La Real dio una buena respuesta a las dudas que en muchos había suscitado la lesión de Llorente. 2-0 y con una participación decisiva de su delantero centro, Tamudo. Asistencia y gol del catalán en un partido que tuvo dos mitades bien diferencias gracias a la torrencial lluvia que cubrió Anoeta e incluso puso en peligro la conclusión del encuentro. Ahí también se manejó bien la Real, ayudada por esa pizca de suerte que siempre hay que tener cuando manejar el balón es más una cuestión de azar que de habilidad futbolística (aunque algo de eso también hay que tener). La respuesta positiva del equipo también encuentra eco en la capacidad de sobreponerse a un mal arbitraje. Eso se ha conseguido a base de una costumbre que ha debido ya generar callo. Porque no es normal, pero pasa tantas veces que hay que contar con ello. Y la Real sobrevivió a todo. A un Almería que empezó mejor el partido, a su falta de contundencia defensiva en algunas fases del encuentro, a la constante reclamación de faltas, penaltis y tarjetas desatendida por el colegiado, a un campo encharcado, a la lesión de Llorente y a la psicosis injustificada que eso pareció levantar. Y la portería de Bravo, a cero en otra victoria más. A mirar hacia arriba.
Como era de prever, Lasarte trató de limitar al máximo los cambios en su once inicial, lo que motivó que siguieran en el once Estrada en el lateral derecho y Griezmann en el extremo izquierdo. Elustondo fue el acompañante de Diego Rivas por el centro, por detrás de Zurutuza y De la Bella también regresó al once para suplir a Mikel González. Con estos mimbres sobre el césped, el partido comenzó con un ritmo endiablado. Las llegadas más claras en su finalización eran las del Almería, porque el conjunto andaluz sí conseguía un disparo franco en sus jugadas. La Real no, y ese era el principal defecto del juego txuri urdin en la primera media hora. Ahí, quizá incluso con menos posesión de balón, el dominio del juego parecía algo más decantado del lado almeriense y pudo marcar después de un mal despeje de Bravo y un peor control de Labaka, pero Ulloa esta vez, y a diferencia de los anteriores enfrentamientos entre estos dos equipos, la mandó al palo. Zurutuza, el mejor del partido, fue el que más claro vio que la inexistencia de creación en el doble pivote (quizá va siendo hora de que asumamos del todo esa carencia, zanjemos el debate y aceptemos que el juego de la Real no nacerá ahí esté quien esté en el once) le obligaba a abarcar muchísimo campo. Y lo hizo.
En cualquier caso, y después de que la defensa volviera a mostrar los habituales signos de endeblez en las jugadas a balón parado del rival (a Bravo, muy seguro bajo palos a pesar de su error con el pie, se le vio molesto en alguna), quien reactivó al equipo txuri urdin pareció ser el árbitro, Clos Gómez. Contestó muy levemente a un nuevo episodio de la caza a Xabi Prieto y Zurutuza, dos de los jugadores que más faltas sufren en la competición (de hecho, el 10 realista encabeza esa tabla), mientras que concedía más faltas a los atacantes almerienses. Pero lo que terminó de encender Anoeta fue lo que sucedió dentro de las áreas. En apenas dos minutos, dejó de señalar dos penaltis. El primero, un empujón en la carrera a Diego Rivas. El segundo, una mano de Crusat (le rebota en la espalda, sí, pero eso no puede invalidar una pretensión tan clara de cortar el envío ilegalmente cuando el balón toca después en el brazo). Unos minutos después, Tamudo reclamó un tercero, tras ser agarrado y lanzado al suelo, que también pareció serlo. No se señaló ninguno. Y son muchos los penaltis a favor de la Real que han caído en el olvido esta temporada. Ya hay costumbre. Tanta como la de no ver al rival con diez a pesar de merecerlo. Un durísimo plantillazo de Bernardello con tarjeta amarilla se quedó sin ser la merecida roja ya en la segunda parte.
Dentro de ese galimatías arbitral que estaba montando Clos Gómez, se le escapó un jugada ilegal que favoreció y mucho a la Real, el 1-0. Tamudo recibió en claro fuera de juego dentro del área, pero un linier mal colocado no sancionó la infracción. El centro del delantero catalán al corazón del área encontró a un Ansotegi desatado e imparable que anotó de cabeza su primer gol de la temporada. El 1-0 no terminaba de hacer justicia a lo visto sobre el césped, pero el justificado enfado con el árbitro atenuaba esa sensación. Que los creadores del gol fueran Tamudo y Ansotegi no es un detalle trivial. Es la mejor respuesta que podía dar la Real a todo lo que se ha dicho en los últimos días sobre la lesión de Llorente. Y también, por qué no decirlo, una mejora sustancial en la efectividad a balón parado, hasta ahora principal talón de aquiles de la Real en su faceta ofensiva (sólo había marcado un gol en estas jugadas, de Griezmann en Alicante). El momento en que llegó el 1-0 también es significativo, al borde del descanso. Esta temporada el minuto 45 ha sido fatídico en muchas ocasiones, y esta vez la fortuna se alió con la Real. Y mucho más viendo el diluvio y los charcos que recibieron a Real Sociedad y Almería cuando regresaron de los vestuarios, pues el agua se convirtió en un aliado txuri urdin.
