La Real ha perdido ante el Atlético de Madrid por detalles estúpidos y por la desfachatez arbitral. Ha perdido en casa, borrándose por completo la sensación de que el fortín de Anoeta compensará los fallos a domicilio. Y ha perdido sin merecerlo... pero a la vez mereciéndoselo. Es evidente que el equipo se ha dejado la vida en el campo, que ha superado en prácticamente todo a un Atlético de Madrid peleón pero sin fútbol, que ha tenido algunas ocasiones de ganar y que ha perdido cuando el reloj llegaba al minuto 90 con un libre directo de Falcao. En la segunda parte, los detalles son los que han minado los merecimientos de la Real. La mala colocación de Zubikarai en esa falta, la sorprendente ubicación de Ifrán en la barrera, la bisoñez de Illarramendi a la hora de cometer la infracción, el nulo acierto en el remate de todo el equipo o unos cambios raros, otra vez, de Montanier. Pero en la primera parte no se ha adelantado por la desfachatez arbitral de un Ayza Gámez que sabe lo que pita. Y eso es lo denunciable. Lo más grave, no sancionar un clarísimo penalti al filo del descanso. Solo lo más grave, porque protagonizó una actuación de las que mina.
Montanier sorprendió escondiendo la convocatoria hasta última hora, por mucho que no fuera ninguna novedad que el primer descartado fuera Carlos Martínez. Luego dejó fuera a Cadamuro porque su apuesta fue la valiente. Y se agradece. Puso sobre el campo a Griezmann cerrando el centro del campo, a Illarramendi tan cerca de Markel Bergara como es de desear, y al trío ofensivo formado por Xabi Prieto, Vela y Agirretxe, sin tocar la defensa. La alineación, más allá de las preferencias de cada uno por jugadores concretos, es irreprochable. Quizá lo peor de ese planteamiento haya estado en el tiempo. La lluvia ha podido ser el peor enemigo de la Real porque ha impedido, probablemente, un ritmo de partido más elevado, y es que el partido a veces pedía una marcha más en las zonas decisivas del campo para sorprender al Atlético. No es que haya habido parsimonia, ni mucho menos, porque ha sido un partido muy bravo, muy fuerte, muy activo. Pero las acciones no eran fulminantes. No como hacía pensar la presencia de tantos jugadores ofensivos en el ataque de la Real.
Aún así, es bastante obvio para cualquiera que haya visto el encuentro que la primera parte ha sido txuri urdin. Con un nivel de posesión inverosímil para este equipo desde que regresó a la Primera División, superando con comodidad el 60 por ciento, todo lo bueno que se hizo en los primeros 45 minutos llevaba la firma de algún jugador realista. Sobre todo Mikel González, pero también Iñigo Martínez, hizo un partido espectacular dejando a Falcao a una altura muy alejada de lo que se temía. Markel e Illarra contenían muy bien todo el ataque atlético y el equipo disfrutó de todas las ocasiones de gol que se vieron en esa parte, eso sí, escasas. Ya a los quince segundos tuvo Griezmann un tiro muy centrado que Courtois sacó con seguridad. A los 21 minutos, Vela disparó rasó y, tras rebotar en la bota de un defensa, de nuevo el guardameta atlético envió a córner. De nuevo el belga sacó un centro que se envenenó de De la Bella. Y finalmente Falcao, cuando Courtois ya estaba batido, desvió con la cabeza un disparo de Griezmann. ¿Zubikarai? Otro día como para jugar sin portero. Como contra el Zaragoza, como contra el Athletic.
Pero el buen partido de la Real en esta primera mitad quedó empañado por el árbitro, Ayza Gámez. Es difícil no calificar al colegiado sin descalificarle, porque es evidente que la actitud ni es nueva ni es neutral. Él lo sabe y todo el que haya visto lo sabe. Lo más grave es que no quiso señalar, porque verlo tuvo que verlo (él y su linier), una mano clamorosa de Gabi dentro del área. Es igualmente grave que a dos faltas iguales sacara la amarilla a los jugadores realistas y no a los atléticos. Es increíble que la Real sumara tres tarjetas amarillas con siete faltas realizadas, cinco con solo once infracciones al final, y que acciones como una dura entrada destiempo de Gabi a Griezmann o el escandaloso derribo de Mario Suárez a Vela cuando el mexicano se internaba en el área no se sancionaran con tarjeta. Gabi debió de ser expulsado en el penalti y Mario Suárez en la segunda mitad por cortar un contragolpe de Vela. Ambos se fueron sin amarilla. Si el juez no es imparcial, el juez no vale. Y hay que impedir que siga juzgando. Su designación para Anoeta después de dos años sin pitar allí y precisamente después de desnivelar con descaro un duelo contra el Atlético no es de recibo. Es casi una provocación.
Segunda parte. Lo bueno de la Real se ha mantenido. Iñigo y Mikel sobre todo, porque Falcao ha marcado en la única acción en la que ninguno de los dos podía evitar que lo hiciera. Eso dice muchísimo de ambos. La movilidad y la trascendencia de Griezmann en el centro ha generado peligro, aun sin acierto en el disparo. La intensidad en el juego, la necesaria intensidad, ha seguido viva. Pero salió a traslucir buena parte de lo malo también y la buena sensación de haber sido mejor que el colíder de la Liga no puede empañar esos detalles. Xabi Prieto no está porque no se anima a encarar a su par ni se le pide, además de la cada vez más evidente desconexión con su lateral. La intensidad de Markel fue cayendo con los minutos, perdió un par de balones muy peligrosos y jugó mermado con la tarjeta amarilla que vio en la primera mitad sin que se le dieran soluciones desde el banquillo. Vela volvió a evidenciar que está a buen nivel de juego pero no de disparo, malogrando una ocasión tan clara como las que tuvo en el campo del Betis. Y los cambios, quitando la más que lógica sustitución de Xabi Prieto por Chory Castro no fueron los acertados. En los partidos en los que se está jugando bien pero no se termina de ganar se evidencia que Montanier no sabe hacer crecer a su equipo durante el juego.
