Ya se han jugado 32 partidos. La temporada no ha terminado, no. Hoy podría haber quedado casi finiquitada de haber ganado, pero no se ha ganado. Y con 32 partidos disputados, aunque queda el juicio final de la temporada, ese que tiene que llegar cuando se hayan jugado los 38, es bastante aceptable tener claro ese juicio, más allá del sin duda anodino puesto final que ocupará la Real cuando esto acabe. Y el único juicio posible es que la Real no tiene entrenador. Puede tener un alineador. Puede tener un preparador físico. Pero no tiene un entrenador. Son ya incontables los partidos en los que el entrenador rival, ese que sí tienen los equipos que juegan cada semana contra el conjunto txuri urdin, da una lección táctica a quien se sienta en el banquillo local de Anoeta. Y, por si la memoria no quiere trabajar, son dos los partidos consecutivos en que los cambios del entrenador rival impiden la victoria de la Real. Hoy, empate. Como el sábado. Sí, se pudo ganar, y más si tenemos en cuenta que Ansotegi estrelló el balón en el palo en el minuto 92. Pero se pudo perder. Cuando y como quiso el Betis, un equipo con sus limitaciones pero con entrenador. El nuestro no lo tiene.
El partido comenzó con un nuevo escándalo ante el que la Real no levantará la voz, y van ya unos cuantos esta temporada. Tres horas antes del comienzo del encuentro, el Comité de Competición decidió sancionar a Bravo, denegar la suspensión cautelar y colocar a la Real en una situación inausmible de indefensión jurídica por impedirle reclamar al Comité de Apelación, un derecho que todos los equipos han tenido y tendrán en todas las jornadas de esta competición. Todos menos la Real. Eso es adulterar la Liga y el club tiene que defender sus intereses, pase lo que pase por hacerlo. Pero no, lo habitual es el silencio y eso es lo que se escuchará ahora también. De esta forma, Zubikarai debutó en Primera División. Por delante, lo esperado. Montanier colocó a los dos jugadores que eran duda, Mikel González en el centro de la defensa e Illarramendi en el centro del campo, y de los cuatro de arriba con posibilidades de jugar en este equipo decidió sentar a Xabi Prieto. Vela, goleador de la pasada jornada, recibió esta vez el indulto de la pena que solía pesar sobre quien veía puerta. Es decir, que Montanier tenía el banquillo un central, un lateral, un centrocampista y tres atacantes de los cuales dos no tienen opciones de jugar. Eso es tener las ideas claras.
El Betis es un equipo muy limitado que está haciendo maravillas con lo que tiene. Se merece un aplauso sincero por haber llegado a estas alturas de temporada como ha llegado. Pepe Mel es un gran entrenador y saca petróleo muchas veces de donde no lo hay, y está llevando a muchos de sus jugadores más allá de sus límites futbolísticos. Y daba la sensación de que el equipo verdiblanco llegó a Anoeta con ganas de marcha. Entró bien en el partido, bastante mejor que la Real, pero pronto se diluyó. Fue cuando tuvo una gran ocasión de adelantarse, en el minuto 18. Ansotegi se resbaló, llovió en algunos momentos del encuentro, y permitió la carrera de Jefferson Montero. Su pase al interior del área encontró a Rubén Castro, pero su disparo se topó con un espléndido Zubikarai. Quizá muchos pensaron que era el momento de hacerle un corte de mangas imaginario al Comité de Competición, pero era demasiado pronto. Poco a poco, y en función de lo entonado que estuviera Illarramendi, que no termina de coger el protagonismo que tuvo antes de la primera lesión, la Real intentó hacerse con el mando del partido. No es fácil cuando el pensamiento que el entrenador ha instalado en el equipo es el de buscar el contragolpe, incluso como local y ante equipos que no obligan a ello.
