La Real cierra el año con tres puntos muy sabrosos, muy trabajados, muy merecidos y que sus propios errores han puesto en peligro. El más visible ha sido el de Bravo en el primer gol, pero a mis ojos eran evidente que eso lo iba a corregir el propio arquero chileno. Y lo hizo salvando la victoria en el 87. Pero errores son los de su entrenador, que parece empeñado en enfadar a la grada con el sistemático desprecio a lo que aporta Pardo a este equipo, hoy sustituyéndole con el empate a uno en el marcador. O no consiguiendo nunca que su equipo aproveche la debilidad del rival, hoy plasmada en una expulsión que debió de llegar antes, producto de la inacción de sus cambios. Pero esos y otros errores no frenan las notables armas de un equipo que tiene muchísimo corazón, que ha encontrado virtudes que su entrenador ha frenado durante más de un año, como la aportación de sus laterales, que hoy de nuevo fue decisiva con gol de De la Bella a pase de Carlos Martínez, o el apabullante dominio del fúbol de Illarra siendo el cuatro de este equipo.
Montanier puso sobre el campo posiblemente a los mejores once jugadores que tenía disponibles. En eso acertó y hay que aplaudir la continuidad de un equipo de catorce efectivos que le está dando resultado, sumando hoy la séptima jornada sin perder. En cuanto a nombres queda la duda de qué piensa Montanier cuando mantiene a un jugador como Ifrán en el más absoluto de los ostracismos durante más de un año y de repente es tan indiscutible su titularidad que juega, en contra de las costumbre de este mismo entrenador, incluso sin apenas haber podido entrenar durante la semana. Si ese debate está abierto, y el propio Montanier no ha llegado a dar explicaciones coherentes sobre el mismo, en idéntica situación nos hallamos con las posiciones de Xabi Prieto y Griezmann en la línea de tres mediapuntas. Lo que hoy aporta Xabi por el centro, excepciones hechas como su partidazo en Valencia, no está al nivel de lo que puede aportar Zurutuza cuando esté en forma o el propio Griezmann. Hoy el galo lo ha demostrado con la jugada del primer gol. Pero Montanier no cede. ¿Harán falta lesiones para que lo pruebe?
Esa jugada del primer gol, en realidad, ha sido la primera acción destacable del partido, excepción un disparo mordido de Rubén Pardo. La jugada es cierto que parte desde la banda izquierda, pero discurre por el centro, con una doble pared en esa franja del terreno de juego que Griezmann traza con Xabi Prieto primero y con Vela después para dejar al mexicano en disposición de salvar la salida de Diego López con un potente y certero disparo. El gol venía a hacer justicia a la calidad que uno y otro equipo estaban mostrando sobre el césped de un Anoeta poblado por casi 20.000 valientes que desafiaron a las barrabasadas de la LFP. Sin necesidad de haber dominado de forma asfixiante, ya se sabe que las entradas de la Real a los partidos no son precisamente fulgurantes, lo cierto es que el conjunto txuri urdin daba una sensación de peligro y de calidad mucho mayor que la del equipo hispalense, en la que solo un Navas que fue diluyéndose poco a poco con el paso de los minutos parecía ofrecer algo diferente.
Con ese aparente dominio realista, la primera parte fue muy parca en ocasiones. Pardo tuvo un buen disparo, esta vez sí, desde fuera del área, que Diego López despejó de puños y casi en la jugada siguiente Navas puso un buen centro desde la banda derecha del ataque sevillista que Negredo no alcanzó por poco. Todas las intentonas del Sevilla eran frenadas con categoría por los defensores de la Real, con un Mikel González que está a un nivel altísimo, un Iñigo Martínez igualmente brillante y un Illarramendi espectacular. Entre los tres le arrebataron el cuero al rival nada menos que en 36 ocasiones. Una maravilla ver a ese triángulo en acción. Quizá esté pasando algo desapercibido, pero no me parece en absoluto descabellado considerar que buena parte de los éxitos actuales de la Real están sustentados en el sobresaliente estado de forma de estos tres jugadores. Y más teniendo en cuenta que varios hombres de su ataque, la línea más alabada del equipo, no están precisamente en su mejor momento, sea de juego o de resultados en forma de gol.
