Cuando la Real tiene un partido para mirar arriba, no gana. Es ya una máxima consolidada en la trayectoria del equipo que hoy ha vivido un nuevo episodio. Es evidente que el Getafe ha sido un equipo rocoso e intenso. Y es evidente que eso merma muchas de las buenas capacidades futbolísticas de la Real. Eso serviría de explicación si no sucediera siempre y en cualquier tipo de partido, en Anoeta y fuera, con rivales de la parte alta o de la parte baja, cuando llega el momento del salto. Ahí siempre llega un tropezón, da igual que sea por deméritos propios o por méritos ajenos. Tropezón. Siempre. La conclusión tiene que ser que a la Real le falta fe y ambición. Y dado que durante la semana el mensaje predominante ha sido el de que había que olvidar el partido de Valencia, que se había goleado contra diez y que de Europa no se puede hablar hasta mayo, es imposible no relacionar ambas cuestiones, las declaraciones y el desarrollo del partido. Cuando el Getafe se adelantó, no me pareció muy sorprendente. Y cuando Carlos Martínez rescató un punto se hizo un poco de justicia con un jugador que se merece todos los elogios del mundo.
Montanier apostó por un buen once que habría firmado casi cualquier aficionado. Illarramendi regresó al doble pivote junto a Pardo y eso llevó a Zurutuza al banquillo. Y Chory Castro fue el sustituto del sancionado Vela. Pero sigue habiendo un problema. Montanier, en su búsqueda de la polivalencia, marea a la línea de tres centrocampistas ofensivos, sacándoles habitualmente de sus mejores posiciones posibles. Xabi Prieto brilló en Mestalla por el centro, pero el resto de sus actuaciones en esa posición rozan la intrascendencia más absoluta. Y Griezmann por la banda ahora mismo parece mucho menos jugador que por el centro. Pero Montanier está empeñado en mantener esas posiciones para ambos. Que Chory Castro fuera el realista más fallón del partido terminó de confirmar que iba a ser un duelo de muy poquitas ocasiones de gol para la Real. A esa sensación contribuyó el buen hacer del Getafe, que dejó en una buena impresión precisamente en la parcela en la que menos destaca el equipo txuri urdin, el trabajo previo.
La primera parte fue muy intensa, pero igualmente insulsa. Mucha presión, muchos robos de balón y bastantes imprecisiones en el pase. En realidad, en los primeros 45 minutos Moyá y Bravo solo actuaron una vez cada uno. En el miniuto 34, el guardameta del Getafe sacó un buen remate de Chory Castro tras un centro pasado de Carlos Martínez. Solo tres minutos después, el arquero chileno despejó a córner un gran remate de Barrada tras una buena pared de Pedro León. Poco más que contar de la primera mitad, más allá de un salto de Alexis sobre Ifrán que en otros partidos sí se ha señalado como penalti y la insistencia en las características ya apuntadas antes. Y así el Getafe daba la sensación de estar algo más cómodo con menos balón. La mejor noticia para la Real estaba en el espléndido partido de toda su línea defensiva. Y en que su doble pivote encontró un partido muy diferente al de hace una semana y, aún así, ofreció detalles más que interesantes. Ifrán quizá era el más entonado en ataque y forzó algunas faltas, aunque no dispuso de ninguna ocasión clara.
Ante un partido como este, cabía esperar reacción en el descanso. Pensé que Luis García, viendo el partido controlado, metería algún cambio para irse a por la victoria, pero decidió esperar. Creo que se equivocó, aunque le pudo venir bien para salvar la salida en tromba, ahora sí, del equipo txuri urdin. En cuatro minutos, hizo mucho más que en toda la primera mitad. En el primero de esos minutos, Pardo metió un espléndido balón dentro del área, lo recogió Ifrán, hizo un gran regate pero su disparo, cuando parecía que lo tenía todo a favor para marcar, se marchó fuera. Fue lo más nítido de ese arranque en el que el Getafe lo pasó mal. El gol no llegó y, una vez más, se dejó pasar el momento. Un cambio hubiera venido bien para apuntarla esa mejoría y mandar un mensaje ambicioso al rival y a la grada, pero no llegó. Así que el equipo madrileño se recompuso y empezó a llegar con peligro al área de Bravo. Aunque se mejoró bastante en la defensa de las jugadas a balón parado, el Getafe se pudo adelantar en un córner que Lafita envió al larguero aprovechando un error de Illarra, que rompió el fuera de juego quedándose bajo la portería.