Como con fútbol no se llegaba con claridad al área, a balón parado sí estaba creando peligro la Real. En varios córners (hoy ni un solo gilicorner, todos botados al área de la misma forma y sin variación alguna que evidencie un trabajo serio en este aspecto) nacieron sus mejores ocasiones. Zurutuza pudo marcar en el 35, pero su disparo se marchó tan ajustado al palo que su rebote en la publicidad engañó a buena parte de Anoeta, que vio gol. Tres minutos después, Vela, en el primer disparo entre los tres palos, forzó la intervención de Fabricio. Un minuto después pudo haber un penalti por mano en un disparo de Griezmann que acabó en córner y al botarse ese saque de esquina Mateu Lahoz sí concedió la pena máxima, también por mano. Cañas cortó con su brazo el cabezazo de Agirretxe. Dice el reglamento que eso es roja, pero ya sabemos que para la Real el reglamento suele ser otro. Más aún con Mateu Lahoz, un árbitro sobrevaloradísimo. El caso es que lo pitó. El último, y hasta hoy único, penalti a favor fue hace una vuelta, en el Benito Villamarín. Entonces, como hoy, Xabi Prieto no estaba en el campo. Hoy quien falló fue Agirretxe, que hizo una extraña paradinha lejos del balón y telegrafió su disparo.
Fue en esos minutos cuando la Real tuvo el partido de su lado, con más inercia y empuje que fútbol y calidad, pues fue otro día de continuas imprecisiones en el pase, sobre todo en desplazamientos de balón que no requerían demasiada técnica. En cualquier caso, fue el equipo txuri urdin el que consiguió adelantarse en el marcador. Fue el minuto 55. Illarramendi inició la jugada, Vela condujo el balón hasta la frontal del área, cedió después a Agirretxe, que entraba por la banda izquierda y se desmarcó hasta el punto de penalti para recibir el pase del 9 realista y marcar con calidad y a placer. Una jugada de manual ejecutada a la perfección en la mejor de las suertes de la Real esta temporada, el ataque rápido y en velocidad. Además, la racha del mexicano es impresionante. Hoy anotó su décimo gol de la Liga, cuando el primero llegó precisamente contra el Betis en la primera vuelta. Diez goles en veinte partidos. Impresionante. Empiezo a temer que nos va a pasar lo mismo que con Mark González y con Savio y que estamos viendo sus últimos partidos de txuri urdin.
El gol de la Real cambió el partido, pero sin duda no como le hubiera gustado a Montanier. Mel tardó un minuto, insisto, un minuto, en montar una doble sustitución con la que intentar sacar algo de Anoeta. Es lo que hacen los entrenadores normales que ven que pierden un partido, buscar soluciones para no perderlo, pero el francés no aprende. Entraron Pereira y Beñat, y especialmente decisivo fue el segundo. Ante un centro del campo txuri urdin que no funcionó, este jugador dominó por completo la parcela decisiva del campo. No es que el Betis se convirtiera de repente en un vendaval ofensivo, pero entre su mejora y el ya más que habitual paso atrás de la Real para defender un resultado a favor, las sensaciones del encuentro cambiaron por completo. Era difícil no ver que sólo podían ocurrir dos cosas. O los locales sentenciaban a la contra, como ya hicieron ante el Rayo Vallecano, o los visitantes empataban en alguna de las muchas llegadas al área que iban a tener. Sucedió lo segundo. Y sucedió en el minuto 69, pillando con la guardia baja al entrenador de los cambios en el minuto 70.
