Desde que descendió a Segunda División, la renovación que está sufriendo la plantilla sólo se puede calificar de salvaje. Ha habido movimientos muy acertados y otros más que discutibles, pero en líneas generales, y a la espera de la configuración definitiva del plantel que luchara por segundo año consecutivo por volver a Primera, se puede afirmar que la Real es hoy un equipo muy distinto del que agonizó en la máxima categoría en la temporada 2006-2007. Y, teniendo en cuenta las restricciones económicas que ha tenido la Real en estos oscuros tiempos, la mayoría de los movimientos se pueden considerar acertados. Se habla mucho del cambio de rumbo que imprimió Badiola al llegar, pero no hay tantas diferencias como algunos se empeñan en hacer ver.
En aquella campaña del descenso, hasta 30 jugadores vistieron la camiseta de la Real (Jauregi también formaba parte de aquella plantilla, pero no llegó a jugar un solo minutos por los problemas que provocaron su retirada del fútbol). Hoy ya son 16 los que saben seguro que no volverán a disputar un partido más con la camiseta txuri urdin, entre ellos Diego Rivas, que todavía no ha salido de la Real pero lo hará seguramente en las próximas fechas. El club ha conseguido librarse de jugadores que no debieron llegar nunca, como Herrera, Víctor López, Novo, Jesuli o Fabio Felicio. El otro lado de la moneda lo representan Kovacevic (al que sigue siendo imcomprensible que no se le hiciera una oferta para jugar en Segunda), Savio o Martí, profesionales que ojalá hubieran seguido en el equipo y que por distintas causas lo dejaron.
De los 14 jugadores que siguen, diez son de la cantera. La apuesta por Zubieta sigue viva. Siguen llegando nombres que pueden ocultar esa percepción (situación acentuada desde que Badiola es presidente, cierto), pero hay algunos al parecer muy interesados en magnificar esa situación y negar que los potrillos siguen teniendo hueco. De los seis jugadores que forman parte del primer equipo y que no bajaron hace sólo un verano, dos son los primeros fichajes de esta temporada (Sergio Rodríguez y Marcos) y cuatro son canteranos: Zubikarai (que se quedará en el equipo si Riesgo o Bravo son traspasados), Carlos Martínez, Castillo y Markel. A éstos habría que sumar a Agirretxe (que sí llegó a disputar algún minuto con el primer equipo en el año del descenso, aunque su presencia fue tan testimonial como la de Estrada o Elustondo) o Viguera.
Y otro dato que apuntala la fe en la cantera. De los 17 jugadores que han dejado la Real en los dos últimos veranos (a los 16 que jugaron en la temporada del descenso habría que sumar a Gorka Larrea), sólo cinco eran potrillos: Rekarte, Gari Uranga, Garrido, Mikel Alonso y el propio Larrea. Los dos primeros terminaron contrato y la Real no hizo nada por renovarlos, quizá más acertadamente en el primer caso, aunque el segundo tenía también cierta oposición en la grada. A Garrido se le traspasó con la confianza de que la banda izquierda estaba cubierta (y lo sigue estando; a Castillo habría que sumar los que vienen desde el Sanse, Balenziaga, Morgada y Sarasola). Ingresó un dinero importante y el equipo no notó su ausencia. Aunque lo mejor sería que continuara, algo parecido sucedería si Castillo tuviera que ser traspasado este año.
Mikel Alonso y Larrea viven algo parecido. Al mayor de los Alonso se le cedió al Bolton y ahora al Olympiakos (si finalmente se quedan con él, algo que no está confirmado oficialmente), pero es que la cantera aprieta en su puesto. Jóvenes como Elustondo o Markel pisan fuerte y hay que darles cancha ya. El número de extranjeros, además, se ha reducido notablemente. De los nueve que jugaron el año del descenso, se ha pasado a los tres que hay ahora, y uno de ellos, Stevanovic, no cuenta para el futuro. Y queda por ver si Bravo es traspasado. A la espera de fichajes, Skoubo sería el único extranjero de la plantilla. Los españoles no vascos son ahora mismo tres, cuando en la 2006-2007 jugaron hasta seis.
Lo que está claro es que este tiempo ha dejado muy claro cuál es el mejor camino a seguir para la Real. Hay que seguir apostando por Zubieta, hacer dinero con aquellos canteranos que, aunque valiosos, sean prescindibles por la pujanza desde el Sanse, como sucedió con Garrido. Hay que apostar por fichajes de fuera que actúen de referentes. Nunca más jugadores fugaces como Felicio o Vaughan que no llegan a vestir ni en diez ocasiones la camiseta de la Real, o claramente discutibles como Víctor López. Cesiones, sí. Aligeran la carga económica y pueden dar rendimiento a corto plazo. Pero hay que lograrlas en verano, no esperar a diciembre para tratar de reconstruir la plantilla a la desesperada.
Se habla de Moha para reforzar el extremo izquierdo. Se habla de canteranos para garantizar un relevo en el lateral zurdo. Se habla de Iván Campo y Basinas para darle veteranía al mediocentro y a la defensa. Se habla de Geijo y Beausejour para reforzar la delantera. Se habla de la cesión de un par de jóvenes del Arsenal, entre ellos Fran Mérida. Y, sobre todo, se habla de recuperar por fin a Skoubo para la Real. Si el danés se queda y vuelve a ser el delantero importante de su primera temporada, si se concretan esos fichajes (o de similar categoría; es ridículo pensar en algo mejor en Segunda y en pleno concurso de acreedores, seamos más realistas que nunca) y se apuesta por la calidad de los canteranos que hay ya en la primera plantilla, mi confianza en la Real es absoluta y la posibilidad del ascenso más real aún que la pasada temporada. El regreso a Primera, insisto, será el 21 de junio de 2009. Lo dije, lo repito y lo mantengo. Por difícil que se vea el futuro.
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