Después de esa jugada, comenzó el carrusel de cambios. Para variar, y eso sí que es noticia, Montanier movió ficha en primer lugar y antes que el técniuco rival. El francés solucionó uno de los problemas del equipo, la ausencia de Xabi Prieto, que apenas entró en juego en todo el partido, y colocó sobre el campo a Zurutuza. De forma casi inmediata, fue Chory Castro el sustituido para colocar sobre el campo a Agirretxe. Ifrán cayó entonces a la banda derecha. El tercer cambio devolvió a José Ángel a ese puesto de extremo que tan raro se nos hace a todos, a él el primero, y sacó del campo a Griezmann. Los cambios no le sentaron mal a la Real, sobre todo la entrada de un Zurutuza que estuvo muy activo y que disfrutó de la mejor ocasión de estos minutos. Su disparo de primeras, tras un magnífico centro de Griezmann desde la izquierda, se marchó demasiado desviado para la buena posición desde la que se realizó. El propio Zurutuza trató después de enganchar una volea en un despeja de la defensa visitante, pero este disparo se marchó desviadísimo.
Con el partido bastante menos atado que en la primera mitad, el Getafe daba sensación de peligro aunque no llegara a inquietar a Bravo. Por eso, cuando llegó el 0-1, en el minuto 86, no se pudo considerar sorprendente. Y es que en el partido se intuían sensaciones parecidas a las de los duelos contra Espanyol u Osasuna, esas que aparecen siempre que la Real está llamada a dar el famoso y maldito salto de calidad. El gol llegó en un buen contraataque del equipo azulón, en el que Gavilán metió un gran centro desde la banda izquierda de su ataque y Lafita remató picado de cabeza, imposible para Bravo. El gol, insisto, no era sorprendente, pero sí algo injusto injusto. La Real sigue siendo un equipo al que le faltan instrumentos para afrontar partidos cerrados y complicados, pero lo deja todo sobre el césped, eso es indudable. Y su esfuerzo merece premio. El gol del empate llegó en el minuto 91, tras un centro pasado de De la Bella, como el de Charly en la primera mitad, que el propio Carlos Martínez remató en el segundo palo. Fue un acto de justicia a su pletórico partido y a los merecimientos de uno y otro equipo.
Termina el choque y yo me quedo con una sensación de desazón. Porque otra vez más la Real deja pasar una oportunidad de ilusionar. Sigue pareciendo que los partidos de ganar sí o sí son solo los que llegan con el agua al cuello. Los que permiten crecer, no. Y siempre tienen una explicación razonable y racional. Pero es una lástima. Hoy la Real tenía la opción de ganar e ilusionar. Y no ha ganado. Al menos ha rescatado un punto y lo ha hecho de una forma que permite una explosión de felicidad, que premia a un Carlos Martínez que se erigió en el mejor jugador del partido y demostró, rematando una asistencia de De la Bella, que los laterales son esenciales para este equipo. Antes de jugarlo, era un partido de esos que había que ganar y se empató. Viéndolo, era un 0-0 que acabó 1-1. Y me da pena que el famoso salto de calidad se esté convirtiendo en una especie de Atlántida, un El Dorado que todo el mundo dice que existe pero jamás se ha llegado a ver. Fe y ambición. No la tenemos. Por mucha actitud que sí tenga este equipo, y hay que aplaudirla, nos sigue faltando fe y ambición. ¿Eso se entrena? Yo creo que sí.
1 comentario:
Javi, estoy totalmente de acuerdo contigo. Es uno de los muchos aspectos a los que me refiero habitualmente cuando digo que el equipo no está trabajado en ataque. Talento tiene y la inspiración de cualquiera puede resolver un partido, pero no veo un plan bien definido. Ni una alternativa. Muchas gracias como siempre por tu aportación, la valoro mucho.
Publicar un comentario