miércoles, septiembre 05, 2012

Un escenario previsible

Las tres primeras jornadas de Liga han dibujado para la Real un escenario bastante previsible hace algunas semanas. Sigo convencido de que la plantilla de la Real tiene mucha más capacidad de lo que muestra, de que tiene un amplio margen de mejora. Y sigo convencido de que su entrenador, Philippe Montanier, no. No es una cuestión de culparle de todo lo negativo que acontece en torno a los resultados del equipo txuri urdin, porque no sería justo ni tampoco razonado, pero ya es evidente que el técnico francés va a seguir la misma línea de la pasada temporada, ojalá que sin tantos sobresaltos negativos como dio la primera vuelta, pero probablemente con resultados similares. Hace casi dos meses, recién empezada la pretemporada, detallé los que para mí eran los retos esenciales de Montanier de cara a su segunda temporada en la Real. Hoy, pasados esos dos meses, esos mismos retos siguen encima de la mesa, sin que se hayan apreciado mejoras en ninguno de los apartados que mencioné. Y siento que dentro de otros dos meses seguirán ahí.

La Real no defiende mejor de lo que lo hacía la pasada temporada, aunque es verdad que le falta un Iñigo Martínez que presumiblemente debutará la próxima jornada. La posición de sus centrocampistas sigue dando que hablar, y Montanier no parece haber encontrado el lugar, la táctica y los compañeros con los que cada uno de los jugadores de esa línea podrían rendir mejor. Ifrán sigue siendo un delantero que, a día de hoy, cuenta con oportunidades marginales, e incluso José Ángel ha jugado en las posiciones de ataque antes que él. Los laterales siguen siendo un punto débil del equipo, y Carlos Martínez y el mencionado José Ángel aún no han disputado un solo minuto en ese puesto. La estrategia se mantiene como una asignatura más que pendiente, con nada en el plano ofensivo y un gol ya encajado, precisamente ante un equipo, el Barcelona, que no se distingue por su poderío en esa faceta del juego. Y a eso hay que sumar que las prestaciones del equipo fuera de casa siguen siendo insuficientes para ganar.

¿Son estos motivos para lanzar mensajes catastrofistas cuando sólo se han jugado tres jornadas? Evidentemente no. Quedan 35 partidos por jugarse, 105 puntos en juego, y la situación no es en absoluto desesperada, como sí llegó a serlo en algún momento de la temporada pasada. ¿Momento para hacer análisis? Siempre, diría yo. Evidentemente, los análisis de la jornada 3 no pueden ser los mismos que los de la 35, pero sería un grave error que eludiéramos valorar y estudiar lo que ofrece cada semana el equipo pensando en una hipotética mejora que, es una obviedad pero hay que decirla, podría no llegar. Por eso, además de lo que se ve sobre el césped, me preocupa que las explicaciones de Montanier sean lugares comunes y frases hechas. "Es una pena", "no ha podido ser", "sabíamos que no era fácil jugar aquí", "hemos tenido muchas acciones pero sin llegar a rematar". No, no creo que ese sea el camino.

La Real tiene suficiente calidad arriba, muy buenos mimbres en el centro del campo y aspectos más que positivos en su defensa (contando a Bravo, que siempre da algún punto en la temporada) como para pensar en ganar partidos y aspirar a más en la clasificación. Lo que sucede, lo que tendría que inquietar, es precisamente la mezcla de esta optimista definición de la plantilla con los anteriores problemas citados. La Real 2012-2013 es un evidente reflejo de la 2011-2012. Pero no un reflejo entendido como progreso desde una base común, sino como continuidad absoluta en sus resultados. Deja las mismas sensaciones debido a que padece los mismos problemas. Y las soluciones siguen sin aparecer. Anoeta no es una panacea en sí misma y no puede servir de coartada a cada deficiente actuación como visitante. La Real fallará en casa en algún momento, se encontrará con un rival mejor o más afortunado y se dejará partidos, y entonces puntuar fuera de casa será una obligación para no sufrir como en la primera vuelta de la temporada pasada. Y entonces podrían venir las prisas, los nervios, los "ya lo sabía yo". ¿Por qué esperar a que eso suceda con los brazos cruzados o con los ojos cerrados?

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