Volvió a perder la Real fuera de casa. Volvió a perder a pesar de saber que tiene más fútbol que el rival. Volvió a perder porque no sabe defender las jugadas de estrategia y no es capaz de aprovecharlas en ataque. Volvió a perder porque dejó pasar minutos de la primera mitad hasta darse cuenta de su propia capacidad. Volvió a perder con movimientos tardíos y poco trascendentes de Montanier en la segunda mitad. Y volvió a perder con una evidente falta de confianza en el banquillo por parte de su entrenador. La Real perdió porque, en el fondo, se veía venir que iba a perder. Pero lo que reflejó el marcador fue, por encima de todo, el pánico que generan los córners y las jugadas a balón parado. Acaben o no en gol, se gane o se pierda el partido, es un defecto prolongado contra el que nada ha opuesto el técnico txuri urdin. A veces provocan derrotas y dos de las cuatro que ha encajado la Real se han gestado así. Fallará Iñigo en el primero y Markel, Mikel y Zubikarai en el segundo, pero el problema es colectivo. Y endémico.
Como estaba previsto, Montanier apostó por la continuidad con respecto al derbi. El único cambio, el motivado por la lesión de Agirretxe, devolvió a Vela a la titularidad, y el mexicano evidenció de nuevo que, siendo un jugador muy inteligente, está muy lejos de la forma que alcanzó en la segunda vuelta de la pasada Liga. Sobre este cambio, me sigue pareciendo chocante que Agirretxe sea un jugador tan cuestionado desde que asomó la cabeza al primer equipo. Siempre he defendido que aporta mucho más que sus goles y creo que el partido de ayer demuestra lo mucho que nota la Real su ausencia, a pesar de esa corriente de opinión tan extendida que no le da tanta importancia a que no esté en partidos fuera de casa. En el mismo estadio en el que la Real ha cosechado su última derrota, hace un año el 9 de la Real marcó un gol, qué cosas, a la salida de un córner, y dio en bandeja el segundo a Vela, qué cosas, en jugadas no muy distintas a las que ayer desaprovechó.
El caso es que, con prácticamente los mismos mimbres, el arranque del partido en Sevilla y el del derbi de la semana pasada no se parecieron en nada. Es criticable que los jugadores no den ese paso adelante como visitantes, pero mucho más que el entrenador no sepa encontrar un remedio, si ya no táctico sí al menos motivador. Y si tiene que cambiar a cinco jugadores de golpe a pesar de que se haya jugado en Anoeta el mejor partido de la temporada, que los cambie. Para eso están los entrenamientos. A Pepe Mel no se le caen los anillos por cambiar cosas, incluso las que salieron bien, si sabe que el resultado puede ser mejor. Me parecería injusto para los méritos del técnico verdiblando, de largo uno de los mejores de la Liga, no contar eso como una de las razones por las que el Betis ganó ayer. Con ese escenario, y ya no sé si perjudicado o beneficiado por el apagón (¿la Real entra tarde en los partidos por la hora del día o por los minutos de juego?), era evidente que la Real iba a tardar en enterarse de que el balón estaba en juego.
Por eso, ni se enteró de que se puso por debajo en el marcador. ¿Cómo? En un córner. No era el primero que botaba el Betis y ya se había visto que la Real sigue teniendo graves problemas en la defensa de las acciones a balón parado. Más grave es, por tanto, que Montanier reconozca tras el partido que sabían del peligro que tiene el equipo bético en estas acciones, porque parece evidente que o no se han trabajado o se han trabajado mal. Otra vez. Aunque siempre es fácil cargar las tintas contra el portero, y más en esta situación en la que vive la Real tras la lesión de Bravo, no veo culpa en la acción de Zubikarai. Para mí es un error de marca y una vez que se produce el remate el portero está casi fusilado. Es verdad que Eñaut tiene la posibilidad de sacarlo, pero no veo gravedad en que ese balón supere al portero. El gol de Paulao se tenía que haber evitado antes y creo que es Iñigo Martínez, que sigue siendo muy bueno aunque no ha empezado la temporada al gran nivel que desplegó en la pasada, quien podría haber hecho más.
Que la Real no sabe defender las jugadas de estrategia no quedó en evidencia solo con el gol. Antes, insisto, el Betis generó peligro. Y justo a continuación del gol estuvo a punto de marcar de nuevo en una jugada nacida en la esquina. Beñat sacó un córner de forma totalmente opuesta al del gol. Aquel, al primer palo. Este, al segundo. El cabezazo, otra vez de Paulao. Diversidad, variedad, trabajo. Justo lo que no tiene la Real en esta faceta del juego. La fortuna sonrió a la Real en esta segunda ocasión porque estaba Zurutuza bajo palos para sacar la pelota. Los problemas a balón parado son mucho más graves de lo que se quiere decir. Ayer el equipo txuri urdin sacó una decena de córners y no sacó partido a ninguno de ellos. Zurutuza pudo marcar de falta directa (¿por qué el de Rochefort no ha tirado hasta ahora ningún libre directo?), pero Adrián, cuasi debutante en la portería del Betis, comenzó ahí a ser decisivo para su equipo prolongando los interminables 32 meses que lleva la Real sin anotar de falta.