Se veía, como se ha visto en tantos partidos tanto de esta temporada como de la pasada, que si la Real metía una marcha más y la mantenía de forma un poco más constante, el Sevilla iba a sufrir muchísimo. Sufrió igualmente en los arreones de calidad del equipo txuri urdin, pero siempre da la sensación de que la Real tiene algo más de lo que muestra. Y ante la ausencia de más fútbol o de ocasiones de peligro, el protagonismo se lo llevó Álvarez Izquierdo. El colegiado del partido mostró a Spahic una clara tarjeta amarilla por golpear con el brazo a Xabi Prieto en un salto. Eso sucedió en el minuto 23. En el 41 cortó con violencia un contraataque que iba a lanzar Ifrán. Era la segunda tarjeta amarilla. Álvarez Izquierdo lo sabía, pero decidió no expulsar al sevillista. La tarjeta amarilla era clamorosa, toda vez que cinco minutos antes había mostrado una a Iñigo Martínez que incluso si hubiera sido falta, que no lo pareció, habría sido muy excesiva. En la última jugada de la primera mitad, un agarrón reiterado sobre Ifrán tampoco lo consideró como penalti. No hubo repeticiones.
La ausencia de ritmo en la Real en el arranque de la primera mitad encontró la otra cara de la moneda en el buen ritmo con el que inició la segunda. Anoeta ha visto eso ya en muchos partidos. A los cuatro minutos, un Xabi Prieto que sigue siendo intrascendente tuvo una clarísima ocasión para marcar, al recibir un centro de Griezmann, en la única ocasión en que consiguió desbordar por la banda. Su disparo, incomprensiblemente, se fue a las nubes. Ese error, otro de la Real que se convirtió en el reflejo de esa incapacidad en vías de curación que muestra para cerrar los partidos cuando los tiene a favor, cobró mayor gravedad en la jugada siguiente. Y añadido a otro más. Bravo midió muy mal un centro desde la banda izquierda de Manu del Moral. Tocó el balón, pero no lo despejó con contundencia, quedando ya descolocado en la jugada. Lo recibió Navas en el segundo palo y lo puso en la frontal del área para que, después de que Reyes lo dejara pasar, Medel hiciera el empate. Bravo llegó a tocar el balón, pero no lo pudo despejar. Con el chileno seguimos luego.
A la Real parecía que se le iba a ir el partido en esos minutos posteriores al gol, sensaciones parecidas a las de algunos minutos de los duelos contra el Getafe, Espanyol u Osasuna. No porque el Sevilla pudiera imponerse por sus propios medios, pero sí porque empezó a llegar al área txuri urdin con más sensación de peligro. Montanier colocó el núcleo del problema en el centro del campo y eso supuso la sustitución de Pardo. Es el sospechoso habitual para el técnico francés. Cuando juega bien, hay que frenarle. Cuando hay un problema, es el sustituido. Sí es verdad que el control del medio se había perdido ligeramente, pero Montanier tenía otras soluciones. Optó por esa y se sabía que lo iba a hacer. No es bueno que un jugador sepa que va a ser siempre señalado. Su relevo, además, provocó el enfado de la grada, entregadísima a su equipo durante todo el partido y a veces queda la sensación, Montanier sabrá si es cierta o no, que toma decisiones solo por la cabezonería de encontrar otros caminos diferentes a los que le propone la afición.
