Hay pocas noticias que me hayan producido más alegría esta temporada que la consolidación de Mikel González como uno de los pilares de esta Real que va a más. Poco, demasiado poco se está hablando de él para los méritos que está contrayendo. Habría que decir con mucha más claridad que Mikel está siendo el mejor de su línea en lo que llevamos de temporada, titular indiscutible en los 17 partidos disputados, y ha alcanzado un nivel extraordinario. El gol que marcó en Valencia es, por el momento, la máxima expresión de su categoría futbolística. Un espléndido robo en campo propio, una buena salida de balón, una gran carrera acompañando la jugada y un tanto culminando el contragolpe que él mismo inicio. La forma en que contuvo a Falcao fue impresionante. Mikel es muy bueno. Lo está demostrando con creces Y no siempre se lo hemos reconocido.
En realidad, a Mikel González le ha perseguido una especie de maldición desde que debutara con el primer equipo hace ya unas cuantas vidas, el 17 de septiembre de 2005. Mikel era el parche. Fue José María Amorrortu quien le hizo dar el salto, pero fue por las lesiones en la primera plantilla. Con el número 34 a la espalda, saltó de inicio en Son Moix porque faltaban Brechet y Jauregi, Boris no contaba para el técnico y Luiz Alberto se lo quitó de encima con una cesión. La maldición tenía segunda cara: Mikel era también un tipo que llegaba a la Real para sufrir. Sufrió en aquel debut, porque la Real fue machacada y goleada en una segunda parte que permanece en el recuerdo como algo inexplicable. Después de irse al descanso ganando por 1-2, con goles de Novo y Xabi Prieto, encajó cuatro goles en la segunda mitad con un Arango que aquel día se convirtió en estrella de la Liga. 5-2 en contra en el día del debut de un central. Y tarjeta amarilla en su única falta del partido.
Solo jugó dos encuentros más en aquella temporada 2005-2006. No era su momento. Para demostrarlo, incluso Amorrortu hizo debutar a Ansotegi, central que sí se consolidó en el primer equipo en aquella Liga, jugando 13 partidos y perdiéndose solo cinco desde su debut. José Mari Bakero, relevo de Amorrortu, no contó con Mikel González en el tramo final de la competición. Y con el inicio de la nueva temporada, el director deportivo y entrenador, aún dándole a Mikel dorsal del primer equipo, dejó claro que sus centrales eran Labaka, Juanito y Ansotegi. No jugó hasta comienzos de noviembre, ya con Lotina de entrenador, que fue quien sí le consolidó en el once titular junto a Ansotegi. Pero el sufrimiento seguía. Esa fue la pareja de centrales con la que la Real se fue a Segunda después de 40 años en Primera. Y con la que no consiguió subir en dos tentativas. Mikel compartió defensa en esos años con Labaka y Ansotegi, pero ya nadie dudaba de que era el central de más calidad de la plantilla.
Eso mismo fue lo que, en realidad, añadía un sufrimiento más a su trayectoria en la Real. Como era el mejor, era el que tenía que tapar los agujeros más desagradecidos. Por eso jugaba como central izquierdo, a pesar de no ser su mejor posición. Por eso jugó muchos minutos, en la temporada del ascenso y en la del regreso a Primera, como lateral izquierdo cuando no estaba De la Bella. Y cuando él faltaba, Labaka y Ansotegi le echaban de menos. A ambos les ha hecho ser y parecer mejores de lo que son, y sin él se sentían habitualmente muy desamparados. A Mikel, además, le costó marcar su primer gol. Y siendo un central que sube casi siempre en los córners eso también dolía. Pero supo escoger el día para estrenarse. Fue contra el Villarreal B, dando una victoria que acabó siendo clave para conseguir el ascenso a Primera en la temporada 2009-2010. Ni siquiera ese ascenso permitió a Mikel que se acabaran por completo las dudas en torno a su figura.
Demidov llegó a la Real con Martín Lasarte en el banquillo, pero fue con la llegada de Montanier cuando Mikel González perdió el puesto para dar protagonismo al letón e internacional noruego y a la estrella creciente de Iñigo Martínez. Como es bien conocido, Mikel acabó recuperando su lugar. Muy pronto. Y mejorando día a día gracias a que ahora juega por fin en su puesto ideal. Con Iñigo de central zurdo, él se ha consolidado como central diestro. Y rinde como nunca. Como algunos hemos esperado siempre de él. Comenzamos la temporada hablando de la dinamita que tenía la Real arriba con Vela, Ifrán, Griezmann, Agirretxe, Xabi Prieto y Chory Castro. Continuamos maravillándonos del potencial que tenía nuestro centro del campo con Illarra y Pardo. Y ahora resulta que una de las claves del buen rendimiento del equipo está en la defensa, la línea probablemente menos valorada del equipo. Valorémosla. Valoremos a Mikel. Aquel que se ha pasado años siendo un parche y ya es un indiscutible pilar de este equipo.
