Saltaron Osasuna y Real al césped del Reyno de Navarra, cumplieron el trámite de jugar los 90 minutos correspondientes a la 37ª jornada de Liga y se marcharon a casa. ¿Para qué jugamos? Para que alguien ganara los tres puntos. Los ganó Osasuna, por cierto, aunque a nosotros, por lo visto, ya nos daba igual el resultado. Tampoco cabían demasiadas dudas, se dijera lo que se dijera en la previa y se analizara como se quisiera el empate en el Vicente Calderón. Hace ya bastante tiempo dije convencido de que a la Real, sin intensidad, le gana cualquiera. Eso es lo que ha hecho hoy Osasuna. Los rojillos siguen luchando por clasificarse para la Europa League, pero me han dejado una sensación pobre, tan pobre como el conjunto de esta sobrevalorada Liga. Eso le ha bastado para ganar. Tuvo alguna ocasión más para sentenciar, pero Bravo demostró que hoy por hoy es el jugador de mayor nivel que tiene este equipo. Algo apretó la Real en la segunda mitad, seguramente más por el paso atrás de Osasuna, pero apenas inquietó a Andrés, héroe en Anoeta y casi espectador en el Reyno de Navarra. Ni siquiera es cuestión de actitud, porque intentarlo lo intentaron los jugadores. Es cuestión de fútbol.
No he terminado de entender la gestión de la plantilla a cargo de Montanier en esta dos jornadas desde que se alcanzó la salvación, en realidad como no la he entendido durante toda la temporada. Hoy Ansotegi y Demidov fueron los dos centrales titulares, quedándose Mikel González en el banquillo. Elustondo es titular contra viento y marea en la Real desde mediados de la primera vuelta, y eso dejó hoy en el banquillo a Illarramendi, para que además Aranburu disfrutara del primero de sus dos últimos partidos en activo. Y en ataque Ifrán fue titular, alternándose con Vela en la banda izquierda y en la delantera, aunque habitualmente más en punta el uruguayo. El mexicano, lejos de quedarse fuera de las alineaciones para no incrementar su precio, jugó hoy los 90 minutos. E Ifrán, sin posibilidad de disfrutar de adecuada compañía en punta, fue el primero de los sustituidos de Montanier, que finalmente colocó a Xabi Prieto de lateral derecho y quitó a Elustondo para poner a un Aguirretxe que acabó de extremo diestro. Un poco de locos todo.
Otro partido más, la sensación que me queda es la de tristeza. Pero no tanto por el partido, sino por la fotografía en su conjunto. El nivel de la Liga no es superior al que puede lograr la Real. Osasuna es ahora mismo el octavo clasificado, pero durante buena parte de esta jornada de horario unificado transitó por la sexta, que da derecho a jugar la Europa League. La derrota txuri urdin en Pamplona hace que los números coloquen al equipo de Montanier una posición mucho más acorde a lo que ha venido haciendo durante toda la temporada. Es decimocuarto, a sólo cuatro puntos del descenso. Europa ya se ha quedado a ocho. Me atrevería a decir que incluso estaríamos más cerca de la realidad de la Liga que hemos hecho si perdiéramos con el Valencia en la última jornada y la permanencia se lograra por dos puntos. Estamos salvados, sí. Pero me resisto a pensar que, con esta generación que el propio presidente Aperribay ha querido comparar con la campeona de los años 80, no podemos aspirar a luchar por Europa. No digo conseguirlo por obligación, digo luchar por ello. Mallorca, Levante y Osasuna llegan a la última jornada en esa pelea. No la de la permanencia, sino la de los puestos de arriba.
¿El partido de Pamplona? Poco que contar, la verdad. Quizá el gol de Osasuna, en el minuto 14 de la primera mitad, sea el mejor resumen posible de los 90 minutos que se jugaron. Ibrahima tira hasta en tres ocasiones hasta que el balón traspasa la línea y se convierte en el 1-0. Bravo sacó hasta tres balones en esa jugada. ¿El resto del equipo? Ni idea en esa jugada, pero no mucho más en el resto del encuentro. En toda la primera parte, sólo pareció que dos jugadores tenían auténtico nivel para disputar este encuentro. Bravo, indudablemente, fue el primero. De hecho, si no llega a ser por el chileno el marcador habría sido más abultado. No es que tuviera que hacer paradas inverosímiles, pero detuvo todo lo que le llegó. Hasta tres veces la jugada del gol. Pero cuatro fueron muchas incluso para él. El otro jugador con cierta intensidad y acierto fue Ifrán. Lo malo es que apenas le llegaron balones y se tuvo que buscar el solo las habichuelas, sobre todo a balón parado. Sigo quedándome con las ganas de ver al uruguayo como segundo delantero de Agirretxe (o de Llorente si hubiera contado) y con la pierna afinada en las faltas directas. Hoy creó peligro en una incluso resbalándose.
En la segunda mitad, y con un Montanier que definitivamente ha adelantado el reloj de sus cambios en las últimas jornadas (¿y por qué no lo hizo antes, cuando la temporada no estaba acabada o supeditada sólo a la consecución de la permanencia?), la Real, con un Xabi Prieto que cogió un mayor protagonismo, estiró líneas. O quizá fue Osasuna el que las replegó para defender su mínima ventaja. Lo que sí parece evidente es que el fútbol realista está más basado en la inercia que en cualquier otro concepto. Ataca porque tiene que atacar, defiende porque tiene que defender, pero no se ve mucho más. No hay procesos, no hay conceptos claros, no hay ideas ofensivas mecanizadas y, sí, dudo abiertamente que Montanier haya sido capaz de dotar a este equipo de un estilo de juego definido y que pueda conducir a la victoria de una forma clara. ¿Cuál es el juego de la Real? ¿En qué se basa? Jornada 37 de esta Liga y todavía no lo sé. No puede haber un síntoma más claro de que la temporada ha sido triste. Ni siquiera el hecho de que estemos en la tierra de nadie de la mitad de la tabla.
La ocasión más clara de la Real, de hecho, la tuvo Ansotegi en un cabezazo que se le marchó alto. Griezmann y Agirretxe aportaron pelea pero poca claridad, y como ya es habitual Llorente apenas llegó a contactar con el balón en los pocos minutos finales de los que disfrutó. Andrés apenas tuvo que tocar el balón para garantizar la victoria de su equipo. Y como Osasuna hizo los deberes pronto, se pudo dedicar a contemporizar en la segunda mitad y dejar que la Real se estirara sin peligro. Así fueron pasando los minutos, un quiero y no puedo del equipo visitante y un intento fallido tras otro del local para matar el partido al contragolpe. Y así se acabó el partido, casi sin que nos diéramos cuenta y en realidad haciendo cábalas sobre los demás partidos de la jornada para ver qué equipos finalmente acaban en Segunda y cuáles se clasifican para las competiciones europeas. O asombrándonos de los 50 goles de Messi, que lleva más goles él solito que trece equipos de la Primera División. Sí, la Real es uno de ellos, que lleva 45. Ni ese consuelo nos va a dejar esta triste temporada a la que ya sólo le queda el acto final. Hoy no sé ni para qué jugamos. Porque nos obligan, supongo.
1 comentario:
Javi, a mí me ha pasado lo mismo y estoy totalmente de acuerdo contigo. La mejor noticia es que la temporada ha tenido un final lejos del drama. Toca disfrutar eso y pensar en la temporada que viene...
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