El gol retrató a la Real. Después de haber visto cómo el Betis cortaba una docena de salidas en ataque del equipo txuri urdin con faltas indiscriminadas (no me cansaré de decir que acciones como la de Chica sobre Vela que Mateu Lahoz dejó en tarjeta amarilla para mí tendrían que ser roja; él sí fue a hacer daño y no Illarramendi, el "violento"), hasta tres jugadores de la Real naufragaron en un quiero y no puedo para cortar la carrera de Montero
(Griezmann e Illarramendi incluso intentaron derribarle sin conseguirlo)
que acabó en la asistencia a Rubén Castro y el gol del empate. Su disparo le salió bastante centrado, y quizá Zubikarai pudo hacer algo más, pero no seré yo quien arremeta contra el hoy portero titular de la Real, que ya había hecho un paradón y que todavía hizo uno más de escándalo para salvar el empate. De Muñiz y del adulterador Comité de Competición, en todo caso, sí me acordé. No se sabe si fue el empate o el despertador del minuto 70 lo que llevó a Montanier a mover el banquillo, pero hoy se ganó a pulso los gritos de "Montanier dimisión" que se llegaron a escuchar desde la grada de Anoeta.
Xabi Prieto entró al campo en el minuto 72 por Agirretxe. La Real se quedó sin su delantero centro otra vez más. Vela pasó a ocupar esa posición. Tan poco claro tiene Montanier cómo colocar a sus hombres de ataque que poco después fue Griezmann quien estaba en punta, con Xabi Prieto siempre por la izquierda y finalmente Vela por la derecha. Algún día quizá Montanier podrá explicar porqué todos sus jugadores de ataque han jugado los últimos partidos fuera de sus posiciones habituales. En el minuto 77 entró Aranburu por Illarramendi, se supone que no estaba para los 90 minutos y que de esta forma se intentaba frenar la sangría en el centro del campo. Y hay se acabaron las brillantes deducciones futbolísticas de Montanier, que en un partido en casa, con empate en el marcador y dos delanteros en el banquillo decidió no agotar las sustituciones. El trato a Llorente roza ya la vejación y lo sorprendente es que haya gente que pueda no entender a Ifrán cuando nos anuncia su marcha en cuanto pueda. No es de recibo que el club, por medio de su dirección técnica, y su entrenador no sean claros con dos jugadores que se han dejado la vida cada vez que se han puesto la camiseta txuri urdin. No cuentan. Punto. Lo demás son milongas.
En condiciones normales, ahí se habría acabado el partido, pero quedaban para el descuento emociones fuertes. Siempre pareciendo más cercano el 1-2 que el 2-1, Zubikarai salvó el tanto de la victoria bética en el minuto 91, despejando a córner un disparo a bocajarro de Roque Santa Cruz. Y en la jugada siguiente, tras varios caracoleos de Xabi Prieto, Ansotegi lanzó un cabezazo a la madera. Supongo que habrá que considerar justo el empate, pero estoy convencido de que Pepe Mel ha salido de Anoeta, como en su momento salieron Luis García o Pocchetino, pensando que se le han escapado dos puntos. La Real volvió a dar una demostración de que gana partidos por pegada y ante rivales de poca entidad, pero que cuando las cosas se complican mínimamente tiene que solventar sus problemas sin entrenador. Mel, como el mismo Pocchetino hace sólo cuatro días, dio una lección a Montanier de lo que hay que hacer para intentar evitar una derrota. Y lo consiguió. Por eso es justo que el Betis siga una semana más por delante de la Real. La salvación sigue a tiro, pero todavía no se consigue con estos 38 puntos porque la ambición ha desaparecido de nuestro ideario. Y si gana el Zaragoza el jueves, toca hacer cuentas otra vez. Qué cruz de temporada.
2 comentarios:
Jordi, no sé muy bien si te refieres a las mías o a las de otros. Yo las mías, que no creo que sean graves sino simplemente valorativas, las intento argumentar siempre, y acepto el desacuerdo y recibo encantado argumentos discrepantes. En todo caso, si quieres una argumentación más pausada, te invito a que leas el artículo de resumen que publicaré al final de la temporada, como hago al finalizar cada Liga. Y por favor, controla lo de los mensajes de spam, porque no es agradable tener que estar borrando una treinta de mensajes que todavía no he terminado de entender.
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