En la temporada del ascenso, por la imposibilidad de vender a los dos que pretendía traspasar para hacer caja, la Real se quedó tres porteros en su primera plantilla. Bravo era el titular. Riesgo y Zubikarai estaban condenados a no jugar. Luego la historia dio tantos giros gracias a las lesiones que los dos tuvieron muchos más minutos de los que hubieran pensado en agosto. Y los tres estuvieron a la altura. Para mí, la clave fue tener a todos los guardametas siempre vivos. Y eso que en un puesto tan especial como ese, no hay mucho margen. Pero Martín Lasarte consiguió el objetivo. Riesgo jugó en la Copa y se fue turnando con Zubikarai en las convocatorias, normalmente entrando de forma consecutiva en un partido en casa y en otro fuera para vivir las sensaciones únicas que da formar grupo. Por eso, Riesgo cumplió en los partidos que jugó y por eso Zubikarai fue decisivo en los últimos encuentros de Liga.
Retomo esa pequeña historia para argumentar lo importante que es una buena gestión del banquillo. Y la retomo porque es precisamente ahora, al acumularse las lesiones, cuando el banquillo tiene una especial importancia. Hace dos años, Lasarte cometió un error en ese campo: Agirretxe. Con Ifrán y Llorente con largas lesiones y con Tamudo encadenando largas rachas sin marcar, pudo tener más oportunidades. Quizá hubiera respondido tan bien como la pasada temporada y se hubieran sumado algunos puntos más que dieron una tranquilidad mayor. Montanier, que acertó dando minutos al de Usurbil, no es un especialista en este terreno. Sin pensar en lo que sucedió la pasada temporada con Llorente, Ifrán o Pardo, tiene ahora mismo a una serie de jugadores que atestiguan esta carencia. El problema no es, como se pinta desde algunos sitios, que en la Real tenga que jugar catorce para hacer sitio a todos los que querríamos que jugaran. No es un problema de nombres puntuales. El problema es que haya jugadores del primer equipo que se sientan desplazados. Ese es un riesgo en apariencia poco calculado por el técnico realista, que en los pocos partidos que llevamos de Liga se puede decir que afecta ya tanto a la Real como al Sanse.
La última muestra estuvo en el partido del Benito Villamarín. Montanier hizo solo dos cambios. En el banquillo se le quedaron Cadamuro, Ansotegi, José Ángel y Ros. A pesar de las lesiones, Ros no ha entrado en la dinámica del equipo. Aunque el lateral suplente que se lleva el francés no ha tenido minutos en el partido, Carlos Martínez solo ha ido convocado una vez, porque no había más jugadores, e incluso se quedó fuera de una lista en la que Montanier solo tenía 17 jugadores del primer equipo. Incluso con bastantes jugadores de baja en la línea atacante, Ifrán no ha sido titular en ningún partido, sólo ha jugado 37 minutos en tres partidos (doce minutos de media) y se ha quedado fuera de dos convocatorias. Todo el equipo ha rotado salvo el lateral izquierdo, donde hay un fichaje de este veranos y Montanier tiene fijo a De la Bella, sustituido la pasada temporada en muchos partidos por un central, Cadamuro. José Ángel, como otros, solo juega fuera de su puesto. A Elustondo le fuerza para jugar, y no se sabe si eso agravó la fascitis plantar que sufre, pero con Pardo no se aceleran los plazos, marcando una diferencia. Y del filial sólo ha llamado a dos jugadores que, dicen los que ven al equipo, no son titulares ni sus elementos más destacados.
Son muchos los casos en los que la gestión del banquillo (y del papel del Sanse como surtidor de jugadores para la Real) queda en el centro del debate como para no pensar en la explicación más evidente, que el entrenador tiene seleccionado un grupo de catorce jugadores que van a ser siempre que se pueda los que jueguen y los que cuenten en las rotaciones. No es una opción mala en sí misma, no pretendo censurar que el entrenador escoja un once y tres o cuatro reservas habituales. Al contrario, en determinadas circunstancias, me parece una elección de lo más raciones y recomendable. Pero tiene un peligro y es precisamente al que va a afrontar la Real ahora con varios de esos escogidos fuera del escenario. Con la plaga de lesiones, y cercana ya alguna sanción (sin contar eventuales expulsiones), van a tener que jugar muchos minutos jugadores no habituales. De momento, ya tenemos una consecuencia de este fenómeno y es que, con las bajas, las listas de Montanier suelen estar bastantes desequilibradas. Eso cuesta puntos. En Sevilla, ante la necesidad de delanteros, sobraron defensores y por eso el francés no agotó los cambios.
Para mí Bravo, Zurutuza y Agirretxe son claves en la Real. Parece que para Montanier también, aunque en el caso del delantero haya que abrir un amplio paréntesis en el papel que el galo le viene dando cuando se juega lejos de Anoeta. Pero yo creo que la Real tiene jugadores y soluciones tácticas sobradas como para sustituirles. Sinceramente lo creo. Como creo que sólo se echa verdaderamente en falta, a largo plazo, a un delantero centro de cifras goleadoras estratosféricas. Todo lo demás es solucionable, con lo que hay en la Real... y he de suponer que con lo que hay en el Sanse, porque el filial siempre ha servido para eso y ha respondido admirablemente a lo largo de la historia. Pero al jugador hay que mantenerlo vivo. Y no sé si jugadores como Carlos Martínez, Ifrán o Ros están recibiendo un trato justo en función de las oportunidades que ha habido ya como para que tengan un papel más importante. No me refiero a titularidades indiscutibles o preferencias personales, no. Me refiero a gestionar adecuadamente a todos los integrantes de la plantilla y sus estados de forma. Si llega su momento, comprobaremos si les pasa factura la gestión del banquillo que ha hecho Montanier hasta ahora.
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