Cada vez que veo imágenes de chavales animando a la Real, como sucedió ayer en Zarautz, en el segundo entrenamiento en la provincia para celebrar el centenario, me contagio de su entusiasmo. Por mal que estén las cosas, yo no suelo caer en el desánimo, pero cuando eso ocurre, no hay más que ver a estos niños que siempre están junto al equipo para recuperar el aliento. Ellos sí sueñan con que su Real va a conseguir todo lo que se proponga. Ellos, que heredan camisetas de sus hermanos mayores para que todo el mundo pueda ver que son de la Real; ellos, que aprovechan la más mínima ocasión para demostrar su realismo; ellos, que se van a sus casas tan felices por haberse sacado una foto con uno de sus jugadores favoritos o por haberles visto de cerca siquiera unos minutos. Quizá deberíamos seguir siendo como ellos y tratar de soñar. Quizá así el sueño tenga más posibilidades de convertirse en realidad.
Porque ellos son lo mejor que tiene la Real. Esos niños que, con los años, acaban convirtiéndose en adultos y mantienen una fidelidad asombrosa hacia este equipo. Iba de cir que me llena de asombro que el domingo se dieran cita en Anoeta más de 16.000 personas, pero no es del todo cierto. No es asombro, sino orgullo. Algo tendrá este equipo si consigue atraer a tanta gente un domingo por la tarde para ver un partido contra un filial, contra el colista de Segunda División, con el elevado precio que tenían las entradas, con el equipo a nueve puntos de la zona de ascenso y después de tres derrotas consecutivas. Quizá, por mucho que nos guste regodearnos en lo negativo, ese sueño que tuvimos de niños no ha muerto del todo y eso es lo que nos mueve. No una final de Copa, no un partido de Champions, no conseguir un título. No, es la Real y lo que soñamos con ella. La afición es el mayor patrimonio de la Real. Y a veces ni de eso nos damos cuenta.
Dicen ahora los maestros de las estadísticas que nunca un equipo ha remontado siete puntos en Segunda División a falta de quince jornadas a los equipos que estaban en las posiciones de ascenso. ¿Cuándo nos ha detenido eso? ¿Cuándo hemos dejado de soñar porque alguien nos dijera que nunca se había conseguido lo que buscamos? Nunca había estado un equipo 32 partidos sin perder y fue la Real el que lo hizo. Nunca un portero había ganado tres Zamoras seguidos y fue un portero de la Real quien lo consiguió. Nunca un equipo que pisara la Segunda División en algún momento de su Historia estuvo 40 años consecutivos en Primera, y fue la Real el equipo que pudo presumir de ello. ¿Por qué no soñar con que la Real sea el primer equipo en realizar esa caza a los equipos que hoy lideran la Segunda División? ¿Por qué no aspirar a que la Real recupere su sitio entre los grandes?
El pesimismo de esta temporada no es nuevo, eso lo sabemos todos. Lo vimos en los peores momentos en Primera, incluso cuando el equipo se acabó salvando, y lo vimos la pasada campaña ya en Segunda. Hace menos de un año, la Real tuvo un partido similar al que afronta este domingo. Cuando visitó al Málaga, a falta de sólo nueve jornadas para el final, estaba a ocho puntos de los andaluces, que eran segundos. En La Rosaleda se tenía el convencimiento de que venciendo a los de Lillo se certificaba el ascenso. Pero la Real ganó, y lo hizo a lo grande. La Real, en esas nueve jornadas, tuvo tiempo de remontar ocho puntos y después, tras el varapalo de Vitoria, perder cuatro. ¿Y ahora, con seis partidos más en el horizonte, me dicen que no hay tiempo para recortar siete? Yo creo en el ascenso. Ojalá los jugadores tengan presente el recuerdo de Málaga del año pasado cuando salten al terreno de juego el sábado.
La Real juega ante el líder, ante el Xerez. Y la Real ha vencido a dos de los últimos tres líderes contra los que ha jugado. Este año venció al Salamanca y el pasado, tras perder en casa ante el Numancia, derrotó al Málaga. No importa que el partido no sea en Anoeta, porque en la ciudad andaluza habrá realistas, como los hay en todos y cada uno de los partidos que juega la Real lejos de San Sebastián. En todos. Algunos de los que vayan allí serán niños que sueñen. Otros serán adultos que, si las cosas van bien, recordarán los sueños que tuvieron años atrás. Ojalá algunos de esos adultos soñadores que estén el sábado en Xerez sean los propios jugadores de la Real. Ojalá me sigan haciendo soñar hasta el 21 de junio. Ojalá el partido se asemeje a aquel 0-2 del año pasado en Málaga.
1 comentario:
Vaya foto, vaya ilusión.
Cuando veo a las jugadoras de nuestra Real me pasa lo mismo que con estos crios. Que veo la ilusión mas autentica, la esencia misma de la Real. Creo en el ascenso. Y creo que con las chicas iremos a la copa.
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