El cambio de Zurutuza por Pardo llegó después de que Reyes probara a Bravo en tres ocasiones, siendo la última un disparo que tocó en la parte exterior del palo, y de que Ifrán estuviera muy cerca de marcar con un lanzamiento desde fuera del área. El enfado de Anoeta podría haberse convertido en un incendio innecesario si el partido hubiera salido mal. Pero Montanier tuvo la suerte de que sus laterales volvieran a dar uno de esos chispazos tan necesarios en este equipo. Illarra inició la jugada por el centro, cedió el balón a Vela, que durmió a la defensa del Sevilla sin moverse, esperando la subida, espectacular como siempre, de Carlos Martínez. Su centro, raso y preciso, al segundo palo, lo remató De la Bella, invirtiendo las tornas del gol que supuso el empate contra el Getafe hace dos semanas y demostrando que los laterales tienen hoy, como han tenido siempre, un papel capital en el juego de la Real. Montanier también ha tardado en ver eso, pero parece que ya lo ha captado.
El partido se puso aún más de cara cuando apenas, cinco minutos después del 2-1 y con quince minutos por delante, el Sevilla, ahora sí, se quedó con diez jugadores. En dos jugadas prácticamente consecutivas, Coke cortó con una patada por detrás una arrancada de De la Bella desde su propio campo y una internada en el área de Vela por la banda izquierda con un agarrón después de que el mexicano, importantísimo su papel en esta Real cuando entre de lleno en su juego (y no solo por sus siete goles), le sacara los colores. En ambas vio una amarilla y en la segunda, por acumulación, la roja. El Sevilla cometió el doble de faltas que la Real y sufrió un castigo que pudo llegar a ser mayor si Álvarez Izquierdo se hubiera mostrado algo más severo. En el debe de la Real hay que colocar que no llegó a parecer en ningún momento que jugaba contra diez oponentes. Los prácticamente suicidas cambios de Michel despoblando su defensa en busca del empate debieron llevar al equipo txuri urdin a matar el partido y no lo hizo.
El flagrante error de la Real en la gestión de estos minutos, al margen de los insustanciales cambios de siempre de Montanier, que se apoyan solo en el acierto individual de sus jugadores (Chory por Vela, Agirretxe por Ifrán), se vio con claridad en una jugada de Griezmann. Recibió el balón en el pico del área para encarar a un solo jugador y decidió no hacerlo, pero en el rebote de la misma jugada se encontró contra cuatro y ahí sí se lanzó de cabeza. Mal contra una despobladísima defensa. Y mal porque permitió al Sevilla tener la única ocasión de gol clara de esos minutos. Volvemos ahora a Bravo. Cuando el chileno falla, sabemos que lo acabará arreglando porque es un portero de una categoría indiscutible. Falla poco, pero lo ha enmendado siempre. Y hoy la Real ganó porque su guardameta hizo un parada colosal a falta de tres minutos para el final, al sacar un cabezazo de Negredo (otra jugada a balón parado que casi nos cuesta un disgusto) que se envenenó tras rebotar en Illarra. Grandísimo Bravo.
Después de eso, Prieto y Agirretxe tuvieron ocasiones para marcar, pero no llegó la sentencia. Cierto es que el Sevilla no provocó muchas angustias, pero un 2-1 siempre es muy justo. La Real llega al final de 2012 con 25 puntos en su casillero y en la séptima posición provisional con una distancia de dos puntos con respecto a los puestos europeos. Sigo acordándome de los puntos que se han ido y de todo el tiempo que hemos perdido para aplicar a este equipo soluciones que se veían con meridiana claridad y que su entrenador se resistió a probar hasta que no le quedó más remedio. Porque hoy se ha ganado con alguna de ellas. Con la de los laterales, por ejemplo, convertidos ya en puñales desatados (especialmente en casa, pero también en las mejores actuaciones a domicilio). O en el imparable crecimiento de Mikel González jugando como central diestro, o en la inmensa categoría de Illarra como cuatro. El caso es que, le pese a quien le pese, estamos en la pelea europea. No podemos estar en otra porque la capacidad que tenemos nos empuja a eso incluso con errores, de planteamiento y de juego, que ambos se vieron hoy. Pero qué bien sabe acabar el año con victoria y mirando la clasificación actual.
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