partido, pero no la velocidad y la intensidad necesarias. Evidentemente, no estaban sobre el campo Xavi, Iniesta, Abidal, Busquets o Alexis, con lo que es normal ese bajón. Pero es que incluso a una marcha menor, el Barça pasó por encima a una Real que no supo oponer intensidad, presión o raza, sólo cierta colocación. Con algo más del lado realista, probablemente, el partido habría sido muy diferente. Pero la Real salió a jugar contra el Barça del 5-0 de la temporada pasada y no se dio cuenta de que enfrente estaba una versión bastante inferior a aquella. Por eso no hubo nada que hacer durante largos minutos. Fue lo único que ofreció la Real en ataque lo que le devolvió la vida y le permitió soñar en los últimos minutos: la garra, de éste sí, de Griezmann. Robo a Thiago, pase en profundidad a Vela (sustituto de Ifrán) y fantástica definición del mexicano. Sólo habían pasado dos minutos del gol de Messi. El tanto de la honra despertó al banquillo, que tres minutos después se jugó la heroica.
En el 77, Llorente entró por Pardo. En el 83, Agirretxe por Xabi Prieto. Cambios como éstos, que quizá en otro contexto podrían ser elogiables, ahondan aún más en el desconcierto que Montanier plantea a la hora de gestionar su plantilla. Cuando se le pregunta por el ostracismo de Ifrán o Llorente, aduce que sólo necesita cinco delanteros en la convocatoria, pero resulta que va al Camp Nou, nada menos, y acaba haciendo jugar a seis y termina el partido con cuatro sobre el césped, que igual hubieran sido cinco si no se llega a lesionar Ifrán. Esa medida desesperada fue la que le dio frutos jugando contra el Málaga. Y el caso es que en el Camp Nou sirvió para meter el miedo en el cuerpo de todo jugador, técnico, directivo y aficionado culé. Más paradojas, lo hizo sin necesidad de generar ocasiones de peligro, porque lo más claro que tuvo el equipo txuri urdin para empatar fue un flojo cabezazo de Agirretxe ya en el tiempo de descuento. Y así llegamos al final de un partido que la Real perdió por un solo gol pero que, por alguna extraña razón, nunca dio la sensación de poder ganar o empatar.
Lo que a esta Real le falta, indudablemente, es espíritu. Porque hoy era el día para sacar algo del Camp Nou. Viendo las ausencias en el once y el rendimiento del Barcelona, y a pesar de admitir que con una marcha podría haber goleado, me queda una irremediable sensación de oportunidad perdida. Luego pienso en que Cadamuro ha hecho un gran partido y le ha ganado la partida a Cuenca. Pienso en que Iñigo Martínez y Mikel González (pudo hacer dos penaltis por mano, me pareció más el primero que el segundo) han estado sobresalientes. Pienso en que Griezmann solito ha sido capaz de generar tres ocasiones de gol en el Camp Nou. Y pienso, una vez más, que esta Real es mejor de lo que entre todos, y creo que fundamentalmente desde su banquillo, le estamos haciendo creer. Hoy he añorado más que nunca a Illarramendi y a Zurutuza, y me ha dado por imaginar que habrían hecho en un centro del campo con Pardo, en un ataque con Agirretxe o Llorente que fijara a la defensa culé, con un Prieto con más confianza y con dos laterales ofensivos como siempre ha tenido la Real. Lo pienso para contrarrestar otro partido en un gran escenario que me deja ni frío ni calor. Con 24 puntos, todavía cuarto por encima del descenso a falta de que jueguen cinco de los siete equipos que tenemos por detrás, y a seis de Europa, que probablemente el lunes serán siete u ocho. Pues eso, ni frío ni calor. Como toda la temporada.
1 comentario:
Javi, es obvio que malo no fue lo de Barcelona por los muchos condicionantes que tiene ese partido, pero a mí me supo a poco, de verdad. Coincidencia total con respecto al partido del Sporting. Al Zaragoza lo veo ya casi insalvable, pero lo del Sporting todavía no lo tengo tan claro. Creo que tiene mejor equipo que el Racing que tú mismo citas. Pero además hay que demostrarlo. No me atrevo a decirte un pronóstico, no veo nada claro.
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