Otro partido más de la Real que no pasará precisamente a la historia, que se irá, como decían en aquella película memlorable de ciencia ficción, como lágrimas en la lluvia. Y se va de una forma insulsa, ante un rival de medio pelo que, una vez más, no demostró tener más capacidad que el equipo txuri urdin para sacar puntos de este encuentro. La Real volvió a tirar muchos minutos a la basura, y eso que esta vez Montanier reaccionó mucho más temprano que de costumbre e introdujo cambios que sí hicieron por virar el rumbo del partido. Pero para entonces la Real ya iba perdiendo, ya tenía el partido cuesta arriba y a la grada de Anoeta mosqueada, deseosa de certificar el final de una temporada que está un punto más cerca, también gracias a la derrota ayer del Zaragoza, pero que todavía tendrá que esperar al menos una semana más. Un punto es punto, y más si llega en el minuto 86.
Montanier tiene un problema, y es que, saque la alineación que saque, nunca parece acertar. Hoy optó por la defensa más previsible, por el centro del campo formado por Elustondo, Aranburu y Zurutuza y un ataque en el que el suplente fue Griezmann. Sobre el papel, no parece una mala elección, casi nunca lo parece en realidad salvo por la obstinación en no hacer jugar a Rubén Pardo, pero el resultado sobre el césped siempre parece inferior a lo que podría ser. Y eso que el arranque parecía prometer otra cosa. Agirretxe presionaba muy arriba, con una valiosa ayuda sin balón de Zurutuza. Casi parecía por momentos que Montanier había desplegado un 4-4-2 que estaba haciendo imposible la salida del Villarreal. A veces la Real sorprende y hace pensar por qué no es capaz de prolongar esos momentos. O, ya puestos, porque no hace los últimos cinco minutos que hizo hoy en los cinco primeros.
La primera parte fue muy mala. Mucho. La verdad es que es una muestra de la categoría de la Liga española, muy por debajo de lo que muchos presumen, y que luce de una forma muy diferente lejos de las luces que tanto ciegan de un Barcelona - Madrid. Real y Villarreal son dos equipos que hoy necesitaban ganar para cerrar la temporada y salieron al campo como si nada. Los vistantes tardaron poco más de media hora en generar una ocasión de peligro, y a ésta respondió la Real con la única que tuvo en la primera mitad, una espléndida jugada de Xabi Prieto que acabó estrellando en el palo. El 10 txuri urdin hizo un partido que refleja exactamente lo que está siendo para él esta temporada: fallón, precipitado, poco arriesgado... y decisivo cuando recupera su nivel. Su disparo cruzado mereció ser gol, pero esta vez la suerte no le acompañó.
El partido estaba, como tantos otros de la temporada, para aquel que quisiera hincarle el diente. Y, casi por casualidad, fue el Villarreal el equipo que lo hizo antes de llegar al descanso. Senna hizo el 0-1 en el único disparo entre los tres palos que hizo el equipo castellonense en esa primera mitad. No se veía venir por fútbol, porque apenas huboi futbol en unos 45 primeros minutos muy aburridos, pero visto desde el punto de vista de la Real sí se podía intuir por ambición. Por falta de ella, más bien. Cuando un equipo que juega en casa y que está a tres puntos de cerrar una agria temporada deja pasar tantos minutos sin dar señales de vida, casi parece justo que se lleve un susto. Anoeta despidió a los suyos con merecida música de viento, aunque esta vez no lo personificó en Montanier como hace una semana.
La segunda parte cambió ligeramente el escenario. Fútbol no hubo, pero sí un punto de locura. Una locura que le sienta bien a la Real, demasiada encorsetada casi siempre. Pero hubo llegadas, hubo ocasiones. Y hubo, eso es noticia, reacción desde el banquillo. Era el minuto 57 cuando Montanier hizo el primer relevo. Griezmann entró por un Zurutuza que no acertó en nada de lo que intentó, reflejo de un centro del campo en el que, en contra de lo que dice Montanier, Elustondo no está mejor que Pardo. Y Pardo, precisamente, fue el segundo relevo. Y con ambos en el campo, la cara del partido cambió. Al joven canterano le saca Montanier en momentos límite o en los minutos de la basura, y eso a veces le lleva a la precipitación de querer hacer muchas cosas en poco tiempo. Pero es indudable que ofrece cosas que el resto de los centrocampistas de la Real no tienen.
A pesar de que Griezmann, Agirretxe, Xabi Prieto e incluso Elustondo tuvieron opciones de marcar, no se escapaba cierta sensación de que el 0-2 no era precisamente una quimera. Volcada arriba la Real por corazón mucho más que por fútbol, dejaba enormes espacios en el centro del campo que el Villarreal aprovechaba para lanzar contraatques. De hecho, Bravo tuvo que hacer dos auténticos paradones que la grada, sabio medidor del estado de ánimo de este equipo, agradeciendo coreando el nombre del chileno. Lo cierto es que la defensa fue lo más sobresaliente de todo el partido de la escuadra realista. Los 90 minutos estuvo a gran nivel, y es obligada destacar una semana más a un Ansotegi colosal. Doble mérito el suyo por no haber jugada nada hasta hace poco menos de un mes.
El gol llegó cuando casi ya no se le esperaba. Vela coronó una buena jugada de Griezmann y Xabi Prieto por la banda derecha con una media chilena. Y ahí, sólo ahí, se desató la Real. Sus últimos cinco minutos son los que Anoeta está esperando desde el inicio, en algúna situación límite o en uno de los partidos señalados. Pero no han llegado en toda la temporada en esos momentos soñados. Hoy llegaron sólo para calentar brevemente una fría y gris mañana en la que la lluvia congeló aún más el poco ánimo que genera este triste horario matinal. Y eso fue a pesar del sorprendente cambio de Montanier de sustituir a Agirretxe por un Llorente que nunca llegó a entrar en el ritmo del partido y no olió el balón en el cuarto de hora en el que estuvo en el césped. Montanier cortó las alas de la bendita locura con la que se podría haber empatado, porque no hacía falta ya una defensa de cuatro. Y Lotina ayudó con sus cambios ultradefensivos, ninguna sorpresa por ahí, evitando ese 0-2 tan temido al contragolpe.
Durante esos frenéticos minutos finales en los que Anoeta recobró la vida, Griezmann y Vela tuvieron sendas ocasiones para que el partido acabara con 2-1. Pero no llegó. El empate era el resultado más justo por la timorata presencia y nula ambición de ambos equipos desde el principio, pero el final dejó un mal sabor de boca porque quedó la impresión de que se fueron dos puntos. La derrota del Zaragoza hace que la distancia con respecto al descenso vuelva a ser de nueve puntos. Es decir, tres partidos. Y quedan sólo cuatro por jugarse. Eso quiere decir que sólo una debacle importante y una reacción imposible de uno de los dos equipos que suman 31 puntos, Zaragoza y Sporting, daría con los huesos de la Real en Segunda. No va a suceder. Pero pensar que el equipo ha crecido con respecto a la pasada temporada es absurdo, por mucho que la salvación matemática pueda llegar la próxima semana, tres antes que hace un año, en caso de ganar al Racing.
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