Aun así, y pese a que el equipo de Simeone dio un paso hacia adelante, la Real continuó siendo mejor que el Atlético en la segunda mitad. A la ya mencionada ocasión de Vela hubo que sumar un disparo de Griezmann muy centrado cuando ya había conseguido una buena posición de remate y un tiro de Chory Castro, que pudo haber abierto a la banda en lugar de disparar pero que no se marchó muy lejos de la escuadra. El Atlético tuvo también, ahora sí, llegadas que equilibraban el tanteo de ocasiones, en los pies del Cebolla Rodríguez en un disparo raso que atajó Zubikarai, en los de Falcao tras un despeje del portero y en la cabeza del propio Mikel González en propia puerta en un envío lateral, que el guardameta txuri urdin envió a córner con un paradón. El gol cabe interpretarlo como un accidente, pero volveríamos a caer en una simplificación excesiva que no permitirá crecer al equipo.Y me temo que es lo que sucederá, que tanto la descarada actuación arbitral como en los muchos aciertos de la Real acabarán diluyendo, una vez más, el debate que puede permitir que el equipo solucione sus problemas.
La falta que marca Falcao al filo del minuto 90 es un ejemplo perfecto de esos problemas. Illarra se equivoca en la falta. Si la hace cuando la quiere hacer, puede tener su utilidad. El primer agarrón hubiera bastado, por ejemplo, para que Falcao se tirara al suelo, porque lo hizo en varias ocasiones. Pero el Cebolla siguió jugando hasta la frontal del área. E Illarra no le soltó. La falta, que habría sido mucho más alejada, se convirtió en una ocasión de gol. Primer error, porque si el Atlético no está haciendo ocasiones no hay que facilitárselas. Mejor que el Cebolla hubiera tenido que rebasar a dos defensores más antes que conceder una falta al borde del área. La barrera, además, no está bien formada. Ni por parte de Zubikarai, que no se deja hueco para ver la pelota, ni por parte de los jugadores, que incluso permiten que Ifrán, uno de los más bajos si no el que más, estaba en el centro de la misma. Segundo error. Quizá Eñaut no estaba mal colocado, pero debió dar un paso antes de saltar. El balón no entra precisamente por la escuadra y es parable. Pero fue gol. Tercer error. Y eso que la cruz que tiene este equipo en las faltas hace pensar que igual Bravo tampoco la hubiera sacado, no pretendo cargar las tintas el ahora guardemeta titular. Pero son detalles que se van sumando.
Estos, quizá, puedan parecer anecdóticos, pero no lo son porque cabe entender que si el Atlético no los cometió es por el trabajo que hace durante la semana. La Real botó, de nuevo, una decena de córners. ¿Peligro? Ninguno. El gol del Atlético llegó a balón parado. Y más de una de sus jugadas de peligro, como un córner que estuvo a punto de alcanzar Falcao en el segundo palo o la peinada de Mikel González que sacó Zubikarai. En la Real parece que los córners los saca el que va saliendo y las formaciones de ataque en el área son tan difusas que es imposible saber si el balón va donde debería. Incluso la barrera de la falta de Falcao tendría que estar mejor ensayada. Y el gol como concepto general. El fútbol se resuelve con goles. Y la Real, aun teniendo todos muy claro que el gran potencial de este equipo está en su vanguardia, no tiene gol. Lo dije en la víspera y hoy hay que repetirlo, solo cuatro equipos han marcado menos que la Real. Lleva ocho y dos de penalti. En jugada solo cinco. A Agirretxe se le desfonda ganando balones por alto que no se aprovechan en segundas jugadas, como los de Xabi Prieto. Vela marca solo de penalti y destacar eso no significa dudar de su actitud o de sus aptitudes. Chory no ha entrado en la temporada todavía, más allá de su buena irrupción en el Camp Nou y Griezmann, siendo muy decisivo en varios partidos, solo lleva un gol.
Es evidente que la derrota ante el Atlético ha sido muy injusta por fútbol y descaradamente nivelada por la actuación arbitral. Es obvio que es uno de esos resultados que, por la forma en que se ha producido, deja al aficionado realista la típica cara de tonto. Pero tampoco hay que ponerse vendas ante los problemas enquistados que tiene este equipo. Lo que ha hecho hoy la Real tendría que haber bastado para ganar. Porque hoy sí ha superado con claridad al rival. Pero le han faltado armas que otros equipos sí emplean cuando se miden con el conjunto txuri urdin y que proceden del trabajo. El Betis nos ganó a balón parado. El Barcelona por nuestro complejo de inferioridad y falta de ambición (no olvidemos que somos el único rival que esta temporada ha cedido sin plantar batalla el conjunto blaugrana). Y así podremos seguir hasta el infinito. Perdimos en casa antes de ganar fuera, y eso también se veía venir. El camino lo sabemos porque este equipo es mejor de lo que se quiere creer, pero no damos el salto de calidad porque no se ven los problemas ni los detalles estúpidos que nos cuestan puntos y buenas sensaciones. Y así, tenemos los mismos nueve puntos con los que empezamos, seguimos a los mismos tres puntos del descenso, pero Europa se escapa a cuatro. La misma historia de siempre.
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