Tras sacar Zurutuza el balón de debajo de los palos, el partido cambió. Quizá fue la Real el equipo que dio un paso adelante, a pesar de la intrascendencia de sus laterales (y sin un minuto en el campo para Carlos Martínez y José Ángel en esa posición) pero es cierto que el Betis se parapetó algo más atrás, sabedor del valor de su ventaja. En la posesión, pareja, no se notó, a pesar de que el conjunto txuri urdin tuvo a partir de ahí un mayor dominio del partido. Lo tuvo porque se entonaron Illarramendi y Zurutuza. Markel, por cierto mejor en la contención ayer que en el derbi con el que tanto se le alabó (robó muchos más balones), sigue sin ser el constructor de juego que necesita la Real y ese es uno de los motivos por los que, sin la intensidad que se exhibió ante el Athletic, la máquina tarda en carburar. Vela, en un mano a mano que le sacó Adrián de forma prodigiosa, y Mikel González, con un disparo desde la frontal que también despejó el portero, este segundo ya en el descuento, tuvieron las dos ocasiones más claras para la Real, aunque el Betis también llevó peligro sobre la meta de Eñaut.
En la segunda parte, el equipo txuri urdin necesitó de otro susto para reaccionar. A los dos minutos, Rubén Castro pegó un zapatazo al larguero. Y a partir de ahí la Real encadenó dos claras ocasiones, la primera de un desacertado Vela y la segunda de un algo más entonado Zurutuza. Eso fue suficiente para que Mel, a los diez minutos, decidiera reaccionar. En cinco minutos, y sin dar más tiempo a que el rival reaccionara, metió dos cambios. Antes del segundo, Zubikarai hizo una espléndida parada con la punta de los dedos que no merece quedar sepultada entre las críticas, justificadas o no, que le puedan llover al meta realista. Por supuesto, Montanier no movió su banquillo hasta el infame y archiconocido minuto 70. Entraron Ifrán y Chory Castro por Vela y Zurutuza. El cambio fue doble, pero sin duda motivado por la lesión de Zurutuza, el mejor realista de la segunda mitad. Su marcha supuso el fin del partido para la Real, que ya no volvió a encontrar el camino hacia la portería del Betis.
Montanier no agotó los cambios y el tercero se quedó en el limbo. Su gestión del banquillo y de las convocatorias volvió a ser insuficiente, por ser suave en el juicio. Junto a él sólo vio jugadores defensivos y la única opción de cambio racional que le quedaba era meter a Ros en el campo. No lo hizo porque no parece que confíe en él, como en tantos otros a los que, así, se está desaprovechando. Podría haber colocado otra vez a José Ángel en el ataque y, afortunadamente, tampoco lo hizo. Viendo a un Griezmann desaparecido, incluso cuando centró su posición, hizo aguas la teoría de Montanier de tener cinco atacantes en la convocatoria y sobrepoblar la lista de jugadores defensivos, que sin duda sí hubieran saltado al campo con ventaja de la Real. ¿Pero de qué sirve que convierta a Cadamuro en polivalente si eso no le da un mayor margen de actuación? A diez minutos del final llegó la puntilla, un 2-0 que, en el fondo, se veía venir y que llegó de la única manera en la que podía llegar, a balón parado. Esta vez fue una falta botada desde la derecha del ataque bético que Rubén Castro remató ya en el área pequeña sin que Zubikarai saliera, sin que Markel le apretara por detrás y sin que Mikel González midiera bien por delante. Otro fallo en cadena.
Que Mario fuera expulsado a dos minutos para el final fue ya una anécdota tan reseñable como el apagón inicial que retrasó el inicio del partido en 17 minutos. La cuarta derrota de la temporada en siete partidos y la confirmación de tantos errores que cuestan puntos son cuestiones que tendrían que generar un debate mucho más de fondo en la Real, pero los puntuales momentos de acierto, que sigo entendido derivados de la calidad y las posibilidades que tiene la plantilla y no del trabajo del equipo y del cuerpo técnico, entierran ese debate. Sucedió esta semana con el triunfo del derbi. Sucederá de nuevo si se gana en la próxima jornada al Atlético de Madrid. El de ayer era un partido en el que se tendría que haber sumado, como también el del Levante e incluso el del Mallorca. Que no se sumara tiene causas. Encajar dos goles a balón parado y perder 2-0 hace que una de ellas sea más que visible. Pero sigo teniendo la sensación de que las cosas no van a cambiar mucho y de que la temporada va a ser muy parecida a la pasada, dejando pasar una oportunidad histórica de hacer algo bonito. Hasta ahora, y aunque queda mucho, la sensación se confirma.
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