La Real sacó de Málaga un punto. Al comienzo parecía improbable, en el descanso parecía inverosímil, en el minuto 90 casi parecía injusto por escaso ante la exhibición de casta que estaba dando el equipo y cuando llegó el final fue un bálsamo con regalo arbitral incluido. Ver para creer con González González dirigiendo el encuentro. En una temporada en la que tanto han quitado las decisiones arbitrales, resulta curioso que dos de los árbitros que con más saña han arbitrado al conjunto txuri urdin sean quienes le han dado regalos en sus dos últimas salidas. Porque hoy es evidente que el Málaga no ha ganado porque le han anulado un gol legal en el descuento. El partido quedó condicionado por la justa expulsión de Mikel González al filo del descanso, cuando ya iba ganando el equipo local. Y ahí es cuando la Real ha sacado el orgullo y ha jugado exactamente como tiene que jugar en inferioridad. Hoy sí. Por fin. Aunque es obligado decir que Bravo hizo un partidazo y fue el verdadero artífice del punto que se traen los de Montanier de Málaga. Un punto más cerca.
Montanier no sorprendió en absoluto con su once inicial. En el centro del campo jugaron todos menos Rubén Pardo y arriba Agirretxe, que había tenido molestias durante la semana, fue el que se quedó en el banquillo. Con el once esperado, el partido fue, en realidad, el esperado. El Málaga no achuchó demasiado y la Real quería esperar atrás para buscar contraataques, lo que ha venido haciendo en los últimos encuentros fuera de casa... e incluso en Anoeta de vez en cuando. No funcionó en ningún momento, quizá por la superioridad numérica del Málaga en el centro del campo o quizá porque esta vez no surgió ningún balón desde el centro del campo que encontrara la velocidad y el acierto de Vela. Los locales estaban contentos con cierto dominio territorial y casi sin entrar en el área de Bravo. De hecho, la primera ocasión fue txuri urdin, un disparo de Griezmann que rebotó en un defensa para irse a córner. Pudo caer dentro, pero no es la temporada de los rechaces de la Real.
Con el paso de los minutos, ese aparente buen inicio de los de Montanier acabó diluido. Y se reprodujeron los defectos ya conocidos de la Real, un centro del campo nada presionante y una defensa a veces vendida a las arrancadas fulminantes desde atrás de los atacantes malaguistas y a veces demasiado atrás. En una jugadas de esas del primer grupo llegó la primera tarjeta a Mikel González. En una de las segundas, el gol del Málaga. Un disparo de Isco, en el minuto 19, rebotó en Ansotegi y cogió una parábola imposible para Bravo. No tiene fortuna la Real con los rebotes, no. En realidad, pareció la única forma de que el Málaga batiera hoy al chileno, que a la media hora sacó un complicado disparo de Cazola. Seba Fernández tuvo una nueva ocasión antes de llegar al descanso, de cabeza, pero la mandó fuera. Y así llegó una jugada que pudo ser clave en el devenir del encuentro, la expulsión de Mikel González.
No han sido demasiado justas la mayoría de las tarjetas rojas que ha visto la Real esta temporada pero la de hoy sí lo fue. Muy clara. Mikel, clamoroso error por su parte teniendo una tarjeta amarilla, salió de su posición de central para cortar un avance de Seba por la banda. El malaguista simplemente se dejó arrollar y González González se acercó a la jugada ya con las dos tarjetas en la mano, la amarilla y la pertinente roja. Esa situación, accidental, demostró lo equivocado de llevar sólo 17 jugadores a un partido profesional. Es algo que ningún entrenador tendría que hacer, salvo que el partido no interese o no haya nada en juego y no quede más remedio. Pero Montanier lo hizo. No había centrales en su convocatoria de 17. La única fórmula factible con los suplentes que tenía era colocar a Carlos Martínez, que algún partido tuvo que jugar en ese puesto en el tramo final de la etapa de Lillo. Montanier, no obstante, decidió aguantar con lo que tenía y poner a Elustondo de central.
