Lo reconozco, ya no entiendo nada. Alguna cosa sí, pero pocas en realidad. El caso es que la Real se ha convertido en un misterio insondable en el que es imposible saber qué va a suceder, qué se va a criticar, con qué argumentos se va a defender a sus responsables,quiénes son los buenos o cualquier otro detalle. Ocho jornadas sin ganar y dos victorias agónicas han transformado lo que debía ser la temporada del crecimiento, eso es lo que se nos dijo cuando se cesó a Martín Lasarte, en un galimtías que puede acabar mal o puede acabar bien porque lo hemos supeditado al resultadismo y al destino. Sigo sin ver patrones fijos, no ya futbolísticos sino incluso emocionales. Sigo sin saber qué jugadores están llamados a ser importantes en este equipo y cuáles optan a ser mejorados por otros. Sigo sin saber a qué juega la Real de Montanier y, por encima de todo, no comprendo que ganar o perder sea la única guía a la que atenernos para saber algo.
Es decir, si ganamos partidos, sea de la forma que sea, tiraremos hacia adelante con lo que tenemos, nos guste o no. Si no los ganamos, no nos importará tomar otros caminos. Esa es la única certeza que tenemos ahora mismo a tenor de los mensajes que se nos transmiten. Dos victorias seguidas certifican la continuidad de Montanier, del mismo modo que ocho partidos sin ganar determinaron los ultimátums que tan in extremis salvó. No me parece ésta la mejor manera de crecer. A pesar de que Montanier ironice con el tema, que hace bien, tener al entrenador constamente amenazado con el cese no es una base sólida para el futuro. Después de que se diera por hecho el cese, que se vivieran dos partidos muy cercanos a esa situación, que salieran nombres de un buen puñado de entrenadores y que muchos dieran por seguro el fichaje de Luis Aragonés, ahora se dice que Montanier sigue hasta Navidad. Dos partidos de Liga lejos de Anoeta y la eliminatoria copera ante el Granada decidirán qué pasa después. Y si caemos, ¿qué?
Ese resultadismo está escondiendo muchas cosas dignas de análisis. Esta semana todos los medios de comunicación han buscado a Diego Ifrán, autor del golazo que dio la victoria ante el Málaga. Es el jugador del momento. Pero resulta que ese mismo jugador es el que estaba condenado al ostracismo por Montanier, del que ya se hablaba como uno de los que podría dejar el club en el periodo de fichajes de enero igual que se especuló que podría salir al Hércules en verano. Montanier dice que tiene siete delanteros e Ifrán es ahora mismo el séptimo. El uruguayo reconoce en las entrevistas de estos días que es obvio que Montanier no confía en él. Y sin embargo, calidad tiene, como evidencia el postrero gol del domingo. ¿Puede un equipo como la Real prescindir de jugadores así? Desde luego que no. Y más cuando se trata de un delantero en un equipo que llevaba cinco jornadas sin marcar de las seis últimas antes del milagro de Sevilla. Montanier comete con Ifrán un error más grande aún que el que cometió Martín Lasarte el año pasado con Agirretxe.
No puedo olvidarme del de Usurbil, no. Es un jugador poco valorado y que, en mi humilde opinión, está a un nivel altísimo esta temporada. Altísimo de verdad. Es impagable el esfuerzo que hace jugando de espaldas, creando segundas jugadas, sacrificándose en labores más oscuras del fútbol. Tan oscuras que casi nadie se ha dado cuenta de que él fue quien dio la asistencia a Vela en Sevilla y que él es quien mete el balón en el área para que Ifrán marque el 3-2 ante el Málaga. Agirretxe personifca lo que creo que en estos momentos está elevando a la Real por encima del lugar que ocupaba hace sólo dos semanas: el talento de sus jugadores. Simepre he dicho que el equipo txuri urdin tiene mucho más de lo que se le reconoce. Mucha más calidad (mirad los goles de Iñigo Martínez y Vela, o las combinaciones de la primera mitad ante el Málaga) y mucha más entrega (dos victorias consecutivas en el último minuto). Normalmente lo que se dice es que tenemos una plantilla normalita y que no tiene carácter. Nunca he estado de acuerdo. Y, ojo, que hemos ganado dos partidos sin Xabi Prieto y sin Illarramendi, dos de los mejores.
Es por eso, y no por ganar o por perder, por lo que no entiendo a Montanier. Creo que tiene a una plantilla desaprovechada. Creo que no entiende los partidos (¿por qué ese ataque desaforado contra el Málaga no se vio, por ejemplo, contra el Espanyol?), creo que no sabe infundir a los jugadores el espíritu necesario para cada encuentro y que sus cambios, de hombres y de posiciones, no tienen razón de ser en numerosas ocasiones (qué poco se ha dicho que Griezmann acabó de lateral izquierdo ante el Málaga, como se dijo poco que durante unos minutos fue Zurutuza quien jugó de lateral derecho contra el Sporting). Pero si no entiendo al entrenador, tampoco entiendo a los que están por encima de él. Tan pronto le dicen que haga un grupo fuerte de catorce o quince jugadores como asisten a que uno que no comtaba marque el gol del triunfo en un partido. Tan pronto ponen en duda en público la gestión de los partidos del entrenador, como le ratifican contra viento y marea. Tan pronto piden confianza como se ponen a negociar con otros entrenadores sin destituir al que tienen.
No entiendo nada y por eso me agarro a aquello en lo que confío de esta Real: sus jugadores. Creo en ellos. Siempre he creído en ellos. Creo que el conjunto txuri urdin tiene una plantilla notable, en absoluto inferior a la de equipos que van a luchar por conseguir plaza europea en mayo. Lo creo de verdad. Pero entre unos y otros cometemos siempre la temeridad de infravalorar a los nuestros y pensar que los demás son mejores. El resultadismo engulle todo lo demás y yo siento no estar de acuerdo con ese planteamiento. No lo estoy cuando las cosas vienen mal dadas (algo de eso podrían decir Lillo o Lasarte) y no lo estoy cuando se ganan dos partidos seguidos. Que se han ganado en el minuto 91, por cierto. Y siu el resultadismo es nuestra única guía, corremos el riesgo de perder todo lo que tiene que marcar la diferencia en la Real. Yo lo tengo claro. Lo que ahora mismo sostiene a la Real es el peso de la camiseta que llevan sus jugadores, incluso en circunstancias adversas para tantos de ellos. Y si Xabi Prieto vuelve, y no me refiero sólo al alta médica, el equipo será aún más grande.
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