Sufrir y ganar. Esa receta, que tantos éxitos ha dado en el pasado a la Real, es la que aplicó el once de Lotina para sacar los tres puntos ante Osasuna en un partido extraño. Hubo casi de todo y muchas cosas que comentar en este primer partido del año, pero sobre todo una: la alegría que teníamos todos al acabar el partido. Anoeta es un campo que está ansioso por aplaudir a su equipo. Poco le hace falta ya para emocionarse. Una jugada en la primera parte de Xabi Prieto que Darko cabeceo fuera provocó una explosión de júbilo en la grada. Bravo escuchó cómo los aficionados coreaban su nombre después de dos paradas antológicas (el fútbol le hizo justicia y volvió a salvar al equipo en el descuento después de haber sufrido el peor error de la temporada, el gol de Osasuna en la ocasión de menos peligro de los rojillos). Y toda la segunda parte se animó a la Real sin cesar.
No hizo falta ni siquiera que los once jugadores blanquiazules hicieran demasiado sobre el césped. Porque no lo hicieron. El parón navideño no ha servido ni para tranquilizar al equipo ni para encontrar soluciones, con lo que la carta desesperada de Lotina son sus fichajes (y el momento de empezar a pedirle cuentas, ya que ahora parece que ese conformismo con lo poco que se ha visto desde que el vizcaíno llegó a Anoeta se sigue achacando a la etapa anterior). Tampoco contribuyó el entrenador con los cambios a serenar la situación y colocar al equipo en disposición de ir a por el triunfo. Los 15 minutos que da a Ibarretxe siguen sin ser suficiente para que el chaval demuestre que es capaz de cambiar el rumbo de un partido y Garitano y Gerardo (otra vez un castigo a Garrido; ¿por qué parece que Lotina le mira con lupa y no hace lo mismo con Rekarte?) no parecen las mejores opciones para tratar de ganar tres puntos que eran vitales. Para colmo, hay jugadores que se empeñan en demostrar que, hoy por hoy, no tienen nivel para vestir la camiseta de la Real en Primera. Se han encontrado ya culpables (lo sean o no) y saldrán del equipo algunos para hacer hueco a los refuerzos, pero hay otros que no se sabe qué hacen en este equipo. Y esto, ahora mismo, se personifica en Rivas, jugador que tiene vicios imposibles de entender: o el balón va atrás o al contrario. Pero hay más dudas. Una importante planea sobre la defensa, que o tiene orden de Lotina de despejar balonazos constantemente o hay que empezar a plantearse muchas cosas.
El partido ante Osasuna tuvo una peculiaridad que todavía no habíamos visto esta temporada. El árbitro, el mismo que masacró a la Real en Málaga en la Copa, encarriló el partido con un penalti absurdo, inexistente, increíble de pitar en Primera División. El infalible Xabi Prieto, que volvió a dejar algunas gotas de calidad (pero que sufre demasiado físicamente al final de los partidos, se exige una corrección a este asunto en las próximas pretemporadas), puso en ventaja a la Real. Y a partir de ahí, el sufrimiento. Porque la Real no sabe jugar perdiendo, no sabe jugar ganando y no sabe jugar empatando. Pero es ahí, con el empate en el marcador y con la urgencia de ganar, cuando los partidos de la Real suelen atravesar unos minutos de locura en los que más suele demostrar el once de Lotina. Un Lotina que suele cortar esos minutos de locura que sus cambios, sin esperar una sola vez a que esa locura decante un partido, a favor o en contra. El gol llegó de la forma más asombrosa, en un balón que cae a los pies de Aranburu dentro del área, no se sabe desde dónde, no se sabe cómo lo permitió la defensa de Osasuna, y que el azpeitiarra anotó y celebró con tanta tranquilidad que muchos pensamos que el árbitro había señalado fuera de juego. Y llegó en el minuto 89, cuando algunos incluso daban por bueno el empate y temían por la derrota.
Ese gol salvador, el que nos ha permitido a los realistas dormir un poco más contentos y seguir pensando, aunque sólo sea aferrándonos a las matemáticas, que la salvación es posible, dio paso a lo peor del partido. Qué mal gestionó la Real ese gol psicológico. Qué mal controló el partido, permitiendo hasta tres llegadas con peligro de Osasuna al área de Bravo. Qué mal se colocaron los dos medio centros, que mal actuó la defensa. Qué mal. Afortunadamente, delante estaba un Osasuna que sólo creyó en ganar el partido durante algunos minutos de la segunda parte (¿alguien se ha dado cuenta de que siempre sufrimos una enormidad en los primeros quince minutos de todas las segundas partes, cuando el rival se da cuenta de que no somos un equipo fuerte?) y se encontró con un Bravo inmenso en todas las jugadas menos en una. Qué mal, qué sufrimiento, pero que tres puntos tan valiosos.
1 comentario:
Anotado queda lo de Garrido. Gracias por la precisión, reconozco y lamento el error.
Publicar un comentario