La Real de la primera parte fue más de lo mismo de este equipo en esta larguísima temporada. Un equipo anodino, agarrado a la velocidad o la genialidad de alguno de sus jugadores, sin presión ni control en el centro del campo y supeditado a lo que quiera hacer el rival con él. El Málaga no había hecho mucho, pero iba ganando. Y tenía 45 minutos por delante para disputarlos contra diez jugadores. Lo curioso es que a la Real le van estas situaciones límites y su actuación en la segunda mitad nada tuvo que ver con la de la primera. Todo lo que hizo mal en el primer acto lo convirtió en lecciones de casta y fútbol en el segundo. Es evidente que el Málaga tuvo opciones de llevarse el partido, aunque menos de las que cabría suponer vistos los antecedentes y la diferencia de los objetivos de uno y otro equipo. Pero también es cierto que la Real defendió razonablemente bien e incluso se asomó con peligro a la portería de Rubén.
Lo primero hay que agradecérselo al crecimiento de Illarramendi, retrasado a la posición de 4. No estaba dando la impresión de estar cerca del nivel que mostró antes de sus lesiones, pero en la segunda parte se hinchó a robar balones. También al partidazo de Ansotegi, infranqueable por tierra, mar y aire, lo que tiene aún más mérito porque ha estado toda la temporada sin jugar. Y, por supuesto, a la impresionante actuación de Bravo, que paró todo lo parable, e incluso alguna que pareció imparable, sobre todo un tiro de Rondón, que estaba anulado por juego peligroso. Tan bien estaba haciendo las cosas la Real ya desde el inicio que no fue una sorpresa que empatara el encuentro a los tres minutos de la reanudación. Una falta lejana mal despejada por la defensa del Málaga cayó en la frontal del área a los pies de Xabi Prieto, cuyo empalme se convirtió en un gran gol, su segundo de la temporada.
Tras unos minutos algo tocado, el Málaga se recuperó y empezó a generar peligro en torno al área de Bravo, pero el chileno estuvo descomunal. Montanier, como siempre, esperó hasta el minuto 70 para introducir su primer cambio y esta vez acertó en el jugador que colocó sobre el césped. Agirretxe se manejó como pez en el agua en esta situación de inferioridad, bajó tantos balones como pudo y dio muchos respiros a su defensa. Sorprendió que fuera Vela el sustituido, aunque últimamente siempre le toca a él, pero el mexicano hoy no estuvo tan afortunado como en jornadas precedentes. Xabi Prieto entendió el momento tanto como Agirretxe. Por eso, las dos grandes ocasiones que tuvo la Real hasta el final del partido las firmaron ellos. Prieto, tras un jugadón, se topó con Rubén. Agirretxe también, aunque González González decidió anular la jugada por un inexistente fuera de juego. Con diez, pero la Real daba sensación de peligro, mucho más que en la primera mitad.
Que la convocatoria era corta se manifestó también en que Montanier no hiciera el tercer cambio. El segundo fue colocar a Carlos Martínez de extremo, sustituyendo a Griezmann y mandando a Xabi Prieto a la derecha. El Málaga, sin fútbol pero tirando de épica, estaba convirtiendo a Bravo en el área del partido. La única que el chileno no consiguió detener la anuló González González. Demichelis marcó en posición legal, Zurutuza (brutal despliegue defensivo el suyo) le habilitaba, pero el árbitro señaló fuera de juego a instancias de su asistente. Un error gravísimo, porque era una jugada en la que había muchos jugadores estáticos. Debió verlo. Su negligencia, esta vez, jugó a favor de la Real, que mantuvo con esta jugada un empate que, pese a ello, seguramente mereció por su orgullo y porque supo hacer muchas cosas bien en inferioridad numérica. La frontera con respecto al descenso se estrecha a ocho puntos por la victoria del Zaragoza, pero el empate de hoy sabe mucho mejor que los dos últimos cosechados por el equipo. Da la impresión de que con una victoria más, la temporada llega a su fin.
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