La velocidad de los visitantes quedó cercenada por el estado del terreno de juego. La Real, en cambio, supo entender mejor cómo había que llevar el partido en estas lides y sólo sufrió en un par de jugadas. Estrada fue quien mostró a toda la defensa qué había que hacer atrás en estas circunstancias: balones fuera, tan lejos como sea posible. Xabi Prieto, desaparecido hasta ese momento, cogió el mando del partido y controló todo lo controlable, además de sacar casi una decena de faltas a favor. Y Zurutuza dio un recital. El mediapunta realista tiene una virtud que no tiene ningún otro jugador de la plantilla, y es que casi nunca se equivoca en sus elecciones. La ejecución puede fallarle, pero lo que hace siempre tiene sentido. Ante el Almería fue, de largo, el mejor realista. Mereció el gol, y lo tuvo en dos jugadas, en un gran movimiento en la frontal del área que finalizó con un disparo que se marchó por poco y en un contraataque ya casi al final del encuentro. Si tuviera más gol, no sería nada descabellado pensar que los grandes estarían locos por ficharle. Pero a pesar de esa carencia sigue siendo un jugador a disfrutar. Y mucho. Entre tanta agua, Anoeta reclamó un cuarto penalti, otra vez sobre Tamudo, pero éste no lo pareció.
Lasarte movió ficha con menos celeridad que la semana pasada (dos de sus cambios, de hecho, fueron más para perder tiempo que por cuestiones tácticas), pero con acierto. El estado del césped no permitía jugar y lo importante era apuntalar el 1-0. Pero otra vez tuvo suerte la Real. Nada entrar Demidov en el campo por un Griezmann voluntarioso pero sin acierto, y formar con defensa de cinco, Tamudo marcó el 2-0 tras una dejada de cabeza de Labaka. Un gol muy suyo, muy de delantero pequeño, listo y veterano. El 2-0 y el final del partido en realidad, aunque todavía quedaran unos minutos por jugarse. De eso se encargó Xabi Prieto, de que no se jugara mucho más y de desquiciar a los defensas almerienses. Bravo, que cometió un segundo error por culpa del agua (se salió del área patinando sobre el césped con el balón en las manos), estuvo muy seguro y valiente a pesar del riesgo que siempre entraña atajar balones entre tantos charcos. Y ya se sabe que, en esta temporada del regreso a Primera, dejar la portería txuri urdin a cero es sinónimo de victoria para los de Martín Lasarte. Objetivo cumplido y tres puntos más en la saca. Tres puntos, por cierto, de mucho valor por las circunstancias que rodearon al encuentro y a pesar de que muchos pensarán que ha sido una victoria más, incluso una obligada o conseguida con facilidad.
La Real alcanza los 28 puntos y las nueve victorias. Está en la novena posición y a dos puntos de la séptima plaza, lugar que dará la clasificación para Europa si el Real Madrid confirma su ventaja en la semifinal copera ante el Sevilla y juega la final contra el Barcelona. Y está en esa situación por méritos propios. Los deméritos, mucho menos numerosos, son los que se han llevado algunos puntos que ahora podrían tener a la Real en una situación mucho más privilegiada. Pero la que tenemos es muy buena. Y lo es, además, porque las cosas se hacen bien. Porque arriba hay cinco jugadores que pueden ser y de hecho han sido en algún partido líderes indiscutibles del juego txuri urdin. Porque el salto de calidad que ha dado el equipo con el cambio de la Segunda por la Primera ha sido descomunal (y no sé si está siendo del todo reconocido). Porque las victorias se consiguen con la portería a cero. Porque esta Real tiene gol juegue quien juegue y falte quien falte. Porque para quienes quieran seguir mirando hacia abajo la distancia es ya de diez puntos (¡qué tranquilidad da visitar el Bernabéu con ese colchón!). Pero, sobre todo, porque esta temporada hay que disfrutarla y se está disfrutando. Y con lo que queda por venir, que si algo tiene este equipo es un futuro realmente prometedor.
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