En realidad, a Mikel González le ha perseguido una especie de maldición desde que debutara con el primer equipo hace ya unas cuantas vidas, el 17 de septiembre de 2005. Mikel era el parche. Fue José María Amorrortu quien le hizo dar el salto, pero fue por las lesiones en la primera plantilla. Con el número 34 a la espalda, saltó de inicio en Son Moix porque faltaban Brechet y Jauregi, Boris no contaba para el técnico y Luiz Alberto se lo quitó de encima con una cesión. La maldición tenía segunda cara: Mikel era también un tipo que llegaba a la Real para sufrir. Sufrió en aquel debut, porque la Real fue machacada y goleada en una segunda parte que permanece en el recuerdo como algo inexplicable. Después de irse al descanso ganando por 1-2, con goles de Novo y Xabi Prieto, encajó cuatro goles en la segunda mitad con un Arango que aquel día se convirtió en estrella de la Liga. 5-2 en contra en el día del debut de un central. Y tarjeta amarilla en su única falta del partido.
Solo jugó dos encuentros más en aquella temporada 2005-2006. No era su momento. Para demostrarlo, incluso Amorrortu hizo debutar a Ansotegi, central que sí se consolidó en el primer equipo en aquella Liga, jugando 13 partidos y perdiéndose solo cinco desde su debut. José Mari Bakero, relevo de Amorrortu, no contó con Mikel González en el tramo final de la competición. Y con el inicio de la nueva temporada, el director deportivo y entrenador, aún dándole a Mikel dorsal del primer equipo, dejó claro que sus centrales eran Labaka, Juanito y Ansotegi. No jugó hasta comienzos de noviembre, ya con Lotina de entrenador, que fue quien sí le consolidó en el once titular junto a Ansotegi. Pero el sufrimiento seguía. Esa fue la pareja de centrales con la que la Real se fue a Segunda después de 40 años en Primera. Y con la que no consiguió subir en dos tentativas. Mikel compartió defensa en esos años con Labaka y Ansotegi, pero ya nadie dudaba de que era el central de más calidad de la plantilla.
Eso mismo fue lo que, en realidad, añadía un sufrimiento más a su trayectoria en la Real. Como era el mejor, era el que tenía que tapar los agujeros más desagradecidos. Por eso jugaba como central izquierdo, a pesar de no ser su mejor posición. Por eso jugó muchos minutos, en la temporada del ascenso y en la del regreso a Primera, como lateral izquierdo cuando no estaba De la Bella. Y cuando él faltaba, Labaka y Ansotegi le echaban de menos. A ambos les ha hecho ser y parecer mejores de lo que son, y sin él se sentían habitualmente muy desamparados. A Mikel, además, le costó marcar su primer gol. Y siendo un central que sube casi siempre en los córners eso también dolía. Pero supo escoger el día para estrenarse. Fue contra el Villarreal B, dando una victoria que acabó siendo clave para conseguir el ascenso a Primera en la temporada 2009-2010. Ni siquiera ese ascenso permitió a Mikel que se acabaran por completo las dudas en torno a su figura.
Demidov llegó a la Real con Martín Lasarte en el banquillo, pero fue con la llegada de Montanier cuando Mikel González perdió el puesto para dar protagonismo al letón e internacional noruego y a la estrella creciente de Iñigo Martínez. Como es bien conocido, Mikel acabó recuperando su lugar. Muy pronto. Y mejorando día a día gracias a que ahora juega por fin en su puesto ideal. Con Iñigo de central zurdo, él se ha consolidado como central diestro. Y rinde como nunca. Como algunos hemos esperado siempre de él. Comenzamos la temporada hablando de la dinamita que tenía la Real arriba con Vela, Ifrán, Griezmann, Agirretxe, Xabi Prieto y Chory Castro. Continuamos maravillándonos del potencial que tenía nuestro centro del campo con Illarra y Pardo. Y ahora resulta que una de las claves del buen rendimiento del equipo está en la defensa, la línea probablemente menos valorada del equipo. Valorémosla. Valoremos a Mikel. Aquel que se ha pasado años siendo un parche y ya es un indiscutible pilar de este equipo.
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